(587) Coronavirus-I –La obediencia cristiana a las Autoridades civiles (I)
–Sobre este tema, en referencia al coronavir, no he leído nada.
–Porque apenas se ha escrito nada.
–La Iglesia Católica, fiel a su historia, ha de librar combate contra el coronavirus homicida con todas sus posibilidades, que serán diferentes en las distintas Iglesias locales. Y como siempre lo hará obrando en tres direcciones convergentes: 1) la oración, rogativas, Misas, penitencias, invocación de Dios, de la Virgen, de los Santos y Ángeles, adoración del Santísimo, confortación espiritual de los fieles, etc. (cf. J. M. Iraburu, Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción); 2) la caridad fraterna, ayudas espirituales ante todo, pero también corporales en aquellas obras que la autoridad civil permite; y 3) estimulando la obediencia estricta a la disciplina ordenada por las Autoridades sanitarias civiles; y disponiendo complementariamente en cada nación o en cada diócesis orientaciones concretas de la vida de la Iglesia, dentro del marco de las normas sanitarias establecidas.
Los dos primeros deberes están claros. Y los medios de comunicación, especialmente internet y las redes sociales, pueden ayudar mucho, y llegar donde la acción física no alcanza o está prohibida. Más defensa doctrinal necesita, me parece, el tercero; y de él únicamente trato en este articulo.
–No todos los cristianos aprecian suficientemente la obediencia debida a las autoridades civiles. Y se hallan reticencias precisamente en algunos que son muy buenos cristianos. Como este amigo escritor que hace unos días publicaba el texto que sigue (cito un fragmento):
«Da la impresión de que a los paladines de la nueva Iglesia les ha entrado ese sentimiento tan humano que es el miedo. Hasta Cristo sudó sangre cuando se acercó su hora. Pero el miedo hay que aguantárselo si se predica a la gente que la vida “es una noche en mala posada".
«Pío XII salió de los muros del Vaticano para visitar el barrio de San Lorenzo, bombardeado por los Aliados, y se quedó en Roma cuando los nazis la ocuparon. San Carlos Borromeo (1538-1584), uno de los santos más populares de Italia, permaneció en Milán cuando se declaró una peste y se mezcló con el pueblo. A la vez pagaba médicos, hospitales y medicinas, ofició misas, celebró procesiones y rogativas y dio la comunión a los enfermos, hasta que la peste pasó.
«La diferencia, pues, se encuentra entre quienes creen las palabras “confiad, yo he vencido al mundo” y quienes no las creen. Lo demás es cacareo».
–«Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios»
En los empeños colectivos, como el combate contra el coronavirus, no es bueno contraponer la eficacia de las normas establecidas por las Autoridades civiles, sanitarias en este caso, y las acciones promovidas por la Iglesia en el orden del culto, de la oración y de la caridad fraterna. Las dos Autoridades, la civil y la eclesiástica, deben potenciarse mutuamente. No es cuestión de «confiar sólo en Dios» o de «confiar sólo en el Poder civil» y en sus poderosos medios. No tiene sentido que un enfermo rechace las medicinas, porque quiere confiarse sólo en Dios por la oración. Tampoco es aceptable que los cristianos colaboren en la defensa de su patria solamente con la oración, pero no con las armas.
En tanto las normas civiles sean en sí honestas –como es el caso actual del combate contra la epidemia–, la Iglesia debe urgir a los fieles para que den «al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22,21). La obediencia cristiana sólo ha de resistir una norma cívil cuando ésta manda contra-Dios, pues «es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5,29; + 4,19). Pero fuera de ese supuesto, debe ser obedecida.
Así lo entendió siempre la Iglesia, enseñada por Cristo: «Dad al César»… Es la enseñanza de San Pedro: «Por amor del Señor, estad sujetos a toda autoridad humana, ya al emperador, ya a los gobernantes… Pues ésta es la voluntad de Dios» (1Pe 2,13-17). Y la de San Pablo: «Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que quien se opone a la autoridad, se rebela contra la disposición de Dios, y los rebeldes atraerán sobre sí mismos la condenación… Es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia» (Rm 13,1-7; +1Tim 2,1-2; Tit 3,1-3).
Podrá argüir alguno que la autoridad política se pierde cuando se ejercita malamente, promoviendo leyes perversas (aborto, divorcio, adulterio, irreligiosidad, pornografía, injusticias sociales, ideología del género, etc.). Se pierde la autoridad en “esos” temas, pesimamente gobernados. Pero adviértase que la doctrina citada de los dos Apóstoles la daban en tiempos del emperador Nerón (a.54-68), asesino de su propia madre, Agripina, de San Pedro, San Pablo y tantos más, autor de otros muchos horrores, primer perseguidor de los cristianos. Y recuérdese que en su tiempo, y siempre, la Iglesia enseñó y vivió la doctrina apostólica de la obediencia civil. Tertuliano (+220) y otros apologistas primeros, en defensa de los cristianos perseguidos por Roma, afirmaban que los cristianos eran los más fieles cumplidores de las leyes del Imperio.
–Las Autoridades sanitarias se ven obligadas a imponer órdenes que atajen «cuanto antes» el crecimiento del Monstruo viral. Cuanto antes: la urgencia en la aplicación decide la batalla. En la medida en que el Virus mantenga y difunda su poder maligno, se dará la matanza de hombres, y se producirán otros enormes daños, irreparables en algunas naciones, en economía, sanidad, educación, transportes, viajes, empresas, empleo laboral, hospitales, bancos, construcción, etc. Si no se vence la epidemia, ésta crece y crece más, hasta que los contagiados no tengan ayuda, pues serán mucho más numerosos que los sanos… Según esto, ¿exige la caridad cristiana que las normas sanitarias sean menos rigurosas acerca de las manifestaciones sociales de la religiosidad… aunque se aumente así el número de contagios y de muertos?
China ha terminado con el coronavirus (20-03-20). Bajo la dirección estricta de las Autoridades sanitarias, y con la total obediencia disciplinar de gran parte de su inmensa población (1.400 millones), ha muerto al Monstruo viral donde había nacido.
Italia es ahora en el mundo la nación más afectada por la pandemia. Durante apenas mes y medio se han contagiado más de 47.000 personas. Recientemente, en 24 horas (20-03-20), han muerto en Italia 624 contagiados, sumando ya 4.032 muertos, más que los que sufrió China en su tiempo de infección. Una inmensa catástrofe, que ha colapsado la vida de una gran nación. Y ya son 171 países los sujetos, unos más, otros menos, al corona-virus.
–Las Autoridades tienen el derecho, más aún, la obligación de imponer las medidas prudenciales que estimen convenientes y las sanciones contra aquellos que las resistan. Y todos los ciudadanos, también los cristianos, tienen la obligación moral grave en conciencia de obedecerlas. La lucha nacional y mundial contra el coronavirus es competencia propia ante todo del César. Es un mal gravísimo que afecta a la salud física de los pueblos. Y se ha de «dar al César lo que es del César».
Insisto. Hay cristianos (buenos cristianos) que, ante las normas de la Autoridad sanitaria contra la pandemia, mantienen una cierta reticencia, y en sus comentarios reprochan a los Obispos y Conferencias Episcopales que hayan ajustado sus Orientaciones a las normas sanitarias del Estado.
–Dice uno: «Las autoridades humanas no tienen potestad para prohibir el culto público. Excede su competencia».
No han prohibido el culto. Le han exigido a la Iglesia que en el culto que alcance a realizar, según las posibilidades de cada diócesis, respete las normas sanitarias generales. En España el Real Decreto que ordena el «estado de alarma» sanitaria (14-03-2020) dispone:
«Artículo 11. Medidas de contención en relación con los lugares de culto y con las ceremonias civiles y religiosas. La asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro».
Es simplemente la aplicación de la norma sanitaria general a las actividades propias de la Iglesia. Los Obispos han de aplicarla en concreto según su apreciación de las circunstancias, pero por supuesto observando con fidelidad las normas sanitarias establecidas para la nación. No va la Autoridad civil más allá de su competencia. Sí hay que señalar que el mismo decreto, según lo que prescribe el Artículo 7 sobre los desplazamientos, dificulta las libertades que indica en el 11, pues al enumerar los que están permitidos, no alude a la asistencia a lugares de culto. Podrían incluirse estos desplazamientos como “casos de necesidad”. De hecho, con ciertas limitaciones, se están celebrando Misas, exequias, confesiones.
–Dice otro: «Si la Iglesia acepta que las autoridades civiles consideren lícito arriesgarse a contraer el virus por sacar el perro, pero no para participar en una Misa pública con numerosos fieles, inevitablemente envía a todos el mensaje de que en realidad el hombre vive no del pan del cielo, la Eucaristía, sino del que venden las panaderías».
La Iglesia no envía subliminalmente ese mensaje. Puede la Autoridad civil prohibir reuniones multitudinarias –la Misa entre ellas–, y permitir al mismo tiempo otras de importancia mucho menor, como sacar el perro. Intenta suavizar así el gran peso de las prohibiciones mayores. Permite algunas cosas menores para ayudar al cumplimiento de otras mucho mayores, necesarias para la lucha contra el virus. Pero no por eso ni la Autoridad sanitaria, ni la Conferencia Episcopal que acepta sus normas, consideran la Misa como algo secundario. Téngase también en cuenta, por otra parte, que se trata de disposiciones sanitarias transitorias, que cesarán cuando cese la epidemia. Cumplamos, pues, con suma fidelidad esas normas, para que pronto sean levantadas, muerto el Monstruo que las hace necesarias.
–Y otro: «Convendrá recordar que hubo épocas en que ir a Misa no exigía simplemente arriesgarse al peligro de un virus, sino directamente a la condena a muerte. Y para evitarlo, la Iglesia no aceptó declarar una cuarentena de Misas. Se celebraban las Misas en las difíciles condiciones posibles, y los fieles acudían a ellas porque sabían qué era lo más importante».
1.-La prohibición actual de la Misa pública con gran número de personas no tiene nada que ver con el martirio. Esa norma no persigue a la Iglesia ni a la Eucaristía en cuanto tal, in odium fidei, sino que prohíbe todo lo que pueda facilitar el crecimiento del Monstruo viral, como las grandes competiciones deportivas, o la actividad de escuelas y universidades, que en modo alguno son perseguidas por el Estado.
2.-La Iglesia ha dado en su historia respuestas prudenciales muy distintas según tiempos, circunstancias y prohibiciones. –En la Roma imperial la Iglesia, considerada asociación impía y delictiva (christiani non sint), renuncia a celebrar un culto público, y se reúne en las catacumbas, amparándose en una ley de las fundaciones.–En el México del presidente Calles, cuando éste prohíbe el culto público, se cierran todas las iglesias por tiempo indefinido, obedeciendo a los Obispos. Y seguidamente se alzan en guerra civil los Cristeros, con la aprobación de unos Obispos y la reprobación de otros. –En los países islámicos más radicales la Iglesia se autolimita a la oración, la liturgia muy en privado y la beneficencia, para mantener establemente su presencia. En esos países, predicar o celebrar el culto en público, es simultáneo con la cárcel, la expulsión inmediata del país o incluso la muerte. (Pero ya digo que actualmente no hay persecución de la Iglesia en esas normas sanitarias anti-epidémicas. No hay situación de martirio).
3.-El cristiano que no obedece las normas de la Autoridad civil sanitaria, cuando ésa manda algo de suyo honesto y en grave y urgente cuestión –como es nuestro caso actual–, arriesga su vida indebidamente y también la de otros, quizá muchos, que morirán por causa en parte de su desobediencia. Una sola persona que no se atiene a las normas sanitarias, contagiada quizá sin saberlo, puede infectar a varias familias, a gran parte de un pueblo, de un hospital, de una residencia.
–Y otro: No parece admisible que los obispos «suspendan el culto público, en la medida y modo en que lo hacen por un tiempo, como si ese culto no fuera lo más importante y necesario para los católicos, incomparablemente más que ninguna otra cosa y muy especialmente en una calamidad pública como es una gran epidemia … No sé si es por cobardía, por falta de fe, por complejo de inferioridad ante la sacrosanta “ciencia”, o porque en el fondo consideran que la Misa es algo secundario».
Sugerir que obedeciendo los Obispos la normativa sanitaria actual anti-epidémica sobre el culto público, obran «como si no fuera lo más importante y necesario para los católicos», etc. implica un juicio temerario. No parece creible que esa aceptación en la mayoría de los Obispos proceda de cobardía, falta de fe, acomplejamiento o consideración de «la Misa como algo secundario». Simplemente, cumplen la obediencia a las Autoridades civiles, ateniéndose a lo mandado por Cristo y sus Apóstoles.
–Y otro, que esta vez cito por su nombre, el padre Yoannis Lahzi Gaid, de quien sólo sé que es secretario del Papa. En un twitter escrito y difundido por su cuenta, en referencia a la Iglesia y el coronavirus, cita lo que el libro Quo vadis? cuenta de San Pedro. Huye de Roma, para salvar su vida, pero Cristo le sale al camino y lo detiene. Y comenta:«Pedro tenía todo el derecho del mundo a huir para salvar su vida de la persecución… Pero en realidad estaba actuando según la lógica del mundo, como Satanás: es decir, pensando como los hombres y no como Dios. Pensamos en todas las almas que tienen miedo y se quedan solas porque nosotros, sus pastores, seguimos instrucciones del poder secular». Y agrega que, al obrar así, los sacerdotes corren el riesgo de «dar de lado las instrucciones divinas, lo que es un pecado».
El P. Gaid cree que, en la crisis del corona-virus –«la Iglesia los abandonó a [a los fieles] cuando la necesitaban», y que ese abandono –está causado por evitar el martirio, es decir, por miedo, –porque piensa como los hombres, no como Dios, –porque sigue la lógica del mundo, cediendo al influjo de Satanás, –porque ha obedecido las normas del poder secular sanitario.
Acusa a la Iglesia de haber dado al César lo que es del César.
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«Por amor del Señor, sometéos a toda autoridad humana, lo mismo al rey como soberano, que a los gobernadores… Porque ésa es la voluntad de Dios» (Rm 13,1-7).
José María Iraburu, sacerdote
Post-Post: Hay una segunda parte este post (588) Coronavirus. La obediencia cristiana a las Autoridades civiles (y II) Pero ya con los comentarios cerrados
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49 comentarios
Aviso. Yo sólo daré paso a los comentarios que lleguen a este blog en referencia a su tema propio: "Corona-virus. La obediencia cristiana a las Autoridades civiles".
El que avisa no es traidor.
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JMI.-Gracias por su gratitud. Bendición +
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JMI.-Cierto, siempre la Iglesia ha procurado la salud espiritual de los fieles, pero también en lo posible la corporal. Gracias.
Bendición +
Ese estado de cosas, el relajamiento en general de la caridad pastoral que permea en buena medida los usos eclesiásticos de nuestra santa madre la Iglesia ha encontrado en esta epidemia la justificación no sólo para campar a sus anchas, que ya lo hacía, sino para decretar su victoria. Creo que este es el fondo de la queja que se expresa de muchas maneras que usted recoge, pero que no afronta en su sustancia. Cuando uno lee algunos relatos como el de Francisco Fabra en Germinansgerminabit no le resulta difícil visualizar, si no lo vivió, aquello que nuestros mayores nos cuentan de la vida cristiana durante la guerra civil, dividida entre zona roja, donde no había manera de ir a misa, donde estaba perseguido, y donde lo único que se podía hacer era poner a salvo el patrimonio —entonces puramente material, porque el espiritual estaba firme y claro, no como hoy- de la Iglesia, zona nacional, donde había una vida sacramental ordenada, y un frente donde esa vida espiritual, en el bando nacional, era más o menos intensa en función de la fe de la tropa, que llevaba a sus propios capellanes.
Nadie con cierta perspicacia se sorprende de que, en esta crisis, los pastores que eran más flojos, los que bebían los vientos por ese espíritu que nadie sabe qué es pero sí en qué se concreta, han flojeado más. Sin ninguna imaginación, han cerrado iglesias y han desaparecido en desbandada. Si no confesaban, no lo van a hacer ahora. Si habían reducido las misas al precepto, ahora ni abrir la puerta. Si no habían sostenido la catolicidad de los funerales y habían dejado que se convirtiesen en puros actos sociales, ahora apretando te pueden conceder un sitio para la reunión de la familia con unos minutos de silencio. Si los ministros extraordinarios eran puros cargos sociales, ahora no se les pida un servicio espiritual. Si Cáritas era un local para reunión de desocupadas ancianas cuchicheadoras, ahora no les pida que repartan al necesitado que esta crisis está trayendo a lo que ya había. Lo que reflejan todas esas críticas no es sorpresa, sino queja. Queja de que quienes tienen en su mano la obediencia de estos pastores no sean capaces de organizarlos como el ejército que son, milicia, para que al menos mantengan en sus puestos una cierta dignidad, ofrezcan una cierta resistencia, un frente común que nos haga sentir que no hemos dejado de ser cuerpo o que no nos han desmembrado. Orfandad que se expresa de manera especialmente punzante en la gente mayor, sin recursos, piadosa y solitaria, que lleva semanas sin comunión ni nadie que se haya interesado por ellos. Gente (“viudas y huérfanos” dice la letra de nuestra fe) a la que en cuaresma parece que habría que tener más presente.
Y lo que hay detrás de esa queja es el temor al final de la crisis. [...] La sensación de los fieles, aunque se exprese de manera a veces estrambótica e irracional, tiene también sentido de fe. Se intuye sobrenaturalmente que esto agrava el mal espiritual que aqueja profundamente a la Iglesia. Se avizora que el nuevo paradigma, aquel que parece que paró ante la emergencia, se encontrará mucho más envalentonado, mucho más justificado para elevar sus demandas y hacerlas más acuciantes: la ordenación de diaconisas y sacerdotisas ante la falta de curas, la ordenación de sacerdotes casados, la aligeración, aún más, del tesoro litúrgico… Todo eso es lo que para quienes no han hecho nada durante la crisis demostraría la crisis.
Por otra parte, qué cuaresma tan cuaresma nos está dando Dios. Gracias le sean siempre dadas y que se haga su voluntad, qué otra si no.
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JMI.-Muy largo. Y llevando el tema por otros derroteros...
Con su Bendición.
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JMI.-Con mucho gusto.
Bendición +
Felicidades atrasadas por su santo (aún estamos en la octava).
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JMI.-Las felicitaciones siempre llegan a tiempo.
Dios le guarde. Bendición + JMI
El Papa San Gregorio Magno conjuró la peste que se había abatido sobre Roma en el año 590 con una procesión masiva, que incluyó a todo el pueblo de la ciudad. Y al finalizar la procesión, la peste había sido conculcada. Eso era fe. Y supongo que nadie pensará que San Gregorio (Papa, Santo y Doctor de la Iglesia) haya tentado a Dios con lo que hizo. De hecho, tanto le agradó a Dios lo hecho por su Vicario, que cesó la peste de inmediato.
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JMI.-Esa procesión masiva, que yo sepa, no estaba prohibida por la Autoridad civil. Los argumentos que da en su nota no quitan la obligación moral de la Iglesia de obedecer las disposiciones legítimas del Estado para vencer un mal social que está haciendo estragos en la nación que debe gobernar.
Dice Pío XII en el mismo sentido:
"15. Llegamos así a tratar dos problemas que merecen una especialísima atención: las relaciones entre la Iglesia y el Estado, entre la Iglesia y la cultura.
16. En la época precristiana, la autoridad pública, el Estado, era competente tanto en materia profana como en asuntos religiosos. La Iglesia católica tiene conciencia de que su divino Fundador le ha transmitido el dominio de la religión, la dirección religiosa y moral de los hombres en toda su extensión, independientemente del poder del Estado. Desde entonces existe una historia de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y esta historia ha cautivado fuertemente la atención de los investigadores.
17. León XIII ha encerrado, por decirlo así, en una fórmula la naturaleza propia de estas relaciones, de las que nos da una luminosa exposición en sus encíclicas Diuturnum illud (1881), Immortale Dei (1885) y Sapientiae christianae (1890): los dos poderes, la Iglesia y el Estado, son soberanos. Su naturaleza, como el fin que persiguen, fijan los límites dentro de los cuales gobiernan «iure proprio». Como el Estado, posee la iglesia también un derecho soberano sobre todo aquello de que tiene necesidad para alcanzar su fin, incluso sobre los medios materiales. (...). El Estado y la Iglesia son dos poderes independientes, pero que no por ello deben ignorarse y mucho menos combatirse; es mucho más conforme a la naturaleza y a la voluntad divina que colaboren con una mutua compresión, puesto que su acción se aplica al mismo sujeto, es decir, al ciudadano católico. Sin duda que pueden surgir entre ellos casos de conflicto: cuando las leyes del Estado lesionan el derecho divino, la Iglesia tiene la obligación moral de oponerse."
PÍO XII, VOUS AVEZ VOULU, DISCURSO SOBRE LA IGLESIA Y LA INTELIGENCIA DE LA HISTORIA, 7 de septiembre de 1955
El fin del Estado es el bien común temporal, que incluye el cuidado de la salud de los miembros de la comunidad. Si para alcanzar dicho fin, es necesario restringir las actividades públicas de los ciudadanos, es lícito que lo ordene y obligatorio cumplir dichas indicaciones. Estas directrices de la autoridad pública no lesionan el derecho divino, luego la Iglesia no puede oponerse a ellas.
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JMI.-Gracias por ofrecernos su documentada argumentación.
La cuestión es que las autoridades civiles no han prohibido las misas si estas se hacen en las condiciones debidas.
La cuestión es que se ha ido mucho más lejos de lo que han pedido y por ello no todas las diócesis han cerrado sus puertas.
El mensaje que se ha lanzado y que va a ser difícil reparar si no es por la gracia de Dios es: " no tenemos nada que aportar".
Gravísimo mensaje.
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JMI.-Cada Diócesis ha ido haciendo lo que ha podido, unas más, por estar más sanas, más fuertes, con más clero, y otras menos. Esta situación es obvia, y ya se daba antes de la crisis del coronavirus. Con un ejemplo: aquella Diócesis depauperada, de la que prácticamente ha desaparecido el sacramento de la penitencia, seguramente no lo ha recuperado con la crisis actual. Y de ahí no sale la conclusión "no tenemos nada que aportar".
La potencia apostólica es muy diferente según la salud espiritual de cada Diócesis. Pero esto no tiene que ver con el hecho de que tanto la Conferencia Episcopal como cada Obispo hayan respetado las normas sanitarias impuestas por la Autoridad civil, ateniéndose al mandato de Cristo y de los Apóstoles de obedecer "en conciencia" a las Autoridades seculares.
Con todo, quisiera expresar que la supresión de misas con público en la mayoría de las diócesis españolas quiere decir que no se han prohibido. Que este descontento concreto más o menos extemporáneo de algunos fieles hay que enmarcarlo en la actitud percibida como poco satisfactoria de algunos obispos desde hace unos años por distintas razones publicadas a menudo en este y en otros portales de Internet.
A mí me sobran ciertas salidas de tono hipercríticas en torno a iglesias cerradas y tantas diócesis sin misa presencial; creo que no pocos sacerdotes, especialmente en este tiempo vírico crítico, están muy entregados y son excelsos testigos de Cristo, pero me falta confianza en los pastores (no me extenderé).
Para acabar, quiero recordar a cualquier lector que en su escrito en ningún momento usted se muestra en contra de obispados como el de Asidonia-Jerez que actualmente mantienen las misas con público.
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8. Ante las desgracias, los Santos recurrieron a la penitencia y a la oración. Reconocieron en las calamidades las consecuencias de los pecados y los vicios. Suplicaron la intervención del Altísimo, rogaron la intercesión de la Virgen.
Sin embargo, hoy en día los eclesiásticos no llaman a la conversión, sino a la asimilación de las ideologías predominantes. Hasta el punto de tomar decisiones que, lejos de ser muestra de arrepentimiento, impiden incluso el acceso a las iglesias.
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En mi ínfima opinión, los eclesiásticos le han dado al César mucho más de lo que el César pedía.
Dios lo bendiga y guarde.
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JMI.-Está usted equivocado. Afirma lo que siente, pero no argumenta para neutralizar los argumentos de mi articulo.
Hay que evitar aglomeraciones... ¿aglomeraciones?, si son cuatro gatos los que asisten a las misas dominicales, ya no digamos a las de diario.
No me negará que es contradictorio abrir las iglesias para que los feligreses acudan a rezar y unos momentos después desalojarlos de las iglesias porque se va a celebrar la misa.
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JMI.-No sé de iglesias que obren así.
Una epidemia debería ser ocasión para bautizar a los niños con más urgencia, no para suspender los bautizos. Esta suspensión revela una falta de fe, de sentido del valor del bautismo, un miedo, o lo que sea, que no es de recibo.
Otro problema de estos comportamientos más miedosos que lo que pide el Gobierno es el eclípse de la Iglesia en estas circunstancias, como si una simple epidemia, y no de las peores que ha padecido la humanidad, la hiciese innecesaria. A este respecto leí un comentario del siguiente tenor "Si no necesitamos a la Iglesia en estos momentos no la necesitamos nunca". ¡Ahí está el problema!
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JMI.- ..."estos comportamientos más miedosos que lo que pide el Gobierno es el eclípse de la Iglesia en estas circunstancias"...
Ciertamente, si una Diócesis exige más precauciones y medidas de seguridad de lo que la Autoridad sanitaria exige por cobardía, obra mal. Pero creo que ésa no es la actitud generalizada, sino una excepción,que no da base a diagnosticar "un eclipse de la Iglesia cuando más se la necesita". La diócesis de Getafe, p.ej., ha puesto más estrictas precauciones que las obligadas porque en ella está Valdemoro, uno de los focos de coronavirus más potente. Ha hecho bien.
Ya son dos domingos y una fiesta de precepto que no hemos podio ir a misa, y no podemos dejar de sentirnos un poco raros. Yo agradezco a mi obispo que publicara rápidamente un documento donde dice muy claro que quedamos dispensados del precepto. De esta manera sabemos que no tenemos actualmente conflicto de conciencia y que en esta situación cumpliremos con el César y también con Dios.
Sufrimos no poder ir a misa por amor a Dios y también porque es una costumbre sin la cual sentimos que nos falta algo. Pero en este caso no debemos temer estar ofendiendo a Dios por ello, es más creo que eso sería un escrúpulo malo.
Por lo demás, quitando el no poder ir a misa, puede que esté siendo la Cuaresma perfecta.
Espero que se encuentre usted perfectamente. Le pido su bendición para mí y los míos.
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JMI.-Grande y santa bendición +
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¡Despertaron a los Curas!
Les dijeron a los sacerdotes, que no debían celebrar misas en su parroquia, para no exponer a los feligreses. Y qué hicieron los sacerdotes?
¿Se tomaron unas vacaciones? ¡No! ¿se fueron a dormir? ¡No! ¿un sabático? Absolutamente, ¿NO! Pues entonces, ¿qué hicieron?
Han invadido las redes sociales celebrando misas, exponiendo el santísimo, compartiendo las Laudes, vísperas y completas con su pueblo.
Rezan el rosario, meditan el Vía Crucis y hasta la coronilla de la Divina Misericordia. Y como si fuera poco, también celebran distintos triduos.
¡Despertaron la creatividad en los Curas! Ahora, sus celebraciones han llegado a cientos de personas y a todo el mundo. El templo está vacío, pero la iglesia está despierta!!!
“Sebastián Taltavull decreta el cierre de todas las iglesias, capillas y lugares de culto para evitar contactos innecesarios y, en consecuencia, la propagación de los contagios. Es una medida más, dolorosa pero necesaria, que añadir a las ya adoptadas y están en la línea de facilitar que la gente se quede en casa y colaborar en el esfuerzo para, unidos, vencer a la enfermedad. Hay que destacar que la atención pastoral y espiritual de las comunidades queda asegurada a través de otros medios telemáticos o vía telefónica. Del mismo modo, los servicios asistenciales como Càritas y tantos otros continuan ofreciendo sus servicios e intensificando el trabajo de seguimiento y acompañamiento individualizado a nivel telefónico. El acompañamiento de las familias en los tanatorios y cementerios se continuará haciendo de acuerdo con las medidas sanitarias y de seguridad que se han establecido. Como ya se ha indicado, además de seguir potenciando las muestras de solidaridad hacia los más necesitados y trabajar a favor del bien de todos, se pide a los fieles que intensifiquen la plegaria y traten de seguir la Santa Misa a través de otros medios como la radio o la televisión.”
La diócesis es de las menos infectadas, a Dios gracias. El cierre era ya un hecho adelantado por los sacerdotes de la diócesis. Cáritas reenvía en algunos pueblos al asistente social o a la capital. Hay parroquias que no hacen responso ni funeral o, como hoy contaba un canónigo en la prensa del lugar, ofrece a la familia unos minutos de silencio en la parroquia. Quito los lugares de culto, reenvío al trabajador social, pero animo a potenciar las muestras de solidaridad hacia los más necesitados. ¿Les aplaudo?
Da la impresión de que ese exceso en la frenada en las diócesis más dejadas y más modernistas como ésta, el ir más allá de lo que pide el César, en lo que no tenga de mostrar complicidad con la ideología del César, se debe al complejo del clero (prolongación de lo que somos nosotros mismos como católicos) ante el César, no vaya éste a acusar a la Iglesia de propagar el virus y de sembrar la muerte en la sociedad. Para no caer en la “trampa”: estancos abiertos (feudos seguros de la muerte), iglesias cerradas.
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JMI.-No he negado hasta ahora el paso a ningún comentario. Éste lo he dejado como ejemplo de lo que en adelante no aceptaré. El ataque contra una Diócesis concreta (una de las más dejadas y modernistas, que exige más de lo que pide el César, debido al acomplejamiento de su clero), y su obstinación y reiteración, me obligaría a no publicar el comentario.
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JMI.-Amén, amén, amén.
Bendición +
En esta pandemia, de hecho hay numerosas contradicciones. Resulta que podemos ir al supermercado donde hay multitud de gente, pero no podemos salir a correr, o a caminar en la montaña, aunque vayamos solos. No es congruente. Los expertos aseguran que guardando la distancia de 1 o 2 metros, se hace imposible el contagio. De hecho estoy convencido, de que todos estamos pagando las malas decisiones de la autoridad civil, que tomaron hace pocas semanas.
Las autoridades civiles no prohíben los actos religiosos pero los obispos si los prohíben. ¿Son mas papistas que el papa?. Puedo entender que haya una mayoría de curas y fieles mayores, y que para ellos se tomen medidas excepcionales, pero dejar a todos los fieles sin Misa, no es cumplir lo dispuesto por las autoridades civiles, sino que van más allá de tales disposiciones.. Me parece que se ajusta más a las disposiciones civiles el obispo de Alcalá, cuando dice que no se puede privar a los fieles de la Misa, que los demás obispos que han prohibido las Misas públicas en sus diócesis.
En cuanto a que muchos buenos cristianos tienen reticencias con lo mandado por la autoridad civil y eclesiástica, no me extraña, ya que la civil ya sabemos que es anticatólica, y la eclesiástica, (no todos, pero bastantes), llevan años con decisiones que han causado daño a la Iglesia. Yo mismo, cuando fui a hablar con mi obispo, para informar de que mi párroco había enviado a varios feligreses un escrito anticatólico, menospreciando los dogmas de fe, el obispo me contesto que no había para tanto. ¿Qué opinión me queda sobre las decisiones de mi obispo? No muy buena, la verdad.
Como dice un viejo refrán, “es bueno fiarse de la autoridad, pero es mejor no fiarse”.
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JMI.-Los políticos actuales no deben ser obedecidos, sino combatidos, cuando dan leyes perversas: derecho al aborto, imposición de la ideología del género, etc. "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Cuando, como en el caso presente, el Gobierno produce con prisa y sobre un tema muy complejo, sin precedentes de jurisprudencia en los que apoyarse, deben ser obedecidos, como lo manda Cristo y sus Apóstoles. Criticar en público sus normas con el fin de mejorarlas, si presentan puntos flacos o contradictorios, es una sana colaboración con la Autoridad civil, en este caso sanitaria. Animar a rebelarse contra dichas normas, por cierto transitorias, convocando por ejemplo una manifestación masiva ante-contra Gobierno, es una acción gravemente mala, que seguramente produciría seguidamente un empeoramiento fuerte de la epidemia. Atacar a nuestros Obispos insultándolos sin compasión (infieles, miedicas, sujetos al mundo y a Satanás, menospreciadores de la Misa, como si fuera algo secundario, que piensan como los hombres, no como Dios, etc.) me parece pésimo.
Danos, Señor, tu luz y tu verdad. Líbranos de las tinieblas del error, y guárdanos en el esplendor de la verdad. Amén.
Menos mal que volvió la sensatez. No es pequeño servicio el que hace usted con este artículo. Gracias por ello, P. Iraburu. Y cuídese mucho.
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JMI.-Gracias por sus palabras. Y por haber entendido mi artículo. Don de Dios, que al parecer no todos han recibido.
Bendición +
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JMI.-La CEE no creyó conveniente dictar una serie de normas bien concretas, obligatorias para todas las Diócesis. Prefirió que cada Obispo, considerando las circunstancias de su Diócesis, sus posibilidades positivas e incluso sus deficiencias, resolviera como estimara más prudente.
Simplemente quise matizar que a mi juicio era posible obedecer las órdenes de la autoridad civil, sin tener que cerrar las iglesias a cal y canto.
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JMI.-No se cierran a cal y canto.
1) Historica y normativamamente, cuando se decretó el precepto de la Iglesia de ir a misa?
Se que por Tradicion Apostolica los cristianos vamos los domingos. Pero me refiero al precepto.
2) Es pecado mortal comer carne los viernes, sin que exista dispensa de la conferencia o del obispo y gozando de buena salud?
Muchas gracias de antemano por su respuesta ante mis dudas.
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JMI.-Se sale del tema, pero bueno...
1) La Eucaristía dominical es como una cadena ininterrumpida en la historia de la Iglesia. Tiene el primer eslabón "el mismo día" de la Resurrección de Cristo (Lc 24,13), y se da ya "el día siguiente al sábado", "ocho días más tarde", etc., como consta en el NT: "perseveraban en la fracción del pan" (Hch 2,42). Consta en innumerables documentos antiguos:
Dídaque 14 (s.I), "reunidos cada día del Señor [el domingo], partid el pan"...
San Justino, Apología I (s.II), "celebramos esta reunión [eucarística] el día del sol" (sun day en inglés)...
Hay muchos testimonios de los SS.Padres. Es dato cierto que la cadena no se ha quebrado nunca. Primero como costumbre de origen apostólico, después en forma de ley eclesiástica. No sé cuándo se da el primer documento. El que recuerdo es el Concilio de Elvira, hacia 307, creo, en la Bética. Declara que el cristiano que, viviendo en la ciudad, falta el domingo a la misa dos o tres veces seguidas, queda excluido de la comunidad. Algo así.
2) No lo sé. Y ahora no puedo ponerme a buscar datos.
1. El fortalecimiento del espíritu, y combatir el virus desde la propia defensa interior.
2. Como bien usted exhorta, ciertamente la cuarentena debe ser cumplida con santa obediencia pero principalmente movida por la caridad, por caridad a los funcionarios sanitarios que no solo trabajan en muchos paises con las unas sino porque en esa lucha ya hay unos que se han enfermado y entregado sus vidas. Luego caridad a los que podemos afectar si un cristiano le contagia y le afecta, luego lo que implica el descalabro de la atención de seguridad, y el impacto generalizado de una economía en bajada y lo que implica un desempleo.
Quizás muchos no figuraban un impacto y ante ello los comentarios aquellos, pero bueno Padre nos ha enseñado como responder con caridad y se que lo sacamos de su descanso pero era muy importante simplemente saber como usted está!
Un abrazo en Cristo Jesús y que la Virgen lo cubra con su Manto
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JMI.- Dios se lo pague.
Estoy bien, gracias a Dios, "confinado" en la Residencia sacerdotal, con mis hermanos sacerdotes, muy bien cuidados en cuerpo y alma por Religiosos y Religiosas del Amor Misericordioso, fundadores y directores de esta Residencia.
Bendición +
Perdone otra vez, pero no es una opinión, es un hecho, que nos han quitado el derecho que nos ha dado el gobierno.
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JMI.- Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
Todos los comentaristas que flipáis un poco con las procesiones medievales en medio de la peste, siento deciros que no es una situación asimilable a la actual.
Los avances tecnológicos y jurídicos, también son don de Dios. Usémoslos primero sin esas milagrerías que buscáis. Y rezad, rezad, rezad en vuestras casas que detrás de todo acontecimiento está Dios y bien sabe Él que estáis sin Misa presencial.
Con todo, aunque el comentatario de scintilla quizá se extiende más de la cuenta, sí que expresa los sentimientos de muchos de nosotros, los simples fieles. Es verdad, la situación es grave y hay que obedecer las recomendaciones del gobierno, pero muchos tenemos la impresión de que se ha ido más allá de lo necesario. El decreto condiciona los actos de culto al cumplimiento de unas normas de prudencia, en ningún momento los ha prohibido. Había que regular los actos de culto. Pero ¿suprimir las misas con pueblo? ¿los sacramentos? Los supermercados han dictado normas para acudir, guardar distancias, aforo máximo, estéilizar las manos. ¿No podía hacerse lo mismo en las iglesias? Y la confesión, y el llevar la comunión a enfermos...Lo siento, a mí ver a las cajeras de Mercadona (Dios las bendiga) al pie del cañón y las iglesias cerradas y el sacerdote desaparecido me duele mucho. Me recuerda la palabra terrible de Cristo: "me buscaréis y no me encontraréis, y moriréis en vuestro pecado".
Pero bueno, obedeceremos, oraremos por sacerdotes , obispos, enfermos... Dios nos purifica, sin duda.
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JMI.- Gracias, Dios la bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
Excelente artículo
No comprendo que algunos , buenos católicos , no entienden
..wao...este ha sido un gran domingo mas allá de todo..
Solo decir gracias a Dios por permitirnos contar con ustedes!!
Oraremos con mas dedicación por ustedes en los grupos de oración..que por cierto se harán por Sky...
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JMI.-Gracias a Dios siempre y en todo lugar.
Y gracias por las oraciones suyas y de esos grupos de oración.
Dios les pague a su estilo, sobreabundantemente.
Bendición +
Dicho esto y en relación con lo que apunta en los comentarios el Rvdo. padre autor del artículo: "si una Diócesis exige más precauciones y medidas de seguridad de lo que la Autoridad sanitaria exige, obra mal. Pero creo que ésa no es la actitud generalizada, sino una excepción lamentable (no sé de ninguna, pero puede que la haya)"; yo observo, por una parte, el por usted citado art. 11 del Real Decreto de alarma, y por otra, el hecho de que varias diócesis hayan suspendido las Misas públicas, en lugar de celebrarlas, como podrían -porque el Gobierno lo permite- tomando las precauciones y medidas sanitarias. El cumplimiento de la norma en la celebración del culto, vendría facilitado, sin duda, por la dispensa del precepto dominical, que supondría ya, de por sí, una criba en la asistencia. Tampoco debemos olvidar que, precisamente, en estos tiempos que vivimos, las Iglesias no suelen estar tan concurridas como para pensar que sea imposible cumplir los condicionamientos. Sin necesidad de desobedecer a nadie, creo que puedo opinar que el Sr. Obispo de Alcalá de Henares ha hecho lo adecuado, porque refleja que confía, precisamente, en la responsable y debida obediencia a las autoridades civiles, por parte de los presbíteros y fieles a él encomendados. Y porque, además, ha sabido poner en valor el supremo Bien de la Santa Misa y la Eucaristía, que en estos tiempos necesitamos más que nunca. No voy a hablar de más cosas que he observado en relación con otros Sacramentos con motivo del coronavirus (incluso días antes del Decreto de alarma), pero me han hecho pensar mucho en la actitud de San Pedro cuando negó a Jesús tres veces, sin que por ello ninguno cuestionara su primado, con lo que éste comporta en materia de obediencia. También me ha recordado la actitud de los restantes apóstoles, salvo San Juan Evangelista cuando prendieron a Jesús y hasta su crucifixión. Sin embargo, luego todos fueron al martirio, excepto Juan E. Además, Pedro reparó por tres veces sus tres negaciones. Yo creo (y espero no ofender a nadie por decirlo), que Dios nos ha puesto esta prueba y especialmente a nuestros Pastores, para que, como los primeros apóstoles, se preparen y nos preparen para cumplir su/nuestra misión martirial de cristianos. San Pedro Poveda decía algo así como que las almas se compran con la sangre (también la nuestra). Pocos Ministros de la Iglesia quieren reconocer los signos de los tiempos y que estamos en el fin de ellos. De ahí tantas revelaciones privadas, que se desechan con desprecio sin examinarlas, contraviniendo lo que San Pablo aconsejaba hacer: examinarlo y todo y quedarse con lo bueno. La Iglesia tiene la oportunidad y la responsabilidad, con el coronavirus, de portar y defender (promover) más que nunca los Sacramentos para ser luz, esperanza, consuelo y salvación. Sí, salvación dentro de lo que aparentemente es muerte y destrucción. Hoy es el Domingo de la alegría. No tengamos miedo de decirlo, porque es la alegría de la Pascua, del paso de la muerte a la Vida. ¿No dijo Jesús que quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien la pierda por Mí la volverá a encontrar?
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JMI.- Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
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========== AQUÍ HAY UNA ANOMALÍA INFORMÁTICA QUE NO SÉ ARREGLAR=====
Por lo que yo leo ahí, no se prohíben las celebraciones, sino que se pide simplemente que se organicen las cosas de modo que haya al menos un metro de distancia entre los asistentes.
¿Es eso solamente lo que se ha hecho en las diversas diócesis españolas?
Saludos cordiales.
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JMI.-Querido Néstor, no sabría responderte. En España hay 14 Archidiócesis y más de 50 Diócesis. No es fácil saber qué se ha hecho y que no en cada una. Puedes ver algunas notas o decretos diocesanos en https://www.agenciasic.es/2020/03/15/notas-de-prensa-de-las-diocesis-en-relacion-a-la-situacion-creada-por-el-coronavirus/ PERO NO ESTÁN TODAS NI TIENEN FECHA.
Hay notas o decretos de las Diócesis o los Obispos de gran precisión y concisión: cierre de templos a ceremonias litúrgicas con público.
Pero la mayoría no tienen esa precisión, claridad y determinación de todos los casos. En parte, es comprensible, por lo variable de la situación misma. De hecho hay numerosas que (doy ejemplos, para que veas que no todo es tan blanco o negro) a) dispensan a los fieles del precepto de la misa dominical b) permiten la celebración de las misas en las comunidades religiosas siempre que ello sea posible c) recuerdan y recomiendan vivamente a los sacerdotes diocesanos (y a los religiosos, dentro de sus competencias) la obligación de celebrar diariamente la eucaristía por los fieles d) algunos recuerdan que la misa diaria que celebren los sacerdotes diocesanos pueden hacerlo -en privado -o con otros sacerdotes, personal religioso o seglar de residencias donde vivan -o con otros seglares, religiosas o laicos "pocos y previamente convocados" e) invitan y exhortan vivamente a sus fieles a unirse "participando" de la Misa dominical e incluso diariamente, a través de los medios de comunicación y las posibilidades de internet) e) mantengan los templos abiertos y fijen horas de despacho y las publiquen en las páginas web que suelen tener las parroquias, dando también el teléfono del párroco f) respecto a los otros sacramentos, al menos en muchas diócesis se está dando la unción de enfermos, aunque se hayan dado medidas extraordinarias para impartirlas en caso de infección del virus o sospecha de ello, se están haciendo exequias fúnebres a quienes las piden, aunque restringiendo a los familiares -indicando incluso el número máximo de ellos- la asistencia f) respecto a la confesión, no pocas diócesis establecieron algunas posibilidades para impartir el sacramento, aunque pensando en confinamiento durante 15 días; ahora que se prorrogará hasta el final de Semana Santa es muy posible que los obispos provean medios para facilitar las confesiones de los fieles; tal vez. Pero creo que lo que quiero indicar está claro.
Con Dios.
Mucha gente, buenos cristianos, que valoran la Eucaristía y la oración ante el Santísimo, están inquietos con este tema. Aparte de darle las gracias sólo quería comentar un par de cosas.
1) Creo importante ir al fondo espiritual de qué supone el culto. Pego -con algunos cortes- lo que hace unos días mandé a un par de personas agobiadas con este tema: “A ver, todo lo que hacemos como actos de culto externo (...) tiene como finalidad que nos asemejemos a Cristo, que con su ofrenda de vida por la salvación de los hombres ES el culto verdadero, “en Espíritu y verdad”. Y Cristo precisamente da ese culto por vía de obediencia al Padre, redimiendo así la radical desobediencia del pecado. De modo que dar ese culto en “Espíritu y verdad” propio de los “verdaderos adoradores del Padre” supone vivir en obediencia a las legítimas autoridades, civiles y eclesiásticas, y a las legítimas medidas que dispongan (y no hay ninguna que, respecto al Estado de Alarma, nos pretenda obligar a nada malo, inmoral o pecaminoso). Otra actitud sería propia de quien busca mantener ceremonias externas (...) , sin dar ese verdadero culto al Padre que Cristo nos pide y el Espíritu Santo nos regala. Dentro de esto, ¡que viva la creatividad!“.
Es feo citarse a uno mismo, pero veo importante ayudar a todos a ir al fondo: el culto (incluida la Eucaristía, que contiene en si todo el bien espiritual de la Iglesia) es para cristificarnos, y Dios no va a dejar de darnos au gracia para ser santos en esta situación.
2) Los sacerdotes sufrimos con esta situación: No estamos de vacaciones. Tenemos la gracia inmensa de seguir celebrando la Santa Misa y adorando a Cristo en el Sacramento. Gracia que muchos fieles añoran. Y esto nos exige de verdad crecer en interioridad, sin ”desparramarnos” hacia afuera. Estamos rezando, celebrando, haciendo dirección espiritual por teléfono, atendiendo a los enfermos que sea necesario, etc... También hacemos rogativas, Horas Santas, etc, pidiendo por el fin de la pandemia y el bien de las almas. Muchos sacerdotes estamos privados de recibir el sacramento de la confesión. Pero es doloroso ver la actitud de algunos que parecen considerar que obedecer al Obispo en aquello en que debe ser obedecido es falta de fe. Una pena que esta situación no haga brillar más la caridad, sino los juicios.
Padre, perdón por el rollo tremendo, pero sirva al menos de agradecimiento por su post, y de desahogo de un hermano suyo sacerdote. Dios le bendiga y María le guarde.
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JMI.-Gracias por todo el buen ministerio que está haciendo con la gracia de Dios, y gracias también por el "rollo tremendo" que nos da no pocas luces valiosas.
Dios se lo pague.
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JMI.-Gracias por su mensaje. Dios se lo pague.
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JMI.-Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
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JMI.-Bendigamos al Señor, démosle gracias siempre y en todo lugar.
Bendición.
No me convence ese artículo.
Las ceremonias religiosas sí se pueden hacer en España, según el Decreto.
Y si no se pudieran hacer, sería un acto injusto, pues la ciencia médica, según lo que he leído, indica que sí pueden reunirse hasta aglomeraciones de 10 personas (según un estudio), distanciadas 2 metros, para evitar los efectos acumulativos de la carga viral y anular la distancia de contagio.
Las normas jurídicas civiles y eclesiásticas han de tener en cuenta a las normas médicas, de lo contrario, la ley civil y eclesial dicta normas inicuas e injustas que no hay obligación de obedecer. Por eso en Italia hay misas públicas clandestinas: la ley sin motivación suficiente, y más sobre materia grave (ceremonias religiosas) no es obedecible, otra cuestión es que la ley, aún siendo injusta, si la incumples y se denuncia, se castiga.
El Decreto de Sánchez, además, en este sentido, está peligrosamente doblemente mal hecho:
1) el distanciamiento está en 2 metros, debido a que el virus está en gotas medias, y es la distancia de seguridad anticontagio.
2) no indica el máximo de aglomeraciones, que por lo que he leído, son seguras para las ceremonias religiosas hasta un máximo de 10 personas distanciadas 2 metros, debido a que se está estáticamente durante 30 minutos, y sólo hay un desplazamiento dinámico cuando se entra, se sale y se comulga.
Aunque todo lo que digo debe de ser revisado por un especialista, ello es así porque la misa no es un espectáculo donde el "cliente" se mueve por todos sitios (bares, museos, banquetes, cines, zoos, museos, atracciones, ferias, barcos, centros comerciales, bingos...)
Y el cura puede hacer hasta un máximo de 2 ó 3 misas al día.
Por lo tanto, en las iglesias sí se pueden hacer misas públicas, y lo único que hay que hacer es abrir las iglesias con medidas de seguridad, y tomarse la molestia de planificar y de consultar, velando por lo más sagrado del catolicismo: la misa y la comunión.
Si una iglesia tiene 130 ó 400 localidades, pues quedan reducidas a 10 personas, distanciadas 2 metros. Y esto es asumible perfectamente, per-fec-ta-men-te.
Y el cura puede tener una credencia (mesa auxiliar), donde se limpia las manos, y divide la cola de 10 personas en los que la quieren en la mano, con o sin corporal, o en la boca.
Además, se puede realizar en el Altar Mayor, donde en la mayoría de las iglesias está entre 5 y 10 metros de distancia de la fila donde están los primeros fieles más próximos.
Finalmente, nuestro arzobispo dice que en las confesiones, el confesor y el confesante se van a una habitación y mantienen el distanciamiento de 2 metros. Si durante el día recibe a 10 confesantes, entonces ¿por qué no puede hacer misas? ¿Puede confesar sin límite, y de otro lado, no puede hacer misas? De nuevo, la incongruencia y la incoherencia.
Las diócesis que no hacen misas cometen un absurdo y un abuso de derecho, que es el abuso de infralimitación, es decir, la Autoridad Eclesiástica dicta normas más restrictivas que la que da el superior, en este caso, la Autoridad Civil.
Y si la Autoridad Civil prohibiera las misas, también haría un abuso de derecho de infralimitación, pues da normas jurídicas sin base médica alguna, prohibiendo lo que la norma médica no prohíbe de acuerdo con el principio de familiaridad (lo que la ciencia conoce a día de hoy), ya que si pueden haber aglomeraciones de hasta 10 personas (carga viral) distanciadas 2 metros (gotas de tamaño medio que no llegan más lejos), por lo que tal norma jurídica civil (y eclesiástica) que prohíbe las misas públicas es injusta e inicua por carecer de base fáctico-técnica que la legitima y no es obedecible, al afectar a materia grave (ceremonia religiosa).
Lo mejor de este desastre episcopal sin precedentes y sin justificación alguna, como ha sido el suspender todas las misas públicas y de otro lado, sí permitir abrir las iglesias sin control de aglomeración, y además, permitiendo la confesión, es que se pueden extraer lecciones en el futuro:
- Señores obispos, para la próxima pandemia, que puede ser dentro de pocos años, pregunten principalmente a los médicos especialistas el máximo de aglomeración permitido en las iglesias (carga viral) y el distanciamiento mínimo (distancia de contagio), entre otras cuestiones básicas. Hagan bien su trabajo. Gracias.
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JMI.- Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
Mis sentimientos al respecto son los que expresa Doiraje.
A Néstor le contestaría en la misma línea que vd ha contestado a Luis López. Creo que las diócesis no son iguales y que en una misma diócesis también hay barriadas distintas, iglesias de distintos tamaños, parroquianos distintos. Es una cuestión de prudencia en la que puede haber más de una solución, pero es responsabilidad del encargado de ponderarlo.
La semana pasada yo fui a misa, pero no me habría quedado si la iglesia hubiera estado tan abarrotada como siempre y no se hubieran podido mantener las distancias. Y no se trata de no contagiarte tú, que también, sino ante todo de no ser un foco de contagio para los demás, porque los síntomas tardan dos semanas en manifestarse.
Ayer habría ido a misa de no ser porque una persona con la que estuve hace diez días estaba enferma y pendiente del test en el hospital. Afortunadamente al final ha resultado negativo. Pero me ha hecho reflexionar sobre que el empeño en ir a misa y comulgar que tenía yo, no creo que fueran más satisfactorios a Dios que atender a misa por la televisión y hacer una comunión espiritual, dadas las circunstancias. En cierto sentido requiere más fe por mi parte. Y nuestro deber de caridad cristiana es evitar que se siga extendiendo la enfermedad.
Pienso que si ese familiar, que hace diez días no tenía síntomas, hubiera dado positivo anoche y si además me hubiera contagiado a mí aquel día, entonces, al día siguiente cuando fui a misa yo podría haber sido un foco de contagio - menos mal que al menos mantuve las distancias. Todo ha terminado bien, a Dios gracias, pero no nos damos cuenta de que toda prudencia es poca.
Paz y Bien
Razón y fe.
Sabiduría teológica y sentido común.
La vivencia de la dinámica de la Eucaristía ("Haced esto en memoria mía") se puede ejercitar también lavando los pies a los hermanos, por ejemplo, apuntándose de voluntario en Caritas para distribuir alimentos a los que no tienen, o para hacer la compra a los ancianos que no pueden salir de casa...
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JMI.- Gracias, Guillermo.
En cuanto a la Iglesia, creo que en primer lugar, aunque haya que cumplir las órdenes de las autoridades, aunque equivocadas, pero también los obispos, deberían de estudiar bien las cosas, y no ir más allá de lo que les mandan, probablemente exageraciones debido al pánico. En Polonia los obispos han sugerido aumentar en número de misas para evitar que lo templos se llenen demasiado. De hecho, lo más importante es lavarse las manos. Donde estoy yo, el obispo no ha prohibido la celebración de las misas ni cerrar las iglesias. Un análisis real de la situación no lo justifica a mi parecer. Claro, ¿qué van a hacer si el Estado le puede multar al ciudadano hasta de 600 euros por salir a la calle?. En realidad, esta medida va a provocar unos males enormes, sea problemas psicológiicos, y una hecatombe económica que dejará a millones de personas en el paro, y por ende gran estrés cuando la familias no van a poder pagar las facturas. ¿Estas medidas han sido prudentes? A mi parecer no, considerando los inevitables males que van a venir. El número de fallecidos no es grande y son casi todos personas mayores de 70 80 años con problemas de salud ya.
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JMI.- Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
Y todo esto ¿cómo?. Pues con sistema de orden y vigilancia, como en cualquier supermercado y voluntarios -empezando por servidor-; no suelen faltar nunca en la Iglesia y en las parroquias. Sólo queda el ¿por qué? Y sólo me atrevo a repetir , con toda la prudencia y cariño, ¿por qué no podemos aplaudir a nuestros sacerdotes y obispos, mientras que sí lo hacemos con los sanitarios o camioneros? ¿La salud espiritual no importa cuidarla incluso con riesgo de los "sanitarios" espirituales.
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JMI.- Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
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JMI.- Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
Aunque yo no soy como vd. "maestro en Israel", permítame contestar a su intervención. La "dinámica" de la Eucaristía tal vez no se puede ejercitar sin que ella exista,porque la Eucaristía -Cristo ofreciéndose incruentamente y nosotros con El y particpando de sus méritos- nos da abundancia de gracia para la "dinámica". Cierto es que Dios puede dar la gracia de otras formas, pero ésta junto con los sacramentos de vivos es, seguramente, la más excelsa.
Ahora está en alza en la Iglesia las "dinámicas", el hacer, socorrer a los pobres, y un largo etc. Y, de manera más o menos consciente, se habla de "salir", de los otros, de hermandad, y todo lo que quiera. Me he preguntado muchas veces: ¿cómo es que una Iglesia "rezadora", metida en sí, con actos de piedad múltiples e internos, como la del final de los siglos XIX y principios del XX, dió tantos frutos de obras externas, fundaciones de congregaciones dedicadas a la caridad y la enseñanza, la adoración Eucaristica, abundantes vocaciones, etc. etc. y, la nuestra tan "salida" de "salidas" no tiene apenas fruto? ¿No será que la "dinámica" se le dió, en la medida de la unión con El y de la participación en la Eucaristía? . No sé.
Y permítame decirle que soy voluntario de Cáritas pero que, entre otras cosas, ahora no podemos acudir.
Que Dios bendiga sus trabajos apostólicos.
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JMI.-Me figuro que este comentario va a Don Guillermo Juan, y que lo habrá enviado usted a su blog La Puerta de Damasco, uno de los más antiguos y venerables de InfoCatólica.
Lo cual hay que convenir que es una medida muy grave, y que si hay argumentos que la justifican, no consisten, en este caso, en que hay que dar al César lo que es del César.
Saludos cordiales.
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JMI.-En los modos concretos de llevar la vida religiosa dentro de un "estado de alarma" nacional, los fieles deben ser guiados por su Obispo propio, y éste debe dar las orientaciones diocesanas que considere más convenientes o menos inconvenientes, dentro del marco de comportamientos establecidos por la Autoridad sanitaria de la nación.
No sé de ninguna Diócesis en la que se haya prohibido a sus sacerdotes celebrar la Misa diariamente, respetando, eso sí, las normas generales dadas por la Autoridad sanitaria.
Cuando escuchaba a Pedro Sánchez anunciando por televisión el estado de alerta respiré y dí gracias a Dios porque dijo que podíamos acudir a los cultos religiosos, observando medidas de precaución. Pero mi alivio me duró solo unos pocos minutos. Antes de que acabara la rueda de prensa de Sánchez, me llegó la noticia del comunicado del arzobispo de Madrid prohibiéndonos a los fieles asistir a la Santa Misa. . Esto no es obedecer a las autoridades civiles padre Iraburu.
Esto es, más bien, un virus más grave que el COVIC-19, una pandemia terrible que ha invadido el Cuerpo de Cristo y cuyas consecuencias son infinitamente más letales que la del coronavirus. Este virus letal se ha extendido por la Santa Iglesia como la pólvora desde que el obispo de Roma apareció como el primer afectado. El otro día tuve que recorrer cuatro iglesias hasta encontrar un sacerdote que quisiera confesarme y darme la comunión. De las cuatro, una cerrada hasta nuevo aviso, otra abierta pero con todos los curas escondidos y sin ejercer su sacerdocio aunque se lo reclamaras por teléfono. Otra con un cura metido en un despacho que se negó a darme la comunión, el resto de curas escondidos. Por fin, en la cuarta, encontré sacerdotes de Cristo, disponibles para lo que los fieles necesitemos. En todas me dolió profundamente ver que tenemos abandonado a Jesús en los sagrarios.
Padre Iraburu, este es el mayor triunfo de Satanás en la historia de la Iglesia.
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JMI.- Gracias, Dios le bendiga. Comento su comentario, con el de otros, más abajo.
(Perdón, Ana, por mi torpeza informática. Ya la he quitado).
(
Y en cuanto pueda, daré una respuesta colectiva, digamos, a los comentarios recibidos de Argia, M. Angels, Jordi, Mª Rosa Gutes, José Martínez, Veritas liberabit, Javier y Ana.
Hasta dentro de poco (Dios quiera).
Aviso 2º, un día después.
La respuesta me ha salido un poco larga, y la he publicado como artículo propio (588).
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