Las estrategias del demonio tentador, a cámara lenta

Cuando todavía estamos al comienzo de la Cuaresma y el Evangelio del I Domingo de Cuaresma nos muestra que Jesús: “Era tentado por el demonio” (Lc. 4, 2), conviene recordar los “Engaños del demonio para hacernos pecar” y las estrategias del demonio puestas en práctica y examinadas paso a paso.

En “La teología de la perfección cristiana”, el P. Antonio Royo Marín comenta:

“Quizás en ninguna otra página de la Sagrada Escritura se muestra con tanta claridad la estrategia del demonio como un tentador como en la conmovedora descripción de la tentación de Eva, que resultó en la ruina de toda la humanidad. Examinemos la narración bíblica y saquemos de ella algunas importantes conclusiones.” (Parte III, Cap. 3)

Esas conclusiones nos ayudan a reconocer tentaciones cuando se avecinan y a meditar nuestras reacciones a las tentaciones para evitar los mismos errores que Eva.

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Parte III, Capítulo 3 en “La teología de la perfección cristiana” por el P. Antonio Royo [Traducción mía de una copia en inglés]

La estrategia del tentador

“[…] aunque en ciertas ocasiones el ataque ocurre de repente y sin aviso, otras veces el demonio se insinúa clandestinamente, no proponiendo el objeto de su tentación de una vez, sino conduciendo hacia él por medio de una conversación con el alma.

“De esta forma le dijo a la mujer: ‘¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de lso árboles todos del paraíso?’ (Gen. 3, 1) Todavía no tienta a la mujer, pero la conversación ya está por la zona del asunto que tiene en mente. Sus tácticas son las mismas hoy como siempre. A las personas particularmente inclinidadas a la sensualidad o a las dudas contra la fe, preguntará en términos generales y sin incitarles todavía al mal, respecto al problema de la religión o de la pureza: “¿Es verdad que Dios exige el consentimiento ciego de tu intelecto o la represión completa de todos tus apetitos naturales?”

“Si el alma se da cuenta de que simplemente el hacer la pregunta representa un peligro, se negará a conversar con el tentador, y tornará sus pensamientos e imaginación a otros asuntos. Entonces la tentación se desbarata en su más temprano momento, y se gana una fácil victoria. El tentador se retira en desgracia. Pero si el alma entra imprudentemente en la conversación con el tentador, se expone al gran peligro de sucumbir.

“Éste fue el error de Eva: “Y respondió la mujer a la serpiente: ‘Del fruto de los árboles del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: ‘No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir’. (Gen. 3, 2-3)

“El alma reconoce que Dios le prohibe estríctamente hacer esa acción, darle vueltas a esa duda, levantar ese deseo, o animar ese pensamiento. El alma no desea desobedecer a Dios, pero está perdiendo el tiempo recordando que no debería hacerlo. Cuánto más sencillo sería si nunca tuviera que recordar sus obligaciones morales, sino que pudiera destruir la tentación en el comienzo, sin molestarse midiendo las razones por las cuales lo debería de hacer.

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“El alma ha cedido terreno al enemigo, y ahora el enemigo reúne sus fuerzas para hacer un ataque directo: ‘Y dijo la serpiente a la mujer: ‘No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’” (Gen. 3, 4-5)

“El demonio presenta una posibilidad encantadora. Detrás del pecado se esconde una felicidad inefable. No sugeriría a nuestra alma que será como Dios, pero nos dice que el alma será feliz si se abandona una vez más al pecado. “En cualquier caso”, añade el tentador: “Dios es infinítamente misericordioso y te perdonará fácilmente. Disfruta la fruta prohibida una vez más. No te vendrá mal. ¿No recuerdas tus experiencias pasadas, lo grande que fue tu placer entonces y lo fácil que fue alejarse del pecado arrepintiéndote de inmediato?”

“Si el alma da oídos a estas insinuaciones diabólicas, está perdido. Todavía hay tiempo para retirarse, porque la voluntad todavía no ha dado su consentimiento, pero si el alma no termina esta conversación, está en peligro próximo de caer. Sus fuerzas se debilitan gradualmente, las gracias de Dios están perdiendo su intensidad, y el pecado se presente más y más deseable y fascinante.

“Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él saiduría” (Gen. 3, 6). El alma comienza a vacilar y a perturbarse profundamente. El alma no desea ofender a Dios, pero la tentación es tan atractiva que una batalla violenta resulta y a veces se prolonga por un largo período de tiempo. Si el alma, en su supremo esfuerzo y bajo la influencia de una gracia actual (del que es indigno por su imprudencia), decide permanecer fiel a su deber, será básicamente victorioso; pero sus fuerzas están perturbadas, y tiene pecado venial sobre su conciencia (un pecado de negligencia, medio-consentimiento o vacilación ante el mal). Pero con demasiada frecuencia, un alma que vacila hasta este punto, tomará el paso fatal hacia el pecado mortal.

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“Y tomó de su fruto y comió, y dio también de él a su marido, que también con ella comió.” (Gen. 3, 6). El alma ha sucumbido a la tentación. Ha cometido pecado, y con frecuencia, por escándalo o complicidad, ha causado que otros pequen.

“¡Qué diferente encuentra el alma el pecado comparado con lo que el demonio le sugirió! En cuando el pecado se comete, el alma experimenta una gran decepción que lo mete en la miseria y en el vacío más oscuro. “Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron uns ceñidores” (Gen. 3, 7) El pobre alma es ahora consciente del hecho de que ha perdido todo. Está completamente desnudo ante Dios, sin gracia santificante, sin las virtudes infusas, sin los dones del Espíritu Santo, sin la morada interior de la Trinidad. Ha perdido todos los méritos que ha ganado a lo largo de toda su vida. Ha habido una muerte instantánea de la vida supernatural, y todo lo que queda es la amarga decepción y la risa burlona del tentador.

“Inmediatamente el alma oye la terrible voz de la conciencia que le reprocha el pecado que ha cometido. “Oyeron al Señor Dios que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron del Señor Dios el hombre y su mujer, en medio de la arboleda del jardín. Pero llamó el Señor Dios al hombre, diciendo: ‘¿Dónde estás?’” Esta pregunta, que la conciencia del pecador también formula, no tiene respuesta. Lo único que puede hacer el pecador es caerse de rodillas y pedir el perdón de Dios por su infidelidad y aprender de la triste experiencia cómo resistir al tentador en el futuro desde el primer momento, eso es, desde la primera insinuación, cuando la victoria es fácil y el triunfo asegurado bajo la mirada amorosa de Dios.”

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Que el Señor nos ayude esta Cuaresma a luchar contra las tentaciones del demonio desde el primer momento.

[Imagen de Wikimedia Commons: Eva y serpiente (Peter Schmelzle)]

Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Hay alguna parte de la disección de la tentación de Eva por el P. Royo Marín que le será de particular ayuda? ¿Hay algo más que cree se puede aprender de la tentación y caída de Eva?

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