Breves reflexiones (XVI)
Cuando le pregunto a Dios qué quiere de mí, su respuesta es siempre “te quiero a ti". Y cuando me siento querido por Dios comprendo que hará de mí lo que quiera. Espíritu Santo, limpia mi alma de todo aquello que me aleje del amor divino.
Por más que hable, Señor, de las maravillas de tu amor, ninguna palabra será capaz de describir el gozo de la comunión contigo en la oración. Tu sublime presencia me sigue anonadando.
Asustadizo y temoroso como un chiquillo, pero totalmente protegido por ser hijo tuyo. De ti nunca seré huérfano y sé que siempre estarás a mi lado y velarás mi sueño. Mi Dios y mi Rey, no dejes que me aleje de ti.
He aprendido que el amor y el sufrimiento siempre van de la mano. Siempre. De hecho, el mayor acto de amor ha sido el sacrificio de Cristo en la Cruz. Pero es que además, quien ama mucho sufre mucho cuando la persona amada sufre. Y sin embargo, no se puede dejar de amar. Sin amor, nada somos.
A veces las palabras no alcanzan a expresar los sentimientos. A veces los pensamientos son la única compañía en la soledad. A veces soñar despierto es más vida que la realidad que vives. A veces te das cuenta que solo la oración te marcará el camino. En el amor no hay un “a veces” sino un “siempre” que no tiene término.
Señor, tú eres la calma en mi tormenta, el ancla en mi naufragio, el agua en mi desierto, la caricia consoladora en mi llanto. Tanto amor me abruma, me asombra, me maravilla y a la vez me da vida.
Cuando quieres servir al Señor, es muy necesario que seas consciente de que tan malo es quedarse de brazos cruzados esperando a que un ángel del cielo te diga lo que tienes que hacer, como lanzarte a hacer cosas para las que Dios no te ha capacitado. Obra por gracia lo que por gracia se te da a obrar y no quieras ir más allá de donde la gracia te permite. Si no hace lo primero, te quedarás atrás como la mujer de Lot. Si haces lo segundo, te estrellarás.
Esperar en el Señor no es permanecer quieto, inmóvil. La verdadera espera debe estar llena de oración. Mucho tardé en darme cuenta de que si no rezo, caigo en la desesperación. Si rezo, hasta las lágrimas dan buen fruto.
Luis Fernando Pérez
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7 comentarios
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LF:
No sabía que ella había dicho eso, pero ciertamente encaja con lo que fue su vida.
Buen día a todos.
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LF
Muchas felicidades, Ángeles. Dios la guarde.
Me identifico con Ud. plenamente, desde que hace 6 meses falleció mi esposa. Hoy, esta reflexión la hago mía, porque dice exactamente lo que yo no he sabido verbalizar. Sé perfectamente que Dios Nuestro Señor, en Su Misericordia, me atrae hacia Él todo el tiempo, pero es mi indocilidad la que yerra el camino, o dilata el tiempo del encuentro.
Dios le bendiga y sepa que tiene un amigo y hermano en la fe en México.
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LF
Ofrezca su duelo al Señor y verá frutos que ni se imagina. Y si no los ve, da igual. Se van a dar.
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