(180) En que el P. Vetusto se encara con el P. Anomio, profesor de teología moral y promotor de la anticoncepción
Tiempo ha que el P. Martín Anomio, prestigioso profesor de teología moral, visitaba asociaciones familiaristas de laicos, y predicaba y daba sermones y homilías y conferencias de prensa en los medios. Su tema estrella no podía ser otro que la supuesta enemistad entre la gracia y la ley, dando embestidas furibundas a la Humanae Vitae.
—Si tienes la gracia, ¿para qué quieres la ley? Reconoce tu conciencia creativa, que es señora de tu matrimonio, y no la ley que te esclaviza— solía decir, entre jocoso y tentador.
No escatimaba horas ni luz de lámpara, con tal de difundir su proyecto antilegalista, como él lo llamaba: demostrar a los rigoristas católicos que la prohibición de la anticoncepción es legalismo, y ha de ser reconsiderada bajo una nueva perspectiva: la de la opción fundamental por la gracia, y la responsabilidad de los esposos. Y he aquí que predicaba resueltamente, con escandalosa facilidad, este y otros muy graves y dañosos disparates contra la salud del matrimonio.
Sus libros reventaron escaparates, colonizaron librerías católicas, hirieron obispos, despeñaron ovejas, recibieron premios prestigiosos de los centros docentes católicos, y fueron incluidos en los planes de formación de seminarios, institutos de ciencias religiosas, cátedras universitarias y planes pastorales: es el apóstol del matrimonio, dijeron. Y le colmaron de halagos y distinciones honoríficas, y le nombraron el renovador de la teología moral católica. Memorable fue su apología proluterana en una muy famosa conferencia en el Rodolfianum.
Y es que el redentorista Don Martín Anomio, desde sus primeras lecciones docentes, ya enemistaba Ley y Gracia. En su celebérrima obra Argumentos cristianos contra la Humanae vitae afirmaba textualmente:
El uso de preservativos no profana las relaciones conyugales. Por el contrario, es una muestra de la primacía de la conciencia sobre el fariseísmo magisterial. Nada impide que, si ha habido un profundo discerniento ético, sin duda por etapas y procesos de descubrimiento de valores, una pareja de sujeto y sujeta utilice anticonceptivos regularmente y pueda crecer en gracia santificante, virtudes teologales y una mayor vivencia de los valores evangélicos.
Pues bien, dicho esto, cual proemio, toca hablar de su Némesis, es decir, del enemigo mortal de Don Anomio, que no podía ser otro que nuestro muy apreciado y admirado Padre Vetusto. Y con ello proseguimos, de paso, nuestra entrevista de anteayer. Escuchemos al bizarro sacerdote. Le pregunto:
—Padre Vetusto, sabido es que tuvo ud algún encontronazo con el famoso Don Anomio, cuando era profesor de teología moral en el seminario de Vitruvia.