6.03.12

La cuestión religiosa en la «Guerra de la Independencia»

Ideales y conceptos por los que se luchaLa historiografía reciente quiere hacernos creer que los españoles lucharon en la «Guerra de la Independencia» por la Constitución de 1812. Nada más lejos de la realidad. El motivo predominante fue el «factor religioso» y lo que ello lleva consigo. Como lo ha sido en todas las guerras españolas, en territorio ibérico o fuera. Soy consciente de que no gusta, pero así es.

El historiador Genís Barnosell publicó un curioso estudio en el que se analizaba la evolución del vocabulario de los bandos de Palafox en Zaragoza entre octubre de 1808 y febrero de 1809, prácticamente todo el segundo sitio. No deja de ser una aproximación, pero le permite concluir:

tomados en su importancia relativa, destaca el lugar muy secundario de conceptos tales como nación y libertad, que probablemente muestran lo lejanos que se encontraban los defensores zaragozanos de los ideales liberales y de los conceptos modernos de nación. También la evolución sin aparente explicación sencilla de los conceptos asociados a la propia seguridad de los bienes y personas de los defensores. La evolución de los otros conceptos es muy significativa: el descenso del concepto aristocrático de honor y también la tendencia claramente descendente en el último tramo de la defensa de los conceptos relacionados con la valentía (especialmente valor y bizarría), unos conceptos utilizados a lo largo de los sitios para definir una característica de la personalidad de los defensores a la que se debe ser fiel. Finalmente, el descenso dramático de las referencias a Fernando VII por, en cambio, en primer lugar el ascenso del concepto de patria. En último término, lo que más destaca es el ascenso imparable de las referencias religiosas, que llegan a suponer casi el 45% del total.

Pensaba en ello ahora que parece que el único tema en la política española es la economía, en su vertiente exclusivamente técnica. Y me acordé de cómo representó el Sitio de Zaragoza el pintor inglés Harold Hume Piffard. La matanza francesa era casa por casa, prácticamente la última batalla en la «Basílica de El Pilar». Los defensores tenían muy claro por qué luchaban y por qué morían. Me da que no lo hubiesen hecho así por «rebajar el déficit al 5,9%»

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5.03.12

Muere el 'teólogo' de la «muerte de Dios»

William Hamilton: La muerte de Dios. Rosemary en la Semilla del Diablo (Polanski)

Se lo tragó la «secularización». Esta vez no ha podido compartir portada con los «Oscar». Entiendo que la muerte, el pasado miércoles, a los 87 años del teólogo William Hamilton sea mucho menos interesante que comprobar si se le vio algo o no Jennifer Lopez (sin acento).

No fue siempre así. El 17 de octubre de 1965 el New York Times publicaba un artículo sobre Hamilton «Los nuevos teólogos conciben un cristianismo sin Dios», unos días más tarde el 22 de octubre la revista Time un extenso reportaje sobre «los teólogos de la muerte de Dios» en el que aparecían Paul van Burén, Gabriel Vahanian, William Hamilton y Thomas J. J. Altizer. A partir de entonces ocuparon titulares y portadas de todos los medios. En abril del 66 fue portada de Time, que como un remedo de Nietzsche, se preguntaba por la muerte de Dios. Es el número de la revista que hojea Rosemary en la consulta del satánico ginecólogo de «La Semilla del Diablo».

Probablemente todos esos nombres no digan nada a muchos lectores, pero sus ideas sí. Tristemente están muy presentes en numerosos clérigos y religiosos, y son enseñadas ad nauseam, en universidades y colegios católicos de todo el mundo. Con casi total seguridad, únicamente la biología nos librará de ellas… y de ellos.

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2.03.12

Agresiva reforma del Código Civil en Argentina: ¿un ataque a la vida y la familia?

Cristina Kirchner anuncia una agresiva reforma del Código Civil

Qué cierto es aquello de que «todo se pega menos la hermosura». La presidenta de Argentina, comunicó ayer ante la Asamblea Legislativa la actualización del Código Civil, y la unificación con el Código de Comercio. Me parece que es un tema trascendente en la batalla por la «cultura de la vida» y que debemos seguir con atención.

Según Cristina Kirchner se abordarán temas como

  • la simplificación del divorcio,
  • la reproducción asistida,
  • la creación de convenciones prenupciales
  • el reconocimiento de las uniones de convivencia,
  • la maternidad subrogada y
  • la adopción.

Vamos, que de un plumazo quiere reformar la familia y la vida en la nación. Es preocupante, desgraciadamente hemos visto esta película ya en España y en otros países, pero no tan a lo bestia.

Le he pedido a Nicolás Lafferriere –del Centro de Bioética, Persona y Familia– permiso para publicar su análisis de la reforma. Está basado en las versiones preliminares que han circulado en ambientes académicos. Es rápido y certero, merece la pena:

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29.02.12

Próxima estación: el infanticidio, «el aborto del post-nacido»

Recién nacidos bielorrusos. AFP PHOTO / VIKTOR DRACHEV (Photo credit should read VIKTOR DRACHEV/AFP/Getty Images)

En la prestigiosa revista Journal of Medical Ethics, dos autodenominados especialistas, Alberto Giubilini – Universidad de Monash– y Minerva Francesca – Universidad de Melbourne—han decidido quitarse las caretas, y mostrar el verdadero rostro de la «cultura de la muerte». En el artículo titulado «el aborto del post-nacido, ¿por qué debe vivir el bebé?», ponen negro sobre blanco la cruel coherencia del pensamiento abortista: ¡qué más da dentro que fuera del seno materno!, ¡qué más da que haya vida!.

Los dos bioéticos afirman claramente que «debe ser permitido el ‘aborto del post-nacido’ –matar al recién nacido [sic]— en todos los casos en los que es permitido el aborto». ¿Terrorífico? Congruente, diría yo.

Lo justifican con un argumentario que cuando los provida lo esgrimíamos los abortistas acusaban falsear las verdaderas intenciones:

el aborto está ampliamente aceptado, incluso por razones que no tienen nada que ver con la salud del feto. Demostraremos que:

  1. tanto feto como recién nacido no tienen el estatus moral de persona real
  2. el hecho de que ambos sean personas en potencia es moralmente irrelevante, y
  3. la adopción no siempre interesa a las personas reales

El editor de la revista ha explicado los irrelevantes motivos de la conveniencia del artículo. Sinceramente, creo que debemos darle las gracias. Muchas veces nos preguntamos por los oscuros motivos que mueven a las personas para defender el homicidio, aquí los tenemos claros.

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22.02.12

18.02.12

El Partido Popular y el «golpe de los Fifis»

17º Congreso del PP. Foto ©EFE/Sergio Barrenechea

El 12 de agosto de 1927, el capitán de fragata Filomeno da Câmara y el hispanista Fidelino de Figueiredo fracasaron en un intento de golpe de estado en Portugal. El «golpe dos Fifis»–por las sílabas iniciales de sus dos promotores– era una idea intrépida, barata e incruenta y creo que no exagero si la podemos considerar adelantada a su tiempo por el modo de entender la maquinaria del estado moderno.

En lugar de tomar los centros neurálgicos de poder civil, militar o industrial, decidieron asaltar la Imprenta Nacional, desde donde se publicaba el «Diario do Governo» –algo así como BOE de España–. Pensaron que para tomar el poder y configurar un gobierno era suficiente con publicarlo oficialmente. Los capitanes David Neto y Fernando Rodrigues instaron al director de la «Imprenta», Luis Derouet, a publicar que todas las carteras ministeriales quedaban en poder de Filomeno. Derouet se negó y terminó este golpe de un bestial e inusitado ‘iuspositivismo’, que de un modo u otro, pero sin militares, es con el que se han gobernado muchas naciones, en especial mi querida España.

Un ejemplo reciente es el 17º congreso del Partido Popular, celebrado en Sevilla, que ha decidido rechazar la eliminación del término cristiano de su ideario, tumbando por abrumadora mayoría enmienda que proponía sustituir la condición de partido «inspirado en los valores del humanismo cristiano» por los de «humanismo occidental o europeo». Está bien –más bien mal–, pero no significa absolutamente nada, una mención en un papel que a algunos servirá como coartada, una engañifa.

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