(InfoCatólica) El purpurado holandés explica en el libro cómo se hundió la fe católica en su país el siglo pasado:
«El 9 de octubre de 1947, para ser precisos, un grupo de nueve personas – laicos y sacerdotes – se reunió en el Seminario menor de la archidiócesis de Utrecht para discutir los cambios inquietantes que se observaban entre los católicos de todo el país. Los resultados de ese encuentro fueron publicados en un libro con un título significativo: “Onrust in de Zielzorg” [“Fermento en el cuidado de las almas”]. Constataron una fatiga de la pastoral, y vieron que el vínculo entre los católicos y la Iglesia ya no se fundamentaba en los contenidos de la fe, sino en algo de tipo social. Se visualizaba la fe como un conjunto de mandamientos y un sistema de verdades abstractas que no afectaban a la vida cotidiana. La pertenencia a la Iglesia era en esencia una cuestión comunitaria: se iba a la escuela básica católica, después a la escuela secundaria, se era miembro de asociaciones católicas, sobre todo en el campo deportivo y en el escoutismo. Se era católico por motivos de pertenencia social, porque se crecía en estructuras católicas, no en base a una fe vivida»
Es por ello, añade: que «la Iglesia holandesa, con su unidad basada en los vínculos sociales más que en la fe verdadera, no pudo soportar cambios culturales tan radicales como los de los años 60»
El cardenal relata también cómo los partidos políticos confesionalmente cristianos, tanto católicos como protestantes, fueron perdiendo fuerza en el parlamento. Hasta 1967 fueron mayoría. En la actualidad, solo son 27 de 150 diputados. Y aun así, la presencia de dos de esos partidos en la coalición de gobierno ha impedido que la ley de eutanasia/suicidio asistido se radicalice de tal forma que se pueda suicidar quien quiera sin tener enfermedad alguna, simplemente por no querer seguir viviendo.
En cuanto a la Iglesia universal, el prelado holandés da su parecer:
«Una de las intenciones del Concilio Vaticano II era que la Iglesia se abriera a la sociedad, cosa que hizo, pero por su parte la sociedad no se abrió a la Iglesia. Peor aún, la ha expulsado de la vida pública. Además la Iglesia ha caído en una de las más profundas crisis de fe de su historia y no se encuentra hoy en la mejor posición para transmitir la fe a la sociedad. Muchos laicos y muchos pastores están confundidos respecto a los contenidos de la fe. Sólo después de haber puesto en orden la casa propia la Iglesia será nuevamente capaz de evangelizar al mundo».
El cardenal Eijk descarta un cisma y cree que el recambio generacional solucionará la crisis:
«Muchos hablan del peligro de un cisma, pero pienso que no lo habrá. Pienso más bien que en muchas partes del mundo sucederá lo que ya sucedió con nosotros en Holanda. Hubo una sanación silenciosa a través del recambio generacional. […] Porque, en última instancia, ¿quiénes permanecen en la Iglesia? Prácticamente ya no están los sacerdotes y laicos de 1968, de aquellos años de confusión y con ideas ultra progresistas. En Holanda todavía están los que creen, oran y tienen una relación personal con Cristo».
Con información de Settimo Cielo