Una página sobre ciencia y fe
Yo no soy una persona de formación científica. Mi aproximación al fenómeno de la ciencia es indirecto; a través de la Filosofía, de la Historia de la Ciencia y de la Teología. Pero es un campo que me interesa, pese a que mi vocación es netamente “de letras”.
Uno de los muchos comentaristas de este Blog – y son comentaristas muy cultos y, afortunadamente, muy educados – me ha dicho que una página que yo había recomendado sobre las relaciones entre ciencia y fe le había parecido “interesante y honesta en la presentación de las cuestiones científicas”. No es poco. Sin esa base de confianza, sin ese reconocimiento de que se tratan las cuestiones con honestidad, no puede haber diálogo.
Por el hecho de ser creyente no se deduce la necesidad de despreciar, o de desconfiar, de la ciencia. Dios ha dado al hombre la razón para que, usándola, pueda escrutar los secretos del universo. La naturaleza, para un cristiano, es creación, obra de Dios, en la que su Autor ha dejado impresa su huella. Y también es obra divina, reflejo de la grandeza de Dios, la inteligencia humana; la capacidad de interrogar, de comprender y de explicar.