(428) Ascendencia del subjetivismo
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Tras la crisis de la Escolástica, suscitada por los nominalistas, la llamada via moderna sembró en la mente occidental anhelos antropocéntricos. Un deseo irrefrenable de potentia absoluta, de libertad desordenada, de independencia radical, se apoderó de los espíritus.
La filosofía reivindicaba su independencia del dato revelado, y la teología se rebelaba contra el dato metafísico. Se había sembrado desavenencia entre la fe y la razón, y con ello, entre la vida política y el orden de la gracia.
En este contexto, la subordinación del entendimiento a la voluntad tiene una consecuencia: el deseo de independencia respecto de la autoridad del que sabe. Este anhelo de autonomía, que los nominalistas plantean de la filosofía respecto de la teología, se proyecta ahora sobre quien tiene la autoridad y la potestad para enseñar la verdad objetiva natural y sobrenatural, es decir, la Iglesia.
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Esta proyección reviste dos formas: por un lado, se introduce el subjetivismo en la fe, y es el protestantismo. Por otro lado, se introduce el subjetivismo en la razón, y es la filosofía moderna. Ambas formas constituyen un potente principio secularizador, que romperá la Cristiandad.
Es el momento en que la Hispanidad se rinde a la evidencia de los hechos: la Cristiandad ha caído con la caída de la síntesis católica, con la fractura de la Veterum sapientia, la antigua sabiduría clásica y cristiana. La Cristiandad ha caído con la caída del conocimiento objetivo.
Pero, aunque Occidente se había partido en dos nuevas mentalidades, protestantismo y humanismo renacentista, la Cristiandad sobrevivía, aún, de alguna forma, en Las Españas.
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El voluntarismo nominalista inyecta su escepticismo en la filosofía cartesiana, distorsiona el papel de la Causa Primera en Malebranche, desactiva el papel de las causas segundas en Lutero y su sola gratia; transmite su principio de autonomía a la moral kantiana, inocula el movimiento dialéctico en la filosofía de Hegel, introduce el distingo entre razón y pensar en la fenomenología de Husserl y de Heidegger, suscita la distinción entre individuo y persona en el personalismo de Maritain y el antropologismo de Rahner.
El virus terminista se difunde por la mente occidental y a partir de su doble vía, protestantismo y humanismo, teje una tela de araña de múltiples ramificaciones que llegan hasta hoy. Multitud de ismos se entrelazan y enmarañan. Es la nueva Torre de Babel subjetivista
David González Alonso Gracián
14 comentarios
Saludos.
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Dio usted en el clavo. El problema con Averroes, y después con los averroístas latinos, es que siguen a ......... Aristóteles, y este griego es problemático. Aristóteles, hijo de médico, fascinado por la biología, sintetiza una metafísica para explicar los vivientes, y al hombre como animal político, todo en un plano natural. Y ahí radica el problema para la Fe cristiana.
Para los cristianos -como para Platón- existe dos planos, el sobrenatural o mundo de las ideas, y el plano de naturaleza, que se pervirtió por el Pecado Original y la Caída del Alma (Fedro). De hecho, si los cristianos hablamos de caída es por Platón, pues dicho término no existe en la Biblia.
Nada de esto está en Aristóteles y suponía un amenaza contra la Fe. De hecho, Santo Tomás de Aquino desactivó la amenaza lo mejor que supo, pero no fue posible hacerlo del todo, porque ajustar el agustinismo neoplatónico (Plotino) y el tomismo aristotélico siempre ocasiona roces, puesto que sus fuentes -Platón y Aristotéles- es imposible hacerlas concordar.
Por eso, el nominalismo aparece prácticamente después de Santo Tomás de Aquino. Para resumirlo, esas discordancias en la escolástica tomista, que son realmente discordancias entre Platón y Aristotéles, intentaron ser resueltas por la vía de la sutileza conceptual de la escolástica post- Aquino, volviéndose la teología escolástica muy árida, abstracta, y sofisticada con la acuñación y reacuñación de conceptos para resolver las cuestiones que había dejado inconclusas Aquino.
Eso es lo que ocasionó la aparición de los nominalistas y la famosa navaja de Ockham que terminó con aquella escolástica decadentista y aceleró su muerte. El problema, como suele ser habitual en estos casos, es que la crítica nominalista se pasó de frenada, y como dicen los ingleses sirvió para deshacerse del agua sucia (la escarlatina) pero también del niño (la escolástica).
El problema está en que el tomismo todavía no ha conseguido concordar ese mundo dualista de Platón con el monista de Aristóteles.
De hecho, el intento de resurrección del tomismo por León XIII repitió el ciclo histórico del siglo XIII en el XX. Es decir, empezaron unidos en el XIX, pero acabaron en una guerra civil cada uno tirando por su lado en el XX como le había ocurrido a la escolástica 7 siglos antes, y con las pertinentes acusaciones de pseudotomistas que se lanzaron unos a otros.
Lo puede usted leer en "From Unity to Pluralism. The internal Evolution of Thomism" de Gerald A. Mc.Cool. S.J.
Efectivamente, muchos nominalistas cometieron ese error que usted dice. Ante el riesgo que suponía la filosofía (aristotélica) para la Fe optaron por desconectar la filosofía de la teología. Su crítica inicial era correcta, pero se pasaron de frenada.
Por lo general los tomistas no son conscientes de ese vocabulario para iniciados con el que se ocultan las contradicciones en el tomismo, como por ejemplo deseo elícito o potencia obedencial, con el que por la vía de la sutileza intentan concordar el Plano de Gracia Sobrenatural y el Plano de Naturaleza. Claro, el problema es que en Aristóteles no hay plano sobrenatural.
De ahí la magnífica disputa entre dos auténticos gigantes del tomismo del XX, Garrigou Lagrange y Henri de Lubac, en relación al deseo natural de ver a Dios, que acabó con la resurrección del tomismo.
La vuelta al tomismo de León XIII trajó consigo que se revelara que en esa disputa entre tomistas, es realmente entre Aristóteles y a Platón, y por ello, el Concilio Vaticano II pide el regreso a las fuentes patrísticas, porque ellos fueron los primeros en utilizar aquellas filosofías para explicar la Fe y por tanto son quienes mejor nos pueden ilustrar que hay que retocar en la filosofía cristiana.
Se ha saltado, querido Reggie, la gran polémica agustiniano-tomística que va de la España de finales del XVI a la Francia del XVIII pasando por la Roma del XVII.
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No me la he saltado pues la desconocía. Este es un campo de investigación tan amplio que para un laico profano se hace inabarcable.
Pero estoy muy interesado en lo que dice. Mi campo de trabajo es más la patriótica pero si me da fuentes bibliográficas le estaré muy agradecido.
Es más, si me anticipa algo de esa gran polémica se lo agradeceria. Soy de la opinión como B16 que hay que reintegrar estos aspectos y me alegro de saber que en la Tradición española hay de esto.
No creo aceptable decir que para Platón las ideas son sobrenaturales, más bien son divinas, pues lo divino es no personal. Todos los que en la Nouvelle Theologie han negado lo sobrenatural ha sido por su raíz platónica y ontologista, de manera que han considerado al hombre naturalmente divino. Por otra parte santo Tomás no es ni platónico, ni aristotélico, pues la participación del ser no es ni la participación de las ideas ni la causalidad sin más de Aristóteles. No es cuestión de sutilezas, sino de la profundidad de su sistema, que por desgracia fue bastante mal comprendido, pues se perdió bastante de vista el carácter de acto del ser. Creo que los estudios de Cornelio Fabro son bastante clarificadores en este sentido. El problema de la restauración de León XIII es que desde el principio estuvo marcada por influjos de la Escolástica renacentista, que incluso en bastantes dominicos había perdido algunos elementos importantes; además de leerlo completamente desconectado de la física en la que se situaba y de no tener en aquella época recursos lógicos y científicos para responder al cientificismo. Por no entrar en el desastre jesuítico que supusieron Molina y Suárez, de los cuales Descartes y Leibniz eran un a contiuación natural. Por ello no me acaba de convencer un SJ de historiador del tomismo, cuando la actuación histórica de la SJ fue desde el principio tratar de eliminarlo, eso sí, con la sutileza y ardides que les han caracterizado siempre.
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Son tantas cosas que es difícil responderlas a todas, pero vamos allá.
1) La discusión entre de Lubac y Garrigou no tiene nada que ver con la restauración renacentistas de León XIII. Lubac y Garrigou debatían sobre la cuestión del deseo natural de ver a Dios, según lo enfocó Aquino.
Lawrence Feingol lo escribió The Natural Desire to see God according to St Thomas Aquinas and his interpreters. Este autor es de la cuerda de Garrigou, pero historió en su libro de más de 500 páginas esta cuestión a través de todos los autores que discutieron sobre esta cuestión que Aquino no concluyó, y por eso sus epígonos lo discutieron durante siglos sin llegar a resolverlo.
2) El SJ, en su libro, simplemente recoge una serie de hechos en relación a las discusiones tomistas de finales del XIX hasta mediados del XX. Es un hecho que el tomismo se fue dividiendo porque no se ponían de acuerdo entre ellos. Y es más, se acabaron acusándose unos a otros de ser pseudo-tomistas. Si lo traje a colación es para explicar como un esfuerzo conjunto que se lanzó con León XIII se descompuso en 80 años, que es más o menos el tiempo que hay entre el fallecimiento de Aquino y el de Ockham, quien descompuso el tomismo. Son hechos.
A esos hechos, yo los interpreto explicando que hay una tensión en la escolástica sin resolver al basarse en dos filosofías griegas que tienen tantos puntos en común como en diferenciación. Y que concordar un dualismo con un monismo no es un tema resuelto, y eso termina por manifestar en diversas cuestiones disputadas, entre ellas, la cuestión del deseo natural de ver a Dios. Y que terminan en guerras civiles.
Yo no me posiciono en un bando. Yo estoy con Bañez, pero también con Molina. Yo estoy con Garrigou, pero también con de Lubac. Quizá usted tenga resuelta la cuestión. O quizá no. Tal como lo veo yo, no están resueltas y compruebo que ambas partes están llenos de buenas razones.
3) La cuestión no es si la Nouvelle Theologie negó lo sobrenatural por su raíz platónica. Lo que se discutía era el deseo natural de ver a Dios. En esa discusión Garrigou lo ve desde un punto de vista correcto y de Lubac desde otro punto de vista, también correcto. Y por eso no se ponen de acuerdo, y en la discusión, Garrigou acusa a de Lubac de cargarse el elemento sobrenatural y no le faltaba razón. Pero no se confunda :lo que usted denuncia es una derivada de lo que se discutía : el deseo natural de ver a un Dios sobrenatural. Y de Lubac, a su vez, hacía también sus reproches, y tampoco le faltaba razón.
4) Esta cuestión del deseo natural de ver a un Dios sobrenatural es algo que se ha venido discutiendo desde que Aquino lo dejó inconcluso y paradójico. Le remito a Feingold que se ha tomado la molestia de historiarlo. Es una cuestión que sigue abierta. En estos 800 años se ha intentando resolverla mediante profundidad o sutilezas, pero lamentablemente no se llegó a una conclusión.
En esos 800 años se han acuñado terminología específica para delimitar esta cuestiones, por ejemplo, deseo elícito o potencia obediencial. A pesar de la sofistificación conceptual no se llegó a ningún acuerdo. Por eso indiqué que el problema no está ahí. Que está en las premisas, y en concreto, como concordar el dualismo de Platón que desarrolla San Agustín y el monismo aristotélico que introduce Santo Tomás sin dejar de ser agustino. Y la prueba la tiene usted en Descartes, que vuelve en cierto sentido a Platón y a su dualismo.
5) El problema de la restauración de León XIII no está ahí donde dice Fabro. Es normal que al tomismo decimonónico le falten algunas características con respecto al tomismo escolástico, porque fue tanto podado por el nominalismo (con sus errores y sus aciertos) y el renacentismo (con sus errores y sus aciertos).
Y la prueba la tiene usted en Garrigou Lagrange. El no estaba "contaminado" con un tomismo renacentista cuando discutió con de Lubac. Y si lo hubiera estado tanto da, porque lo que se discutía es una cuestión que Aquino dejó si concluir y paradójica.
6) El "acto de ser" no tiene nada que ver con esta cuestión. Es sin duda la mayor contribución teológica que hizo Aquino lo del "acto de ser". Pero eso no es la cuestión de la discusión entre Garrigou y de Lubac, que es otra bien distinta y tuvo funestas consecuencias porque al no resolverse ésta cuestión el Concilio Vaticano II apostó por la Nouvelle Theologie.
Y eso fue un error práctico, porque la Nouvelle Theologie de Lubac es correcta (con sus errores), pero es que también es correcta la de Garrigou (con sus errores).
Cuando uno sigue los razonamientos que hacen tanto uno como el otro y las acusaciones respectivas son todas ciertas !!!!. Pero es imposible que puedan conciliar porque sus puntos de vista son diferentes. Hay algo erróneo en esos puntos de vista. Yo creo que tienen ver con las dificultades de compaginar el dualismo platónico con el aristotelismo. Pero que vea que esté ahí el problema no significa que lo haya resuelto.
De hecho, ahora hay un cierto revival de Garrigou Lagrange en los últimos libros -siempre en inglés- que se están escribiendo sobre estos temas, porque estos autores ven claramente que se hizo un injusticia, además de una tontería olvidando la otra perspectiva anterior al concilio que era más tradicional.
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Ah, vale vale. Si lo del jansenismo lo tengo algo claro. Pero todas las derivadas que usted cita las desconozco. Efectivamente, yo me quedé en Bayo y en Jansenio.
Jansenio rechazaba el estado de pura naturaleza y ahí está la conexión con de Lubac, y el punto débil de su argumentación como le advertía Garrigou.
Pero desconocía todo lo que me contó. A ver si me puedo aplicar en este verano.
Es que estamos dando vueltas sobre lo mismo. Mi opinión es que vamos dando bandanzos pero cada vez la Iglesia está mas cerca de resolver la cuestión.
Quiero decir que la Iglesia era demasiado agustina hasta que llegó Aquino. Luego, se hizo demasiado tomista y perdió algo de su agustinismo.
De ahí, las reacciones agustinistas tanto de Lutero como las de Jansenio. Claro, no podemos comparar a Lutero, que era un hereje, con Jansenio, que fue simplemente un heterodoxo.
Y a esas reacciones agustinistas excesivas se opone un tomismo más matizado.
Y contra ese tomismo, en la cuestión del deseo de ver a Dios, o lo que es lo mismo la naturaleza pura, es contra la que reacciona de Lubac que es un tomista agustino preocupado por recuperar las fuentes, y cambian las tornas por primera vez, porque llega el Concilio, que apuesta por la Nouvelle Theologie. Allí está Ratzinger, como perito, y su aprecio por Agustín y San Buenaventura, y por Platón.
Y ahora, lo que se está ahora publicando (lástima que esté todo en inglés), es otro bandazo hacia el tomismo de Garrigou Lagrange, pero más matizado. Estos si están viendo las razones legítimas de Lubac pero también señalan las de Garrigou, e incluso dicen que son más correctas.
Si se ve históricamente se observa que con cada bandazo se van aproximando las posiciones. Es como si pivotáramos entre Agustín y Tomás, entre Platón y Aristóteles.
El Padre Garrigou Lagrange, en su libro "El sentido común, la filosofía del ser y las fórmulas dogmáticas", declara lo siguiente: "El punto de partida del conocimiento no es el cogito, es el ser, y el primer principio que él encierra: el principio de identidad o de no contradicción. Toda la filosofía antigua está en esta frase: objetum intellectus est ens: nada es inteligible sino en función del ser, la inteligencia sobre todo no es inteligible por sí misma sino en función del ser que ella conoce directamente antes de conocerse a sí misma por reflexión. Los primeros principios no son, pues, leyes de ese ser relativo que es el pensamiento sino porque primero son leyes del ser. Todo el subjetivismo moderno está en esta otra frase que no concluye: cogito ergo sum. El cogito no concluye más que en Dios, porque solo el pensamiento divino, pura actualidad, se identifica con el mismo ser. En toda criatura, la inteligencia es necesariamente potencia relativa al ser y a sus leyes y no a tal ser particular: nuestro propio yo. Negarlo es querer de una manera perversa imitar a Dios, es encerrarse en un solipsismo del que nada nos hará salir"
La pregunta es la siguiente:
Aplicando lo antes dicho al campo que nos ocupa, es decir, al subjetivismo moderno ascendido a principio ¿Existe refutación posible, por parte de dicho subjetivismo neo teológico y personalista, a tan contundente sentencia? ¿Puede el hombre negar el Ser (la Verdad misma del objeto material revelado) y anteponer el cogito (experiencia o aproximación sensible) sin caer en el solipsismo más peligroso y antiguo que se conoce de creerse dios?
Desde ya mi más sincero agradecimiento.
Santo Tomás no solamente construye sobre Platón, Aristóteles y san Agustín. También sobre Boecio, Avicena, Averroes, Maimónides, etcétera. Es en este aspecto en que algunos académicos han creído ver en el Aquino un intelectual ecléctico.
Su filosofía y teología es algo nuevo, y no es una mera síntesis entre partes discordantes, sino una superación de las mismas. Semejante a como Aristóteles superó a Parménides y Heráclito, no sintetizando, sino alcanzando nuevas luces.
Y es por esto que el tomismo es casi insuperable, y la Iglesia lo ha recomendado con aún más fuerza y vigor en estos últimos decenios. Por eso está en el Concilio Vaticano II:
«aprendan luego los alumnos [del seminario] a ilustrar los misterios de la salvación, cuanto más puedan, y comprenderlos más profundamente y observar sus mutuas relaciones por medio de la especulación, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás» (Optatam totius, 16)
«La Iglesia tiene también sumo cuidado de las escuelas superiores, sobre todo de las universidades y facultades. E incluso en las que dependen de ella pretende sistemáticamente que cada disciplina se cultive según sus principios, sus métodos y la libertad propia de la investigación científica, de manera que cada día sea más profunda la comprensión de las mismas disciplinas, y considerando con toda atención los problemas y los hallazgos de los últimos tiempos se vea con más exactitud cómo la fe y la razón van armónicamente encaminadas a la verdad, que es una, siguiendo las enseñanzas de los doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino.» (Gravissimum educationis, 10)
Recomiendo la lectura del libro «Id a Tomás» del doctor Eudaldo Forment, que está completamente gratis en digital en la página de la fundación GRATIS DATE.
En todo caso, si santo Tomás y su doctrina fue causa del nominalismo, es causa accidental del mismo.
"Santo Tomás y, en consecuencia, el tomismo, no es ni agustiniano, ni platónico, ni aristotélico. La doctrina tomista es original".
Total y absolutamente de acuerdo con usted.
"...las demostraciones del filósofo, fundadas en los principios de la razón, difieren, toto genere, de las demostraciones que el teólogo deduce de principios que obtiene de la fe" "En la Suma Teológica, el problema no era para Santo Tomás ¿cómo introducir lo filosófico en la teología sin corromper la esencia de la filosofía? El problema era más bien: ¿de qué forma introducir lo filosófico en una teología sin corromper la esencia de la teología?"
Etienne Gilson
"Introducción a la Filosofía de Tomás de Aquino"
Esto indica que Santo Tomás reconoció perfectamente la diferencia genérica existente entre lo que denominó "lo Revelado" (cuya misma esencia es ser revelado, porque solo puede llegar a ser cognoscible para nosotros por vía de revelación Divina, con miras a nuestra salvación) de "lo revelable" (explicitación, con la ayuda de la razón natural, del dato revelado), sin intención alguna de contaminar el dato Revelado por medio de la irrupción de lo revelable, sino que, en virtud de las esencias distintas de cada modo de conocer, incluir en la teología aquello que la filosofía podía captar de lo sensible y tratar de explicitar aquello que la razón natural no alcanzaría a aprehender sino solamente por acción Divina; todo con miras a su propio fin, la salvación.
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