Las distintas iniciativas que pretenden desbancar al matrimonio “tradicional”, suelen presentarlo como algo absurdo y arbitrario, casi un error nefasto que se ha impuesto dogmáticamente y del cual por fin podemos liberarnos. Sin embargo, al mismo tiempo que se lo critica, en el fondo se busca imitarlo, al menos en parte. Así, la regulación de las uniones de hecho pretende otorgarles un estatuto jurídico similar al matrimonio, y en el caso del llamado matrimonio homosexual, se intenta hacerlo más “inclusivo”.
Mas, ¿por qué, si por un lado se critica tanto al matrimonio, por otro pretende imitárselo o usarlo como “paraguas” para otros eventos que no se acomodan a su estructura “tradicional”? En realidad, si fuera una situación tan absurda, sencillamente se la sustituiría por algo completamente distinto. Esto demuestra que el matrimonio no es una institución tan errada ni dogmática como se pretende.
Insistimos: ¿por qué no se sustituye su andamiaje jurídico por algo absolutamente diferente? La respuesta parece ser que dada nuestra realidad, o si se prefiere, en atención a la más íntima naturaleza humana, no cabe otra forma de enfrentar o intentar enfrentar un cúmulo de necesidades del hombre mismo, tal como no podemos vivir sin alimento, agua o aire. Pero ¿cuál es esta realidad tan evidente?
A nuestro juicio, esta realidad apunta en primer lugar, a la necesaria procreación de la especie humana para que ésta no se extinga, lo que dada nuestra naturaleza sexuada, obliga a la unión entre personas de distinto sexo; mas como se sabe, la tarea no termina sólo engendrando, sino que luego de ese paso decisivo, comienza una larga etapa de educación y formación de esos hijos –lo que desde su perspectiva, viene a ser un derecho–, hijos que son el futuro de cualquier sociedad, lo que hace que exista un especial interés público por su cuidado. A esto se añade el genuino amor humano entre hombre y mujer, quienes encuentran en el otro un “compañero de viaje” en esta vida, con quien proyectarse como personas, junto a los hijos, cuando los hay.
Y es esto, precisamente, lo que poco a poco ha acabado regulando el vilipendiado matrimonio, que sencillamente, busca dar un marco jurídico estable para que este aspecto tan fundamental de la vida individual y social pueda llevarse a cabo, imponiendo las obligaciones y derechos correspondientes. Ello explica que pese a criticarlo, siempre se busque imitarlo, porque en el fondo, es una realidad ineliminable para el ser humano.
En consecuencia, si podemos comprender su razón de ser (con lo que queda claro qué es matrimonio y qué no), ¿por qué se lo sigue criticando tanto y al mismo tiempo se busca imitarlo (porque en ambas situaciones se lo “copia” de alguna manera), ya sea con una institución de peor calidad, ya sea deformándolo?
Max Silva Abbot
Publicado originalmente en Viva Chile