De cuando rezo el rosario (VI) | Las cinco cuentas
Siempre me han llamado la atención las cinco cuentas del rosario que se rezan de diferentes maneras.
Me refiero a las tres cuentas unidas a cierta distancia y otras dos, antes y después de ellas ubicadas después del crucifijo y antes de la pieza triangular que ata las cinco decenas.
La primera cuenta es un Padrenuestro, tres Avemarías y por último, un Gloria. Algunos rezan las cinco cuentas al final y, otros, antes del primer misterio.
Algunos rezan las Avemarías sin añadir nada y, otros, con pocas palabras, las transforman en bellos saludos o salutaciones, como también se les conoce.
Supongo que transformarlas en “saludos” es resultado de antiquísima costumbre como fue la de rezar 150 salutaciones a María mucho antes de que se conformara el rosario propiamente dicho.
Desde que las congregaciones religiosas de los primeros siglos se dedicaron a cantar 150 salmos, se dejaron para aquellos miembros de la comunidad que no formaban parte del coro, el rezo de 150 salutaciones.
De dicha costumbre, supongo, ya que no he leído nada contrario, provienen esas pocas palabras que añadimos en cada Avemaría después de la salutación del Ángel:
“Dios te salve, María!” Hija de Dios Padre. Llena eres de gracia…
“Dios te salve, María!” Madre de Dios Hijo. Llena eres de gracia…
“Dios te salve, María!” Esposa del Espíritu Santo. Llena eres de gracia…
Es probable que esta construcción del quinteto tenga relación con la Devoción de las Tres Avemarías que se reza diciendo:
Por el Poder que te concedió el Padre Eterno. Dios te salve, María! Llena eres de gracia…
Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. Dios te salve, María! Llena eres de gracia…
Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. Dios te salve, María! Llena eres de gracia…
Podría ser también que tenga relación con las Letanías y que el quinteto se haya compuesto como Introducción que sirviera de marco solemne para saludar a Nuestra Señora antes de entregarnos al rezo del Rosario. Las Letanías, por otro lado, vendrían a ser el cierre perfecto al hermoso saludo de las cincuenta oraciones.
Otros investigadores mencionan que las cinco cuentas representan las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo pero no he hallado nada que confirme este origen.
El caso es que, tras pequeña investigación, no di con el origen de la composición de la cinco cuentas ni regla alguna que diga que se rezan al principio o al final.
En mi caso, las rezo antes de empezar, como Introducción ya que me sirven como magnífico saludo que, de paso, ayuda a mi mente a prestar atención a lo que digo; es decir, como Introducción, la mente y corazón entran en la devoción del rosario manifestando el hecho de que María goza de plenitud de la gracia de la Trinidad, como Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Santo Espíritu.
En cualquier modalidad que presentemos este saludo, repercutirá en nuestra mente de manera que -desde la LLena de Gracia- se nos familiariza con el hecho de que somos consideradas hijas, madres y esposas del Dios Uno y Trino en quien confiamos. De manera semejante los varones.
Contemplar este don inabarcable es de lo más precioso que se nos da al rezar el rosario.