La triste situación de la Iglesia en el Norte de África
Un lector que ha pasado algunos años en Marruecos me ha enviado un correo sobre su experiencia allí, con relato de un ¿pequeño? milagro incluido. Me ha parecido tan interesante, que lo he convertido en un artículo independiente.
Por desgracia, lo que dice concuerda con lo que me han contado otros y con mi propia experiencia. La Iglesia, que siempre ha hecho una magnífica labor en tierras norteafricanas, poco a poco se fue limitando a actividades caritativas y asistenciales y a la atención espiritual de los católicos extranjeros, abandonando la evangelización. No es algo muy edificante, pero sería comprensible, porque la persecución es algo muy duro y no tiene sentido criticar desde un lugar seguro al que la sufre. Sin embargo, lo más triste es que, en las últimas décadas, los eclesiásticos norteafricanos han justificado su propia forma de actuar llegando a la conclusión de que no hay que evangelizar expresamente a los musulmanes y echando pestes de los protestantes que sí lo hacen, enfrentándose a la cárcel o algo peor. Eso es algo completamente distinto de la mera debilidad humana que todos compartimos.
¿Qué pensarían de esto los mártires franciscanos del norte de África de los que hablábamos el otro día? ¿Qué pensaría San Pablo, que algo de persecuciones sabía y, aun así, predicaba a tiempo y a destiempo y se hacía todo a todos para ganar, fuera como fuese, a algunos? ¿Es verdaderamente Iglesia una Iglesia que, por sistema, decide no evangelizar? Si los musulmanes no se convierten, ¿no será porque no se les evangeliza? ¿Cómo creerán, si no se les predica?
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Estimado Bruno:
He trabajado tres años en el instituto español “Juan Ramón Jiménez” de Casablanca, Marruecos. No soy un teórico del islam; lo poco que sé lo he aprendido de lo que me han enseñado mis alumnos y sus padres y de lo que he observado en la sociedad.
Me consta que la Santa Iglesia realiza una gran labor humanitaria en este país. Por ejemplo, fue un franciscano el que en la época del protectorado español puso en marcha las leproserías, hospitales para tuberculosos y otras enfermedades graves. Hasta que Marruecos se pudo hacer cargo, fue la Iglesia la que atendía los orfanatos. He conocido en Casablanca a las franciscanas misioneras, que atendían orfanatos, el de Casablanca y Midelt eran auténticas ciudades. La leprosería de Casablanca era atendida en las secciones de niños, adolescentes, jóvenes y mujeres por estas misioneras. Además desarrollaban una gran actividad junto a otras órdenes en la promoción y defensa de la mujer. Las religiosas de Jesús, José y María, llevaban la beneficencia española, atendían a transeúntes y enfermos, tenían un pequeño ambulatorio. También atendían religiosas de la madre teresa de Calcuta, que acababan de llegar, y una orden maronita dedicada a la enseñanza, según me dijeron.
Desde el punto de vista religioso, los franciscanos españoles atendían a los de lengua española y los franceses a los de lengua francesa. Generalmente había algún sacerdote o religioso, a veces, de paso que atendía en otras lenguas.
De las cosas que aprendí del islam y que me mostraron sobre todo los niños, pero también sus padres, es el mundo espiritual tan terrible que tienen. Alá no es ni siquiera primo del Dios verdadero revelado por los profetas y manifestado personalmente en la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Nuestro Señor. Es terrible, vengativo, cruel, arbitrario, juez implacable que va más allá del que la hace la paga. Un ser que vive en un empíreo al que el hombre no puede llegar jamás. Su paraíso es totalmente materialista, no tiene nada que ver con el revelado y prometido por el Señor. Comprendo que los jóvenes cometan actos violentos, así lo manda el Corán, para librarse del terrible castigo y asegurarse las setenta y dos vírgenes y la posibilidad de hacer lo que aquí han tenido prohibido.
La Iglesia por tanto cumple bien, la medida de lo posible, las obras de misericordia corporales. Me consta que en Tánger trabajan con niños de la calle, deficientes, talleres y formación profesional para jóvenes, promoción de la mujer y asistencia social.
¿Pero qué pasa con las obras de misericordia espirituales? Cuando trabajé en Casablanca, llegaron unas monjas clarisas mejicanas, muy jóvenes. Se llevaron la sorpresa de qué la gente iba a verlas rezar. Olvidamos que los musulmanes son más orantes que la media de los católicos y le dan más importancia a la oración que al pan. Me contaron estás religiosas que un día llamó un niño, esto tiene el candor de las florecillas, venía acompañado de otros críos y se pusieron a llamar insistentemente a la puerta. Llegó la hermana portera y al preguntarle que qué querían con tanto ruido, el niño en español, le dijo que querían ver a Manuel. La monja le dijo que allí sólo vivían mujeres, que eran monjas y no se casaban. El niño se puso muy pesado diciendo que allí estaba Manuel. La monja que no, el niño que sí. Tan pesado e insistente se puso que la hermana le dejó entrar. La puerta da al jardín y al fondo el edificio. Éste tiene una entrada que da a la capilla y desde el jardín se ve al fondo de ella al Señor Crucificado. El niño al verlo dijo; “es Manuel". La monja se quedó espantada según me contó. Los otros niños le preguntaron al amigo: “¿Por qué tiene los brazos abiertos?” el niño contestó: “me ha dicho mi mamá que los tiene abiertos para abrazaros a todos porque nos quiere mucho. Nos ha dado su vida". Las monjas lo vieron como casi un milagro y se ganaron otras personas que van a verlas rezar.
Hay un convento de descalzas en Tánger. Estuvieron para suprimirlo por la crisis de vocaciones y por la situación que se vive hoy día en el mundo musulmán. Mucha oración y al final no se ha suprimido.
¿Pero qué pasa con las obras de misericordia espirituales? Mandato del Señor a los Apóstoles: “Id y enseñad a todas las gentes lo que yo os he enseñado bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Dice san Pablo: “Ay de mí si no evangelizare".
Los católicos, empezando por sus dirigentes sucesores de los apóstoles tienen terminantemente prohibido enseñar la religión católica, ahora se llama proselitismo y es un grave pecado, lo dice el Papa. ¿Pero qué dice el Señor?
Hace unos años volví a ir a Marruecos, a Tánger. Visité la catedral para asistir a la Santa Misa. Me atendió un cura polaco, Hablaba maravillas del Islam y de los musulmanes. ¡Qué religión tan extraordinaria, qué excelencia de vida, qué revelación…! Bueno, le dije, pero aparte de hacer beneficencia, está aquí para hacer la caridad de enseñar el Evangelio. Por poco me pega y me dijo: da gracias que no está aquí monseñor Agrelo.
Así que no me extraña que con los musulmanes, protestantes o cualquier religión o sistema político, comunismo, socialismo o tendencia sexual o lo que sea, haya una tendencia a no predicar, a dar un perfil muy bajo y a mimetizarse con el paisaje y el paisanaje. ¡Cómo vamos a montar la de Dios es Cristo y Cristo es Dios! ¿Estamos locos? ¡Pues eso! ¿Será que estamos practicando la taqiyya? ¡Señor líbranos!
Los que primero van con la Biblia en la mano son los protestantes en sus diferentes sectas. Serán proselitistas, pero enseñan el Evangelio. Alterado, como hizo Mahoma. Cada poco los meten en la cárcel o los expulsan. Pero allá van. Así al menos conocerán algo diferente sobre Dios.
Comprendo, porque he trabajado seis años con musulmanes, el riesgo mortal para uno y para el musulmán que escucha la Palabra de Dios, de ser matados. Pero el Padre no le pidió permiso al divino Cesar Augusto, ni a Herodes, ni a los sacerdotes del templo, ni a las sectas judías para decidir si tenía que nacer o no su Hijo y quién iba a ser su Madre. Ni el Señor les pidió permiso a los sacerdotes del templo, ni a Herodes, ni a los romanos para su predicación. Ni el Espíritu Santo le pidió permiso, ni se lo pide, ni a tirios, ni a troyanos, ni a los unos, ni a los otros, para que demos testimonio santo del Señor: beneficencia, oración, sacramentos, cumplimiento de los mandamientos, sintetizados en “amaos los unos a los otros como yo os he amado” y enseñanza de su Palabra, la Fe de la Santa Iglesia.
Disculpa esta larga misiva, he intentado hacerte un resumen de la situación religiosa de Marruecos.
Atentamente,
22 comentarios
No podemos dejar de lamentar lo que tan acertadamente dices, Bruno:
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"los eclesiásticos norteafricanos han justificado su propia forma de actuar llegando a la conclusión de que no hay que evangelizar expresamente a los musulmanes"
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, sin recordar que el Papa Francisco ha dicho taxativamente que "proselitar es pecado".
Hay pues "algo podrido en Dinamarca", es tangible.
Porque la respuesta a tu última (y retórica) pregunta es:
NO, NO ES IGLESIA, ES OTRA COSA.
O para más precisar: quienes sostienen esa postura flagrantemente antievangélica son esos de los que dice el Evangelio: "Estaban entre nosotros pero no eran de los nuestros".
Eso me parece que es parte de la solución del gran problema de evangelizar ese mundo refractario al evangelio. Las relaciones familiares y la migración crean redes por las que debería estar corriendo el mensaje de Cristo. Para un lado y para el otro.
Pero si no se hace nada en el norte de África y tampoco en Europa, ¿cómo se puede esperar que no haya más de lo mismo?
Poniendo un ejemplo concreto: Caritas parece olvidarse de la enseñanza evangélica "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios'” (Mt. 4,3-4).
El apostolado, evangelizar, es DEBER OBLIGATORIO.
Me queda como algo conmovedor lo de los niños aproximándose a las monjas para rezar y "ver a Manuel".
Y me parece muy acertado el comentario de Percival, de inculturizar, incluyendo como parte principal la evangelización, a los que ya residen en Europa.
Es verdad que no se busca directamente la conversión de los marroquíes (aunque algunas hay a escondidas), pero no es por miedo a la contradicción o al martirio, es porque lo que estaría en juego es la permanencia misma de la Iglesia en esas tierras. La expulsión de los sacerdotes, religiosos y religiosas que allí viven, que sin duda se produciría en caso de hacer proselitismo, dejaría sin atención espiritual a muchos católicos (en su mayoría subsaharianos) y sin una ayuda material importantísima a muchísimos pobres marroquíes.
La presencia de la Iglesia en Marruecos, la presencia de Jesús sacramentado, la vida contemplativa, las múltiples obras de misericordia que se llevan a cabo, solo son posibles si se respeta la obligación que impone el Estado marroquí de no hacer apostolado con sus súbditos.
La "atención espiritual" que pueda brindar un consagrado que renuncia a obedecer a Cristo en su mandato evangelizador -menudo escándalo-, está necesariamente muy devaluada por el anti-testimonio que ofrece.
"Lo hacen y de un modo impresionante haciendo presente a Jesucristo a través de la caridad."
Eso es exactamente lo que dice el artículo. Y es algo estupendo. Pero eso nunca ha sido suficiente para la Iglesia. Porque Cristo lo mandó clarísimamente: Id y anunciad el Evangelio a todos los pueblos.
"Es verdad que no se busca directamente la conversión de los marroquíes (aunque algunas hay a escondidas), pero no es por miedo a la contradicción o al martirio, es porque lo que estaría en juego es la permanencia misma de la Iglesia en esas tierras. La expulsión de los sacerdotes, religiosos y religiosas que allí viven, que sin duda se produciría en caso de hacer proselitismo, dejaría sin atención espiritual a muchos católicos (en su mayoría subsaharianos) y sin una ayuda material importantísima a muchísimos pobres marroquíes."
Pues eso es lo mismo que podrían haber dicho San Pedro, San Pablo, todos los apóstoles y todos los innumerables mártires que ha tenido la Iglesia a lo largo de los siglos. Lo más razonable era, sin duda, no decir nada, no anunciar el Evangelio, limitarse a vivir cada uno lo suyo pero sin anunciarlo a los demás, ya fuera en el imperio romano, entre los japoneses, en la Rusia soviética, entre los indios del Canadá o en incontables lugares más.
Pero lo que hicieron fue elegir la necedad de la predicación. Y gracias a eso nosotros hoy somos cristianos.
"La presencia de la Iglesia en Marruecos, la presencia de Jesús sacramentado, la vida contemplativa, las múltiples obras de misericordia que se llevan a cabo, solo son posibles si se respeta la obligación que impone el Estado marroquí de no hacer apostolado con sus súbditos"
Nunca respetó la Iglesia esas "obligaciones" que no obligan, porque, ¿de qué sirve que esté presente una Iglesia que ha renunciado a anunciar el Evangelio? Para ayudar a los demás, están las ONGs.
Puedo comprender la debilidad humana y no se me ocurriría criticarla, porque yo también soy débil, pero una debilidad que intenta justificarse, como si lo que hace fuera lo bueno, santo y necesario, eso no. Y cuando critican sin piedad a los que evangelizan (como he oído hacer varias veces con respecto a los protestantes), entonces ya clama al cielo.
Por no hablar de los que terminan convenciéndose de que lo importante es que los musulmanes sean buenos musulmanes, no que conozcan a Cristo, que también los hay.
Saludos.
Ser católico es difícil, más aún, humanamente imposible y sólo posible por la gracia de Dios. Es cierto que nuestra debilidad nos ha hecho evitar el martirio incontables veces, pero otra cosa es convertir eso en principio y doctrina.
En el fondo, es la reacción pelagiana: como no puedo hacerlo por mis solas fuerzas (no he orado, no he ayunado, no he hecho penitencia, no he buscado la ayuda de la gracia de Dios) entonces no puedo hacerlo, y es mejor reconocerlo "honestamente".
O sea, proclamar que las uvas están verdes, a ver si con eso me consuelo un poco.
Saludos cordiales.
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Cierto, pero más bien es una extraña catolicidad: no es católico quien no busca la salvación del prójimo, lo cual se deriva de la segunda parte del Gran Mandamiento de NSJC.
Ya se ha dicho claramente en este portal: eso no es católico pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?
Desde Roma no parecen estar por la labor.
Así que la sujeción de las leyes a los mandatos verdaderos de Cristo es una abominación, pero aceptar sumisamente la obligatoriedad de las mentiras mahometanas en costumbres y gobiernos es algo conveniente para que no nos echen...
Acabado ejemplo del liberal católico, que no sirve para nada más que para barrenar la Iglesia. ¿Dónde está tu defensa de la libertad religiosa ahora, Enrique? ¿Ya no es la libertad lo más importante? ¿Sólo vale para destruir los valores cristianos en los países que un día abrazaron la fe? Léete bien la carta que adjunta Bruno, y te enterarás de verdad de lo que es el islam.
Por mucha retórica, al final el liberalismo no es más que el reconocimiento del triunfo del más fuerte. Todo lo demás palabrería.
Anda, Enrique, cuando tengas un momento, entérate de cuál es el lema oficial del reino de Marruecos, ese cuyas leyes de confesionalidad musulmana crees conveniente acatar.
[...]
Me apena que la discrepancia lleve a algunos comentaristas e incluso a un bloguero de este portal a insultarme. Que Dios os bendiga.
Menos manifestaciones contra su verdadera Patria y mas predicar el Evangelio a los infieles. Aunque claro para este "suseñor" la iglesia es una simple onejeta asistencial, sin otros deberes para con Dios y la verdadera Iglesia,
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