La Iglesia está llena de pedófilos ¿Cómo podría volver a confiar en ella?
¡Es increíble! ¡Cómo es posible! Ellos andan enseñando la moral, se creen superiores a todos los demás, ¿y luego los atrapan abusando de niños inocentes? Y no sólo a uno u otro ¡sino a cientos! Es de no creerlo ¿verdad? ¿Dónde está ahora toda su religión? ¿Acaso no pensaban en el daño que hacían a las víctimas?
¡Y encima los obispos los protegen! Se ha demostrado que en algunos casos supieron y no los denunciaron a las autoridades, sino que los trasladaron de parroquia. Y luego hasta les ponen abogados para que los defiendan. ¿Cómo no pensar que ellos también estaban metidos en los abusos?
Es claro que esto no es lo que quería Cristo para su Iglesia, los curas y los obispos han traicionado el mensaje de Jesús y a nosotros, los laicos. Por lo tanto, es claro que ha llegado el momento abandonar todo lo que pueda sonar a soberbia, secretismo o que facilite estas conductas horribles, como el celibato y la jerarquía, y comenzar a reconstruir una Iglesia más pura, más fiel a su fundador, siempre imperfecta, pero mejor.
Sin embargo, Cristo fundó una Iglesia, como lo confirma la historia, y prometió permanecer con ella hasta el fin de los tiempos, como lo indica el evangelio ¿Acaso ha faltado Cristo a su promesa?
¿No es mejor dar por superada a la Iglesia?
Hoy en día decir “soy católico” es más difícil que en muchas épocas anteriores. No todas, pues siempre han habido mártires han permanecido fieles en transes mucho peores, pero sin dudas que es más difícil que hace algunas décadas atrás. A todos nos han estremecido las revelaciones sobre las conductas de algunos sacerdotes y el daño que provocaron es sin dudas más grande que cualquier delito que pudiera cometer otra persona. De hecho, si alguien tiene el derecho de estar molesto con estos curas, más allá de los personalmente implicados, somos precisamente los que todavía decimos “soy católico".
Antes que nada, debemos reafirmar nuestro compromiso con las víctimas de los abusos, y decir que han sufrido injustamente, a causa de un pecado horrible, que ofende la más mínima decencia, y desde luego contrario a toda la enseñanza cristiana acerca de la sexualidad.
Si ellos cometieron este delito, no fue por ser católicos, o por haber hecho un voto de celibato, sino precisamente por lo contrario, por haber abandonado lo que decían creer, acerca de la importancia de la castidad en todos los estados de vida, y traicionado un compromiso solemne que adquirieron libremente, conformándose a lo que el mundo, les proponía. Por eso podemos decir que este no es un problema de la Iglesia, sino de toda la sociedad. Me refiero a que uno suele escuchar en los medios masivos cada vez que se hace una denuncia, sea verdadera o falsa, contra un sacerdote católico y naturalmente la gente se queda con la impresión de que esta es una realidad que sólo afecta a la Iglesia. Esto es profundamente falso y peligroso.
Es falso, porque actualmente los tribunales de justicia están llenos de denuncias, investigaciones y condenas por abusos sexuales contra menores de edad, que ocurren cada día por cientos, y que son cometidos por personas comunes y corrientes, en su mayoría varones, pero también mujeres. Profesores, médicos, conductores de transporte escolar, actores, ingenieros, parvularios, auxiliares escolares, jardineros, mecánicos, pastores evangélicos, padres, guardadores, y en general cualquier persona que tenga contacto con niños. Cuando este delito lo comete un sacerdote, es un titular inmediato en los periódicos, y por una buena razón: porque efectivamente es más grave, se espera más de un cura que de una persona media, pero es falso que la pedofilia sea un problema de la Iglesia.
Además esta es una creencia extremadamente peligrosa, porque por un lado puede llegar a destruir la reputación de una persona inocente, y por otro provocar una sensación de falsa seguridad en la comunidad, al pensar que se trata de conductas focalizadas en un solo grupo, de varones obligados a vivir en celibato, y que no ocurren en otros ámbitos.
Insisto: No se trata de minimizar la gravedad ni la extensión del problema, sino de entregar una perspectiva que habitualmente no se encuentra en los reportes que recibe el público sobre la realidad de la pedofilia en nuestra sociedad.
Por otro lado, no puedo dejar de notar que la indignación por estos hechos no está donde corresponde. En efecto, Hay muchos adversarios políticos de la Iglesia, a quienes este tipo de noticias le vienen de perillas para decir “¿Ven que teníamos razón? Los católicos son todos unos hipócritas ¿Dónde está su autoridad moral ahora?". Pero es una indignación falsa, que se sirve del sufrimiento de las víctimas para ponerlo al servicio de su disputa particular con la Iglesia.
Al contrario, los laicos somos quienes tenemos verdaderas razones para sentirnos decepcionados y dolidos. Después de todo, nosotros, no los que están fuera de la Iglesia, fuimos traicionados y engañados, los que recibimos a esa persona como un padre, en razón del sacramento que le confirió la Iglesia, los que confiábamos en él y lo respetábamos. Además, fue de nuestros niños que él abusó, los que les entregábamos para su educación y formación cristiana, y, a través de ellos, también de los laicos, peor aún si lo hicieron profanando los sacramentos y nuestros lugares reservados para dar culto a Dios. ¡Cuántas oraciones y vocaciones perdidas por culpa de un criminal!
Ya desde una perspectiva de la misión evangelizadora ¿Quien más que nosotros quisiera ver a la Iglesia libre de esta peste? Que ella pudiera presentarse inmaculada ante el mundo, sin mancha ni pecado, que fuera un espejo perfecto del rostro del Cristo para que todos lo siguieran y se salvaran. Pero estos delincuentes, por su pecado terrible y escandaloso, nos avergüenzan y se convierten, por su propia voluntad, en un obstáculo entre la humanidad y su salvador, escupiendo y mancillando Su rostro, para que no lo vean. ¡Vaya si tenemos razones para estar molestos con los curas pedófilos!
Algunos hermanos, demasiado conscientes de que nuestra Iglesia es ferozmente atacada en el mundo moderno, reaccionan defendiendo a estos sujetos, negándose a creer que un sacerdote pudiera cometer tales pecados. Hasta cierto punto esta actitud es comprensible, porque es verdad que la Iglesia tiene enemigos, que no se detendrían ante nada para destruirla, como pueden testimoniar tantos buenos sacerdotes que han sido injustamente acusados de crímenes horribles, su vida y su ministerio destruido por una sola mentira. Pero ante la duda, lo prudente es no adelantar juicios y esperar un pronunciamiento definitivo de las autoridades competentes. Y cuando el organismo oficial emite un veredicto de “culpable", nos corresponde confiar en que ha tenido los mejores antecedentes para decidir, y considerar que, salvo casos extremos, hace muchísimo daño seguir insistiendo en la inocencia, pues parece que intentáramos justificar el pecado, dando pie a peores ataques contra la Iglesia.
Tampoco sirve de mucho hablar de las estadísticas, que una y otra vez ratifican que el número de sacerdotes acusados de pedofilia es ínfimo, menor incluso que lo que se encuentran en otras actividades o grupos religiosos, porque una cifra, por muy verdadera que sea, simplemente no puede competir con la imagen de una víctima. O hacer notar que el 80% de las víctimas son varones entre 12 y 18 años (lo que más bien da cuenta de un problema de homosexualidad entre los clérigos, que de pedofilia), porque parece que estamos transfiriendo la responsabilidad a las víctimas.
¿Cómo podemos volver a confiar en los curas?
Si la Iglesia fuera una organización más dentro de muchas, como un partido político o una ONG, la respuesta a esta pregunta sería simple: no podemos confiar en ella, en vista de las traiciones graves y reiteradas al mensaje cristiano, y ha llegado el momento de recuperar el evangelio de las manos de un grupo de administradores corruptos.
Pero la Iglesia no piensa así de sí misma. Ella cree que su fundador, NSJC, la dotó de una particular marca de santidad especial, que va más allá de los pecados de sus miembros, a pesar de haber tenido que lidiar con ellos desde sus primeros días. Así, no olvidamos que Judas era un apóstol más, nombrado por Cristo para formar parte de su círculo más íntimo, que seguramente bautizaba y expulsaba demonios en nombre de Dios, y fue testigo de innumerables curaciones y milagros, y sin embargo era un traidor; o que Pedro vio al Señor hablar con Moisés y Elías, y juró no abandonarlo nunca, pero al ver que se llevaban a su Maestro huyó, lo dejó solo y lo negó tres veces. No me atrevo a comparar qué pecado sea más grave, si el de los curas pedófilos, o las traiciones de Pedro y Judas. Lo importante, lo que tenemos que sacar de esta situación, es que Judas se desesperó y se suicidó, mientras que Pedro se arrepintió y fue confirmado por Jesús para llevar su mensaje por todo el mundo y hasta el corazón del Imperio Romano. Gracias a eso hoy podemos decir que no abandonamos a Cristo por los pecados de Judas y no abandonamos la Iglesia, por lo que hayan hecho algunos cristianos. Como se suele decir, la Iglesia no es un museo de santos, sino un hospital de pecadores.
“Ah” tendemos a decir “pero es que hay pecados y pecados. Algunos son comunes, cosas con las que hemos llegado a convivir cada día, pero lo que han hecho estos curas es horrible, imperdonable".
Es cierto que estamos ante un crimen que clama por justicia y debe ser castigado, pero ¿imperdonable? ¿Acaso no es el perdón universal una de las ideas fundamentales del evangelio? Cuando nos arrepentimos de algo que hemos hecho, solemos recordar el episodio de la mujer sorprendida en adulterio, que relata San Juan, o nos gusta ponernos en el lugar del hijo pródigo que regresa pidiendo perdón a la casa del padre, pero ¿Estamos dispuestos a extender un perdón tan amplio como Dios lo hace? Si no fuera una mujer adúltera la que se arrojara a los pies de Nuestro Señor, sino un cura sorprendido en flagrante abuso de un niño y perseguido para darle muerte, Cristo, que está libre de todo pecado ¿Arrojaría la primera piedra?
Estas preguntas son tan inquietantes, que sólo nos queda pedir a Dios que nunca tengamos que responderlas.
Lo cierto es que no confiamos en la Iglesia por la santidad de los católicos, ni la abandonamos por los pecados de sus sacerdotes. Ambas opciones son falaces y nos dejan a merced de las modas y las últimas noticias. La única roca segura es NSJC: primero confiamos en él, y luego en la Iglesia, y en los sacerdotes y obispos, porque Él la fundó y prometió estar con ella hasta el fin de los tiempos, aun sabiendo lo que harían sus miembros, y hasta ahora nada indica que haya cambiado de opinión.
Mientras tanto, mientras él no venga a decir que tiene otro plan para Su pueblo, sólo nos queda aprender a quitar la viga del propio ojo, antes de apuntar a la paja en el ajeno. El calvario que muchas veces sufrimos por culpa de los curas pedófilos, el ser despreciados, ofendidos y hasta escupidos, por algo que otros hicieron, ese dolor debe llevarnos a reflexionar acerca de cómo nuestros propios pecados, esos que nos parecen menores e insignificantes, provocan que otros desprecien y escupan en el rostro de Cristo.
25 comentarios
Evidentemente, el número de criminales no es el único problema, porque estamos hablando de gente que se supone que han de ser líderes espirituales y ejemplo de moralidad y, en muchos casos, se les ha confiado el cuidado precisamente de los que se convierten en sus víctimas, por lo que, a la pederastia, se une el abuso y traición de la confianza.
Sin embargo, desde mi punto de vista no católico, lo más deleznable de todo este asunto es el encubrimiento sistemático que la jerarquía de la Iglesia, los obispos y los superiores de las órdenes religiosas, han llevado a cabo. Y aquí incluyo al actual Papa, Benedicto XVI que, en su anterior cargo en la Congregación para la Doctrina de la Fe, dió órdenes concretas de que se mantuvieran en secreto este tipo de sucesos. El resultado es el que todos sabemos: que los agresores eran trasladados calladamente a otras iglesias o a otros colegios, repletos de víctimas frescas. Y esto, no una, sino dos y tres y cuatro y más veces. Se puede decir que se les facilitaba la labor a los pederastas.
En el caso de la jerarquía de la Iglesia no se puede aducir, como en el caso de los culpables directos, una pasión irrefrenable, superior a sus fuerzas, que los llevaba a cometer crímenes. Por el contrario, se trataba de decisiones frías, sopesando los pros y los contras y, finalmente, decidiendo en favor del buen nombre de la Iglesia y en contra de los niños agredidos. Para mí, eso, y no la pederastia de los curas, es el colmo del abuso de poder, de la falta de misericordia, de la irresponsabilidad, de la soberbia y de la hipocresía.
Alguien, antes, bastante antes, debería haber reflexionado sobre las palabras de Jesús sobre los niños y la piedra de molino que recuerda luis.
Por cierto, que Benedicto XVI, ya utilizó en 2009 esta expresión en su condena de los abusos a menores.
@ Ramontxu: Rechazo enérgicamente que sea más grave encubrir un delito, que cometerlo, porque es ilógico. A este tipo de enfoques me refiero cuando hablo de los adversarios de la Iglesia, más interesados en atacarla que en castigar a los culpables.
También debo rechazar que se proponga excusas para los pedófilos, como si no actuaran libre y fríamente cuando abusaran de los niños.
Un tema aparte es la reacción de la jerarquía ante las denuncias, que no alcancé a integrar en el post, para que no se hiciera más largo. ¿Debe sorprendernos que los obispos hayan actuado así? La experiencia nos muestra que en el caso de los pedófilos se combinan dos tendencias muy naturales y humanas: por una parte, tendemos a creer a las personas que conocemos (familiar, empleado o subordinado) y a ser escépticos con los desconocidos (víctima); y por otra queremos minimizar los daños para la organización. El resultado es el encubrimiento, que no sólo ocurre en la Iglesia, sino que en todas las organizaciones que se enfrentan a este tipo de delitos, y así acabamos con directores de colegio encubriendo a profesores, y directores de clubes deportivos, a entrenadores.
La gravedad de lo cometido por los obispos es análoga a la gravedad del abuso de sacerdotes: Siendo repudiables todos los encubrimientos, los obispos son más responsables que otros jerarcas, porque se espera más de ellos.
Punto aparte es la participación del actual Papa en esas conductas, que varias veces ha sido propuesto, y rápidamente descartado.
Me gustaría que realizase un segundo avance sobre la responsabilidad de la Jerarquía (que no de la Iglesia Católica) y cómo los que seguimos siendo católicos tenemos que bajar la cabeza porque esos pastores nos han dejado ante el lobo y no solo han beneficiado a "SU ORGANIZACIÓN" sino que han promovido armas a nuestros enemigos.
Habría que señalar..que por la misma regla de tres, no seríamos demócratas...y actualmente tenemos casos de políticos que cometen atrocidades...y no por eso renegamos del sistema...sino de ese político en particular.
Lo mismo ocurrio, con el adulterio, el aborto y la eutanasia.
Para la Iglesia siempre sera un pecado muy grave.
Por eso el mundo ataca a la Iglesia en lo moral, porque en este punto coinciden, sin embargo el mundo ataca a la Iglesia al reves en el caso del adulterio, el aborto y la eutanasia diciendo que la Iglesia es inmoral por no verlo como bueno lo que es algo malo.
Y lo de que Jesus sostiene la Iglesia, eso es 100 % seguro porque ya les digo yo que lo de la pedofilia siendo lo grave que es, viene a ser mucho menos que lo que ocurrió en otros tiempos de la Iglesia, y si no me creen lean historia de la Iglesia.
Cada epoca en la Iglesia tiene sus demonios, esto no es mas que fruto de la revolución sexual de 1968, rebeldía y desobediencia por parte del clero hacia el Magisterio, y la no idenoneidad de algunos candidatos al sacerdocio (homosexualidad sobre todo, porque si ven los abusos sexuales son de hombre a niño y no a niña como regla general).
Todos los dias hay qeu convertirse y los catolicos no somos mejores que nadie, de hecho yo diria que somos los mas pecadores. Por eso estamos en la Iglesia.
No seamos ingenuos. A la opinión pública o a quien la conforma desde los medios le importa un bledo el problema del abuso sexual a menores, si le importara analizaría las causas con rigor y lo denunciaría allá donde se produce- De cada 60.000 casos de pedofilia que denuncian sólo uno puede tener de responsable a una persona de vida consagrada, los restantes 59.999 se producenn en el ámbito civil secularizado.
Es una burda campaña nacida del odio a la fe por parte del poder mediático y que se planteó para intentar contrarrestar el Año Sacerdotal que convocó el Santo Padre
Art. 66. El marido y la mujer son iguales en derechos y obligaciones.
Art. 67. El marido y la mujer han de respetarse mutuamente y actuar en interés de la familia.
Art. 68. Los cónyuges están obligados a vivir juntos, GUARDARSE FIDELIDAD y socorrerse mutuamente.
Un dato: el año pasado hubo en Estados Unidos nada menos que siete casos de curas pederastas, mientras que entre el profesorado del estado de Nueva York hubo unos 240 casos trimestrales. Evidentemente los porcentajes son muy similares.
Otro dato: en la comunidad de Madrid, según datos de la oficina del defensor del menor, en la última década se han investigado diez casos y ninguno de ellos se ha demostrado como auténtico (eran denuncias falsas), en los últimos años ha habido al menos un caso de un senador condenado por pederastia, varios concejales y creo que un alcalde. La mayoría de esos políticos eran de izquierdas, ¿Debo inferir entonces que hay una relación entre la orientación política y las tendencias pedófilas?
En todo caso, esa no es una confianza ciega, sino que se respalda en la historia. Ya la Iglesia ha pasado por épocas en que la corrupción era peor y que llegaba incluso hasta el Papa, tal que habría destuido a cualquier organización meramente humana, pero ha sobrevivido.
En cuanto al tema del post, estoy de acuerdo con los comentaristas que han dicho que al mundo le importa un pimiento, sólo lo usa para atacar a la Iglesia aprovechando la natural repugnancia que (todavía) provoca en muchas personas de bien. Lo de acusar a Su Santidad Benedicto XVI, sin pruebas y después de cómo se ha comportado, no digo lo que me parece porque soy una dama.
Sin embargo, independientemente de lo que diga el mundo, considero que los encubridores no tienen ninguna excusa. Estoy incluso dispuesta a admitir que tuviesen buenas intenciones. ¿Y qué? De buenas intenciones está el infierno lleno. Esto no funciona así y la Iglesia no es una organización cualquiera. Con todo, podrían arrepentirse, pero no: siguen raca-raca. Es cierto que ahora no se atreven a encubrirlo pero han pasado al extremo contrario, lo cual también es injusto; y, además, se niegan a admitir que en la Iglesia es un problema relacionado con la homosexualidad. Respecto a este último punto, aclaro que estoy hablando del informe que ordeno hacer la Conferencia Episcopal de Estados Unidos que contiene los datos que aparecen en el post. En lugar de ponerse a limpiar, emitieron chopocientasmil notas para decir que lo que todos los que sabemos leer entendíamos en realidad lo entendíamos mal. Este tema me indigna, de verdad, parecen no haber aprendido nada.
Por último, comprendo que 'los de fuera' no nos entiendan. Yo percibo los manchurrones que nosotros le hacemos a la Iglesia e incluso me indigno por ellos, pero ocurre que estos manchurrones desaparecen cuando la Iglesia refleja la Luz, que es Cristo, y entonces veo a los confesores y a los mártires y veo a la Esposa esperando al Esposo, tan hermosa como una novia adornada con oro de Ofir. Y eso alguien sin fe no lo puede ver.
Iglesia contra la mujer, o crímenes de la Iglesia contra la mujer
Casi todos toman como referente este:
http://old.kaosenlared.net/noticia/delitos-iglesia-contra-mujer-crimenes-religiosos
Y sacan de contexto textos de San Pablo y San Agustín, tu desinteresado aporte como otras veces para aclarar tales desatinos ayudado por la colocación en el título del post algo referente a ello.
El otro día leí una frase que me impactó: no pierdas el tiempo con disculpas, el amigo no las necesita, el enemigo no las cree y el tonto no las entiende.
Cansa ya el tema del dinero de la Iglesia pero vamos por otra:
1.- Cuando tú inviertes en un fondo de inversión...no tienes ni idea de lo que conforma la cartera...y más con empresas interpuestas. ¿sabes qué acciones tiene tu fondo si lo tienes?.
2.- Según vosotros, la Iglesia (hablo ahora de la Jerarquía) para ser "buena" tiene que ser imbecil. Es decir, el dinero que tiene..no debe ahorrar ni invertir para luego dar a grandes proyectos...sino que tiene que repartirlo inmediatamente. Es decir..su balance tiene que ser todo "a corto"...con dos.
3.- Gracias a lo que la gente dona a la Iglesia..o sus bienes...se puede hacer la ingente obra social que desarrolla...pero que realmente "te la suda".
4.- (me va a perdonar que ni siquiera entre en la estupidez de Ruanda...)
Y así podríamos escribir toneladas de libros de lo bueno que ha hecho la Iglesia...pero te dá igual...realmente te dá igual....así que aplícate la frase de la entrada del post...y me dices dónde estás.
Y, cómo buen astuto lo supo hacer muy bien y tentando solapadamente, con una vida superflua dedicada al materialismo absoluto, invitando así a la mujer a entrar a competir con el hombre en todo. Con eso, comenzó a destruir a la familia, primer motor de una sociedad, país y mundo entero. Incentivando a un alejamiento absoluto de DIOS, estorbo para una vida falta de FE, ESPERANZA y CARIDAD y para que decir algo muy importante que se recibía desde la cuna: valores y virtudes.
No olviden que el diablo es astuto, mentiroso,egoísta, calumniador, etc,etc,etc. Pero, tenemos una Mujer, nuestra Santa Madre, que con valentía supo dar su "FIAT", trayéndonos al Hijo de DIOS "SALVADOR DEL MUNDO HASTA EL FIN DE LOS SIGLOS". Por lo tanto, no teman y digan siempre: "JESÚS, YO CONFÍO EN TI".
Ahora, antes de terminar los invito a elevar una oración de agradecimiento a DIOS, por nuestro querido Santo Padre, por haber escuchado al Espíritu Santo, invitando a este magnífico "AÑO DE LA FE", que no me cabe duda que será un renacimiento de una sociedad de verdaderos discípulos de Nuestro Señor Jesucristo.
Cuando diversos medios han contactatado con el autor del escrito origen del bulo, don José Rodríguez Nuñez en Nistido.com, éste se ha limitado a decir que es cierto (porque él lo dice) y tiene documentación (que no muestra). Vamos, que ha dicho una trola más grande que la catedral de Burgos y, encima, tenemos que creerle, contra toda evidencia, porque lo dice él. Lo sorprendente es que luego van personas como el señor Galo ¡y se lo creen! Y luego algunos dicen que los católicos tenemos fe irracional.
Todo lo anterior se comprueba con una sencilla búsqueda por internet. Del mismo modo se pueden comprobar las otras dos ¿acusaciones?: la de las propiedades (igual no es una mentira y lo que ocurre es que el señor Galo no sabe nada sobre el Registro de Propiedades) y lo de Ruanda (a lo mejor tampoco es una mentira, sólo una confusión entre la ONU y la Iglesia, por aquello de que las dos son "católicas").
Por último, ¿sólo se denuncian el 10% de casos de pederastia? ¿De dónde salen esos datos? En fin, como dijo una periodista americana, su texto es mentira hasta en los artículos y conjunciones.
Sobre el tema del post, recomiendo estos otros textos:
http://www.teologoresponde.com.ar/respuesta.asp?id=496
http://www.corazones.org/apologetica/iglesia_pecadora.htm
http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=4878
http://estudios-catolicos.blogspot.com.br/2011/01/la-iglesia-es-inmaculada-e-indefectible.html
Tan solo añadiría un dato más sobre el supuesto "encubrimiento" de los obispos, sin ánimo de excusar a los que lo hayan hecho así: muchas de las denuncias suceden después de décadas.
Me pongo en el caso del obispo: Una persona de 45 años viene y me dice que hace 32 años, cuando tenía 13, el sacerdote tal que ahora tiene 82 años y entonces 50 le bajó los pantalones en la sacristía y le tocó los genitales ¿qué hago?... hablar con el sacerdote... y me lo puede negar ¿y a quién crees entonces?, o tener lapsus de memoria y no acordarse de nada... o incluso aunque me lo reconozca y me diga que fue un momento de debilidad pero que se confesó en su día y que nunca más ha sucedido... ¿qué hago?... ¿lo entrego a la policía por un hecho que tan solo es una falta y que de ser delito lleva años prescrito?, ¿le digo que vaya a pedir perdón a la víctima cuando esta no lo quiere ni ver en pintura?, ¿le ofrezco una compensación económica a la víctima? ¿y con que fin?... en ocasiones puede que no hubiese tal encubrimiento, si no la imposibilidad de tomar una decisión satisfactoria.
Si te interesa el tema, puedes ver esta otra entrada que escribí también hace algún tiempo.
http://infocatolica.com/blog/esferacruz.php/1210260944-el-encubrimiento-de-los-curas
Los comentarios están cerrados para esta publicación.