¿Por qué debemos obedecer los Mandamientos de la Iglesia?
Antes de narrarnos las tentaciones del Señor, el Evangelio del I Domingo de Cuaresma resalta que: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto” (Lc. 4, 1). Nos muestra el Señor lo importante que es para el combate contra el demonio el Bautismo que nos llena del Espíritu Santo. “El don de la gracia eleva al hombre para cosas que están por encima de su naturaleza.” (Sto. Tomás de Aquino, “Suma Teológica”, 2-3, q. 171, a. 2 ad 3).
Nos exhorta el Ven. Papa Juan Pablo II en una homilía de Adviento que se puede aplicar muy bien también a la Cuaresma:
“Comprometeos a vivir en gracia. Jesús ha nacido en Belén precisamente para esto: para revelarnos la verdad salvífica y para darnos la vida de la gracia. Comprometeos a ser siempre partícipes de la vida divina injertada en nosotros por el Bautismo. Vivir en gracia es dignidad suprema, es alegría inefable, es garantía de paz, es ideal maravilloso y debe ser también preocupación lógica de quien se llama discípulo de Cristo. […]
“Y si por debilidad de la naturaleza humana se ha perdido la vida divina a causa del pecado grave, entonces Navidad debe significar el retorno a la gracia mediante la confesión sacramental, realizada con seriedad de arrepentimiento, de propósitos. Jesús viene también para perdonar; el encuentro personal con Cristo es una conversión, un nuevo nacimiento para asumir totalmente las responsabilidades propias de hombre y de cristiano.” (“Homilía a los universitarios”,18-XII-1979).
Una gran responsabilidad de los católicos es obedecer los Mandamientos de Dios y de la Iglesia. Suele quedar muy claro la importancia de cumplir los 10 Mandamientos de Dios y el Nuevo Mandamiento que nos dio el Señor. Pero, ¿por qué debemos los católicos obedecer también los Mandamientos de la Iglesia? ¿No es suficiente obedecer los otros mandamientos?