La Opción Benito: la propuesta de la que todos hablan en Estados Unidos
Hace ya algún tiempo me hice eco del debate que en los Estados Unidos se había generado acerca de la llamada “Opción Benito” (Benedict Option), la propuesta de Rod Dreher sobre cómo deberíamos los cristianos orientar nuestra presencia en la vida pública y nuestro modo de vivir nuestra fe comunitariamente en las nuevas circunstancias marcadas por un Estado cada vez más invasivo y dispuesto, como anhelaba Hillary Clinton, a usar su fuerza coactiva para acabar con los “prejuicios religiosos”. Aunque este tipo de debates siempre adolecen de una debilidad, que consiste en que no hay un solo modo, sino muchos, en que los cristianos podemos legítimamente responder a este reto (y así han aparecido defensores de la Opción Francisco, la Opción Domingo, la Opción Escrivá, haciéndose eco de San Francisco de Asís, de Santo Domingo de Guzmán, de San Josemaría Escrivá), creo que nos ayudan a comprender mejor el mundo que vivimos y nos hace reflexionar sobre las implicaciones de nuestra fe.
La reciente publicación de un libro del mismo Dreher titulado The Benedict Option ha reavivado el debate, que se ha convertido en un tópico habitual en los Estados Unidos, ha alcanzado la prensa generalista y protagoniza debates públicos. Mi intención de escribir algo sobre el tema se ha ido demorando por una sencilla razón: no pasa día sin que aparezca una nueva aportación al debate y estar al día del mismo se ha convertido en una tarea ciclópea. Así que he optado por asumir que nunca conseguiré leerlo todo sobre la Opción Benito… pero sí lo suficiente para ponerles al día sobre lo que se cuece en los círculos intelectuales católicos norteamericanos.
Empezando por la propuesta de Dreher (por cierto, un antiguo católico que a raíz de lo que vio, como periodista de investigación, sobre el modo en que se habían gestionado los casos de abusos sexuales en la Iglesia católica en los Estados Unidos, se pasó a la Iglesia ortodoxa), que podemos resumir así: del mismo modo que san Benito abandonó una sociedad que colapsaba en el siglo VI, los cristianos estadounidenses deben responder al colapso civilizatorio actual concentrando sus esfuerzos en construir comunidades alternativas que vivan con intensidad y consecuentemente su fe. Estas comunidades pueden ser grupos de cristianos que vivan cerca los unos de los otros y se reúnan en torno a una iglesia, o nuevas comunidades religiosas, o nuevas escuelas o grupos de familias que se ayuden las unas a las otras…
La propuesta de Dreher se inspira en la obra de Alasdair MacIntyre, Después de la virtud, publicada en 1981, que incluye una comparación entre nuestros tiempos y los del colapso final del Imperio Romano de Occidente, cuando los cristianos dejaron de intentar arreglar la sociedad y el gobierno romanos y se dedicaron a construir nuevas comunidades en las que vivir en coherencia con su fe durante la edad oscura que se les venía encima. Según MacIntyre hemos llegado al mismo punto, sólo que los bárbaros ahora no vienen de más allá del limes, sino que ocupan nuestras universidades y promulgan nuestras leyes. Los cristianos somos así más conscientes de nuestra condición de exiliados en nuestra propia tierra. El subtítulo del libro de Dreher es muy expresivo: “Una estrategia para los cristianos en una nación post-cristiana“.
La cultura en que vivimos, no sólo cada vez más alejada, sino cada vez más enfrentada a la fe cristiana, es al mismo tiempo cada vez más expansiva e intolerante y nos presiona con fuerza para que acomodemos nuestra fe a sus parámetros, algo que muchos cristianos, y en especial infinidad de clérigos, están ávidos de hacer. Dreher rechaza esta acomodación al mundo, pero también rechaza el enfoque primordialmente político que él considera que han tenido las “guerras culturales” y que habrían puesto todas sus esperanzas en, por ejemplo, elegir un determinado candidato a la presidencia del país, dejando de lado la tarea de elaborar una cultura alternativa y comunidades en las que ésta fuera una realidad.
Por lo que he ido leyendo, hay bastante acuerdo en cuanto al diagnóstico. Como ha escrito Luma Simms, la salvación no viene de la política, nuestra cultura ha colapsado y los cristianos asumen cada vez más acríticamente la cultura anticristiana hegemónica. El problema surge cuando se aborda la mejor respuesta a esta situación. La Opción Benito opta por una cierta retirada de la batalla política (y aquí aparecen importantes gradaciones y matices) para concentrarnos en la creación de pequeñas comunidades en las que poder sobrevivir durante los nuevos tiempos oscuros que nos ha tocado vivir. ¿Cuáles son las objeciones a esta propuesta?
- Adam J. Deville percibe un cierto fatalismo, un determinismo derrotista que nos hace pensar que todo está perdido y que en vez de luchar en “batallas políticas que no se pueden ganar", anima a los cristianos a construir una especie de nueva “arca". Deville sostiene que un mínimo conocimiento de la historia nos lleva a desconfiar de los análisis deterministas. No es la primera vez que cuando todo parecía perdido, la Iglesia ha renacido con mayor fuerza.
- El mismo Deville también acusa a Dreher de que su propuesta consiste en una mera operación de marketing: “hay muchos católicos que conozco -escribe- que llevan haciendo lo que Dreher ha empaquetado junto desde hace décadas y sin tanta fanfarria”. Una crítica que, no obstante, iría destinada al autor, pero que viene a reforzar, de ser cierta, su propuesta.
- David Warren defiende un modelo más combativo y propone como inspirador no tanto a San Benito como a Santo Domingo: “en nuestras universidades la fe es despreciada, como ocurría en tiempos de los primeros dominicos. Los dominicos no se rindieron. En vez de retirarse cada vez que se enfrentaban a un ambiente hostil, escuchaban y confutaban… Cristo envió a sus apóstoles a los caminos, no les dijo que se escondieran y esperasen. El mundo necesita que se le hable de la alegría de nuestro Salvador, necesita ser salvado del demonio y de sí mismo”. Dreher ha respondido indicando que para hacerlo, algo que él también anhela, antes hay que crear un entorno seguro de donde puedan salir esos apóstoles de los que el mundo esta tan necesitado. O sea, que la Opción Benito pone las bases de la Opción Domingo.
- Hay otros que advierten de que el hecho de la insistencia en crear pequeñas comunidades compuestas, al menos inicialmente, por cristianos fervorosos y consecuentes, no elimina el riesgo de corrupción. Podemos encontrar ejemplos de esto observado la vida de las primeras comunidades cristianas. El riesgo de corromperse por complacencia, por sentimiento de superioridad, siempre presente, lo está de modo especial en estas pequeñas comunidades, argumentan algunos. Es también lo que el Padre Rutler, conocido sacerdote neoyorquino, engloba dentro del peligro de tener una mentalidad de gueto.
- El Padre Longenecker advierte, por su parte, de lo que les ha ocurrido a los protestantes que han optado por opciones que podemos calificar, en sentido amplio, equivalentes a la Opción Benito: “Los anabaptistas, cuáqueros, shakers, menonitas, amish, etc., iban todos a retirarse a las colinas, cuidar de sus granjas, ocuparse de sus asuntos y crear así un pequeño nirvana protestante…“. Longenecker nació en una comunidad de este tipo, una pequeña iglesia de entusiastas evangélicos del cinturón bíblico y su juicio no es nada positivo… claro que se supone que la pertenencia a la Iglesia católica tendría que limitar las derivas más sectarias.
- Otros se han centrado en el supuesto carácter utópico de la propuesta: lo de que los miembros de la comunidad vivan cerca los unos de los otros o que abandonen el sistema público de escolarización y opten por el homeschooling, puede resultar francamente difícil, en especial si quienes pertenecen a esa comunidad no viven de rentas, sino que tienen que combinar varios empleos y además pagar una hipoteca. Dreher contesta que puede no ser fácil, pero que existen ejemplos reales y que una parte de la Opción Benito pasa por intentar redimensionar nuestras prioridades económicas.
- John Horvat centra su crítica en una constatación de hecho: “los nuevos bárbaros no permiten que existan estructuras paralelas, no aceptan la coexistencia, no respetan los acuerdos ni la libertad religiosa”. Si abandonamos la guerra cultural, sigue, y apostamos por la fragmentación, “puedes estar seguro de que los nuevos bárbaros responderán como nuevos bárbaros: irán a por nuestras comunidades y monasterios que serán como fruta madura lista para los saqueadores políticamente correctos provistos de violentos decretos judiciales para robarnos”.
- En esta misma línea, hay quien ha señalado que no hay que olvidar que las llamadas guerras culturales no son ofensivas, sino guerras defensivas. Y uno no puede retirarse de una guerra defensiva cuando lo desee a menos que esté dispuesto a sacrificar su libertad. Dreher, a raíz de este tipo de críticas, ha matizado su postura y no aboga por un abandono absoluto de la arena política.
- Otros han acusado a Dreher de ofrecer un perfil sesgado de San Benito: el escritor de la Regla no es sólo quien se retira de la civilización que se hunde, sino también quien derriba los ídolos en Montecasino. Lo mismo que otros benedictinos, como san Bonifacio, talando el árbol sagrado en Geismar o san Patricio, desafiando a los druidas y encendiendo el fuego pascual en la colina de Slane. Si la Opción Benito es interpretada en clave quietista o como una retirada absoluta de la sociedad, parece obvio que no seguiría el ejemplo de san Benito.
El debate continúa y está lleno de matices, en parte porque la cuestión es importante y también porque, a diferencia de San Benito, que codificó su propuesta, la de Dreher es amplia y vaga. En cualquier caso, quien quiera pensar a fondo sobre el asunto, pueden leer con provecho una obra del Padre Iraburu que aborda el tema con mayor profundidad teológica, Evangelio y utopía.
Allí se pasa revista tanto a la teoría como a la práctica de aquellas “asociaciones humanas, libremente constituidas, que, en uno u otro grado de convivencia, intentan formar ya ahora dentro de la sociedad, y sin pretender reformar a ésta, un micro-orden social distinto y mejor”, tanto de religiosos, como de laicos. Entre las múltiples observaciones del P. Iraburu que me parecen ayudan a enmarcar el debate en torno a la Opción Benito, destacaré la importancia de la vida comunitaria (“la conciencia de que la perfección personal es muy difícil sin una relativa perfección comunitaria”) y la dificultad de la trasposición de categorías propias del monacato a la vida laical (“las comunidades utópicas, sean o no cristianas, son ciertamente realizables cuando integran sólo a hombres o sólo a mujeres, mientras que se hacen mucho más problemáticas cuando pretenden la convivencia de matrimonios y familias. Este caso nos ayuda también a entender que el utopismo comunitario convivencial es mucho más difícil que el utopismo meramente asociativo”).
Acabo, y a buen seguro que cuando ecsribo esto ya han aparecido varias aportaciones nuevas al debate, con dos citas que he encontrado en la obra del P. Iraburu y que testifican que el asunto viene de lejos y que es vital para la vida de los cristianos.
La primera es de Thomas S. Eliot en unas conferencias en Cambridge en 1939:
«Se nos plantea constantemente el problema de llevar una vida cristiana en una sociedad no cristiana. No es meramente el problema de una minoría en una sociedad de individuos que mantienen una creencia extraña. Es el problema constituido por nuestra complicación en una urdimbre de instituciones de la que no podemos disociarnos: instituciones cuyas operaciones ya no parecen neutrales, sino anticristianas. Y en cuanto al cristiano que no tiene conciencia de este dilema –la mayoría– se está descristianizando más y más debido a toda clase de presiones inconscientes, pues el paganismo conserva la mayor parte del valioso espacio de la propaganda. Cuando un cristiano es tratado como enemigo del Estado, su desenvolvimiento es más duro, pero más simple. Yo me refiero a los peligros que amenazan a la minoría tolerada; y en el mundo moderno puede resultar que la cosa más intolerable para los cristianos sea la de ser tolerados… El verse obligado a vivir de una manera que no favorece al comportamiento cristiano constituye un factor muy poderoso contra el Cristianismo, porque el comportamiento afecta tanto a la creencia como ésta al comportamiento».
La segunda es de Pablo VI el 21 de noviembre de 1973:
“Hemos andado fuera del camino en el conformismo con la mentalidad y con las costumbres del mundo profano. Volvamos a escuchar la apelaciónn del Apóstol Pablo a los primeros cristianos: “no queráis conformaros al siglo presente, sino transformaos con la renovación de vuestro espíritu” (Rm 12,2); y la exhortación del Apóstol Pedro: “como hijos de obediencia, no os conforméis a los deseos de cuando errabais en la ignorancia” (1Pe 1,14). Se nos exige una diferencia entre la vida cristiana y la profana y pagana que nos asedia; una originalidad, un estilo propio. Digámoslo claramente: una libertad propia para vivir según las exigencias del Evangelio». Hoy se hace precisa una ascesis fuerte, «tanto más oportuna hoy cuanto mayor es el asedio, el asalto del siglo amorfo o corrompido que nos circunda. Defenderse, preservarse, como quien vive en un ambiente de epidemia»”.
67 comentarios
Saludos cordiales.
... antiguo católico que a raíz de lo que vio, como periodista de investigación, sobre el modo en que se habían gestionado los casos de abusos sexuales en la Iglesia católica en los Estados Unidos, se pasó a la Iglesia ortodoxa.
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Claro, claro, no hay más que ver lo bien que actuaron las iglesias ortodoxas tras el telón de acero. Por ejemplo, la rusa, que fue controlada por el KGB.
Esto es como si un católico cabreado con Amoris Laetitia se pasa a los ortodoxos, que llevan bendiciendo adulterios continuos desde hace siglos.
Estos días estoy leyendo la obra del P. Iraburu, Evangelio y Utopía, que recomienda don Jorge. Es ciertamente edificadora. Igual de recomendable, aunque en un ámbito menos teológico, es "El despertar de la Señora Prim", de Natalia Sanmartín Fenollera, a quien Bruno entrevistó para InfoCatólica hace tres años.
Lo único que creo que todo cristiano debe tener claro es que, tanto si está viviendo en el mundo de lleno como si se aparta en mayor o menor medida del mismo, debe comportarse por gracia como si no fuera del mundo. Y, desde luego, no debe olvidar que ha de ser testigo visible del Reino de Dios.
Por otra parte, yo estoy más bien con los que opinan que en el actual contexto europeo ese tipo de comunidades no serían toleradas tampoco.
Yo creo que nos toca rezar, llevar una vida sacramental intensa, encomendarnos al Corazón Inmaculado de María y al Sagrado Corazón de Jesús; y pedir al Señor la gracia de la santidad y si fuere preciso, del martirio. La esperanza es la Cruz del martirio.
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Puede ser que con el tiempo surja naturalmente la necesidad de ser cada vez más autónomos, especialmente para dar trabajo a profesionales que no podrían trabajar en otros lugares sin tener que violentar sus conciencias. Y puede ser que se comience a ver naturalmente las ventajas de formar negocios y pequeñas empresas familiares. Pero lo primero que se tiene que dar es esa agrupación para recuperar el sentido de "comunidad cristiana", sin el cual no hay Iglesia. Algo así como lo que ya está sucediendo en Maryland, según cuenta esta noticia:
infocatolica.com/?t=noticia&cod=29545
Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe, durante el día que ahora termina.
A veces digo que soy el único "uniata" en España, je je.
Yo dirijo una escuela católica: No se hacen ustedes una idea de lo difícil que es encontrar profesionales cualificados que sean católicos de verdad. Tampoco estaría mal fundar una escuela de magisterio realmente católica y para católicos no modernistas. O una universidad católica no modernista: tampoco estaría mal...
Pero agruparnos en torno a una parroquia y a una escuela católica sería un buen principio.
Lapsus teclae.
Es [email protected]
Un colegio de Educatio Servanda, una parroquia verdaderamente católica cerca y en contacto, y unos feligreses igualmente católicos. Y grupos, y familias, que surgan espontaneamente en ese entorno.
Y nada más. Ni celibatos extraños, fuera de los que tengan vocación sacerdotal, ni proselitismos agobiantes. Se podría aprovechar alguna forma jurídica eclesial, para evitar la llegada de curas modernistas -¿Prelatura de Católicos Fieles al Magisterio?-.
Estoy convencido que el verdadero catolicismo que se viviría en esos grupos sería un imán para muchos, y acabaría por ser un centro irradiador y expansivo de la belleza de la fe.
Dada la situación de los que seguimos siendo católicos practicantes a pesar de todo, la única opción que veo factible para vivir en el mundo sin ser del mundo, es reunirnos en comunidades. Eso es algo que no pueden prohibir los poderes políticos actuales, porque solo faltaría que nos dijeran con quienes tenemos que tratar y comunicarnos.
Me da la impresión que si algún miembro del Opus, o del Camino o de CL leyera esto diría que ellos llevan haciéndolo hace tiempo... Y sin embargo, creo que no es lo mismo.
La idea nos hace sonreir a todos.
Para mi cualquier rescoldo de catolicismo es mil veces mejor que cualquier otra cosa y en mi parroquia estoy a gusto, a pesar de que haya progres, de que mi párroco sea mas bien evengélico, que no sabe casi nada de Filosofía peremnis y que sea, de facto, un pelagiano. Colaboro con Caritas a pesar de que se que la dirección de Caritas está formada por Podemitas a los que les importa mas el cambio Climático y obedecer a Georges Soros y que lo mas cerca que han estado de un pobre es cuando van en el taxi que les lleva al aeropuerto. Y se que estoy en un pais cuya Conferencia Episcopal actúa como si el PP estuviera por encima de Jesucristo. Y del Papa ni hablamos.
Para mucha gente como yo, que regresa del naufragio, que las parroquias sigan funcionando aunque sea mal, es algo muy importante porque van a regresar muchos mas y cada vez en mayor número.
Huir del mundo no es tan fácil .
A no ser que alguien piense que el aire de la Sierra y una conexión lenta a Internet les va a inmunizar.
Eso sí, luego no se quejen de que se cierran parroquias y las compran los moros cuando son los primeros en quitarse de enmedio.
El hombre no puede huir del pecado por mucho que se aisle, pues el pecado va en su ser.
Lo único que podemos hacer con los pecados propios, y con los del mundo, es presentàrselos a Cristo, Él sabe.
Cristo no mandó a sus Apóstoles huir del mundo, sino "id al mundo {entero}". Huir del mundo es para los que han sido llamados a huir del mundo. Los laicos no han sido llamados a huir del mundo.
Tras leer "La señorita Prim" tuve que darme una buena ración de Tomás, de Tolkien y Agustin (los tres santos y doctores de la Iglesia) para quitarme el sabor amargo de la boca.
El mismo Papa Benedicto XVI ya sugirió hacer algo así:
«Dado que existe una cultura consumista que quiere impedirnos vivir según el plan del Creador, debemos tener la valentía de crear islas, oasis, y luego grandes terrenos de cultura católica, en los que se viva el plan del Creador.»
Puede ser una primavera para la Iglesia la formación de este tipo de parroquias, donde se viva una liturgia a la altura del misterio que se celebra, y donde se crezca en la cultura católica y un cierto ambiente de silencio y oración, que ha sido el mensaje que más fuertemente ha querido transmitir nuestro querido Papa Emérito.
Me pregunto si no será ese el "mensaje" que la Virgen nos quiere dar en Medjugorje. Yo nunca estuve allí, pero por los testimonios que leí, pude constatar que lo que más impacta a la gente que visita ese santuario es ver que en ese pueblito todos viven la fe católica, eso es lo normal allí. Me pregunto si a través de lo que ocurre en este pueblito, la Virgen no querrá hacer un llamado a las familias católicas a que formemos otros "pueblitos a la Medjugorje" en medio de otras ciudades, en los que lo católico sea lo normal.
¿Huyó del mundo la comunidad de Jerusalén?
Se está hablando de organizarse en torno a una parroquia o monasterio. Pero no en el Polo Norte ni en Ganímedes.
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Gringo, si nos vas a decir que incluso dando una buena educación a unos hijos, estos, una vez adolescentes o adultos, pueden desviarse y perderse... gracias, pero ya lo sabemos.
¿Pero como materializar esto? ¿Quienes serían los primeros en arriesgarse a dejar su casa y quizás su empleo para mudarse allí? A mí me parece ciertamente utópico. Y a los tres días cuando empiecen los problemas a ver qué pasa ¿o es que no habría problemas? Pues claro que sí. Los cristianos no somos mejores que nadie. Es Cristo el que nos ha llamado, por su Misericordia, no por nuestro méritos.
La primera comunidad es la familia. No la hemos elegido, nos la ha puesto el Señor, a cada uno la nuestra. Una familia cristiana que vive la fe, abierta a la vida, donde se da el perdón, etc. es una inmensa hoguera en medio de las tinieblas. Y las familias cristianas ya tienen donde reunirse: la parroquia.
No hay nada que inventar. El mayor obstáculo de la apostasía es el testimonio desde una vida coherente. Un cristiano que vive en Cristo es invencible.
El Señor nos ha regalado vivir un tiempo maravilloso. Él nos dijo "amad a vuestros enemigos". Tenemos la suerte de tener muchos enemigos a los que amar. En el pueblecito Villa Opción Benito, en el que todos seríamos buenecitos y perfectitos, pronto tendríamos todos nuestras caretas de buen cristiano. Yo me volvería un falso, seguro. Todo el día sonriendo y poniendo buena cara y a lo mejor por dentro hecho polvo. Sin embargo Dios me ha puesto en medio del mundo, teniendo que batallar un día si y otro no (que algún respiro deja el Señor). Perdiendo tantísimas veces la batalla y teniendo que volver a Él un poquito menos soberbio, y, de vez en cuando, siendo instrumento suyo para ganar alguna escaramuza por el Reino.
Él nos dijo: el que quiera seguirme niéguese a sí mismo y coja su cruz. No se trata pues de apartar el sufrimiento
Sí soy partidaria, en cambio, de la batalla cultural, de colegios y universidades católicas, de parroquias que hagan comunidad, pero luego cada uno a su barrio, a su casa, a su trabajo, en fin, al mundo.
Y rezar, y confiar, y sufrir y gozar. Esta es la vida.
El espíritu encadenado del viejo Calvino se pasea por la opción Benito.
Supongo que esas parroquias 2.0 necesitaràn un comité de líderes/catequistas/supervisores que examine quién puede pertenecer a la comunidad y quién no. Digo más: quien puede seguir perteneciendo a la comunidad y quien no.
En fin, habrà que repartir carnés de "familia verdaderamente creyente", para lo cual supongo que habrà públicos escrutinios e intromisiones en la conciencia.
¿Una aldea cristiana a las afueras de Budapest donde sólo admitieran a magiares étnicamente puros?.
¿No dejarían entrar a una familia senegalesa aunque rezaran el rosario cada día? .
Que la Iglesia sea katolikós no quiere decir que todos los católicos del mundo se pongan a rezar en todas las lenguas del mundo en el mismo punto geográfico. ¿Quién va a rezar en Senegal? ¿los suecos?
Sabéis muy bien que entre los católicos conservadores de Europa del Este, especialmente Hungría y Polonia hay RACISTAS que hablan de "pureza étnica ".
Así que es muy legítima mi duda de que si esa gente se decidiera a fundar comunidades exclusivamente católicas, tendrían en cuenta la raza de las personas para admitidas en ellas, por aquello de preservar los genes además de la religión y la cultura.
¿Y para ser vasco hay que tener RH negativo y cierta forma del cráneo como decía Arzalluz?.
¿Y antes de la independencia de las repúblicas americanas no había cultura española porque la mayoría de la población era mestiza o nativa?.
El senegalés puede elegir si se asienta en el País Vasco o en Hungría pero me temo que no van a aportar mucho a las culturas no indoeuropeas que en Europa boquean buscando aire.
Tampoco creo que los suecos que habiten en Senegal acaben siendo Léopold Sédar Sénghor.
No tengo problema en la interculturalidad siempre y cuando se tenga en cuenta lo que esto supone: unas culturas deben morir para que otras, que aún no han nacido, sobrevivan. Siempre que aceptes esto estaría de acuerdo, si no lo aceptas no. Lo que no puedes defender es que todo va a sobrevivir, y si todo no va a sobrevivir, es natural que el que está destinado a la extinción se defienda. Pedir generosidad a unos y a otros no ni siquiera es cristiano, los cristianos nunca han dicho que todas las culturas deban morir para formar una única y sola. El cristianismo nunca exigió a un polaco o a un magyar que se convirtiera en italiano porque el Papa estaba en Roma, tampoco a un senegalés que dejara de serlo.
Que familias creyentes, que gustan de la doctrina segura y la liturgia digna y bien cuidada, se conocen establecen relación, no sólo es algo natural, sino que es algo que ya se da en la realidad. Lo único nuevo sería tomar conciencia de que lo que parecen estar pidiendo estos tiempos, es que establezcan una relación de comunidad, que comiencen a juntarse, no sólo en encuentros casuales y por internet, sino a hacer vida "común de barrio", y que junten esfuerzos para conseguir una guardería y una escuela católica en las inmediaciones de donde vivan, y por tener un párroco de doctrina segura y liturgia digna.
Que esto es posible, y no requiere de ningún procedimiento raro para darse como los que te imaginas, se ve en la noticia que coloqué en mi primer comentario. Y todo parece indicar que este tipo de iniciativas potenciará radicalmente el bien que pueden hacer estas familias que por ahora viven aisladamente.
Esta será la manera «de crear islas, oasis, y luego grandes terrenos de cultura católica, en los que se viva el plan del Creador», como dice Benedicto XVI.
Creo que te estás enrrollando mucho para responder a algo muy sencillo.
Si los católicos del futuro en Hungría, Polonia o ya puestos España, decidieran vivir en pequeñas comunidades cerradas, querría saber si además de su religión y cultura desearían preservar su "etnia", signifique eso lo que signifique.
De tal forma que si una familia católica de negros senegaleses que viviera en Budapest o Portugalete, sería admitida en dicha comunidad o serían rechazados por "inasimilables".
2)Me gustaría saber cuántos húngaros han leído a esos escritores, tal vez tantos como españoles que de verdad hayan leído a Cervantes, no digamos ya que conozcan a Blas de Lezo.
Y por cierto qué tiene que ver la etnia con el conocimiento de la Historia y con las simpatías o antipatias que puedas sentir.
Supongo que muchos franceses "étnicos" y católicos reniegan de la revolución de 1789 ¿son menos franceses por ello?.
¿Y con quién más hay que sentirse identificado para ser buen español, con Viriato, con Don Rodrigo, con Franco, con los tercios de Flandes, con los pilotos que bombardearon el Rif con gas mostaza, con Nicolás Salmerón, con Adolfo Suárez...?.
SÍ, yo soy un "español étnico", andaluz descendiente de gallegos ¿y para aceptar a un senegalés como compatriota tengo que exigirle que como el perro de Pavlov babee cuando se le hablé de las victorias militares de hace tres siglos, o con el gol de Iniesta?.
Si vive en España durante un tiempo, trabaja, es cumplidor de las leyes, conoce nuestra lengua y nuestra cultura ¿Qué problema hay?. ¿En algún país del mundo te exigen una licenciatura de filosofía y letras en la cultura local para darte la nacionalidad?.
Si consigo a un buen sacerdote vietnamita que dirija la comunidad, a unos cuantos matrimonios de negros, de blancos, de amarillos y de rojos y todas las combinaciones posibles de colores me daría lo mismo. Es una comunidad RELIGIOSA, no una nación.
No me extraña que te fastidien tanto los húngaros o los polacos que si sienten vinculados al nexo de su historia.
-No me vas a dar lecciones de patriotismo. De patrioterismo de pandereta a lo mejor. De patriotismo no.
No me vengas con que no me gusta el "anclaje" porque me siento muy orgulloso de haber nacido en Cádiz, una ciudad que ya existía hace 27 siglos. Toma ya anclaje. La Historia de España comienza en Cádiz porque la Historia comienza con la escritura y son los fenicios los que traen el alfabeto. Y son los fenicios los que dan nombre a España porque la llamaron "Ispania".
Yo como español estoy muy orgulloso de tener como compatriotas por ejemplo a :
-Juan Sebastián el Cano, el primer marino en globalizar el mundo al circunnavegarlo.
-Los dominicos Francisco de Vitoria, Bartolomé de Las Casas y Antonio de Montesinos, que fueron los pioneros de lo que hoy llamamos derecho internacional y derechos humanos.
-Miguel Servet, médico descubridor de la circulación pulmonar.
-Emilio Castelar, que fue un político que luchó por la abolición de la esclavitud .
-Jorge Juan, marino y científico que midió la longitud del meridiano terrestre.
-Pedro Páez, jesuita que fue le primer europeo en ver las fuentes del Nilo Azul.
- Francisco Badia, un espía español que con el nombre de Ali Bey recorrió el norte de África y Arabia al servicio de la Corona, siendo el primer occidental en entrar en la ciudad prohibida de La Meca.
-El Empecinado y todos los que resistieron la invasión francesa (aunque puede que José Bonaparte no hubiera sido peor rey que Fernando VII).
-Juan Pujol, un excéntrico que se hizo espía para Inglaterra y engañó a los nazis que pensaron que era un agente doble que les pasaba información verídica sobre los británicos, permitiendo el desembarco aliado en Normandia.
Y muchos otros.
De otros siento vergüenza.
La Historia se asume, no se reforma, y si no la quieres asumir tienes que echar una enmienda a la totalidad, por partes no funciona. Puede que sea muy moderno pero es una falsificación.
Díles a los franceses si asumen la Revolución Francesa con todo lo que trajo y te dirán que sí, a los alemanes si se sienten alemanes y te dirán que sí, ese tema es típico de los españoles: "Y si habla mal de España es español".
Ellos también son y serán parte de la Historia de España.
Pero según tú para ser español hay que "identificarse" con Blas de Lezo.
Y usas ese verbo, identificar.
Pues no, no hace falta identificarse con nadie concreto de la Historia para ser buen español.
Ni hace falta tener pureza de sangre ni un árbol genealógico que se remonte a Don Pelayo.
Y a fin de cuentas si hay que aceptar toda la Historia, eso incluye no sólo a Blas de Lezo, también a Averroes, y la Alhambra y a la España musulmana, porque también hubo una España musulmana, como hubo una España nacional y otra republicana, y una liberal y otra absolutista.
Porque para asumir una Historia de tres mil años no hace falta ser gaditano, ni ser étnicamente español (¡qué demonios significará eso!), ni haber nacido aquí. Lo que hace falta es recibir una buena educación.
Esa es la clave de la adaptación de los extranjeros.
Y el tonto que el otro día se metió en un berenjenal por defender a una mujer desconocida, y que ha merecido un silencio sepulcral en alguien que se larga a opinar de todo, también está incluido en lo que uno no debe aprender nunca en la escuela laica. En la escuela laica se aprende a gestionar papeles, derechos y las leyes que debes obedecer, el sacrificio personal no está incluido. Blas de Lezo, con sus minusvalías que no quiso asumir por un deber más alto, e Ignacio Echeverría son lo que la escuela actual te dice que no debes imitar nunca.
A) Que no tenían ni idea.
B) Que lo habían estudiado en la escuela y ya se les había olvidado
C) Que le odiaban con toda su alma precisamente por representar lo que representaba.
Otro tipo de contestación es imposible en individuos que masacran a sus conciudadanos. Es más fácil que lo respete yo, a pesar de ser un enemigo, que un inglés de origen pakistaní nacido en Lancashire.
Otra cosa es tu cerrazón mental en la cual si eres ateo poco menos que eres un guiñapo sin patria ni pueblo, incapaz de nada bueno.
Ahora resulta que todo el que ha ido a una escuela laica es incapaz de entender conceptos como los ya citados.
Y los hay como tú en el otro extremo, izquierdistas que se piensan que ser patriota es ser facha y meapilas.
A ambos grupos los he tenido que aguantar.
Qué acertada la frase que escuché otro día : hay una tercera España que está hasta el gorro de las otras dos.
Señora que disfrute ud acorralada en su terruño rodeada de fantasmas con uniforme carlista, asustada por si aparece algún extranjero de tez morena.
Mientras la gente normal seguirá en el s.XXI.
Obviamente llevar a la práctica todo eso es complicado. Los benedictinos no desplegaron su genial red de monasterios por toda la Cristiandad sin esfuerzos ni peligros, y todo ello en mitad de un mundo en ruinas y en convulsión y caos permanente. Confiaron en Dios y con el tiempo lograron establecer una distribución interna del trabajo que optimizara las habilidades de cada persona y, en conjunto, se satisfacieran las necesidades vitales (materiales y espirituales) de toda la comunidad.
Personalmente, hace muchos años que vengo reflexionando sobre el tema y veo con mucha claridad que la "opción Benito" es nuestra única salida, aunque ciertamente no vaya a ser todo lo perfecta que se quiera. Demorarla nos expone al peligro en progresión disparada. La "mentalidad de ghetto", ¿un inconveniente? A ver, hermanos, seamos sinceros. ¿No lo somos ya de facto?; ¿No se aprueban leyes y disposiciones que conforman un auténtico apartheid anticatólico, en donde nuestros derechos civiles, políticos, económicos y sociales ya son reducidos a un status civitatis de segunda o tercera clase? El ghetto ya existe para cualquier católico consciente de serlo y con voluntad de ser leal a Cristo por encima de todo. Lo contrario es el aplauso de esta sociedad, lo que inequívocamente es síntoma claro de estar dando un ejemplo de vida no cristiano.
La "opción Benito", con todos los matices y reajustes que se quieran, tendrá que venir, y sospecho que será un movimiento eminentemente seglar, se hará con la oposición de personas que desempeñan altas responsabilidades en la Iglesia, que bajo el espejismo de seguir participando de la sociedad civil, nos venderán la estafa del culto al fundamentalismo democrático de las mayorías como sucedáneo de la búsqueda del Reino de Dios en la tierra. Ayer mismo un Arzobispo, del que tenía hasta ahora excelente concepto, empleó un lenguaje de extrema dureza contra un grupo de fieles que iban a rezar un Santo Rosario, y el argumento situaba al "bien absoluto", no en Cristo Redentor o en la Cruz salvadora, no, en la "libertad religiosa", para colmo no en la de los hijos de la iglesia, no, en la de otros. Puro culto pagano al politiquerío diabólico relativista, pura capitulación ante el laicismo beligerante disfrazada de un lamentable modo de entender la diplomacia y la buena fe en las relaciones con la autoridad civil.
En algunos casos, como los católicos ingleses y japoneses, se quedaron sin asistencia sacramental alguna, íngrimos y solos.
El padre de William Shakespeare, John, recusante católico, dice en su testamento que muere como católico y pide a Dios perdón por sus pecados puesto que, por falta de sacerdotes, sería muy difícil que en el momentos de su muerte pudiera confesarse y recibir los Santos Óleos.
Las opciones son: arrancarse del mundo, someterse o luchar. Escojo luchar, pero no solo, con la Virgen María y pedirle al Señor, que se levante a defender a su pueblo, que luche a nuestro lado como cuando los hebreos se enfrentaron a los amalecitas. Pero esto nos obliga a ser consecuentes, al cambio de vida radical, es la hora del todo por el todo. Si no se sabe como luchar se pregunta, ¿Señor, como hay que luchar? Pero la Virgen ya ha dado la respuesta: penitencia, oración, especialmente el rosario y vida sacramental. No vaya a ser que se nos trate como a las iglesias del Apocalipsis, que sucumbieron por sus pecados y su tibieza. Josué y el pueblo hebreo hizo caer las murallas de Jericó, no por su número y su fuerza, sino porque Yahveh peleaba a su lado; David derrotó a Goliat, no por su fuerza y puntería, sino porque el Señor estaba con él. "Y si Dios está con nosotros ¿Quién estará contra nosotros?" (conviene releer Rm 8, 31-39).
De todas formas, la opción Benito es inviable sin la posesión de armas y la firme determinación a utilizarlas, el pacifismo es una herejía.
Si han visto la película de San Ignacio de Loyola que acaba de salir, la última frase es paradigmática: cerrar la brecha abierta en los muros de la Iglesia. Pues algo así corresponde a los seglares ahora: cerrar la brecha abierta en la doctrina y en una pastoral atrevida, fiel a la ortodoxia y rompedora. Tardará años en cambiar lo que muchos piensan de la Iglesia y de los cristianos pero, como avisaba B-XVI en los años sesenta, las comunidades pequeñas pero más fecundas acabarán por vivificar el mundo
Saludos y gracias por compartir su conocimiento
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