(177) De un poco de aire fresco
Con este post, amigo mío, sólo quisiera darte una migaja de oración, para animarte a orar y no lo dejaras. Y que fueras como el perro, siempre querencioso de su Dueño, vaya donde vaya.
Como una parva retahíla de pequeñas perlas. Es poca cosa. Pero el Señor las pronuncia, y tú oras. Es el tesoro escondido del Rosario.
Recién se ora salió el sol, y maduraron los membrillos. El Hortelano trabaja.
La frescura del cielo, qué puertas colosales tiene abiertas. Son pequeñas, sólo puertecitas, tal vez, al aire de la mañana. Pero qué grande historia parece que nos cuentan. Sólo cerrar los ojos, y orar. Y se arrodilla el horizonte. Mira, asómate: es el Nombre que está sobre todo Nombre.
Cuán sutiles las cosas cotidianas con que el Señor nos adorna su gracia, para darnos que queramos más, y nos engatusemos con ella. Como el aroma de las manzanas, recién cortadas y ya tan frescas, tan nuevas, luminosas entre los dedos, que no quisiéramos comerlas sino sólo contemplarlas. Y así sucede con estas cosas, que no quisiéramos ni vivirlas, para que no pasaran, y que siguieran siempre oliendo a Cristo.
No sea tu oración como joyero impaciente, que trata con mano imprudente la perla y el oro.
Oras, y es como si se abriera una ventana. Entra el aire fresco, y no hace falta más. Y cómo huele a Madre el alma, cuando el umbral se abre, y es la Iglesia.
Pasó el alma que ora el muro de romero, y se quedó prendida.
—No pase a Este Lado aún— dijo en voz baja, muy baja, el Hortelano.
Y se regresa oliendo a especia y a romero, y al frescor de la mañana.
—Señor mío y Dios mío, quédate conmigo, que aún hay tiempo —quejose el alma— y a la intemperie se precisa abrigo.
—Haré una tienda en la gracia, y moraremos en ti.
Y como un ciervo en el río, se apercibe el alma de silencio y bebe Agua, que ya amaneció.
8 comentarios
¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos si no le levantas tú a ti en pureza de amor, Dios mío?
¿Cómo se levantará a ti el hombre, engendrado y criado en bajezas, si no le levantas tú, Señor, con la mano que le hiciste?
No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero.
¿Con qué dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón?
(San Juan de la Cruz)
Gracias Alonso por el post
Destaco:
Y si es que esperas a mis obras para por ese medio concederme mi ruego, dámelas tú y óbramelas
Toda la doctrina de la gracia está condensada aquí. Laus Deo Virginique Matri.
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A.G.:
Y yo le agradezco me bendiga con tan buenos lectores, con sensibilidad cristiana para apreciarlo. Gracias.
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A.G.:
Cuán hermoso, eso. Amén.
Rom 8:26 Del mismo modo, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Gracias Luis Fernando
Compartir es la mejor manera de vivir la fe.
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A.G.:
Verdad, Maribel, compartir es la mejor manera de vivir la fe, porque la fe es difusiva, como la belleza o el bien. Gracias.
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A.G.:
Muy cierto, maría teresa, tener una buena doctrina de la gracia, en la actualidad, es vital.
Gracias.
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