(NCRegister/InfoCatólica) El cardenal, de 64 años, abordó el tema de la ordenación de mujeres, la homosexualidad, la presencia de mujeres en la Iglesia, la obediencia al Papa y el Camino Sinodal alemán en una entrevista con Glas Koncila, una revista católica croata, publicada el 27 de marzo.
«El Papa Francisco no quiere la ordenación de mujeres, y yo soy completamente obediente a eso. Pero la gente sigue discutiéndolo», dijo el cardenal Hollerich.
El cardenal cuestionó la infalibilidad de los documentos papales como Ordinatio Sacerdotalis de San Juan Pablo II, que afirmaba la enseñanza perenne de la Iglesia de que solo los hombres pueden ser ordenados para los órdenes sagrados.
«Es el Santo Padre quien tiene que decidir» si las mujeres pueden ser sacerdotisas, dijo el cardenal Hollerich.
El cardenal agregó que «con el tiempo» un papa podría ir en contra de lo que escribió Juan Pablo II en Ordinatio Sacerdotalis, añadiendo no estaba seguro de que se pudiera llamar infalible.
«Seguramente es una enseñanza verdadera para su tiempo, y no podemos simplemente descartarla. Pero creo que podría haber espacio para expandir la enseñanza, para ver qué argumentos de Juan Pablo II podrían ser desarrollados», dijo.
«Pero por el momento, si el Papa Francisco me dice que no es una opción, no es una opción».
La verdad: enseñanza definitiva e infalible
San Juan Pablo II dejó bien claro en Ordinatio sacerdotalis que la cuestión de la ordenación de mujeres ha sido zanjada definitivamente por el Magisterio de la Iglesia. Lo hizo con las siguientes palabras:
4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
A pesar de la claridad de las palabras de San Juan Pablo II, todavía hubo quien planteó dudas sobre el carácter definitivo e infalible de esta doctrina. La Congregación para la Doctrina de la Fe volvió a confirmar la fe católica sobre esta materia:
Congregación para la Doctrina de la Fe. Respuesta a la duda propuesta sobre la doctrina de la Carta Apostólica "Ordinatio sacerdotalis"
Pregunta: Si la doctrina que debe mantenerse de manera definitiva, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.
Respuesta: Sí.
Esta doctrina exige un asentimiento definitivo, puesto que, basada en la Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Lumen gentium, 25,2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.El Sumo Pontífice Juan Pablo II, durante la Audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto, ha aprobado la presente Respuesta, decidida en la Reunión ordinaria de esta Congregación, y ha ordenado su publicación.
Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de octubre de 1995, en la fiesta de los Santos Simón y Judas.
Joseph Card. Ratzinger
Prefecto
Tarcisio Bertone
Arzobispo emérito de Vercelli
Secretario
Pretende que no se conocía la homosexualidad en tiempos apostólicos
La semana pasada, el cardenal Hollerich dejó la presidencia de la Comisión Episcopal Europea (COMECE), cargo que ocupaba desde 2018. El 7 de marzo, el papa Francisco le nombró miembro de su «consejo de cardenales» asesores (G-9).
En la entrevista, se le preguntó al cardenal si su nombramiento era un signo de la confianza del Papa Francisco en él en un momento en que a muchos católicos les resulta difícil confiar en el Papa.
El cardenal Hollerich respondió:
«Es muy difícil ser católico sin obediencia al Papa. Algunas personas muy conservadoras siempre han predicado la obediencia al Papa, siempre y cuando el Papa dijera las cosas que ellos querían oír. El Papa dice cosas que también son difíciles para mí, pero las veo como una oportunidad para la conversión, para convertirme en un cristiano más fiel y más feliz».
El cardenal luxemburgués también comentó la homosexualidad, diciendo: «Cuando se hizo la enseñanza de la Iglesia, el término homosexualidad ni siquiera existía».
De forma incríble, y en contra de todo lo que se conoce por la historia, el purpurado jesuita afirmó que en la época en que San Pablo escribía sobre la impermisibilidad de la sodomía, «la gente no tenía ni idea de que podía haber hombres y mujeres atraídos por el mismo sexo», y «la sodomía se veía entonces como algo meramente orgiástico, propio de personas casadas que entretenían a esclavos por lujuria personal.»
«Pero, ¿cómo se puede condenar a personas que no pueden amar más que al mismo sexo? Para algunos de ellos es posible ser castos, pero llamar a otros a la castidad parece como hablarles en egipcio», dijo.
El cardenal Hollerich añadió que a las personas sólo se les puede exigir una conducta moral soportable «en su mundo».
«Si les pedimos cosas imposibles, las desanimaremos. Si decimos que todo lo que hacen es intrínsecamente malo, es como decir que su vida no tiene valor», afirmó. «Muchos jóvenes vinieron a mí como padre y me hablaron de ser homosexuales. ¿Y qué hace un padre? ¿Los echa o los abraza incondicionalmente?».
Lo cierto es que la Escritura es clara. Dios no pide imposibles, y por su gracia ayuda a soportar las tentaciones:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
1 Cor 10,13Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
Heb 2,18
Por su parte, el apóstol San Juan indica que no se puede ser cristiano y a la vez vivir constantemente en pecado:
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él
1 Jn 3,8-9
Y el apóstol San Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, señala la incompatibilidad entre ser cristiano y llevar una vida de pecado, indicando incluso que no se debe aceptar a quienes hacen tal cosa dentro de la propia Iglesia:
Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.
1 Cor, 5,9-11
El cardenal también dijo que encuentra «la parte de la enseñanza que llama a la homosexualidad 'intrínsecamente desordenada' un poco dudosa».
«Aún así, tenemos que aceptar a todas las personas y hacerles sentir el amor de Dios. Si lo sienten, estoy seguro de que cambiará algo en su corazón», añadió.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que la homosexualidad «ha tomado una gran variedad de formas a través de los siglos y en diferentes culturas». Continúa diciendo que «basándose en la Sagrada Escritura, que presenta los actos homosexuales como actos de grave depravación, la tradición ha declarado siempre que 'los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados'. Son contrarios a la ley natural» (2357).
Al cardenal Hollerich también se le pidió que comentara la idea de que existe una espiritualidad «afeminada» en la Iglesia y que podría ser la causa del descenso de las vocaciones sacerdotales durante la última década, a lo que respondió: «Los chicos y los hombres desaparecen en todo sistema que no tenga en cuenta las diferencias psicológicas».
Y añadió: «Mirando a la Iglesia, si la mayoría de nuestros catequistas son mujeres, catequizarán de forma femenina, lo que alejará a algunos de los chicos. Si es demasiado suave, no les gustará. Hemos hecho caso omiso de estas diferencias y, en ese sentido, nos hemos feminizado mucho.»