Comentarios sobre el Instrumentum Laboris (IV)
¿Pensabais que me había olvidado del tema? Pues no. ¿Pensabais que os ibais a librar de mi refractaria actitud contraria al optimismo pelagiano? Pues tampoco.
Entramos en la segunda parte del “Instrumentum Laboris” para el próximo sínodo extraordinario.
50. En el compromiso pastoral por la familia se observa una interesante reciprocidad entre la responsabilidad de los pastores y los diversos carismas y ministerios en la comunidad eclesial. Las experiencias más positivas se dan precisamente cuando tiene lugar esta sinergia.
Toda colaboración entre seglares y ordenados es buena. Cada cual en su lugar, ciertamente.
51. Hay respuestas muy similares entre los diversos continentes acerca de la preparación al matrimonio. Encontramos con frecuencia cursos en las parroquias, seminarios y retiros de oración para parejas, en los que también participan como animadores —además de los sacerdotes— parejas casadas de consolidada experiencia familiar.
Los cursos si se dan con frecuencia, prácticamente siempre, pero ¿seminarios y retiros de oración? ¿dónde, cuándo, cómo?
51… En estos cursos, los objetivos son: la promoción de la relación de pareja, con la conciencia y la libertad de la elección; el conocimiento de los compromisos humanos, civiles y cristianos; el reanudar la catequesis de la iniciación profundizando en el sacramento del matrimonio; el estímulo a la participación de la pareja en la vida comunitaria y social.
¿Promoción de la relación con la pareja, cuando ya hay una pareja que se relaciona tanto que se quiere casar? No lo entiendo. Y respecto a las catequesis de iniciación, ¿de verdad que ese elemento aparece en la mayor parte de los cursos prematrimoniales? Me alegraría de que así fuese. Al que yo asistí allá por el año 1999 no había nada de eso.
52. Algunas respuestas señalan la poca atención de los novios prometidos —en muchos casos— a los cursos prematrimoniales. Por este motivo, en numerosos contextos existe la tendencia a promover catequesis diferenciadas: para los jóvenes incluso antes del noviazgo; para los padres de los novios; para las parejas de casados; para las personas separadas; para la preparación al Bautismo; para el conocimiento de los documentos pastorales de los Obispos y del Magisterio de la Iglesia.
Creo que esos contextos están prácticamente ausentes en España. Si en otros lugares se hace, me alegro mucho.
53. Algunas Conferencias Episcopales se quejan de que las parejas a menudo se presentan en el último momento, cuando ya han fijado la fecha de la boda, incluso cuando la pareja presenta aspectos que requerirían una atención especial, como en el caso de la disparidad de culto (matrimonio entre un bautizado y un no bautizado) o de una escasa formación cristiana.
Pues fácil. En esos casos, se les dice que el sacramento del matrimonio es una cosa muy seria y no un mero complemento del matrimonio civil. Y que deben recibir una formación suficiente como para que haya alguna garantía de que se van a casar de verdad y no una pantomima que luego hay que considerar como matrimonio nulo. Si aceptan esas condiciones, bien. Si no, pues no tiene sentido ceder nuestros templos para algo que NO es un matrimonio.
53… Otras Conferencias recuerdan que los itinerarios a la preparación al sacramento del matrimonio han mejorado en las últimas décadas; se ha tratado cada vez más de transformar los “cursos” en “itinerarios”, en los que participen juntos sacerdotes y esposos. Se observa que en los últimos años los contenidos de los programas han sufrido un cambio substancial: se ha pasado de un servicio orientado solamente al sacramento a un primer anuncio de la fe.
Si los novios no son católicos practicantes, es imprescindible una catequesis encaminada a que la fe juegue un papel fundamental en sus vidas. De lo contrario, las posibilidades de fracaso matrimonial crecen exponencialmente.
54… Otro momento importante es ciertamente el coloquio de preparación al matrimonio con el párroco o su encargado; se trata de un momento necesario para todas las parejas de novios. A menudo las respuestas se quejan de que este momento no se utilice suficientemente como una oportunidad para una discusión más profunda y en consecuencia quede en un contexto más bien formal.
La burocratización de cualquier sacramento es una plaga. Es necesario ofrecer a los novios una enseñanza sobre el poder de la gracia para convertir su futuro matrimonio en una fuente de felicidad y comunión con Dios. Si Dios une al hombre y la mujer, solo Dios puede mantener esa unión cuando lleguen las dificultades, que, de eso no cabe duda, siempre llegan.
55. Muchas respuestas explican que en los cursos propuestos se trata de introducir nuevos temas, como la capacidad de escuchar al cónyuge, la vida sexual conyugal, la solución de los conflictos. En algunos contextos, marcados por tradiciones culturales más bien machistas, se pone de relieve la falta de respeto a la mujer, de la que deriva un ejercicio del ser cónyuge no conforme a la reciprocidad entre sujetos de igual dignidad.
Todo hombre que vea a la mujer como un ser “inferior” no debería ser admitido al matrimonio. No siempre se aprecia esa condición en el noviazgo, así que hay que hacer un ejercicio de discernimiento espiritual importante.
57. De las respuestas recibidas se deduce la necesidad de salvaguardar y promover las diversas formas de piedad popular extendidas en los varios continentes para sostener a la familia. A pesar de una cierta disgregación familiar, siguen siendo significativas, como momentos de agregación de la familia, la devoción mariana, las fiestas populares o las de los santos del lugar.
La religiosidad popular tiende a transmitirse en el seno de las familias. Es por tanto un instrumento magnifico, si se consigue purificarla de determinados malos hábitos que todos conocemos.
58. Muchas Conferencias Episcopales han testimoniado que las Iglesias particulares, con su acción pastoral, sostienen la espiritualidad de la familia. De los movimientos de espiritualidad viene una contribución específica a la promoción de una pastoral familiar auténtica y eficaz en nuestro tiempo.
Eso es seguramente cierto en las familias que están integradas en la vida parroquial y diocesana. La cuestión es cómo conseguimos, por gracia, hacer una oferta “atractiva” a los que viven alejados de toda espiritualidad.
59. Un punto clave para la promoción de una pastoral familiar auténtica e incisiva parece ser últimamente el testimonio de la pareja. Todas las respuestas señalan este elemento. Es esencial el testimonio no sólo de coherencia con los principios de la familia cristiana, sino también de la belleza y la alegría que da acoger el anuncio evangélico en el matrimonio y la vida familiar. A su vez, en la pastoral familiar se siente la necesidad de recorrer la via pulchritudinis, o sea, el camino del testimonio cargado de atractivo de la familia vivida a la luz del Evangelio y en constante unión con Dios.
La santidad es contagiosa. Una familia cristiana que ejerce de tal, que rebosa a Cristo por todos sus poros, es polo de atracción para familias con problemas y para jóvenes que quieren formar sus propias familias.
60. Algunas Conferencias Episcopales señalan que, aunque en numerosas áreas geográficas el éxito del matrimonio y la familia ya no se da por descontado, se observa, sin embargo, que los jóvenes nutren una alta estima por los cónyuges que, aun después de muchos años de matrimonio, siguen viviendo una opción de vida marcada por el amor y la fidelidad. Por este motivo, entre otros, en numerosas diócesis se celebran —en presencia de los Obispos— jubileos y fiestas de agradecimiento por los cónyuges con muchos años de casados a sus espaldas. En esta misma dirección, se reconoce el especial testimonio que dan los cónyuges que permanecen al lado de su consorte pese a problemas y dificultades.
No hay cosa más preciosa que asistir a las bodas de plata y de oro de nuestros padres y abuelos. Su testimonio es fuente de gracia. Su ejemplo de fidelidad marca el camino a seguir.
Próximo capítulo “Los desafíos pastorales de la familia".
Luis Fernando Pérez Bustamante