Chile salva una vida más
Esta es la transcripción del testimonio de una joven de 17 años, que fue violada a los 13, prestada ayer en el juicio público contra el violador. Quise respetar lo más posible la integridad de las palabras, así que espero disculpen los chilenismos.
El psicólogo me preguntó qué me pasaba… como un problema de acostumbramiento, que extrañaba mucho a mis papás, pero después de unas consultas… porque él determinó que era necesario que siguiera asistiendo, que no era normal mi comportamiento, que era demasiado extraño. Un día me pilló volando bajo, yo no tenía aceptado mi embarazo, nada. Y me preguntó “¿D. qué te pasa?” y yo le dije “pasa que tengo 6 meses de retraso y estoy embarazada". Tenía 14 años en ese entonces, y fue como ¡Uff!. Me llevó a una farmacia, me compró un test, me explicó su eficacia, como hacerlo. Yo era como muy niña, muy inocente, entonces, cuando me hice el test vi una rayita bien marcada y la otra no tanto, entonces yo me alegré y le dije “me salvé, no estoy embarazada", y él me dijo “D., lo siento, pero esto es positivo".
Ese día fue cuando me di cuenta de mi realidad y la vine a aceptar, porque durante todos los antiguos meses me levantaba en la mañana sintiendo me culpable, pensando que todo era mi culpa, que todo lo había hecho mal y que era una irresponsable, una mala hija, pero ahí fue como “acéptalo". Yo en la mañana me levantaba a bañarme en el internado, y yo estaba muy delgada, y veía como una ligera pancita se iba asomando en mi vientre, chiquitita, y yo decía “estoy embarazada", y después me decía a mí misma “No, no puedes estar embarazada, tú nunca has tomado un bebé en brazos, no tienes idea de lo que significa, no"… y me creía que no estaba embarazada.
Me costó mucho aceptarlo, mucho, mucho. Después de que les conté a mis papás que estaba embarazada (se los tuve que contar con la ayuda de mi psicólogo porque sola no hubiese sido capaz) me llevaron al tiro al ginecólogo.
Y esta es la parte bonita, porque yo pensaba que en mi vientre estaba creciendo algo malo, fruto de una maldad, como que parte de uno de ellos se estaba extendiendo por mi cuerpo, se estaba radicando en mí. No me daba cuenta, no lograba ver que eso que yo sentía que era malo era un bebé. Me llevaron al ginecólogo, y no me quería atender ningún doctor porque era muy chica, y eso que fuimos a una clínica privada. Hubo un solo doctor que me quiso atender y me hizo una ecografía, y fue maravilloso porque vi a mi guagüita de perfil, estaba formadita y me hacía así, me abría la boquita y movía las manitos.
Yo les juro que sentí que me decía “Mamita estoy aquí, estoy viva, soy tu hija, no merezco pasar… necesito vivir". Fue como que ahí saqué la fuerza y me di cuenta que iba a ser una mamá, que iba a ser fuerte, y que iba a lograr salir adelante, porque no era… algo malo lo que tenía ahí, era una bebé el que estaba creciendo y era un regalo. Porque sufrí mucho, mucho, yo creo que nadie se imagina cuánto lloré, cuánto sufrí, cuántas cosas estúpidas se me pasaron por la cabeza, pero ese día cuando vi a mi hija y me di cuenta de que tenía una niñita, fue cuando me di cuenta que tenía mi recompensa, y esa era ella, era la razón que iba a tener para salir adelante.
Gracias a Dios, por salvar la vida de esta niña. Gracias, por la fuerza que le diste a esta madre.
Gracias por la tecnología, que le permitió a esta madre ver el rostro de su hija. Gracias por hacer que en Chile esté prohibido el aborto, pues de otro modo esta niña y su madre habrían sido víctimas de un delito aún más terrible.
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