InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Humor

31.07.09

A votar

Una vez más, los lectores de Espada de Doble Filo me han sorprendido. Cuesta creer que sigan sorprendiéndome, pero, evidentemente, así ha sido. Los poemas participantes en el Concurso de Versos Veraniegos han sido numerosísimos y de un nivel muy superior a lo que yo esperaba. Todos ellos. Lo cual dice mucho de los lectores del blog. Al final, hemos acumulado un montón de estrofas diferentes: redondillas, silva, cuaderna vía, soneto, romance, seguidillas, haiku, décimas, pareados y ejemplos de métrica libre y nuevas estrofas inventadas. Gracias a todos por participar.

Quizá debería haberlo indicado antes. Como es lógico, yo no participo en el concurso. En el poco probable caso de que ganara, quedaría feísimo que me proclamase vencedor a mí mismo, al estilo de Napoleón. Así pues, mi poesía no era más que una “participación especial fuera de concurso”.

En cuanto al mecanismo de voto, cada lector tiene tres votos, que puede manifestar en los comentarios de este post. Se votará a poemas concretos, no a personas. Un votante no puede votar dos veces al mismo poema, pero sí votar a dos o tres poemas de la misma persona. Los poemas participantes son:

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25.07.09

Concurso de versos veraniegos

El otro día, al hilo de unos versos de otro artículo, nos preguntábamos porqué los versos terminados en palabra aguda tienen métricamente una sílaba más y los terminados en esdrújula una sílaba menos. Tanto Yolanda como Tineo tuvieron la amabilidad de explicarme porqué, así que recojo sus explicaciones al final de este post, para el que esté interesado en ello. A mi me han resultado muy útiles.

Todo esto, junto con unos versos de Asun, me ha sugerido la idea de convocar un pequeño concurso de versos veraniegos en Espada de Doble Filo, para divertirnos un poco todos, estemos o no estemos de vacaciones. Además, creo que es algo muy apropiado para este tiempo de crisis, porque, como se dice en El Quijote: “El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre”.

El tema es libre pero, para quien necesite algo concreto para inspirarse, propongo los temas de InfoCatólica, el verano, este blog, los blogs en general o incluso la evangelización a través de Internet. Se admiten no sólo versos serios, sino también poemas irónicos y cómicos, aunque con un mínimo de educación, claro. El tipo de estrofa y rima queda a elección del poeta (se permite incluso el verso libre, que, a mí personalmente, me gusta poco). Por lo tanto, nadie tiene excusa para no participar, porque admitiremos hasta pareados.

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27.06.09

Concédeme reírme de mí mismo

Iba a escribir un artículo polémico, pero, tras varios días de discusiones, creo que todos necesitamos descansar un poco. He guardado el post polémico para mañana o pasado y, como el lunes fue Santo Tomás Moro, he decidido recoger una bonita oración de este santo tan simpático.

Yo diría que no cabe duda de que la oración funciona, porque Santo Tomás Moro tenía un ingenio finísimo y supo mantener el buen humor, hasta en las situaciones más difíciles. Cuando a le iban a cortar la cabeza por no plegarse al cisma creado por Enrique VIII, le dijo al verdugo que le iba a decapitar: “Un momento”. Cogió su barba y la apartó para que el hacha no la cortara, diciendo: “Ella no ha ofendido al Rey“.

No nos vendría mal, a todos los que participamos en discusiones en Internet, rezar de vez en cuando esta oración. Necesitamos un poco de sentido del humor que nos permita reírnos de nosotros mismos, recordando que no somos gente importante, sino siervos inútiles.

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11.05.09

El Gran Torino

“I tried to save the Shire, and it has been saved, but not for me. It must often be so, Sam, when things are in danger: some one has to give them up, lose them, so that others may keep them.”
The Lord of the Rings. J. R. R. Tolkien

Casi siempre que he seguido un consejo sobre ir al cine a ver una película, me he arrepentido. En gran medida, los gustos son personales e intransferibles, así que es fácil no coincidir en ellos. Sin embargo, como ayer recibí un consejo de este tipo y me alegré de haberlo seguido, se lo transmito: si no lo han hecho ya, vayan a ver El Gran Torino, de Clint Eastwood.

Fui a ver la película a un cine del centro de Madrid, con una pantalla minúscula. Además, quizá porque uno de nosotros era un sacerdote y vestía de tal, nos dieron los peores asientos de todo el cine. Sólo les diré que había que imitar a un contorsionista de circo para evitar padecer el síndrome de la clase turista. Sin embargo, a pesar de estas condiciones poco favorables, disfruté de la película. Hacía mucho tiempo que no veía una película en la que los espectadores, al terminar, se quedasen sentados en silencio más de cinco minutos, sin que nadie se moviese, pensando en lo que había pasado.

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8.12.08

El Credo del incrédulo

Un comentarista tuvo la amabilidad de decir que el artículo de ayer le recordaba al “Credo del incrédulo", del P. Castellani. Como este sacerdote y pensador argentino es muy poco conocido en España, me ha parecido oportuno recordarlo hoy en el blog.

Leonardo Castellani, primero jesuita y luego sacerdote diocesano, tuvo una vida agitada y un pensamiento inclasificable pero profundamente católico. Espero que otro día podamos hablar más de él y tengo pendiente recomendar en el blog su comentario al Apocalipsis, que es un libro excelente.

El breve “Credo del incrédulo", que hoy les ofrezco como aperitivo de sus obras, es un texto irónico, que compara el Credo católico con un imaginario credo de los que no creen en Dios.

Como el artículo de ayer, se trata de una parodia, pero extremadamente cercana a la realidad de muchísimas personas, que han abandonado el cristianismo (o no lo han conocido nunca) y lo han sustituido por una mezcla de determinismo pseudocientífico, esperanzas ingenuas y creencias vacías que no pueden satisfacer los deseos profundos del ser humano. De todo eso nos ha liberado Cristo, sin que lo mereciéramos.

Castellani tiene un don especial para encontrar términos sonoros que retumban como aldabonazos al leerlos. No pasen por alto el momento en el que, al final del credo, el incrédulo proclama su estremecedora fe en la “putrefacción de la carne". A mí me produce escalofríos.

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