InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Quaestiones Quodlibetales

15.07.09

Cerca/lejos. Respuesta a una objeción sobre el amor

Quaestio quodlibetalis XVIIIb. Una de las mejores cosas de escribir en un blog es que recibe uno muchas preguntas interesantes, que ayudan a corregir y perfeccionar lo que se dice. Al hilo del artículo titulado “¿Nos quiere Dios a todos lo mismo?”, yo afirmaba que los seres humanos sólo podemos amar de verdad a quien tenemos cerca de algún modo. Un comentarista, Pedro-1, presentó, entre otras cosas, las siguientes preguntas/objeciones:

Subrayas en negrita que “a quien podemos querer es a los que tenemos cerca". Sería muy triste y muy poco recomendable que tuviera que ser siempre así. […] millares de monjas lavan, alimentan, curan y atienden a muchos enfermos de quienes no saben el nombre porque los quieren. Hay personas que se han metido en una vivienda en llamas para salvar a un anciano o a unos niños porque los quieren aunque no los conozcan. […]

Quien se va a una misión en África, va por amor a esas personas a quienes ya quiere y que aún no conoce. Luego los misioneros quieren muy en general. Y los sacerdotes y las monjas y los voluntarios de Cáritas y de otras organizaciones que ayudan en España y en el resto del planeta. Yo creo que los hombres podemos y debemos amar en general y en particular. […]

“Si hablamos en general, no hablamos de verdadero amor, sino de una simple benevolencia". La simple benevolencia o algo más noble ya los sienten los paganos. Pues entonces que mal hemos entendido a Jesús que nos pidió que amásemos a nuestros enemigos. Si por quienes no nos odian ni buscan nuestro mal sólo sentimos una simple benevolencia, es decir una simple simpatía ¿qué podremos sentir por quienes desean hacernos daño?

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11.07.09

¿Nos quiere Dios a todos lo mismo?

Quaestio quodlibetalis XVIII. Voy a intentar responder a una pregunta que me hicieron dos lectores, Alejandro y Helena, hace mucho tiempo. La pregunta fue: ¿nos quiere Dios a todos lo mismo? Supongo que a los lectores les pasará lo mismo que me paso a mí. Cuando uno escucha esa pregunta, instintivamente responde: pues sí, claro, ¿cómo no nos va a querer Dios a todos lo mismo?… Sin embargo si uno reflexiona sobre el tema, enseguida se ve que es más profundo de lo que parece. De hecho, es un tema tan amplio, que sólo voy a intentar dar unas pinceladas sobre él, para que los lectores puedan añadir sus vivencias y sugerencias.

¿Qué queremos decir nosotros cuando decimos que queremos a todo el mundo? Muy poca cosa. Nos estamos refiriendo a que tenemos una cierta benevolencia y que desearíamos que las cosas le fueran bien a todo el mundo, que no tenemos nada en principio contra nadie. No queremos decir, sin embargo, que queramos en sentido estricto a todas las personas del mundo, porque eso es imposible. No queremos ni podemos querer a una persona de un pueblo perdido de China, de la que nunca hemos oído hablar, cuyo nombre no conocemos y de la que no sabemos nada. Eso es imposible, porque no podemos querer a quien no conocemos.

Nosotros, a quien podemos querer es a los que tenemos cerca, a nuestros hijos, a nuestra familia, a nuestros vecinos y amigos y a las personas con las que nos encontramos personalmente por algún medio. El amor no es algo general, es algo concreto, se refiere a una persona real, con su propio nombre, a quien conocemos y a quien tenemos cerca, por lo menos cerca de forma espiritual o moral. Si hablamos en general, no hablamos de verdadero amor, sino de una simple benevolencia. Cuanto mas hablamos en general y más lejanos están de nosotros las personas a las que decimos que queremos, menos concreto es ese amor y menos se puede considerar verdadero amor. Por eso el planteamiento mismo de la pregunta es, en cierto modo, engañoso, porque Dios no nos quiere a todos en general, sino que nos quiere a cada uno en particular.

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30.06.09

La mujer se salvará por la maternidad

Quaestio quodlibetalis XVII. Ana MS, Winston y Gallizo mencionaron, en el post anterior, un tema que me parece digno de su propio artículo: la frase de San Pablo en 1 Tim 2, 15, que dice: “Ella [la mujer] se salvará por la maternidad“.

A ninguno le gusta la frase en cuestión. Winston dice, con cierta ironía que “Creo que queda claro que Pablo nunca eligió mujeres porque las mujeres necesitan engendrar hijos para salvarse, y si fueran curas, pues no se salvarían”. Gallizo se asombra: “La mujer que no tenga hijos (no se señalan motivos atenuantes o eximentes) se queda sin salvación… vaya !!!”. Ana MS, por su parte, se escandaliza: “Aquí se está valorando a la mujer, incluso se hace depender su salvación, de su capacidad reproductiva. […] En realidad, muy parecido a lo que nosotros hacíamos con las vacas, salvo que aquí se trata del alma y allí de la vida de los animales”.

Sólo voy a hacer unos apuntes rápidos, que permitan discutir el tema (espero que con calma y caridad). Creo que el problema con la frase de San Pablo está en entenderlo de un punto meramente biológico. Como si dijera que la mujer sólo se salvará si engendra físicamente hijos o, más brutalmente, como si entendiera a la mujer como una simple máquina reproductora para dar hijos al varón.

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24.06.09

¿Kikos o neocatecumenales?

Quaestio quodlibetalis XV. En los últimos días, he leído varios comentarios de miembros del Camino Neocatecumenal que protestaban porque otras personas les llamasen “kikos”. Me ha parecido una buena idea reflexionar un poco sobre esta cuestión. Empezaré diciendo que, aunque pertenezco a una Comunidad Neocatecumenal, no tengo ningún puesto de responsabilidad en el Camino, así que lo que voy a decir es sólo mi opinión, muy probablemente equivocada.

Lo primero que se suele señalar sobre ese nombre de kikos es que al propio Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumenal, no le gusta. ¡Claro! Me preocuparía mucho que le gustara, la verdad. Muéstrame a un cristiano al que le guste que la atención se fije en él en lugar de en Cristo y te mostraré a alguien que tiene que volver al primer curso de humildad cristiana.

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12.05.09

¿El verdadero cristiano es un anarquista?

Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia?
De Civitate Dei. San Agustín de Hipona

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Quaestio quodlibetalis XIV. El artículo del otro día, titulado “Escándalo en Sevilla”, estaba dedicado al tema del perdón, plasmado en la conducta cristiana de los padres sevillanos que han perdonado a los asesinos de su hijo. En los comentarios, surgió una cuestión, planteada por Winston Smith, que me pareció especialmente importante: ¿Una sociedad compuesta por cristianos debería abolir todo tipo de castigos, penas y cárceles? ¿Cómo se conjuga el perdón cristiano y la justicia del Estado?:

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