La "Opción Benito"
Hace casi un año, a través de un interesante artículo de Jorge Soley, notable bloguero del portal InfoCatólica, me enteré de que en medios católicos conservadores y tradicionalistas de los Estados Unidos de América se está discutiendo bastante acerca de una idea o propuesta llamada “Benedict Option” (“Opción Benito”). El principal propulsor de esa idea es Rod Dreher, escritor estadounidense de religión ortodoxa oriental, quien la ha expuesto y defendido en múltiples artículos. Actualmente Dreher está escribiendo un libro sobre ese tema.
Al parecer, Dreher tomó la idea de la “Opción Benito” del párrafo final del libro After Virtue (Tras la virtud), de Alasdair MacIntyre. Tras la virtud fue uno de los libros de filosofía moral más influyentes de los años ’80 en Norteamérica. El autor, nacido en Escocia en 1929 y residente en los Estados Unidos, se convirtió al catolicismo a principios de los ’80 y ahora procura seguir un enfoque tomista en la filosofía moral. A continuación reproduciré el párrafo final de Tras la virtud.
“Es siempre peligroso establecer paralelismos demasiado precisos entre un período histórico y otro; y entre los más engañosos de tales paralelismos están aquellos que han sido establecidos entre nuestra propia época en Europa y Norteamérica y la época en la cual el Imperio Romano declinó adentrándose en la Edad Oscura. No obstante existen ciertos paralelismos. Ocurrió un punto de inflexión crucial en esa historia anterior cuando hombres y mujeres de buena voluntad se apartaron de la tarea de apuntalar el imperium Romano y cesaron de identificar la continuación de la civilidad y de la comunidad moral con la conservación de ese imperium. Lo que ellos se propusieron lograr en lugar de eso –a menudo sin darse cuenta completamente de lo que estaban haciendo– fue la construcción de nuevas formas de comunidad dentro de las cuales la vida moral podía ser sostenida, de modo que tanto la moralidad como la civilidad pudieran sobrevivir en la era adveniente de barbarie y oscuridad. Si mi descripción de nuestra condición moral es correcta, deberíamos también concluir que desde hace algún tiempo también nosotros hemos alcanzado ese punto de inflexión. Lo que importa en esta etapa es la construcción de formas locales de comunidad dentro de las cuales la civilidad y la vida intelectual y moral puedan ser sostenidas a través de la nueva edad oscura que ya está sobre nosotros. Y si la tradición de las virtudes fue capaz de sobrevivir los horrores de la última edad oscura, nosotros no estamos enteramente carentes de fundamentos para la esperanza. Esta vez, sin embargo, los bárbaros no están esperando más allá de las fronteras; ellos ya han estado gobernándonos por bastante tiempo. Y es nuestra falta de conciencia de esto lo que constituye parte de nuestro problema. No estamos esperando a un Godot, sino a otro –indudablemente muy diferente– San Benito.” (Alasdair MacIntyre, After Virtue. A Study in Moral Theory, University of Notre Dame Press; Notre Dame, Indiana, 1984, Second Edition, p. 263; traducido del inglés por mí).
El debate norteamericano sobre la Benedict Option es bastante confuso, en parte debido a la gran complejidad del asunto, y en parte porque, al parecer, Dreher no ha logrado presentar muy claramente su propuesta. Así, la Benedict Option, por medio de una traducción quizás demasiado lineal de la “fuga del mundo” característica de la vida monástica medieval, es entendida por muchos partidarios y detractores como una propuesta de retirada de la lucha política y de las “guerras culturales” (culture wars) que han absorbido buena parte de las energías de los cristianos norteamericanos en las últimas décadas. Sin embargo, a mi juicio, el abandono de esa lucha parece, no sólo una idea suicida, sino también una idea que no surge necesariamente de la esencia de la Benedict Option. Ésta parece consistir más bien en un énfasis intenso y renovado en la dimensión comunitaria de la vida cristiana.
Hace unos años, sin saber nada de la Benedict Option, intenté una primera aproximación a esta compleja temática publicando en este blog dos artículos sobre el tema “Vida cristiana y comunidades cristianas”: véase aquí y aquí.
Años después leí un libro muy original del P. José María Iraburu que arroja mucha luz sobre esta importante cuestión: Evangelio y utopía. Este libro excelente puede descargarse gratuitamente en formato PDF en esta página. Recomiendo vivamente la lectura de Evangelio y utopía a quienes estén interesados en el debate sobre la Benedict Option.
Daniel Iglesias Grèzes
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6 comentarios
Hace no mucho hubo un cierto debate en First Things, debido a que un articulista planteó como alternativa una especie de "via media" (Desde Newman la idea no nos cae muy simpática, pero bueno) inspirada en el dominicanismo, una "opción dominica", que creo que tiene lo suyo. Une los aspectos de comunidad y conservación del patrimonio cultural con la evangelización.
Desde mi punto de vista sí es esencial a la opción benedictina el retirarse del mundo. Se entiende la huída del mundo como el medio para la salvación de la propia alma (no niego que la comunidad tenga un papel importante, pero no entiendo que sea lo fundamental. De hecho en la regla san Benito dice que la vida eremítica es más perfecta, pero que no puede ser acometida por el monje desde el comienzo. En ese sentido el cenobismo es una especie de preparación para el eremitismo). El hecho de que los monasterios fueran focos de cultura y civilización es innegable, pero es una consecuencia de la separación del mundo, no necesariamente un elemento constitutivo del benedictinismo.
Hasta donde mi leal saber y entender me permite llegar, la regla que tiene como elemento central la comunidad para la búsqueda de la santidad, es la de san Agustín (que, concediéndole el punto a los partidarios de la dominican option, es la regla base de los dominicos).
Creo que un elemento fundamental en la discusión (y por eso además es en cierto sentido tan intrincada) tiene que ver con el cálculo de recursos y posibilidades. Probablemente alguien que entienda que la acción cristiana directa todavía puede salvar la sociedad que tenemos ahora, o por lo menos lograr una serie de victorias para el cristianismo a nivel de la sociedad, defenderá la "opción san Josemaría". El que crea que esta lucha no tiene muchas posibilidades de éxito, pero que todavía se puede lograr crear activamente focos, sobre todo desde el punto de vista intelectual, y propagarlos, optará por la opción dominica. El que crea que ni siquiera esto es posible, se volcará a la opción benedictina, a preservar todo lo que pueda de la herencia cultural positiva, a la espera del que el mundo actual colapse, para reconstruir sobre sus ruinas.
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DIG: Muchas gracias por su aporte. Creo que en parte la discusión es intrincada porque falta una definición clara y compartida de la "Benedict Option". Cada uno (y yo me incluyo aquí) imagina esa opción un poco a su manera. A mi modo de ver, la Opción Benito que hoy se discute no consiste en una imitación exacta de lo que hicieron San Benito y sus monjes hace unos 1.500 años, sino que se trata más bien de una analogía o similitud parcial. Los monasterios benedictinos fueron durante mucho tiempo algo así como oasis cristianos en medio de una sociedad en gran medida pagana. Sin embargo, no evitaron dedicarse a la evangelización, sino que, en realidad, fueron sobre todo los monjes los que evangelizaron o re-evangelizaron Europa. La Iglesia es misionera por naturaleza, así que no puede ponerse en cuestión si debe o no dedicar esfuerzos a la misión. La cuestión es cómo evangelizar mejor.
Pienso que en Norteamérica se liga demasiado estrechamente la "Benedict Option" con un retiro físico (o geográfico) comunitario. Pero a mi juicio, guiado en esto por las reflexiones del Padre Iraburu, las comunidades cristianas laicales "utópicas" (en el sentido en que él usa el término "utopía" en el libro "Evangelio y utopía") no implican necesariamente la vida en común, como los monasterios. Pueden ser también ámbitos de encuentro, de formación y de comunión que fortalecen la fe y las demás virtudes de cristianos que físicamente siguen viviendo y actuando "en medio del mundo".
No es cierto, la comunidad fuerte, cerrada, es la única vía de pervivencia de los restos del catolicismo, y a la larga, es también la única vía de transformación de la sociedad.
De hecho, en la práctica, los únicos focos católicos que perduran ya en muchas zonas de España, por debajo de los cincuenta años, son comunidades cerradas, que se relacionan fundamentalmente entre ellos, y que se casan entre ellos: Opus y Neocatecumenales.
Para un católico hoy en día es cada vez más desagradable ponerse a charlar en un grupo de desconocidos no católicos, el abismo moral surge casi en cada tema de conversación y dificulta enormemente el trato.
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DIG: Confiemos en la ayuda de Dios. El auxilio nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Yo imagino a veces que nuestra situación actual puede ser comparada con algo que pasaba muy a menudo en los viejos westerns: hay un fuerte rodeado por una enorme cantidad de indios enemigos y defendido desde adentro por pocos y fatigados soldados (nosotros, los cristianos de hoy). Nuestro deber (epocal, digamos) es seguir defendiendo el fuerte hasta que llegue la caballería y nos libre de nuestros enemigos. Y la caballería llegará tarde o temprano, ya sea en medio de la historia o al final de la historia.
La Opción Benito puede ser buena si se concreta, pero también quedarán los francotiradores disparando desde los tejados y a alguien le darán aunque ellos no lo sepan. Yo llevo una vida católica a la vista de todos, si esa vida religiosa es coherente con lo que hago alguien puede darse cuenta. Es lo que intento hacer con jóvenes de mi familia que, más que ateos, son pasotas. Mi madre evangelizaba muy bien pero yo no tengo ese talento, aunque se lo pido a Dios todos los días. Esperemos en el Señor, porque la Esperanza es virtud singularmente necesaria en estos tiempos.
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DIG: No creo que el diálogo entre católicos y no creyentes sea imposible, pero sí que es muy difícil. Y creo que, de parte católica, ese diálogo debe ser siempre evangelizador.
Pero algo hay que hacer.
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DIG: No sé si el libro de Dreher se publicará en castellano.
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