La belleza de María
Dios es la Verdad y la Bondad y la Belleza. La belleza de Dios, su Gloria, resplandece en la figura de Jesús de Nazaret, el Verbo encarnado. Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la epifanía perfecta de la belleza de Dios. Él es “el más bello de los hombres”, en cuyos labios se derrama la gracia (cf Salmo 44). Pero la gloria de Dios se refleja también, aunque de un modo necesariamente limitado, en todas sus creaturas. Admirando su grandeza y hermosura “se llega, por analogía a contemplar a su Autor” (Sabiduría 13,15).
De entre todas las creaturas sobresale María, la obra maestra de la creación y de la obra redentora y santificadora de las misiones del Hijo y del Espíritu Santo (cf Catecismo 721). María es la creatura humana que presenta en todo su esplendor el concepto divino del ser humano perfecto. Nada en ella se opone a lo que viene de Dios; nada obstaculiza el proyecto divino: “No hay en Ella ni la menor sombra de doblez” (S. Josemaría, Surco 339). Ella es, desde su concepción, exactamente lo que Dios quiere. A la Virgen Santísima – la Mujer “vestida de sol”, con la luna a sus pies y coronada de doce estrellas (cf Apocalipsis 12,1) - se le pueden aplicar las palabras del Cantar de los Cantares: “Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti” (4,7).

Ha fallecido Su Santidad Alexis II, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias. Es sabido que desde 1054 la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas no están en plena comunión. Nuestros hermanos ortodoxos reconocen los siete primeros concilios ecuménicos y tienen como centro espiritual al Patriarca de Constantinopla.
El 3 de octubre de 2004 tuve la ocasión de participar, como en muchas otras ocasiones, en la celebración de la Santa Misa presidida por el Papa, entonces Su Santidad Juan Pablo II. En ese domingo, un Papa ya bastante enfermo beatificaba a cinco siervos de Dios; entre ellos, a Carlos de Austria, el último emperador de la Casa de Habsburgo.
Lo triste de los datos del aborto es que suenen, en nuestros oídos y en nuestro corazón, a pura estadística. Los hechos estremecen: Uno de cada cinco embarazos termina en aborto. Y mientras tanto, ¿qué? Por lo que respecta al Gobierno parece que la única preocupación es facilitar aún más el recurso al aborto. El resto de la población, salvo excepciones, parece callar y asentir, como si se tratase de un problema menor.
El tiempo de Adviento es singularmente mariano. A este primer motivo se une la próxima celebración, el día 8 de Diciembre, de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Dos razones poderosas para que, brevemente, nos paremos a reflexionar sobre Santa María.












