(427) Minusvaloración de la verdad
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La mentalidad moderada, personalista y neoteológica, es anti-intelectualista. Debe serlo, necesariamente, si quiere mantenerse en los parámetros de la Modernidad. Pero no de tal forma que niegue la verdad, pues pretende al mismo tiempo permanecer católica. Minusvalorará la eficacia cognoscitiva de la doctrina, cuyas proposiciones le parecerán siempre inadecuadas, irrespetuosas con el misterio y meramente aproximativas; y sobrevalorará la experiencia estética o vivencial de lo nouménico, radicando en ella la esencia de la fe. De esta manera, aplicará un escepticismo moderado al objeto de la fe. Ésta ya no consistirá en creer una doctrina, pues ninguna doctrina será digna de fe, será tan sólo un acercamiento. Sólo el amor es digno de fe, dirá Hans Urs von Balthasar.
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El pensamiento católico tradicional diferencia en la fe un objeto material y un objeto formal.
El objeto material de la fe, es decir, qué es lo que hay que creer, constituye «todo lo que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición», y que la Iglesia, columna y fundamento de la verdad (Cf 1 Tim 3, 15) «propone como divinamente revelado», por «definición solemne» o por su «magisterio ordinario y universal» (ROYO MARÍN, Teología moral para seglares, BAC, Madrid, 1957, págs. 224-225).
El objeto formal de la fe es doble: por una parte, el objeto formal principal, que se dice quod, es Dios mismo en cuanto primera y suma Verdad (Cf.,Ibid, pág. 226), y por otra parte, el objeto formal quo, por así decir, la razón, el motivo, el medio por el que se percibe el objeto principal, «la autoridad de Dios que revela; fundada en la infinita sabiduría de Dios,que no puede engañarse, y en su infinita veracidad, que no puede engañarnos» (Ibid., pág. 227).
En definitiva, el objeto de la fe es material (qué verdades se cree), y formal (por Quién se creen esas verdades), siendo este porqué Dios mismo (objeto formal quod) que no engaña (objeto formal quo).
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Pero como el pensamiento moderno desconfía de toda formulación de la verdad, el católico moderno desconfiará, también, de la formulación doctrinal de las verdades que ha de creer, esto es, desconfiará del objeto material de la fe, aunque sin llegar a negarlo. Lo relativizará para dar pie a un pluralismo dogmático que permita diversas interpretaciones doctrinales siempre y cuando no sean cacofónicas, como dirá Balthasar.
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Los moderados católicos opinan que Dios no revela verdades, sino sólo a Sí mismo, sólo su presencia, siendo la fe un encuentro ante lo misterioso de su automanifestación, informulable por incognoscible. La fe consistirá entonces no en creer verdades sino en experimentar la presencia mistérica de la Palabra, que es Jesús; no talmente creer sus palabras, su doctrina, sino solamente relacionarse con su misterio. La fe tendría objeto material, pero dado que es aproximativo y por tanto mutable; dado que ninguna proposición puede significar eficazmente lo revelado por Dios, tendría un valor puramente relativo; lo dogmático no pertenecería propiamente al objeto de la fe, siendo éste, tan sólo, formal. La fe, de esta manera, puede reducirse a experiencia de lo misterioso sin participación del entendimiento, como quiere el pensamiento fideísta moderno. La puerta al subjetivismo ha sido abierta.
14 comentarios
Creo que fue Karl Ranher quién dijo: "El S. XXI o será místico o no será nada". Llevamos veinte años de este siglo y ya vemos que su profecía nos lleva a la nada.
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Rahner y otros del XX lo que dicen es que para profundizar en la verdad hay que ser un místico y tratar con la Verdad. Un ejemplo, lo tiene usted en Santo Tomás de Aquino. Profundizó en las verdades de la Fe por tener un trato místico con la Verdad.
Rahner o de Lubac hicieron un crítica a los neotomistas del XX que volvieron a cometer el error escolástico de poner el acento en el objeto material de la fe en vez de ponerlo en el objeto formal, error que Aquino no cometió, pero si algunos de sus seguidores, lamentablemente,
Deduce usted precipitadamente de la cita de Karl Rahner : No está siendo un siglo de místicos, o por lo menos no los vemos aún, y precisamente por eso, el siglo XXI está resultando un desastre, que es lo que vaticinó Rahner.
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A.G.:
NO es cierto, en absoluto, que la escuela tomista pusiera énfasis en el objeto material descuidando el objeto formal. Eso es un falsísimo tópico inventado por los personalistas para subjetivizar la fe. Entre ellos, ese heterodoxo de Rahner, que tanto daño a hecho a la Iglesia.
Sobrevaloran la experiencia, porque hacen de ella una alternativa al conocimiento sobrenatural de la fe, y porque la entienden en clave nominalista y existencialista.
Por eso cuando se habla de mística, en este contexto, se habla de un supuesto encuentro con la presencia divina que no es fruto del desarrollo de la gracia santificante y los dones del Espíritu Santo; sino de una supuesta vivencia dialógica y directa en que la fe no es medio de unión.
A.G.:
NO es cierto, en absoluto, que la escuela tomista pusiera énfasis en el objeto material descuidando el objeto formal. Eso es un falsísimo tópico inventado por los personalistas para subjetivizar la fe. Entre ellos, ese heterodoxo de Rahner, que tanto daño a hecho a la Iglesia
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Oiga, yo no he dicho eso de la escuela tomista. He dicho que algunos de sus seguidores (de Santo Tomas) sí lo hicieron, en concreto, los neo-tomistas. Y tampoco he dicho que los neotomistas descuidarán el objeto formal. He dicho que los neotomistas pusieron el acento en el objeto material en vez del formal. Es como lo de Misericordia y Justicia. El acento, o el sobrepuje, en la Misericordia, pero eso no hace de menos a la Justicia.
Una cosa es descuidar el objeto formal y otra distinta poner el acento en el objeto material.
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A.G.:
Vale, entendida la matización.
"Tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”.
"Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías.”
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A.G.:
Pero estamos hablando de la fe teologal en cuanto asentimiento intelectual a verdades reveladas, no de la oración.
Con respecto a lo que usted dice de que los pensadores díalógicos sobrevaloran la experiencia, este no sería el caso del católico Ferdinand Ebner:
"Yo he atacado el sentimiento, la fantasía, la idea como las esferas en las cuales en vano se buscarán las realidades supremas y más características de la vida espiritual".
La siguiente frase es la que me recuerda a lo dicho por Santa Teresa:
" Dios o tiene una existencia personal o no existe en absoluto. Su personalidad no puede el hombre captarla especulativa mente sino relacionándose con Él personalmente, es decir, tomándole como el tú de su yo".
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A.G.:
No se trata de buscar semejanzas entre frases o ideas sueltas, sino de las concepciones teológicas de fondo, que son muy distintas.
La mística forma parte del desarrollo normal de la gracia santificante y la acción de los dones de Espíritu Santo. Y esto está muy lejos de la cosmovisión personalista, que lo entiende de otra manera.
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A.G.:
Le falta el Catecismo de San Pío X y el Romano. Son magníficos.
"En una obra de este tipo son muchos los puntos discutibles: todo lo que los hombres hacen es insuficiente y se puede mejorar, y a pesar de ello se trata de un gran libro, un signo de unidad en la diversidad. A partir de muchas voces se pudo formar un coro porque contábamos con la partitura común de la fe, que la Iglesia nos ha transmitido desde los Apóstoles a través de los siglos hasta hoy".
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