Consejos a los católicos fascinados y a los católicos perplejos con el Papa Francisco.
Si algo es un hecho innegable, es que el pontificado del Papa Francisco ha generado como nunca antes desasosiego y perplejidad en un gran número de católicos, mientras que otros por el contrario, están fascinados.
Y no es que pontificados anteriores no recibieran críticas, pues basta recordar el escándalo que se produjo cuando San Juan Pablo II besó del Corán, o cuando Benedicto XVI hizo ciertas declaraciones sobre los condones. Eso, por mencionar sólo dos eventos que vienen a mi memoria.
Pero con el Papa Francisco ha sido distinto, pues la perplejidad y confusión ha afectado no sólo a sectores tradicionalistas, sino a también sectores conservadores (“neocones” en la jerga despectiva tradicionalista) que no la habían pasado mal con los pontificados anteriores.
Yo mismo, que he defendido a los Papas anteriores de numerosas críticas, incluyendo a Juan Pablo II y Benedicto XVI (véase por ejemplo AQUI, AQUÍ, AQUI) y al mismo Papa Francisco (ver por ejemplo, AQUÍ y AQUI), otras veces me he tenido que morder la lengua cuando veo que no puedo tapar el sol con un dedo.
No sólo me ha pasado a mí, católicos de toda la vida de la generación de Juan Pablo II y Benedicto XVI se han sentido decepcionados de por ejemplo, de ver al Papa Francisco decirle a Sor Lucía Caram, una monja activista que defiende el derecho al aborto y el matrimonio homosexual: “Ah, vos sos la monja que hace lío… Vos, continúa haciendo lío, no te canses”. Otros me han escrito para que les explique cómo es posible que el Papa alabe públicamente al Cardenal Kasper, quien ha puesto en duda en sus libros la historicidad de los milagros del evangelio, como un teólogo “de los buenos”. Y eso sin mencionar que es el propio Papa Francisco quien ha hablado en varias ocasiones de la multiplicación de los panes como una “parábola” en la que los panes realmente no se multiplicaron, o cuando afirma que todos somos hijos de Dios, o que no es lícito intentar convencer a otros de abrazar la fe católica. Así como esos casos podríamos mencionar muchas cosas más que no son fáciles de comprender, pero para tantos católicos el resultado ha sido el mismo: perplejidad, mientras el mundo celebra tener un Papa como nunca antes, que en muchas cosas parece darle la razón donde antes la Iglesia era intransigente.
Quizá la decepción ha sido mayor porque al comienzo de su pontificado muchos teníamos una imagen del Cardenal Bergoglio como alguien bien dispuesto a decir la verdad completa aunque fuese políticamente incorrecta. Todavía recuerdo los titulares cuando se levantaba enérgicamente a declarar que la ley sobre el matrimonio homosexual es una movida de Satanás. Actualmente en cambio cuando es consultado por las declaraciones donde el Cardenal Marx afirma que debemos pedir perdón a los homosexuales por sostener lo que enseña el Catecismo, él elude la pregunta dándole implícitamente la razón.
El resultado es que evidentemente no es un pontificado al gusto de muchos, pero lo lamentable es que muchos se han visto orillados al sedevacantismo. Es preocupante ver la cantidad creciente de personas que se identifican como católicos llamar al Papa “hereje”, que no son capaces ni de llamarle Papa y le dicen a secas “Bergoglio”. Otros se han aferrado a la absurda hipótesis de que el verdadero Papa es Benedicto XVI a pesar de que ha renunciado y el Papa Francisco fue elegido de forma legítima. En este contexto doy yo, como simple laico algunos consejos:
Huye del sedevacantismo
Por más que no te guste —si es ese tu caso— recuerda que el Papa Francisco es el Papa, y como católicos tenemos el deber de orar por él y tratar de interpretar de manera benigna y en la medida de lo posible, lo que dice y hace, de acuerdo a la Tradición y Magisterio de la Iglesia. Hay que evitar generar un prejuicio que nos predisponga a ver con malos ojos lo que diga o haga.
Inclusive si realmente es un mal pontífice no por eso dejaría de ser el Papa. Sabemos que Papas malos ha habido en otros momentos de la historia, pusilánimes a la hora de actuar, otros inclusive terriblemente inmorales, pero como bien ha explicado mi amigo Bruno en su blog, ha sido el Papa que Dios en su providencia ha permitido y al que toca sufrir con paciencia confiando en que Dios está en control.
Recuerda que es probable que si consideras que no es Papa, es porque posiblemente tienes un entendimiento hipertrofiado del dogma de la infalibilidad, y por eso no entiendes por qué desde tu perspectiva un verdadero Papa pueda equivoque.
Huye de la “papolatría”
El otro extremo tampoco me parece bueno y suele ser causado por el mismo síndrome. Católicos que sostienen que el Papa es infalible incluso cuando no habla ex cátedra y que toman como hereje a los católicos perplejos que osan no estar de acuerdo con todo lo que el Papa dice o hace. Les acusan de querer saber más que el Papa, de ser soberbios y cismáticos.
Respecto a eso les digo, que no todo católico que critica al Papa es cismático ni hereje. Ser católico no implica guardarse el cerebro en una caja y aceptar a ciegas todo lo que nos dicen, como un testigo de Jehová que le enseñan que mañana se acaba el mundo, vende todo y luego cuando no se acaba se queda pancho como si nada.
El propio código de derecho canónico nos da a los fieles “el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de nuestro propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores, y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.” (CIC, Canon 212 § 3), y es un derecho que nadie puede quitarte.
Pero de cualquier modo, no olvides el respeto que se merece la persona del Santo Padre. Es una persona como tú y como yo con defectos y virtudes, pero con una responsabilidad enorme de la que un día tendrá que rendir cuentas. Necesita nuestro apoyo y nuestra oración, sobre todo incluso cuando apoyarle signifique levantar la voz cuando algo no nos parezca bien. Así lo hizo San Pablo cuando vio que San Pedro “era de condenar” por haber caído en la actitud pusilánime de ser políticamente correcto.
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37 comentarios
Cristo.
El resto es dar al Papa un lugar y atributos que no tiene. Ni es el centro de vida cristiana ni es infalible o casi infalible siempre.
Roguemos a Cristo, Pastor Eterno, que nos conceda conservar la Fe Católica siempre.
¡Saludos!
Y pase lo que pase, dígase lo que se diga y sea quien sea el que lo diga, jamás perder -ni meramente rebajar o edulcorar- la fe que hemos recibido, la que está en la Biblia, la Tradición y en la doctrina de los Padres.
Sedevacantismo e papolatría son un ídolo repugnante con dos caras. Y ambas horribles.
Dios lo guarde. P. Javier
Por ejemplo, el hecho de que sólo los hombres pueden ejercer el sacerdocio (no mujeres) es algo declarado por Juan Pablo II con las condiciones del concilio vaticano I, pero como este papa ha escrito tanto que estas cosas quedan como sepultadas, hay obispos que incluso parecen olvidar este dogma.
Por otra parte, es preciso clarificar qué sucede con las encíclias tipo pascendi o de pluribus errores en los cuales los papas preconciliares establecían unas doctrinas que luego difícilmente se pueden armonizar con los principios del concilio vaticano II. Esto requiere clarificación, y sobre todo una interpretación auténtica, que debería venir por la última palabra del papa actuando como sucesor de san Pedro.
Una vez establecido el canon de magisterio infalible en un solo volumen, sería fácil para memorizar y estudiar, y ya no andaríamos enfrentado papa contra papa.
Pablo VI actuó muchas veces de un modo errático, con su carácter contemplativo no tenía energías para actuar enérgicamente en momentos clave. Pero hubo un momento en que actuó por sí sólo, con la encíclica humanae vitae, en la cual se opuso a los dictámenes previos del documento, y fue como un mazazo en la iglesia, actuando como verdadero sucesor de san pedro. Es necesario una compilación que sea verdadero martillo de herejes.
¡¡¡Santa Catalina de Siena, ruega por la Iglesia, que tú con tanta
valentía defendiste ante los papas de Aviñón, a los cuales, no menos calificaste de: "Dulce Cristo en la tierra"!!!
Me permito remitir a algunos artículos de otra página (no significa que recomiende a ojos cerrados esa página, solo me limito a recomendar los artículos que comparto), sobre el tema del sedevacantismo y su sinsentido:
https://adelantelafe.com/observatorio-del-sedevacantismo-siscoe-salza-debaten-cekada-derksen/
https://adelantelafe.com/entrevista-salza-siscoe-desenmascaran-al-sedevacantismo/
Sobre la "papolatría" o, como también se dice, "positivismo papal", me remito a una cita de un gran sacerdote de mi país:
«Existen entre nosotros fulanos que piensan es devoción al Sumo Pontificado decir que el Papa "gloriosamente reinante" en cualquier tiempo "es un santo y un sabio", "ese santazo que tenemos de Papa", aunque no sepan un comino de su persona. Eso es fetichismo africano, es mentir sencillamente a veces, es ridículo; y nos vuelve la irrisión de los infieles». (Pbro. Leonardo Castellani)
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JM: La Iglesia sigue allí y está allí. Por eso bien se dice que el Magisterio enseña cuando habla, no cuando calla.
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JM: Entiendo Carmen. He tenido que borrar parte de su comentario que era muy fuerte. Saludos.
Está claro que cuando la Iglesia pierde el norte, son sus enemigos los que le recuerdan el camino. A veces esos enemigos están fuera, otras dentro. No digo que el Papa sea el enemigo, pero los que están cerca de él... Y dicho sea de paso, y como no sabemos lo que Dios tiene para nosotros, quizá sea tiempo de una buena tribulación para purgar y purificar. Quizá nos toca eso: No importa, serán muchos lo mártires recibidos por Cristo y se habrán ganado su corona justamente. Y lo mejor: En estos tiempos, la Iglesia suele dar sus mejores santos, sino que se lo digan a los que salieron de Trento o de la Vendée.
Que pase lo que tenga que pasar.
La pregunta que nos tenemos que hacer es si Newman, o Benson, o Chesterton, o tantísimos otros vivieran en la actualidad, ¿se refugiarían en la Iglesia de Francisco huyendo del protestantismo liberal? ¿O más bien mirarían hacia la Ortodoxia o intentarían profundizar en la teoría de la Iglesia Anglicana como "via media", recuperando la sucesión apostólica y profundizando en sus aspectos católicos/ortodoxos...?
Sabemos lo que Waugh pensó de las reformas post-conciliares... No fue el único; otros insignes católicos como Tolkien o Julien Green sufrieron también viendo lo que estaba pasando...
Y ya antes de la pesadilla que es este pontificado, no pocos conversos provenientes del luteranismo o del anglicanismo lamentaban la pérdida de la belleza que sus tradiciones litúrgicas aún conservan al sustituirlas por el espanto que es la liturgia postconciliar... justo lo contrario de lo que ocurría antes del CVII, cuando uno de los motivos de conversión era precisamente la belleza del culto en la Iglesia latina... ¿Hace falta citar a Stendhal?
Para mí la única forma posible de seguir siendo católico es volverse tradicionalista, es decir, reconocer que algo terrible ha pasado en la Iglesia, y que esa cosa horrorosa empezó a ocurrir hace medio siglo, más o menos, no con este pontificado, que no es sino el natural colofón de estos últimos cincuenta años...
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JM: En mi opinión el tradicionalismo no es la salida. Yo sigo estando de acuerdo con el entonces Cardenal Ratzinger cuando decía:
“Primera: es imposible para un católico tomar posiciones a favor del Vaticano II y en contra de Trento o del Vaticano I. Quien acepta el Vaticano II, en la expresión clara de su letra y en la clara intencionalidad de su espíritu, afirma al mismo tiempo la ininterrumpida tradición de la Iglesia, en particular los dos concilios precedentes. Valga esto para el así llamado “progresismo” , al menos en sus formas extremas. Segunda: del mismo modo, es imposible decidirse a favor de Trento y del Vaticano I y en contra del Vaticano II. Quien niega el Vaticano II, niega la autoridad que sostiene a los otros dos concilios y los arranca así de su fundamento. Valga esto para el así llamado “tradicionalismo” , también éste en sus formas extremas. Ante el Vaticano II, toda opción partidista destruye un todo, la historia misma de la Iglesia, que sólo puede existir como unidad indivisible” (Informe sobre la fe, capítulo 2, por Cardenal Joseph Ratzinger)
Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica.
Bendiciones,
oremos los unos por los otros
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JM: Si no critica al Papa no es "papólatra", de hecho está en todo su derecho de estar de acuerdo con él en muchas/algunas/todas las cosas.
El católico debe ser realista, ante todo: no tragarse la Leyenda Negra ni tampoco la Leyenda Rosa...
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JM: Este tema no trata del Concilio Vaticano II y de la resistencia que le hacen sectores tradicionalistas, del cual he escrito mucho y muchas veces (ver sección "Ultra-tradicionalismo"). Y allí sostengo que incluso siendo el Concilio Vaticano II Magisterio ordinario se le debe obsequio religioso. Los tipos de asentimiento que se deben a cada tipo de Magisterio están bien definidos en la Donum Veritatis.
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JM: Es evidente que usted ya se ha ido al otro extremo.
Yo no creo que la visita del Papa a Suecia fuera apostasía. Creo que no fue conveniente hacerla por la ocasión y por el mensaje que se puede transmitir (que se celebra algo que no puede ser celebrado, aunque se le llame "conmemoración"), ni estoy de acuerdo con los "elogios" políticamente correctos que el Papa hizo a la Reforma y a Lutero antes y durante su visita. Pero tener un encuentro ecuménico con otros cristianos, más allá de que sea buena idea o no, no es apostasía.
Respecto al Concilio Vaticano II, tengo verdadera curiosidad por saber qué razón puede haber para que se permita que en el diálogo entre Roma y el lefebvrismo se puedan discutir ciertos aspectos como el tema del ecumenismo, la libertad religiosa y la relación entre el poder temporal y la Iglesia y luego parezca que plantear algo parecido desde fuera de la SSPX sea poco menos que herejía y cisma. Sobre todo cuando vemos que, en el tema ecuménico, el tiempo está dando la razón, por la vía de los hechos, a Lefebvre.
De lo bueno (que también lo tiene) se recuerda poco, porque lo malo (errores doctrinales, principalmente) resalta mucho, duele y no se concibe en el concepto que nos hemos hecho de lo que se espera de un Papa, de ahí el desconcierto. Nuestra generación no había padecido un pontificado como éste, lo que antes hacía o decía el Papa en turno siempre estaba bien, no como ahora. Han habido Papas deficientes, indignos, ilegítimos o mediocres, no todos han sido santos, lo dice la historia, pero esos pontificados no nos tocó vivirlos. Tampoco la comunicación había sido tan vertiginosa como ahora, que nos tiene al tanto y con detalle de los hechos y dichos del Papa. Nuestros abuelos podían vivir la vida entera sin enterarse de nada del Papa, si acaso sabían su nombre o que había muerto y ya había otro.
Viendo quien alaba y quien critica al Papa puede darse uno una idea del origen del problema. Parece que "el mundo" es amigo del Papa y el Papa "es amigo del mundo", algunos católicos bien formados e instruidos en la fe lo critican, mientras otros hacen malabarismos para justificarlo.
Aquí recuerdo las duras palabras del Apóstol Santiago: "¡Almas adúlteras! ¿No saben ustedes que el que es amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios? Cualquiera que tiene amistad con el mundo se vuelve enemigo de Dios" (St 4,4 citado de memoria). Ver también Jn 17,14-16, 1Jn 2,15 y 1Jn 4,5 entre otras semejantes sobre "ser amigo del mundo".
Yo no entiendo la amistad de Francisco con el mundo (y aquí es pertinente aclarar que Cristo "ama" al mundo y ha venido dar su vida y a salvarlo (Jn 3,16), pero no "es" del mundo (Jn 8,23) ni tiene amistad con él, sino que lo ha vencido (Jn 16,33) y el mundo le odia (Jn 15,18)), sin embargo (y a mi pesar), a veces debo defender al Papa de las habladurías de los enemigos de la Iglesia con que me topo y manifestarme de su lado, pues no deja de ser el legítimo Vicario de Cristo, a quien debo lealtad. Sí, estoy perplejo, sometido a esta contradicción. Cuido mucho de no manifestar mi situación perpleja ante los hermanos que no han madurado en la fe para no escandalizar. Escojo cuidadosamente entre los más crecidos en la fe para externarlo y que me auxilien a conocer o confirmar la recta doctrina.
Por eso oro y pido a Dios que cuide e ilumine al Papa Francisco, que mucho lo necesita, pero también por la Iglesia, para que tenga piedad de ella, y le conceda un Cónclave (y otro Papa santo). No quiero que muera el Papa, puede seguir el ejemplo de Benedicto XVI.
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JM: No creo que este sea el caso. Juan Pablo II tuvo muchos gestos controvertidos, que en el terreno de lo opinable pueden ser considerados errores prudenciales, pero con el Papa Francisco hay que reconocer, que no sólo se trata de gestos, y la frecuencia tampoco es la misma. O es que acaso ¿hace falta una lupa para no quedar perplejo ante un vídeo como este? No fueron unos cardenales en complot y maquinando contra el Papa quienes fabricaron ese vídeo.
Si lee con atención mi pequeña aportación, advertirá que no niego la validez del Concilio Vaticano II, ni lo hace, por cierto, tampoco el tradicionalismo moderado...
Pero es evidente, y ahora más que nunca, que lo que está pasando en la Iglesia arranca en torno a dicho Concilio, aunque se estuviera ya gestando con anterioridad, y que no sólo es culpa de lo que antaño se conocía como "espíritu del Concilio", ahora entronado y reinante en todo su esplendor (?) en la cátedra de Pedro...
Quiero decir que es de meridiana evidencia, salvo para quien no quiera ver o desconozca la historia de la Iglesia, que el "enfoque pastoral" de dicho Concilio no ha sido precisamente un éxito.
Y nada impide a un católico reconocer que un Concilio fracasó en su empeño, por muy válido que fuera.
¿Acaso no es lo que ocurrió con el de Basilea, que se propuso la unidad con los ortodoxos, sin conseguirlo, o con el quinto lateranense, que se propuso la reforma de la Iglesia y unos pocos meses después de su clausura estalló la Reforma protestante?
¿Dejamos de ser buenos católicos por decir que un concilio ecuménico no logró lo que con el mismo se pretendía?
Yo diría que no : )
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JM: Estoy de acuerdo, pertenece al terreno de lo opinable. Pero nuevamente en mi opinión me parece más acertado el diagnóstico del entonces Cardenal Ratzinger, en que no fue el Concilio el que fracasó, sino las interpretaciones que se le ha dado:
“«Descubramos el verdadero Vaticano II» No son, pues, ni el Vaticano II ni sus documentos (huelga casi mencionarlo) los que constituyen problema. En todo caso, a juicio de muchos —y Joseph Ratzinger se encuentra entre estos desde hace tiempo—, el problema estriba en muchas de las interpretaciones que se han dado de aquellos documentos, interpretaciones que habrían conducido a ciertos frutos de la época posconciliar.”
…
Seguía diciendo Ratzinger hace diez años: «Hay que afirmar sin ambages que una reforma real de la Iglesia presupone un decidido abandono de aquellos caminos equivocados que han conducido a consecuencias indiscutiblemente negativas».
En cierta ocasión escribió: «El cardenal Julius Döpfner decía que la Iglesia del posconcilio es un gran astillero. Pero un espíritu crítico añadía a esto que es un gran astillero donde se ha perdido de vista el proyecto y donde cada uno continúa trabajando a su antojo. El resultado es evidente».
Pero no deja de repetir con la misma claridad que «en sus expresiones oficiales, en sus documentos auténticos, el Vaticano II no puede considerarse responsable de una evolución que —muy al contrario— contradice radicalmente tanto la letra como el espíritu de los Padres conciliares».
Dice: «Estoy convencido de que los males que hemos experimentado en estos veinte años no se deben al Concilio «verdadero», sino al hecho de haberse desatado en el interior de la Iglesia ocultas fuerzas agresivas, centrífugas, irresponsables o simplemente ingenuas, de un optimismo fácil, de un énfasis en la modernidad, que ha confundido el progreso técnico actual con un progreso auténtico e integral. Y, en el exterior, al choque con una revolución cultural: la afirmación en Occidente del estamento medio-superior, de la nueva «burguesía del terciario», con su ideología radicalmente liberal de sello individualista, racionalista y hedonista».
La consigna, la exhortación de Ratzinger a todos los católicos que quieran seguir siendo tales, no es ciertamente un «volver atrás», sino un «volver a los textos auténticos del auténtico Vaticano II». Para él, insiste «defender hoy la verdadera Tradición de la Iglesia significa defender el Concilio. Es también culpa nuestra si de vez en cuando hemos dado ocasión (tanto a la «derecha» como a la «izquierda») de pensar que el Vaticano II representa una «ruptura», un abandono de la Tradición. Muy al contrario, existe una continuidad que no permite ni retornos al pasado ni huidas hacia delante, ni nostalgias anacrónicas ni impaciencias injustificadas. Debemos permanecer fieles al hoy de la Iglesia; no al ayer o al mañana: y este hoy de la Iglesia son los documentos auténticos del Vaticano II. Sin reservas que los cercenen. Y sin arbitrariedades que los desfiguren».
"Lo repito: el católico que con lucidez y, por lo tanto, con sufrimiento, ve los problemas producidos en su Iglesia por las deformaciones del Vaticano II, debe encontrar en este mismo Vaticano II la posibilidad de un nuevo comienzo. El Concilio es suyo"
Informe sobre la Fe, capítulo 2, Joseph Ratzinger
Los errores nunca puede salir del Papa, pero si de la persona que no podría ser apto para la misión como Sucesor de Pedro. En este caso, se trataría de los abundantes errores de Jorge Bergoglio, que nunca podría relacionarse con la misión de Vicario de Cristo. Solo que no se comprende como debe ser esta misión de Sucesor de Pedro. Porque si nos fijamos en las epístolas de este Apóstol, aunque también fue reprendido por San Pablo
«Pero cuando vi a Cefás cara a cara le opuse resistencia, porque merecía reprensión. Porque antes que llegasen algunos que estaban con Santiago, comía con los gentiles; pero en cuánto llegaron ellos, empezó a retraerse y apartarse por miedo a los incircuncisos. También los demás judíos le siguieron en el disimulo. Pero en cuánto vi que no andaba rectamente según la verdad del Evangelio, le dije a Cefas delante de todos: -Si tú eres judío, vives como un gentil y no como judío, ¿cómo es que obligas a los gentiles a judaizarse? (Gál. 2,11-14).
Hay personas que temen corregir al Papa, Si el Papa simpatiza con los protestantes, budistas, etc, hay otros pastores que siguen su propio ejemplo, y se olvidan de Cristo. El Papa no tiene por qué confirmar ni a luteranos ni a budistas, etc. La misión del Papa como católico, es confirmar únicamente a los hijos de la Iglesia Católica en la fe católica, no se trata de la falsa fe de Martín Lutero, ni en la fe de Buda a los budistas, sino atraerlos hacia Jesucristo. Esa valentía de hablar de Cristo sin fe no es posible, cuando se tiene fe, se atrae incluso el rechazo de otras ideologías religiosas.
Hay católicos que dan más importancia al Papa Francisco que al mismo Jesucristo y su Evangelio. Los cristianos católicos que trabajan seriamente por una vida más espiritual, no encuentra esa sana espiritualidad en Jorge Bergoglio, sino errores que se van acumulando. Pero no debemos atribuirlo como si saliera del Papa, sino del hombre que no ha encontrado su verdadera vocación. Si no vemos en el Papa Francisco, en distintas situaciones el reflejo de Cristo, que muchos desearíamos ver, pues paciencia, y a seguir orando por el Papa.
Los Papas no caen del cielo, es un punto muy interesante que se explica en uno de los libros entrevista: (Peter Seewald. Benedicto XVI, una mirada cercana, parte 4, páginas 57-59. Ediciones Palabra. 2006.)
Los Papas no caen del cielo. Por supuesto que los cardenales reflexionan sobre los criterios, o al menos, los criterios mínimos, que han de cumplir el Romano Pontífice, si bien, las exigencias de muchos varían muchos de unos a otros. En cualquier caso, la prueba de la fe no exige que nadie sin pecado. Grandes pecados. Grandes santos (y algún que otro Papa) siguieron, antes de la conversión, una vida que les hubiera llevado directamente al infierno. San Agustín, por ejemplo, hacia quien Ratzinger se siente especialmente atraído, tuvo numerosos amoríos y un hijo natural, simpatizó con sectas antirromanas y no dejó de lado nada de lo que caracteriza a un auténtico pecador. «Un misterio insondable es el hombre», dijo. Él era un misterio para sí mismo, cuestionó la existencia de Dios y –a diferencia de muchas personas piadosas que no se dejan retar por pura comodidad– conoció una auténtica conversión. Claro, que ese curriculum vitae es más que dudoso que el gran padre de la Iglesia tuviera hoy en día posibilidades de ser obispo, y menos aún Papa.
En el siglo VII, estaba prohibido, bajo pena de excomunión, hacer conjeturas sobre el sucesor de un Papa, hasta tres días después de la muerte de este. Cuando un Papa va al cielo se decía de manera lapidaria, el Espíritu Santo busca uno nuevo. Todavía hoy en la Iglesia, no solamente no hay –oficialmente– un debate sobre esta cuestión, sino que también se prohíben las candidaturas, en un ambiente de supuesta serenidad y amor fraterno. Ahora bien, del club más exclusivo del mundo, que tiene la difícil tarea de encontrar un Vicario de Dios digno, es de esperar que elabore una agenda con las cuestiones de actualidad. Preguntas como: ¿Con quién puede enfrentarse mejor con los fenómenos del desmoronamiento?, ¿dónde están las fuerzas realmente creativas del futuro?, ¿Quién tiene, en particular, la capacidad de continuar acertadamente la rica herencia del gran predecesor, de llevarla al apogeo y ajustar el cargo de tal modo que en el primer plano no se encuentre quien ocupe el cargo, sino Aquel, que en cierto modo, encargó todo esto: Jesucristo?
Algunos de los cardenales electores prestan atención, hoy en día, a que el candidato de la sucesión de Pedro tenga buena imagen; al menos no debe causar una impresión antipática. Antes, bastaba con saber latín; hoy en día se precisa saber varios idiomas. Es una pena, pensaba cuando iba de camino a la Plaza de San Pedro, que no existiera posibles modelos para el tipo de Romano Pontífice. Comparando las biografías, por ejemplo, los Papa de los últimos 300 o 400 años se podrían investigar criterios comunes: la Iglesia tuvo suerte con todos ellos, lo cual –al observar la historia de la Iglesia– no se puede decir de todos los vicarios de Cristo. Quizá muchos de los Santos Padres habían sido predestinados para la Cátedra de San Pedro desde su nacimiento. O quizá hubiera en el camino hacia allí sucesos significativos que les hicieron tomar el camino correcto. Por otro lado –así pensaba yo– se habría podido comprobar si Dios, por así decir por razones estratégicas, no cambiaba de vez en cuando sus criterios para la elección. Ninguna otra diana para los ataques de los poderes antagónicos es tan atractiva como la Iglesia de Cristo. El Papa Borgia Alejandro VI, por ejemplo, terminó echando espuma por la boca; la lengua adquirió un tamaño monstruoso y de todas las aperturas corporales salían gases silibantes. Todo su cuerpo estaba tan hinchado que los enterradores tuvieron que saltar sobre el vientre para cerrar el féretro. Ahora bien, lo que llama la atención es que, de ningún Papa, por muy poco santo que fuera, hubiera que corregir o rechazar documentos, y mucho menos, encíclicas.
… intenté desarrollar mi propio esquema. Me hice unas notas: bueno, Juan XXIII, Juan Pablo I, Juan Pablo II, se caracterizaron por proceder de familias sencillas, de campesinos o trabajadores. Esto podría servir de modelo: va bien con Belén, con Nazaret, con el pobre “padre putativo” San José. Sin embargo, Pablo VI, antes, Giovanni Battista Montini, era el hijo de un redactor jefe; su madre, una elegante contessa. Por lo demás, toda una serie de Papas procedía de familias nobles romanas, que seguramente no pasarían hambre.
(…)
Algunos Papas fueron asesinados. Juan Pablo I –el Papa de los 33 días– rogaba que Dios se lo llevara lo más pronto posible de este mundo. Hubo por último, que no podía morir. Y cuando le preguntaban que quería aún en la Sede de Pedro, respondía –en bajo y encorvado, temblándole la voz–que sencillamente quería llevar la cruz hasta el final–(Peter Seewald. Benedicto XVI, una mirada cercana, parte 4, páginas 57-59. Ediciones Palabra. 2006.)
Antes de su elección si en esta página comentaba algo en contra de BXVI o JPII se me trataba de cismático. Si con este pontificado calamitoso los neo-católicos van abriendo los ojos a la realidad será una confirmación del dicho: "no hay mal que por bien no venga."
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JM: Es que yo no puedo estar de acuerdo con visiones simplistas de la situación. Todo fue culpa de los Papas, o nada fue culpa de los Papas. Los Papas son estrictamente hablando, gobernantes de la Iglesia como vicarios de Jesucristo, pero como personas que son tienen aciertos y desaciertos. Es evidente que en muchas cosas pudieron hacerlo mejor, en otras quizá lo hicieron muy bien. Por eso es que nunca he podido estar de acuerdo con los tradicionalistas, tienen una visión estrecha del problema. Quizá la mía también lo sea, pero por lo menos es la mia.
JM: Este artículo no lo escribí para dar cabida a acusaciones de herejías sobre el Papa.
Tengo muchos años y he pasado por muchos vaivenes en la Iglesia, pero cuando parece que la barca zozobra ahí está el Señor probando nuestra fe en El.
Los que quieren una guía escrita y clara que piensen por qué Jesucristo no lo hizo así. Hubiera sido más fácil escribirlo que pasar por lo que pasó. Ya está escrito en el Antiguo Testamento y en el Nuevo. No quiere que seamos solamente cumplidores de una ley escrita sino que vivamos nuestra relación con Dios día a día con fidelidad y discernimiento ayudados por el Espíritu Santo que nos envía para eso. Las enseñanzas y vida de Jesucristo son amor, paz y lucha, no la comodidad de medio hacer lo que nos dicen otros. El señor nos demanda y nos da a cada cual según su plan para cada uno, a El tenemos que mirar y que seguir. La Iglesia y su jerarquía es nuestra comunidad, el Señor se hace presente cuando estamos juntos, nos lo prometió así hasta que vuelva.
La Iglesia además de ser la comunión de los santos tiene una sede en Roma desde la que da testimonio al mundo. No deben afectarnos los movimientos de la jerarquía en el mundo, ni perder la fe como cristianos por sus avatares, porque la Iglesia está en el mundo sin ser del mundo. Tenemos la Biblia, la tradición, el magisterio, así que las políticas del momento de los distintos papas sabrán lo que se proponen, a mí no me crean inquietud por qué no son asunto mío, Dios no me va a pedir cuentas de lo que hacen otros, leo todo lo estudio todo pero no todo me conviene, me pongo en manos del Señor.
Esto lo comparto para animar a los que los cambios les desaniman, que se agarren al Señor y esperen en el.
Comprendo su postura. Fue la mía. Ya no.
Me cita del "Informe sobre la fe" del entonces cardenal Ratzinger. Pocos libros habré leído y releído más veces... Fue luz en una época de tinieblas.
Yo, que me había convertido hacía poco con la lectura de las dos vidas de San Francisco de Tomás de Celano, con la Leyenda Mayor de San Buenaventura, con las obras de los grandes conversos (Newman, Chesterton, Merton, Lunn y tantos otros) y que no podía dejar de ver las diferencias entre la Iglesia de la que me hablaban todos ellos y la de los comienzos de los 80, me refugiaba en obras como el "informe" de Ratzinger, en la esperanza de que acabarían imponiéndose sus tesis, pasados los vientos "primaverales" del primer concilio...
Sin embargo, cerca de cuarenta años después no estamos mejor, sino mucho peor. En estos años se ha consumado la apostasía de naciones enteras otrora católicas, como España, Bélgica o Irlanda, mientras que Hispanoamérica está convirtiéndose en el continente de la esperanza... evangélica y, en especial, pentecostal... No creo que haga falta que siga.
Cuando Juan Pablo II fue nombrado Papa sólo habían pasado trece años desde la clausura del concilio. ¿Realmente cree que la situación de la Iglesia cuando murió, casi treinta años después, era mejor que la que heredó? Yo no lo creo, y si alguien lo cree, es que no ha hablado con jóvenes, entre los que, a pesar del espejismo de las JMJ, apenas hay católicos...
Y ello a pesar de su indudable santidad. Creo que su error fue empeñarse en superar la crisis postconciliar con el Concilio. No parece que funcionara. Por eso no creo yo que a estas alturas se pueda seguir diciendo que todo fue culpa del "espíritu del Concilio" y no del propio Concilio.
Concilio, insisto, válido, pero fracasado, como otros anteriores en el curso de la historia...
Piense, por ejemplo, en la tirria, para mí totalmente incomprensible, que Juan Pablo II tenía a la liturgia preconciliar, que, a regañadientes, consintió, tras la excomunión del Lefebvre, como cosa de viejos carcas inadaptados...
Tan distinta, por cierto, de la nostalgia que Ratzinger sentía por ella, como puso de manifiesto en la autobiografía que publicó Ediciones Encuentro...
Y repare vd. en que Ratzinger se refiere en su primera cita meramente al tradicionalismo extremo, no al moderado.
Pero esto ya es historia. Según nos contó, renunció al papado por no sufrir de jetlag... y parece estar muy satisfecho con las cosas de su sucesor...
Bueno, no le molesto más.
Gracias por sus amables contestaciones.
Ridiculo la verdad dado que acaba de decir que la Papolatria es mala y que el Padre Ravasi ha explicado bien el tema, mi sospecha no me vuelve ni sedevacante ni papolatra, me vuelve un catolico atento, que respeta con obediencia al Papa pero que
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JM: No le quito su derecho de sospechar ni le acuso de nada, pero yo tengo el deber de controlar el tono de las críticas que en mi blog aparecen sobre la persona del Papa, aunque quien las profiera crea tener mucho la razón o incluso la tenga.
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JM: No es cierto que Lutero puso la Biblia en manos del pueblo, ni que la Iglesia no había promovido la difusión de la Escritura. Pretendiendo salvar a toda costa un elogio políticamente correcto del Papa, pretende arrojar a la Iglesia a las patas de los caballos, falseando la historia e ignorando hechos concretos y verificables. Muy oportuno que Bruno recientemente trató ese tema aquí:
La Reforma hizo un gran daño a la comprensión de la Escritura
Y Luis Fernando ya lo había hecho hace varios años aquí:
Mitos sobre el oscurantismo medieval
Estoy de acuerdo en que es preocupante, pero no porque eso implique se caiga en el sedevacantismo: hay precedentes (afortunadamente muy pocos) de Papas que incurrieron en herejía, la favorecieron o coquetearon con ella. Conviene repasar el C. Vaticano I y las notas aclaratorias para no caer en el ultramontanismo (tanto “progre” como “tradi”) y comprobar que las condiciones de infalibilidad son MUY estrictas y restringidas.
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JM: El que toma en serio la hipótesis de que el Papa es hereje termina necesariamente en sedevacantismo, porque un Papa que cae formalmente en herejía no es verdaderamente el Papa. El Padre José María Iraburu lo ha explicado en varias ocasiones, una de ellas aquí:
El Papa Francisco y el Apocalipsis
De todos modos está claro que lo de echar la culpa a la gente que rodea al Papa y lo manipula, no es serio,pues no tiene pinta de ser manipulable, simplemente actúa así por su caracter, sus características de ser argentino ----EDITADO----
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