22.05.18

(494) Evangelización de América –37. México. Guadalupe y Juan Diego (II)

Virgen de Guadalpue

–«Lo bueno, si breve, dos veces bueno», dice un refrán muy antiguo.

–Más antiguo es el de Jesús: «No dar lo santo a los perros».

Dejamos a Juan Diego, después de su primer encuentro con la Virgen María en el cerro Tepeyac, caminando derecho a México, según Ella le había mandado, para hablar con el Sr. Arzobispo. Y seguimos leyendo aquellos diálogos asombrosos entre la Virgen María, una doncella jovencita, y Juan Diego, vecino de un pueblo próximo a la capital, viudo de 57 años… ya un anciano, en aquellos tiempos.

 

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15.05.18

(493) Evangelización de América –36. México. Guadalupe y Juan Diego (I)

Virgen de Guadalupe

–¿Y nos va a transcribir el relato completo de las apariciones de la Virgen en Guadalupe? Es muy largo.

–Tranquilo. Lo voy a dar íntegro, con el favor de Dios, pero en atención a gente como usted, lo daré en cómodos plazos.

–Canonización de San Juan Diego, testigo de la Virgen de Guadalupe

    Las maravillas de gracia que recibió en Guadalupe (1531) el indio Juan Diego (1474-1548), muy poco después de la primera evangelización de México, constituyen una de las apariciones de la Virgen más hermosas y ciertas de la historia de la Iglesia. Su historicidad se fundamenta principalmente en la santidad del testigo vidente y oyente, Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Beatificado por San Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990, fue canonizado como santo por el mismo Papa en la ciudad de México el 31 de julio de 2002. La homilía que predicó en la Misa es preciosa. 

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5.05.18

(492) Evangelización de América –35. México. Santos indios mexicanos

Niños mártires de Tlaxcala

–Perdone, pero los que cita no todos son santos canonizados, pues algunos son beatos.

–Pero los cristianos beatificados por la Iglesia son personas santas ¿no?… Pues eso.

 

–Precocidad de la santidad cristiana en México

Ya hemos referido cómo en 1520, antes de la conquista de México, los cuatro señores de Tlaxcala –siendo uno de ellos, Xicohtencatl–, apadrinados por Hernán Cortés, recibieron el bau­tismo. También sabemos que, llegados en 1524 los franciscanos a la ciudad de México, en seguida Fray Martín de Valencia, que permaneció en la capital con cuatro frailes, envió a los otros doce, de cuatro en cua­tro, a fundar casas en Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo. Y conoce­mos también que el padre Motolinía estuvo de guardián en la ciudad de Tlaxcala de 1536 a 1539, cuando, según él informa, ya «hay en ella [además del convento franciscano] un buen hospital y más de cincuenta iglesias pequeñas y medianas, todas bien aderezadas» (III,16, 435). Pues bien, de ese tiempo procede esta historia, bien significativa, que él re­fiere:

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1.05.18

(491) Evangelización de América –34 México. La destrucción de ídolos y templos

Templo de Kukulkán, Yucatán, México

–Gran error.

–Perdónalo, Señor, que no sabe lo que dice. [Lo que es el atrevimiento de la ignorancia]

 

–La destrucción de ídolos y templos

Este grave tema fue estudiado por el jesuita Constantino Bayle (1882-1953) en Los clérigos y la extirpación de la idolatría entre los neófitos ameri­canos, y por el franciscano Pedro Borges (1929-2008) en La extirpación de la idolatría en Indias como método misional (siglo XVI). Aquí lo consideraremos nosotros en la primera evangelización de México.

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19.04.18

(490) Evangelización de América –33 México. Primeros misioneros franciscanos

Franciscanos primeros en México

–Eran verdaderos gigantes espirituales.

–Nosotros, a su lado, somos enanos. Prueba de ello es que los ignoramos, e incluso los criticamos, pensando que su «misionología» era tosca y misérrima, comparada con la nuestra actual.

 

Debemos recordar algunos nombres muy señala­dos entre los franciscanos primeros que evangelizaron México, junto con otros religiosos, principalmente dominicos y agustinos. Debemos hacerlo. Seríamos con Dios unos ingratos si no celebráramos su bondad santificante haciendo memoria de sus grandes obras. Y los católicos mexicanos serían más ingratos todavía si aceptaran ignorar a sus padres en la fe… Lean, lean lo que sigue, que les hará mucho bien: el bien que hace la lectura de vidas de santos.

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