El 16 de agosto la Iglesia venera en su liturgia a San Esteban de Hungría (n. 969). Él fue el primer rey de Hungría (1000-1038), al unir en un reino la antigua federación de tribus húngaras. Y él dió un impulso decisivo a la cristianización de la nueva nación. Fue San Esteban el primer Rey canonizado como santo sin haber sido mártir. Y tanto en su Casa real como en la aristrocracia de Hungría floreció la santidad: San Emerico (+1031), hijo de San Esteban, Santa Isabel (+1031), Santa Margarita (+1270), Beata Inés (+1283). En la memoria de San Esteban la Liturgia de las Horas transcribe sus «consejos a su hijo».
«En primer lugar, te ordeno, te aconsejo, te recomiendo, hijo amadísimo, si deseas honrar la corona real, que conserves la fe católica y apostólica con tal diligencia y desvelo que sirvas de ejemplo a todos los súbditos que Dios te ha dado, y que todos los varones eclesiásticos puedan con razón llamarte hombre de auténtica vida cristiana, sin la cual ten por cierto que no mereces el nombre de cristiano o de hijo de la Iglesia. En el palacio real, después de la fe ocupa el segundo lugar la Iglesia, plantada primero por Cristo, nuestra cabeza, transplantada luego y firmemente edificada por sus miembros, los apóstoles y los santos padres, y difundida por todo el orbe. Y, aunque continuamente engendra nuevos hijos, en ciertos lugares ya es considerada como antigua.
«En nuestro reino, hijo amadísimo, debe considerarse aún joven y reciente, y, por esto, necesita una especial vigilancia y protección; que este don, que la divina clemencia nos ha concedido sin merecerlo, no llegue a ser destruido o aniquilado por tu desidia, por tu pereza o por tu negligencia.
«Hijo mío amantísimo, dulzura de mi corazón, esperanza de una descendencia futura, te ruego, te mando que siempre y en toda ocasión, apoyado en tus buenos sentimientos, seas benigno no sólo con los hombres de alcurnia o con los jefes, los ricos y los del país, sino también con los extranjeros y con todos los que recurran a ti. Porque el fruto de esta benignidad será la máxima felicidad para ti.
«Sé compasivo con todos los que sufren injustamente... Sé paciente con todos, con los poderosos y con los que no lo son. Sé, en fin, fuerte; que no te ensoberbezca la prosperidad ni te desanime la adversidad. Sé también humilde, para que Dios te ensalce, ahora y en el futuro. Sé moderado, y no te excedas en el castigo o la condena. Sé manso, sin oponerte nunca a la justicia. Sé honesto, de manera que nunca seas para nadie, voluntariamente, motivo de vergüenza. Sé púdico, evitando la pestilencia de la liviandad como un aguijón de muerte.
«Todas estas cosas que te he indicado someramente son las que componen la corona real; sin ellas nadie es capaz de reinar en este mundo ni de llegar al reino eterno».
La Providencia divina encomendó al reino de Hungría ser durante siglos un fuerte baluarte de la Cristiandad ante las amenazas procedentes del Oriente. La dinastía de los Habsburgo, profundamente católica hasta el día de hoy (Otto de Habsburgo +2011), reinó largo tiempo en Hungría (1437-1439, 1445-1457, 1526-1918). Tanto los innumerables templos existentes en Hungría –catedrales y parroquias, santuarios y monasterios–, como su cultura y tradiciones, expresan la identidad católica de la nación. La biografía personal de József Mindszenty (1892-1975), Cardenal Primado, y su resistencia heroica ante el poder soviético, fueron también una muestra elocuente de la firmeza católica de Hungría.
Durante cuarenta años (1945-1989) el yugo comunista pesó duramente sobre la católica Hungría: supresión de la enseñanza religiosa, control y persecución del clero y de los religiosos, requisa de iglesias e inmuebles, facilitación del aborto, aún más difundido en los países comunistas que en el Occidente, etc. La Revolución húngara antisoviética de 1956 no alcanzó la liberación del comunismo, y fue aplastada salvajemente por 2000 tanques rusos ante la pasividad de Europa y de los Estados Unidos. Solamente en 1989, cuando se hunde el imperio comunista en Occidente, recupera Hungría la libertad cívica y política, y comienza un tiempo de prosperidad creciente, acentuado de 1998 a 2002 durante el gobierno del primer ministro Viktor Orbán, del partido Fidesz. En este período se preparó el ingreso de Hungría en la Unión Europea, realizado en 2004.
Los gobiernos socialistas que sucedieron a Orbán fueron deteriorando la situación de Hungría, que entró en una grave crisis económica, moral y social –inflación, elevación de los impuestos, suspensión temporal del euro como moneda oficial, reducción de las becas, corrupción, privatización de muchas escuelas y hospitales, adquiridos después a veces por capitales extranjeros, etc.–.
En 2010 es reelegido para el gobierno de la nación por gran mayoría de votos Víktor Orbán, del partido Fidesz. Contando el gobierno con una mayoría en la Cámara de dos tercios, consigue el 18 de abril de 2011 la aprobación de una nueva Constitución, que reconoce las raíces cristianas de la nación, y entre otras cosas, establece que «la vida del feto deberá ser protegida desde el momento de la concepción», obliga a «proteger la institución del matrimonio como una comunidad de vida basada en la decisión voluntaria de un hombre y una mujer», entiende que la familia es «la garantía de la supervivencia de la nación», y devuelve al escudo de la nación la corona de San Esteban. Reacciones:
- Furioso contraataque en Hungría del Partido Socialista (MSzP) y de los verdes (LMP); entrada en campaña hostil de diversos organismos de la Unión Europea, y de socialistas, laicistas secularizantes, masones y lobby gay del mundo.
- Apoyo mínimo de las mínimas fuerzas políticas católicas de otras naciones.
- Silenciamiento generalizado, con honrosas y escasas excepciones, de la revolución católica de Hungría. Las Iglesias locales que mantienen una desmovilización política casi total de los católicos, viéndose implícitamente denunciadas por el «escandaloso» caso de Hungría, apenas informan ni apoyan esa ejemplar revolución.
En InfoCatólica, como estamos convencidos de la necesidad de movilizar a los católicos para su participación organizada y efectiva en la vida política, hemos dado amplia información sobre los audaces intentos de la Hungría católica, en su empeño de recuperar los valores naturales y cristianos que han formado su identidad histórica. Si quiere usted informarse más en InfoCatólica sobre este tema, puede consultar:
20-XII-2010, Juan José Romero, Reformas constitucionales pro-vida: Hungría y México.
5-IV-2011, Juan José Romero, Laicistas y homosexualistas enfurecidos por la nueva Constitución de Hungría.
18-IV-2011, InfoCatólica, Hungría aprueba una nueva Constitución que defiende el derecho a la vida y la familia.
29-IV-2011, Francisco José Contreras (ABC Sevilla/InfoCatólica), ¡Viva Hungría!
7-V-2011, Juan José Romero, Hungría va en serio, tras la Constitución, compaña provida.
21-V-2011, Maricruz Tasies, La fortaleza de Hungría.
16-VI-2011, InfoCatólica, La Unión Europea contra Hungría por su campaña pro-Vida
17-VI-2011, Ignacio Crespí de Valldaura, Si Hungría dice sí a la vida, yo estoy con Hungría.
Oremos para que el Autor de la vida, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, ayude a todas las naciones de antigua filiación cristiana a recuperar su identidad histórica tradicional, conscientes de que «los dones y la vocación de Dios son irrevocables» (Rm 11,29):
«Dios todopoderoso, te rogamos que tu Iglesia tenga como glorioso intercesor en el cielo a San Esteban de Hungría, que durante su reinado se consagró a propagarla en este mundo. Por nuestro Señor Jesucristo».
José María Iraburu, sacerdote