Francisco pretende que «el verdadero tomismo es el de Amoris Laetitia»

Lo cierto es que manipula el magisterio de Santo Tomás

Francisco pretende que «el verdadero tomismo es el de Amoris Laetitia»

En un discurso dirigido a los participantes en el congreso de teología moral organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana con motivo del año dedicado a Amoris Laetitia, el papa Francisco ha advertido contra un «retroceso» - «ya sea por miedo, por falta de imaginación o por falta de coraje»- que actualmente «hace tanto daño a la Iglesia». Y refiriéndose a su Exhortación Apostólica de 2016, ha asegurado que «el verdadero tomismo es el de Amoris laetitia». La realidad es que manipula las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino.

(CNAd/InfoCatólica) Aunque es necesario «volver a las raíces», dijo el pontífice, porque sin ellas «no podemos dar un paso adelante», al mismo tiempo «debemos avanzar».

Ir hacia atrás «no es cristiano». Este retroceso, dijo, significa «retroceder para tener una protección, una seguridad, para evitar el riesgo de ir hacia adelante, el riesgo cristiano de llevar la fe, el riesgo cristiano de recorrer el camino con Jesucristo. Y eso es un riesgo».

Especialmente en la teología moral, dijo, hay «una conversión con propuestas casuísticas, y la casuística que creía enterrada bajo siete metros reaparece como una propuesta -un poco velada: 'Hasta aquí puedes, hasta aquí no puedes, aquí sí, aquí no'».

¿Tomismo decadente o verdadero tomismo?

El Pontífice indica que «el pecado de la regresión» consiste en tratar de reducir la teología moral a la casuística:

«La casuística ha sido superada. La casuística fue la base del estudio de la teología moral para mí y mi generación. Pero es propio del tomismo decadente».

«El verdadero tomismo es el de Amoris laetitia» asegura Francisco, «el que tiene lugar allí, está bien explicado en el Sínodo y es aceptado por todos. Es la enseñanza viva de Santo Tomás la que nos lleva a avanzar con riesgo pero en obediencia. Y esto no es fácil. Por favor, tengan cuidado con este atraso, que es una tentación actual incluso para ustedes como teólogos morales».

La verdad sobre Amoris Laetitia

La afirmación de que Amoris Laetitia es un documento tomista no se corresponde con la verdad -de hecho es exactamente lo contrario- y ha sido refutada en varias ocasiones. El sacerdote dominico y teólogo moral Basil Cole escribió para el National Catholic Register en 2016:

«La enseñanza de Santo Tomás de Aquino es clara: Una persona que no tiene la intención de cambiar su vida y abandonar el pecado público -incluyendo las relaciones sexuales con una persona que no es el cónyuge sacramental- no debe recibir la Sagrada Comunión ni la absolución, porque [el pecado público] es un pecado de escándalo por el que se hace pecar a otros.

Y como señaló en su día el P. José María Iraburu en su blog Reforma o apostasía:

Invocar la enseñanza de Santo Tomás sobre las virtudes eventualmente no-operativas, con el fin de atenuar o eximir de culpa a las parejas «irregulares» que no logran salir de su situación objetivamente pecaminosa –adúlteros crónicos, uniones homosexuales, etc.– es un error. La doctrina de Santo Tomás, que es la católica, exime de culpa a quien no puede ejercitar cierta virtud en las obras buenas que son su objeto propio, debido a impedimentos externos a su voluntad. Pero el texto aducido en la Exhortación se refiere a situaciones «irregulares», en las que la persona se ejercita pertinazmente en obras malas –adulterio, unión homosexual, etc.–. 

La única interpretación posible de Amoris Laetitia según el propio papa Francisco permite a los divorciados vueltos a casar civilmente, a los que Cristo califica de adúlteros, recibir la comunión en determinados casos. Sin embargo san Juan Pablo II afirma en la encíclica Veritatis Splendor:

En el caso de los preceptos morales positivos, la prudencia ha de jugar siempre el papel de verificar su incumbencia en una determinada situación, por ejemplo, teniendo en cuenta otros deberes quizás más importantes o urgentes. Pero los preceptos morales negativos, es decir, los que prohiben algunos actos o comportamientos concretos como intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción legítima; no dejan ningún espacio moralmente aceptable para la creatividad de alguna determinación contraria. Una vez reconocida concretamente la especie moral de una acción prohibida por una norma universal, el acto moralmente bueno es sólo aquel que obedece a la ley moral y se abstiene de la acción que dicha ley prohíbe.
VS 67

El resto del Magisterio de san Juan Pablo II, así como el de Benedicto XVI, excluye la posibilidad de que los adúlteros comulguen. En la exhortación apostólica Familiaris Consortio de San Juan Pablo II se lee:

La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.

La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos»
Familiaris Consortio 83

Y Benedicto XVI indica en Sacramentum Caritatis:

El Sínodo de los Obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura (cf. Mc 10,2-12), de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía...

.... se ha de evitar que la preocupación pastoral sea interpretada como una contraposición con el derecho. Más bien se debe partir del presupuesto de que el amor por la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la pastoral: en efecto, la verdad nunca es abstracta, sino que «se integra en el itinerario humano y cristiano de cada fiel ». Por esto, cuando no se reconoce la nulidad del vínculo matrimonial y se dan las condiciones objetivas que hacen la convivencia irreversible de hecho, la Iglesia anima a estos fieles a esforzarse por vivir su relación según las exigencias de la ley de Dios, como amigos, como hermano y hermana; así podrán acercarse a la mesa eucarística, según las disposiciones previstas por la praxis eclesial.
Sacramentum Caritatis, 29

Y esto enseña el concilio de Trento:

Cap. XI del Decreto sobre la justificación.
De la observancia de los mandamientos, y de cómo es necesario y posible observarlos. Pero nadie, aunque esté justificado, debe persuadirse que está exento de la observancia de los mandamientos, ni valerse tampoco de aquellas voces temerarias, y prohibidas con anatema por los Padres, es a saber: que la observancia de los preceptos divinos es imposible al hombre justificado. Porque Dios no manda imposibles; sino mandando, amonesta a que hagas lo que puedas, y a que pidas lo que no puedas; ayudando al mismo tiempo con sus auxilios para que puedas; pues no son pesados los mandamientos de aquel, cuyo yugo es suave, y su carga ligera.

Y:

Si alguno dijere que es imposible al hombre aun justificado y constituido en gracia, observar los mandamientos de Dios; sea excomulgado.
Canon XVIII sobre la justificación

Y la Escritura enseña igualmente que:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla.
1ª Cor 10,13

Y:

porque Dios es quien obra en vosotros el querer y el actuar conforme a su beneplácito.
Fil 2,13

Por tanto:

1- No hay excepciones a la hora de cumplir los mandamientos de Dios. Cualquier incumplimiento es moralmente inaceptable.

2- No es imposible para el cristiano cumplir los mandamientos de Dios.

3- Dios mismo, por medio de su gracia, hace que el cristiano pueda serle fiel cumpliendo sus mandamientos.

Todo ello pretende ser anulado por Amoris Laetita, especialmente en su punto 301, que dice así:

Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.

Donde la Biblia, la Tradición y el Magisterio decían que no hay excepciones al cumplimiento de los mandamientos de Dios, pues Dios mismo ayuda a cumplirlos, Amoris Laetitia indica que sí hay excepciones en las que el cristiano no puede hacer lo que Dios le concede hacer. Ni Santo Tomás ni ningún otro santo, padre de la Iglesia, doctor de la Iglesia, concilio ecuménico o Papa puede ser usado para defender la enseñanza heterodoxa de esa exhortación apostólica del papa Francisco.

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