Polémicas matrimoniales (XXXIX): no será porque no nos lo hayan advertido
Lo más curioso de todas estas polémicas matrimoniales es que son una repetición, algo más virulenta, de otras que se produjeron hace un cuarto de siglo. Las mismas propuestas se defendieron ya en aquel entonces. Incluso algunos de los protagonistas eran los mismos (como el cardenal Kasper). Por supuesto, la Iglesia ya respondió a esas propuestas con toda claridad y reafirmando la fe católica en multitud de documentos magisteriales: Familiaris Consortio, Donum Vitae, Humanae Vitae, documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Catecismo de la Iglesia Católica y un largo etcétera.
Desgraciadamente, los defensores de adaptar el Evangelio al mundo en lugar de a la inversa, inasequibles al desaliento, han seguido erre que erre con lo mismo, como si fueran las cuestiones fundamentales en un mundo que ha abandonado a Cristo y que se muere a chorros. Con una diferencia: ya no pueden decir (aunque lo digan) que actúan de buena fe, que ellos sólo proponen hipotéticamente esas cosas pero aceptan lo que diga la Iglesia, porque de hecho la Iglesia ya se pronunció sobre todos estos temas y a ellos, aparentemente, les da igual.
Más aún, tampoco pueden decir (aunque lo digan) que sus propuestas son la solución de los problemas de la Iglesia, porque esas propuestas han demostrado ser un fracaso absoluto en todos los lugares en los que se han puesto en práctica. Y sin embargo, siguen asegurándonos: “una rendición más, una rendición más y ya veréis como esta vez el mundo si que nos acepta". Como tantas veces sucede, los supuestamente modernos, progresistas y avanzados (cuyo único argumento es, precisamente, esa modernidad) no son más que defensores de ideologías del pasado, tan apolilladas y mohosas que producen cierta pena, cuando no repugnancia.