11.10.24

Cardenal Newman, religión y verdad

Hace cinco años, el 13 de octubre de 2019, el cardenal John Henry Newman (Londres 1801- Edgbaston 1890) fue canonizado en el Vaticano por el papa Francisco. En Birmingham, en 2010, Benedicto XVI lo había declarado beato, agregándolo a la larga hilera de santos y eruditos británicos como San Beda, Santa Hilda, San Aelred o el Beato Duns Scoto.

Newman fue, ciertamente, santo y erudito. Un hombre movido siempre por la incansable búsqueda de la verdad, también – y sobre todo – de la verdad en cuestiones de religión. Hay tres momentos especialmente significativos en lo que concierne a esta búsqueda: su primera conversión religiosa, en 1816; su viaje de seis meses por el Mediterráneo, en 1832; y su conversión al catolicismo en 1845.

Escribe en su autobiografía que hasta los quince años no tuvo “convicciones religiosas formadas”, aunque sí había leído la Biblia desde niño y conocía perfectamente el catecismo anglicano. A los quince años se produjo su primera conversión religiosa, experimentando el profundo impacto de percibir que la religión tiene que ver con la verdad; es decir, que hay una verdad religiosa, un “dogma”. La religión no es solo moral, o solo sentimientos, o meros usos y costumbres. Es algo más que eso, pues se presenta a la inteligencia como una verdad.

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4.10.24

El concilio de Nicea, el primer sínodo general

Desde el día 2 hasta el día 27 de octubre se desenvuelve en el Vaticano la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Un sínodo dedicado a la “sinodalidad”; es decir, a la dimensión que refleja la importancia de la comunión y de la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia. En la Iglesia antigua, un sínodo era lo mismo que un concilio. Hoy se suele diferenciar entre el carácter deliberativo de un concilio y la índole normalmente consultiva del sínodo.

El primer sínodo o concilio general, “ecuménico”, fue el reunido en Nicea en el 325 – estamos a punto de conmemorar su 1700 aniversario-. El emperador Constantino lo convocó para solucionar la controversia originada por Arrio acerca de la divinidad de Jesucristo. Arrio era un sacerdote de la diócesis de Alejandría, en Egipto, que escandalizó a algunos de sus fieles predicando sobre el Hijo de Dios, del que decía que había sido “creado” en el tiempo. Aunque el Hijo es muy superior a nosotros y por eso lo llamamos Dios, en realidad no es Dios, sostenía, sino que es una criatura, si bien la más excelente de todas ellas. Por otra parte, en los evangelios se habla de la pasión de Jesús, de su sufrimiento y de su muerte, algo incompatible, para Arrio, con la verdadera divinidad. El misterio trinitario – un solo Dios en tres Personas – se resuelve reintegrándolo en las categorías de la razón filosófica del helenismo: Hay un solo Dios, que es el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo son sus primeras criaturas.

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30.09.24

La identidad de Jesús. A los casi 1700 años del concilio de Nicea. Materiales para la reflexión

Este es un post de documentación. Aporto textos que pueden ayudar a comprender el significado y la actualidad del concilio de Nicea. Estoy convencido de la importancia de subrayar la singularidad de Jesucristo. Es el Hijo de Dios hecho hombre, “consustancial” al Padre.

1. La Bula Spes non confundit de Francisco (9 de mayo de 2024)

 

“Durante el próximo Jubileo se conmemorará un aniversario muy significativo para todos los cristianos. Se cumplirán, en efecto, 1700 años de la celebración del primer gran Concilio ecuménico de Nicea. Conviene recordar que, desde los tiempos apostólicos, los pastores se han reunido en asambleas en diversas ocasiones con el fin de tratar temáticas doctrinales y cuestiones disciplinares. En los primeros siglos de la fe los sínodos se multiplicaron tanto en el Oriente como en el Occidente cristianos, mostrando cuánto fuese importante custodiar la unidad del Pueblo de Dios y el anuncio fiel del Evangelio. El Año jubilar podrá ser una oportunidad significativa para dar concreción a esta forma sinodal, que la comunidad cristiana advierte hoy como expresión cada vez más necesaria para corresponder mejor a la urgencia de la evangelización: que todos los bautizados, cada uno con su propio carisma y ministerio, sean corresponsables, para que por la multiplicidad de signos de esperanza testimonien la presencia de Dios en el mundo.

El Concilio de Nicea tuvo la tarea de preservar la unidad, seriamente amenazada por la negación de la plena divinidad de Jesucristo y de su misma naturaleza con el Padre. Estuvieron presentes alrededor de trescientos obispos, que se reunieron en el palacio imperial el 20 de mayo del año 325, convocados por iniciativa del emperador Constantino. Después de diversos debates, todos ellos, movidos por la gracia del Espíritu, se identificaron en el Símbolo de la fe que todavía hoy profesamos en la Celebración eucarística dominical. Los padres conciliares quisieron comenzar ese Símbolo utilizando por primera vez la expresión «Creemos», como testimonio de que en ese “nosotros” todas las Iglesias se reconocían en comunión, y todos los cristianos profesaban la misma fe.

El Concilio de Nicea marcó un hito en la historia de la Iglesia. La conmemoración de esa fecha invita a los cristianos a unirse en la alabanza y el agradecimiento a la Santísima Trinidad y en particular a Jesucristo, el Hijo de Dios, «de la misma naturaleza del Padre», que nos ha revelado semejante misterio de amor. Pero Nicea también representa una invitación a todas las Iglesias y comunidades eclesiales a seguir avanzando en el camino hacia la unidad visible, a no cansarse de buscar formas adecuadas para corresponder plenamente a la oración de Jesús: «Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jn 17,21).

En el Concilio de Nicea se trató además el tema de la fecha de la Pascua. A este respecto, todavía hoy existen diferentes posturas, que impiden celebrar el mismo día el acontecimiento fundamental de la fe. Por una circunstancia providencial, esto tendrá lugar precisamente en el Año 2025. Que este acontecimiento sea una llamada para todos los cristianos de Oriente y de Occidente a realizar un paso decisivo hacia la unidad en torno a una fecha común para la Pascua. Muchos, es bueno recordarlo, ya no tienen conocimiento de las disputas del pasado y no comprenden cómo puedan subsistir divisiones al respecto” (Francisco, Spes non confundit, 17).

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27.09.24

Un cardenal en la ONU: Resiliencia y crisis antropológica

Me ha parecido de gran interés el discurso pronunciado el pasado 26 de septiembre por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, en la 76ª sesión de la Asamblea General de la ONU. La Santa Sede - un ente soberano que pertenece a la comunidad internacional - ha venido disfrutando del estatuto de observador permanente como Estado no miembro y ha intervenido en los debates y en las votaciones en calidad de tal.

El cardenal Parolin ha contribuido con su reflexión a la propuesta de las Naciones Unidas de “construir la resiliencia a través de la esperanza”. La humanidad necesita recuperarse de las sacudidas adversas, como por ejemplo la causada por el COVID 19. Es preciso optar por una reconstrucción sostenible que responda a las necesidades del planeta y al respeto de los derechos humanos. De todos estos temas, así como de la importancia de revitalizar las Naciones Unidas, ha hablado el cardenal, siendo consciente de que “nuestros logros no son incontestables”, sino que “deben ser buscados y asegurados por cada generación”.

En el apartado dedicado a los derechos humanos, el cardenal Parolin ha incidido, siguiendo al papa Francisco, en la crisis de las relaciones humanas, que se deriva “de un modo de vida dominado por el egoísmo y por la cultura del descarte, donde a menudo son pisoteados los valores humanos y la correspondiente dignidad trascendente de la persona. Esta «crisis antropológica» no es una disputa filosófica o académica, sino una crisis con enormes consecuencias prácticas para los derechos humanos”.

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25.09.24

En la teología lo que se enseña es a Cristo

Saludo en la apertura del curso 2024-2025

Centro Teológico “San José” de Vigo

 

Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo,

Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo Emérito,

Revdos. Sres. Sacerdotes,

Religiosos y Religiosas,

Señores y Señoras,

 

            Para mí es un honor dirigirles este saludo en la apertura del curso 2024-2025 del Centro Teológico San José de Vigo. Un Centro cuyo claustro está integrado por 14 profesores, además de contar con la ayuda de otros docentes colaboradores. Un Centro cuyas principales actividades son las siguientes: Promover los tres grandes actos académicos del curso: la apertura, el día de santa Catalina y el día de santo Tomás; cuidar de la Formación Permanente, para los sacerdotes, religiosos y laicos que puedan y deseen asistir; acompañar la labor de “Ágora. Escuela Diocesana de Formación Teológica, Ministerios y Servicios”, así como del “Aula de Teología. Para la formación sistemática de laicos y aspirantes al diaconado”. Igualmente, el Centro impulsa la celebración de las “Jornadas de Teología”. Las IV Jornadas dedicadas a la “Identidad de Jesús” tendrán lugar, Dios mediante, de 20 a 21 horas, los días 6, 7 y 8 de mayo de 2025.

            Todos los miembros de la Diócesis pueden contribuir al buen resultado de estas tareas. Y el primer modo de hacerlo es participando, asistiendo a los cursos, dándolos a conocer e invitando a frecuentarlos a las personas que puedan estar interesadas. La formación en la fe no es un lujo reservado a una minoría de fieles, sino una necesidad y una oferta que se pone a disposición de todos. No estaría mal que en los calendarios de las parroquias se reservasen días para la formación, como se reservan fechas para otras acciones pastorales y, por ejemplo, marcar ya en la agenda los días de las IV Jornadas de Teología, reajustando puntualmente, si es necesario, hasta el horario de la Santa Misa para que tanto el sacerdote como los fieles puedan asistir.

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