Memoria china
1.- Un poco de historia
En julio de 1950, sólo un año después de la proclamación de en Pekín de la República Popular China, empieza la represión de las “actividades contrarrevolucionarias”, incluidas las religiosas. Se clausuran las iglesias en las zonas rurales,y las universidades católicas pasaron a ser controladas por el Estado. En septiembre, se difunde el Manifiesto del movimiento de las tres autonomías,que se refieren a:
1º La propaganda, con la prohibición de misioneros extranjeros.
2º El gobierno, obligando a que las iglesias sean guiadas por personal nativo.
3º La financiación, prohibiendo toda ayuda económica que provenga del extranjero.
Siguen unos años de dura persecución, con cifras como la de la expulsión -sólo en 1951- de 14 obispos y 1136 misioneros extranjeros. Un año después había ya unos 300 sacerdotes encarcelados.
En 1954 Pío XII publica la encíclica Ad signarum gentesen la que denuncia el “Movimiento de las tres autonomías” como contrario a la fe católica y condena la institución de una iglesia nacional. El gobierno responderá con una nueva oleada de arrestos de católicos. A mediados de los cincuenta se clausuran seminarios y conventos.
En 1958, un año después de la constitución de la Asociación Patriótica de los Católicos Chinos -el instrumento del Partido Comunista que gestionaría el control de la Iglesia católica en China- tiene lugar la primera y doble consagración episcopal ilícita, a la que siguen otras 22 ese año. Pío XII, en Ad apostolorum principis, declarará ilícitas esas consagraciones.
Siguen años de persecución, especialmente duros durante la revolución cultural de Mao, con detenciones de sacerdotes y obispos, incluyendo a algunos de la Iglesia patriótica. Tras la muerte de Mao Zedong comienza una tímida libertad religiosa, liberando a cristianos que estaban encarcelados o en campos de trabajo aunque, en el caso de los sacerdotes, no podrían ejercer su ministerio públicamente. Se inicia en estos años una política de “libertad religiosa” que, en realidad, consolida una situación de iglesia dividida que subsiste hasta hoy en día.
Las comunidades oficiales están sometidas al control de la Asociación Patriótica y las no registradas, que rechazan reconocer la injerencia estatal y profesan la comunión con el Santo Padre son consideradas subversivas y son perseguidas.
La historia de las relaciones y el diálogo entre la Santa Sede y el gobierno chino también viene de lejos. Ya en el año 1999 se hablaba del “inminente establecimiento” de relaciones diplomáticas. Sin embargo, el gobierno continuaba con arrestos y persecución de las comunidades clandestinas. En el año 2000 se consagran ilícitamente otros 5 obispos y, con la canonización de 120 mártires chinos -a algunos de los cuales el gobierno acusaba de colonialismo y crímenes contra el pueblo- se viviría el momento de mayor tensión diplomática entre Roma y Pekín en muchas décadas.
En 2005 había 19 obispos y 18 sacerdotes arrestados y en paradero desconocido. Tras la muerte de Juan Pablo II el gobierno chino reafirma las condiciones para un acuerdo con la Santa Sede: la no interferencia en los asuntos internos (designación de obispos) y la ruptura de relaciones con Taiwán. En 2006 se producen otras dos consagraciones episcopales ilícitas.
2.- Actualidad
Desde el 1 de julio de 2015, con la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Nacional, la situación de la iglesia clandestina ha empeorado. La ley pretende proteger la soberanía nacional y los intereses chinos, cubriendo entre otros el ámbito de la religión. Las directrices que hoy las religiones tienen que seguir son:
1º Chinización: proceso por el que las religiones asimilan cada vez más la cultura china y se libran de “influencias externas”
2º Independencia de la influencia extranjera, incluida la designación o denominación de los nombramientos religiosos, lo que incide directamente en el nombramiento de obispos, y vería al papa al nivel de dirigente de una potencia extranjera.
3º Sumisión al Partido Comunista Chino, que tiene que dirigir todas las religiones.
Estos principios no distan prácticamente nada de los que condenara Pio XII como contrarios a la fe católica. Sin embargo, ahora no se ha publicado ninguna encíclica al respecto.
Por otra parte, la posición del actual presidente respecto a la práctica religiosa de los miembros del Partido Comunista se ha endurecido, y actualmente no se permite la práctica de ninguna fe, obligando así a los miembros del Partido al ateísmo.
En 2014 y 2015 se prohibieron en universidades y colegios las fiestas, los árboles y las tarjetas de felicitación, bajo la excusa de que eran aspectos “consumistas” de la Navidad. También se vienen bloqueando webs cristianas, para controlar la superstición religiosa y la “contaminación occidental y extranjera”. Sobre la reciente campaña de demolición de cruces e iglesias en la provincia de Zhejiang les informaba en este post.
Un caso concreto que nos puede ayudar a comprender cómo efectivamente el gobierno chino no ha cambiado en su política de persecución es el de las detenciones practicadas en torno a los funerales de Mons. Zhu Weifang, obispo de Wenzhou, que sólo pudo tomar posesión de su diócesis casi dos años después de su nombramiento. (Mons. Zhu había sido condenado en 1955 a 16 años en campos de trabajo, que él ofrecía “como un sacrificio de suave aroma”…)
En una declaración del 21 de septiembre de 2016, la sala de prensa de la Santa Sede, al difundir un obituario del obispo difunto, precisó que “de acuerdo con el derecho canónico, Mons. Pedro Shao Zhumin, coadjutor de la misma diócesis, sucede al prelado difunto”. El obispo Shao fue arrestado para evitar su participación en los funerales de Mons. Zhu, y actualmente se encuentra bajo el control de la policía. Los fieles de la diócesis, oficiales y no oficiales, estiman mucho a Mons. Shao, que a menudo sufrió en la cárcel a causa de su fe. (Asia News)
Esta es actualmente la situación en medio de la que se viene hablando otra vez de negociaciones entre la Santa Sede y el gobierno chino: nada ha cambiado. Como ya sucediera en las décadas anteriores, el pretendido acercamiento del gobierno, “invitando” esta vez a los sacerdotes de la iglesia clandestina a inscribirse en el registro de la Asociación Patriótica, podría ser el preludio a una nueva persecución. La preocupación de los fieles clandestinos es comprensible: “A finales de este año, todos los sacerdotes deben registrarse para recibir un certificado que les permita ejercer su ministerio. Sin embargo, la solicitud tiene que hacerse a través de la Asociación Patriótica, cuyos estatutos son “incompatibles” con la doctrina católica. Muchos sacerdotes, oficiales y no oficiales, se encuentran en un gran dilema.” (Asia News)
Cabe preguntarse entonces por qué acercarse a negociar con quien, evidentemente, no tiene ninguna intención de cambiar de rumbo…
En este contexto, no es difícil de comprender la preocupación, la perplejidad, la confusión… que expresa el sacerdote chino cuya carta publicaba Infocatólica, al tiempo que describe con crudeza la realidad de los fieles católicos clandestinos.
El pasado agosto el vaticanista Sandro Magister afirmaba en este artículo que “en octubre y después en enero una delegación de seis representantes de la Santa Sede llegó a la capital china. Y en abril de este año las dos partes constituyeron un grupo de trabajo conjunto que ahora parece haber llegado a un entendimiento en un punto sobre el cual el Vaticano tiene muchísimo interés: el nombramiento de los obispos. “
El obispo de Shanghai, Taddheus Ma Daqin, ordenado en el 2012 con la doble aprobación del Papa y del gobierno, desde hace cuatro años está con arresto domiciliario por la simple culpa de haber renunciado a la Asociación Patriótica. Hace dos meses se retractó, pero todavía está privado de su libertad. El nonagenario cardenal Joseph Zen Zekiun (en la foto), quien en Hong Kong tiene más libertad de palabra, definió como “inevitable” la sospecha que esta retractación ha sido querida por el Vaticano, para llegar a un acuerdo a cualquier costo.
El ejemplo al que con más frecuencia se recurre es el de Vietnam, donde el Vaticano propone al candidato a obispo, pero el gobierno puede vetarlo, por eso avanza con otros candidatos hasta que el gobierno aprueba uno.
Pero para China la solución que el cardenal Tong muestra conocer es inversa en algunas partes. La Conferencia Episcopal China elegirá al candidato y lo propondrá al Vaticano. Pero esta Conferencia Episcopal es una criatura del partido comunista, totalmente sometida a las órdenes del régimen, está privada de obispos “subterráneos” y con un presidente que es uno de los ocho excomulgados. (Sandro Magister)
Comprenderán, si han conseguido llegar hasta aquí después de leer los datos que preceden a este párrafo, que no pueda hacer otra cosa que sumarme al análisis que de la actual situación hace el Jefe de Redacción de este portal, Luis Fernando Pérez:
El caso es pactar con quien persigue a Cristo, con quien persigue a su Iglesia. Hace veinte siglos lo hizo un apóstol, el traidor. ¿En serio pretenden que no pasará nada si quien ahora traiciona al Señor es el Sucesor de Pedro, siquiera sea a través de sus colaboradores más cercanos? Es lo que temen los católicos chinos. Hay algunas señales inquietantes. Esperemos que no se traduzcan en hechos concretos. Recemos por ello y por ellos.
3.- Razones para la negociación: ¿Tal vez…evitar el martirio?
Para tratar de adivinar los porqués de estas negociaciones -que dejarían a los mártires y a los perseguidos en la cuneta- quiero compartir con ustedes las reflexiones que al respecto me suscita la lectura de la obra “El martirio de Cristo y de los cristianos”, de mi queridísimo maestro el Padre José María Iraburu.
Les voy a ofrecer unos párrafos que tal vez podrían ayudarnos a comprender las razones que podrían mover a algunos sectores de la Iglesia a negociar con el mal para evitar el sufrimiento -el martirio, la persecución - de sus fieles:
El voluntarismo antropocéntrico, por el contrario, en los últimos siglos ha producido un falso cristianismo, que ignora la primacía de la gracia, y que hace pensar a muchos cristianos que la obra buena, en definitiva, procede solo de la fuerza del hombre (pelagianismo), o a lo más que procede «en parte» de Dios y «en parte» del hombre (semipelagianismo). En este último caso, Dios y el hombre se unen como causas coordinadas para producir la obra buena, la cual procede en parte de Dios y en parte del hombre.
Y lógicamente, en esta perspectiva voluntarista, los cristianos, tratando de proteger la parte suya humana, no quieren perder la propia vida o ver disminuida su fuerza y prestigio; más aún, estiman imposible que Dios quiera hacer unos bienes que puedan exigir en los fieles marginación, persecución o muerte. Dios «no puede querer» en ninguna circunstancia que el hombre se arranque el ojo, la mano o el pie, pues esta disminución de la parte humana debilitaría necesariamente la obra de Dios.(…)Igualmente la Iglesia, en su conjunto, debe evitar cualquier enfrentamiento con el mundo, debe eludir cuidadosamente toda actitud que pueda desprestigiarla o marginarla ante los mundanos, o dar ocasión a persecuciones, pues una Iglesia debilitada y mártir no podrá en modo alguno servir en el siglo presente la causa del Reino. Esto es lo que muchos piensan con una ceguera que está influida por el Padre de la Mentira.
Oremos, oremos sin cesar al Padre para que nos regale ser testigos de la fe que nos ha regalado, para que no seamos como “muchos cristianos modernos (que) de tal modo ignoran el misterio de la Cruz de Cristo, que no quieren saber nada de ella, pensando que también ellos, como los hombres mundanos, tienen derecho a evitarla como sea.” (P. Iraburu: “El martirio de Cristo y de los cristianos”)
Una Iglesia que temiera el martirio sería una Iglesia muerta. Sería una Iglesia cuyos miembros, como dice Luis Fernando Pérez, “no creen en el poder de la gracia. Eso es todo.” Tal vez este horror a la Cruz tenga también algo que ver con la tristísima situación que describe Bruno Moreno al hablar de la Iglesia en el norte de África…
Oremos, oremos, oremos…
6 comentarios
Conviene recordar un dato histórico fundamental. De San Pedro al último Papa (San Eusebio, +309, mártir) que hubo antes de la conversión de Constantino (313) hubo 31 Obispos de Roma. De los cuales murieron mártires 24 (veinticuatro), la gran mayoría. Pues bien, en esos siglos de persecuciones la Iglesia fue creciendo muy aceleradamente, de tal modo que cuando el Imperio Romano se abre al cristianismo y consigue la libertad civil, ya en varias regiones del Imperio los cristianos eran mayoría.
En la historia de la Iglesia siempre se ha producido una disminución muy grande cuanto más se ha conciliado ella (y especialmente la Santa Sede) con el mundo presente y vigente.
Y en ésas estamos.
Por eso, María, tu blog es supernecesario y urgente.
En él, al describir la persecución que en tantos lugares sufrimos hoy los cristianos, afirmas el valor y la necesidad del martirio, de la espiritualidad martirial. Necesaria en todos los cristianos, especialmente en los Obispos.
La evitación sistemática del martirio acaba con la Iglesia local afectada por ella. "Adúlteros...Quien pretende ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios" (Sant 4,4). Los Pastores que esperan ganar para Cristo el mundo, aceptando cada vez más sus pensamientos,normas y costumbres, son destructores de la Iglesia, son herejes. Y además de malos, simplemente, son tontos.
especialmente por los jóvenes misioneros hombres y mujeres que
sueñan con la aventura misionera
Sería el colmo de su sufrimiento y sería quizás también -Dios no lo quiera- la gota que rebalsaría el vaso de Su paciencia.
Como bien dice LF, esto se está acelerando y se acerca una definición.
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