¿San Benito? ¿San Josemaría? Un debate norteamericano
Resulta innegable que la sentencia del Tribunal Supremo estadounidense en favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo ha alterado el panorama sociopolítico norteamericano. Las consecuencias, empezando por lo que algunos no han dudado en bautizar como la “nueva inquisición homosexualista", ya se están empezando a notar, con evidentes y crecientes restricciones de libertades. Ante este nuevo panorama, se ha generado un interesante debate sobre cómo deben los cristianos encarar la nueva situación, conscientes de que la presión contra ellos no va a dejar de crecer y que un cambio de tendencia no va a resultar nada fácil. Contrasta este debate veraniego estadounidense con la casi nula reflexión que un cambio equivalente ha provocado en nuestro país.
El punto de partida ha sido un artículo de Rod Dreher en el que aboga por lo que llama la Opción Benito (Benedict Option), en referencia a la obra de San Benito en un momento en el que también la sociedad colapsaba. Rod Dreher es un curioso personaje que se hizo famoso hace unos años (famoso en los ambientes intelectuales católicos y conservadores estadounidenses) con un libro best seller titulado Crunchy Cons, que abogaba por una combinación de mentalidad conservadora tradicional a la que incorporaba elementos que el progresismo pretendía monopolizar (sandalias, galletas granola, sensibilidad ecológica, localismo, agricultura orgánica…). Dreher ha recorrido un largo camino desde lo neocon a la Iglesia católica, para recalar finalmente en la Ortodoxia oriental.
Tanto Dreher como sus críticos están de acuerdo en que la situación ha cambiado sustancialmente. Ya es imposible continuar con aquella ficción de que el Estado laico es neutral. Podemos discutir si alguna vez lo ha sido realmente más allá de en las mentes de unos teóricos desconectados de la realidad, pero lo que es indudable es que el Estado, en Occidente, no es neutral, al contrario, es cada vez más agresivo en su imposición de unas ideologías entre las que la llamada ideología de género actúa como punta de lanza. Las cosas han cambiado y los cristianos no podemos seguir actuando como si nada hubiera sucedido, lanzando las mismas peroratas y mirando hacia otro lado para no complicarnos la vida. En este contexto, Dreher plantea que hay que buscar el modo por el que los cristianos podamos sobrevivir en un entorno cada vez más hostil.
La opción Benito consistiría en imitar a San Benito en su retirada del mundo para crear, en los márgenes, redes de contacto con otros cristianos, viviendo como exiliados en nuestro propio país. Dreher propone la imagen de la Iglesia como de una comunidad en el exilio, que se retira y desentiende de un mundo que se hunde por sus propios pecados, abandonando la política y centrándose en crear una nueva cultura en la periferia que pueda sustituir a la actual en el momento en que ésta colapse definitivamente. La propuesta tiene su atractivo: renuncia al combate directo, tan árido y costoso, evitándonos así numerosas derrotas, y se centra más en construir que en resistir, más en la afirmación de construir una nueva cultura cristiana que en la negación de detener el avance de una cultura anticristiana. Y pone algunos ejemplos concretos de monasterios en Estados Unidos en torno a los cuales están surgiendo comunidades cristianas desbordantes de vitalidad.
La crítica principal hasta el momento a la opción Benito ha venido de la mano de John Zmirak. En primer lugar, Zmirak señala que no se puede confundir una propuesta pensada para monjes con otra que, por fuerza, se dirige principalmente a laicos, y recuerda que los intentos de trasplantar la vida de los religiosos a comunidades de laicos casados y sus familias han acabado siempre bastante mal (aunque, replica Dreher, él no propone el seguimiento de la regla de san Benito por parte de los laicos de hoy, sino el valor de la vida y ejemplo de san Benito). Añade Zmirak que nuestros tiempos son sustancialmente diferentes de los tiempos de san Benito. El siglo VI vive el caos de un imperio que se hundía pero no era un periodo de especial persecución anticristiana. De hecho los cristianos ya no eran perseguidos desde hacía al menos 200 años y los invasores bárbaros, los lombardos, no tenían una especial animosidad contra los cristianos. Por el contrario, señala Zmirak, nuestra situación se asemeja más a la que tuvieron que hacer frente las comunidades cristianas ante el Islam: “un pujante imperio de secularismo agresivo con un fuerte deseo de atacar nuestra fe“. El moderno Estado occidental ve cada vez más el cristianismo como un enemigo a combatir. La reciente iniciativa en Estados Unidos para gravar a las iglesias con nuevos impuestos sería un equivalente a la jizya que el Islam impone sobre las comunidades religiosas no musulmanas. Si a san Benito, en su retirada del mundo, le dejaron en paz para que desarrollara su obra, parece difícil que el Estado actual se olvide de unos cuantos cristianos que quieren vivir al margen de sus dictados. Acaba Zmirak aceptando la validez del modelo san Benito para los jóvenes universitarios, para quienes resulta vital conectarse con gente que comparte una cosmovisión cristiana, pero propone otra opción, que él bautiza como Opción san Josemaría (por el fundador del Opus Dei) y que define como testimonio y compromiso en medio del mundo.
Por último, Austin Ruse ha terciado en la discusión, apoyando las tesis de Zmirak, pero matizando que, de hecho, algo del estilo de la Opción Benito propuesta por Dreher está floreciendo en Virginia del Norte (donde vive Ruse) alrededor de una serie de colegios católicos y del Christendom College, implicando a familias católicas y a diferentes realidades eclesiales que han creado una especie de microclima, un espacio donde una comunidad cristiana puede sobrevivir (o al memos eso espera) a los embates laicistas lanzados por el Estado y crear esa cultura que represente una alternativa a la actual cultura dominante.
Como ven, un debate apasionante cargado de consecuencias. ¿Para cuándo algo similar por aquí?
38 comentarios
Elaboro: El problema del estado laico es que ha degenerado a ser un estado ateo, que no es lo mismo. Una cosa es ser indiferente ante la religión y otra es oponerse a ella. Pero en el fondo, César (el Estado) solo quiere una cosa: dinero.
El combustible detrás de la persecución religiosa era, es y seguirá siendo siempre el dinero. César no tenía nada contra los judíos, mientras pagaran sus impuestos. Del mismo modo Obama, Clinton, Bush o Trump no tendrán nada contra los católicos, mientras paguen sus impuestos. ¿Por qué les conviene que la gente se vuelva atea? Porque un ateo paga más impuestos. Las parejas homosexuales pagan más impuestos, las mujeres que abortan pagan más impuestos. Todo se trata de borrar la relación del hombre con su propia vida, para que su dinero corra a las arcas del Estado.
¿Solución? Pagar y de ser posible pagar de más. En España la discusión se hará más candente en la medida que la Iglesia no quiera renunciar a su parte (legítima sin duda) del erario nacional. El día que las iglesias paguen impuestos, cesará la persecución. Ese día el Estado se volverá católico en la práctica. El día que vean el ingreso que les genera el Camino de Santiago, allí veremos peregrinando al Presidente.
Y además, contaminan menos (por el asunto de los pañales, no necesitan coches familiares) gastan menos ropa, compran más bonos del Estado y salen mejor en las fotos de Instagram. Total win. Claro.
Yo cada vez que en las preces se pide "por nuestros gobernantes y legisladores", o cosa parecida, no respondo; porque una cosa es pedir por un gobernante cristiano para que actúe conforme a su condición, pero pedir por unos hijos de mala madre que no tienen ni pizca de moral y sirven voluntariamente al Príncipe de este mundo, me parece que es arrojarle perlas a los cerdos.
El señor ese que ha pasado de los neocons a la Iglesia católica y ahora es ortodoxo, con tanto vaivén, creo que olvida algo muy sencillo pero esencial. Y es que los católicos también somos ciudadanos y tenemos derechos. ¿Por qué vamos a tener que retirarnos a una especie de exilio interior? A mi me importa un egg la presión del entorno. No pienso exiliarme a ningún sitio.
Esto que describes en el artículo es una derivación del escrito de Tocqueville que alertaba como en los regímenes libres con la excusa de hacernos felices podían acabar convirtiéndose en dictaduras.
Este experimento, después del siglo XIX culminó en España en la segunda república donde se liaron a matar católicos para erradicar la religión de España hasta que los que quedaban por asesinar dijeron basta. Pues ahora lo mismo. Yo no me pienso exiliar, y si alguno quiere que lo intente, que yo no me voy a dejar y por lo menos nos vamos a divertir.
Lo degenerado caerá por su propio peso, porque carece de vida. El "nuevo orden" occidental iluminista floreció mientras la mayoría de la población era cristiana o, al menos, compartía ampliamente estos valores. A medida que se va erosionando esta base van apareciendo grietas y el colapso se ve más cercano. Es decir, el "nuevo orden" propuesto actúa como un parásito que destruye a su huesped (la sociedad). En este contexto, y dado que este "nuevo orden" parece ser querido por la mayoría, pienso que los católicos han de replegarse. Pienso que no es lo mismo tratar de evangelizar a los que nunca han escuchado la Palabra, que hacerlo con quienes la conocen y han renegado de ella. Jesucristo envía a los 72 a los judios con instrucciones distintas de las que vemos en la Parábola de los invitados a las bodas. Sin embargo, creo que hoy día esta opinión no es popular entre gran parte de los católicos, tan centrados en lo comunitario, punto en el que coinciden con las ideologías transhumanistas que persiguen anular la individualidad para hacer de la humanidad una especie de hormiguero, un "mundo feliz" como el descrito por Huxley donde todo sea abundante salvo el propio componente humano, libre e individual.
Me parece que la Iglesia está demasiado acostumbrada a vivir en una sociedad nominalmente cristiana y relativamente homogénea (Europa), y no acaba de encontrar soluciones para esta época en la que esto hace tiempo que ya no es cierto.
Tristemente parece que la idea de martirio se ha venido desvirtuando un poco últimamente "Lo que canoniza la Iglesia es la el valor ante la agresión, no el mero hecho de ser víctima de la agresión, en sí"; esto es lo que debería ser.
Si tuviera que elegir claramente iría hacia la opción que ya ha probado que tiene éxito en tiempos de dificultad, es decir, la benedictina.
La otra no ha probado mucho hasta ahora. Probablemente porque sus seguidores se alejan cada vez más de la doctrina de su fundador. La dificultad generalmente la soslayan reduciendo exigencia, y así tenemos en España un ministro abiertamente seguidor de S. Josemaría que se declara, también públicamente, favorable al homomonio. Si ese es ejemplo de "testimonio y compromiso en medio del mundo" estamos aviados.
En cualquier caso espero que no me esté acusando de descalificar al OD, porque yo no he hecho tal cosa y espero por tanto, que de estar usted acusándome de tal cosa, se disculpe rápidamente.
Sin embargo, lo esencial de lo que propongo es el poder desvincularse de ciertas normas abusivas por parte de los estados modernos, en particular en materia de educación o sanidad o voto: no sufragar cosas como la enseñanza de ideología de género o el aborto a cambio de no beneficiarse de lo que de bueno puedan ofrecer la educación y sanidad públicas. No mezclarse con el Estado no supone desaparecer de la sociedad, porque Estado y sociedad no son la misma cosa, por mucho que nos lo intenten vender así. ¿Qué pasaría si mañana el Papa y los obispos dijeran que el voto es inmoral (ya que las democracias modernas dejan todo a la opinión de la mayoría, sin aceptar que hay cosas sagradas) y que pagar impuestos también lo es por el uso que se da a ese dinero, y llamasen a los cristianos a no votar ni pagar impuestos hasta que se llegue a este acuerdo? Esto hoy puede parecer radical, pero quizá en unos años o meses no lo parezca tanto.
Finalmente, este escenario pienso que es nuevo para la Iglesia. No estamos en la época de las persecuciones por parte del Imperio Romano. En aquél tiempo había que evangelizar a paganos y ahora, en cambio, la sociedad conoce lo que la Iglesia enseña, y lo rechaza porque prefiere los nuevos valores anticristianos, y aun peor, trata de que sea la Iglesia la que cambie. Dice San Pablo que "no os dejeis engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres" (1 Co 15:33), y también vemos con frecuencia en el Nuevo Testamento cómo es el pagano llamado por Dios el que se acerca, el que reacciona sobrenaturalmente ante la predicación, las ovejas que conocen la voz de Cristo, como contraposición a la conversión por insistencia del predicador.
Este John Zmirak (sin entrar en que posiblemente tenga un desequilibrio emocional/intelectual que le hace ser un picaflores religioso -apuesto a que la ortodoxia no será el último paso que de en su confesión religiosa-) debe de no haberse enterado la diferencia entre los no estados (no existían administraciones públicas o eran mínimas) de la época que propone y el Estado totalitario liberal actual que a más de que tenga una ideología intervencionista en la vida y las concienciasde los ciudadanos tiene los medios técnicos y materiales para poder hacerlo
Y se cree que porque uno pase del Estado el Estado va a pasar de él
¡Qué le pregunten a los padres encarcelados por el estado merkeliano democristiano por haber querido que sus hijos no sean manipulado por el sistema de escuela uniformadora si han podido usar la "opción benito"!
¡Y desde luego si se ve el resultado de "IESE´S"´ y compañía, tanto el programa de estudios como el tipo de directivos que salen, la opción Josémaría tampoco parece la solución!
Yo volví a la fe después de 20 años de agnosticismo y lo que más me sorprende ahora que estoy al otro lado es lo poco que la gente en general conoce la fe católica. No se conocen más que un par de retazos y que tiene prejuicios medievales contra los gays.
Más vale tarde que nunca...
¿Los foros públicos o los espacios privados? ¿Y por qué no un eclecticismo? Ser mansos como palomas y astutos como serpientes, nos dice nuestro Maestro..
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno."
Pienso que la opción de San Benito es buena en parte porque se podría tener un lugar donde nuestras familias crezcan y se desarrollen en un ambiente adecuado pero es necesario estar en el mundo porque es la manera en que mejor testimonio se puede dar.
Sin embargo, cada quien tiene su carisma y es propio de cada persona elegir su estado según sus capacidades y su vocación. Quizás la pregunta hipotética que aquí se hace sea "¿cuál es la vocación de la sociedad cristiana del siglo 21? ¿acción o contemplación?"
Quizás no haya una sola respuesta y el Señor suscite diferentes vocaciones a las diferentes familias. Pero en lo individual, creo que sí es necesario tomar una decisión. Sería mucho estrés para una familia tener que vivir alejados del mundo y a la vez trabajando en él, quizás terminarían no haciendo una cosa ni la otra. Suficiente testimonio dan los que viven en paz y esa sería su forma de evangelizar; suficiente testimonio dan los que predican con su trabajo sin tener además que aislarse del mundo.
Lo fundamental es que ha llegado el tiempo de tomar una decisión. El mundo se ha vuelto hostil hacia los cristianos. Ya no podemos pedirle a Constantino que nos defienda de los infieles, porque fue él quien les abrió las puertas de la ciudad.
La "opción de san Benito" sería alejamiento y desprecio de las cosas del mundo. Negativa a entrar en los corsés que la sociedad propone. Por ejemplo, algunos católicos conscientes ni ven la televisión, ni escuchan la radio ni leen la prensa. Todas estas cosas distraerían de los pensamientos realmente importantes y ejercerían una influencia negativa.
La opción de "san Josemaría" sería por el contrario presentar batalla en los medios y en la política.
La primera no es enteramente pasiva, porque a mi entender sería vista "por ellos" como un desafío, y tendría una respuesta. Esta primera opción es atractiva, pero un tanto platónica.
No crea. Apartarse del mundo es más desafiante de lo que uno se imagina a primera vista. Trate usted apenas de no participar de las conversaciones mundanas que hacen mofa del pecado y verá cómo en poco tiempo se queda sin amigos.
Yo mismo, sin ser monje y siendo gran pecador, he tenido serias dificultades para "encajar" en la sociedad por dos elementos sin importancia: no decir mentiras ni malas palabras. Una persona que realmente tomara conciencia de alejarse totalmente de las ocasiones de pecado, se vería muy pronto aislada de la sociedad.
Pero no es sólo el efecto que causa en el hombre el aislamiento, sino el que causa en la sociedad ver a alguien que se niega a decir una palabrota. Algo tan simple como eso, realmente intrascendente para los problemas actuales de la sociedad, causa unos impactos muy profundos en la gente. Créame, lo he visto. Y soy lo más apartado que se puede encontrar de un santo.
Pero no pretenda ser más pecador que yo, señor mío, que eso no se lo consentiré en modo alguno.
15 No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
18 Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
Siempre hay personas que son como el loto, aunque sus raíces se hundan en el cieno siempre aparecen inmaculados. Me parece que a los justos les prestamos poca atención y hay más de los que imaginamos y siempre son el rescoldo que aviva la fe. Dios no abandona a los suyos.
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