Camino a Nochebuena y Navidad – Personajes de Adviento: el Ángel Gabriel
Camino a Nochebuena y Navidad – Personajes de Adviento: el Ángel Gabriel
Alguien pensará que este personaje no encaja aquí pero, si bien lo miramos y más de cerca, veremos que al contrario es la verdad….
Dios, que ha tenido, tiene y tendrá un objetivo para la vida de la criatura creada a su imagen y semejanza no suele aparecerse a ninguno de ellos para decirle esto o lo otro o, en fin, proponerle determinada actuación. No. Lo que hace Dios es hacer uso de enviados. Incluso su propio Hijo era un enviado suyo y, además, era Él mismo que se hizo hombre. Era, pues, el requeteenviado, el más allá del Enviado, el que era…
Con esto queremos decir que, a lo largo de la historia de la salvación el Todopoderoso se ha servido de seres humanos para que llevasen a sus hijos el mensaje de un tal Padre. Así, por ejemplo, los muchos profetas que a lo largo del tiempo han sido han cumplido con una tal labor.
Pero Dios ha tenido y tiene unos mensajeros, digamos, “especiales”. Y es que, en determinadas ocasiones, a su inspiración, siempre tan especial y tan directa, se le acompaña con la intervención, así lo entendemos, de alguien concreto. Y eso pasa con el Ángel Gabriel llamado, también, Ángel del Señor.
EXCURSUS
Hacemos un parón en el artículo para decir que en una película en la que intervienen el Ángel Gabriel y el Ángel Rafael, en un momento determinado y vista la situación que se está produciendo en la Tierra, y por la intervención de fuerzas malignas, Gabriel le dice algo así a Rafael:
“Tú le das (se refiere a Dios) lo que quiere pero yo le doy lo que le conviene”.
Y se refería a que la intervención del Ángel Rafael había venido a ser una, digamos, violenta, con el uso de la espada (que tanto relacionamos con este Arcángel) pero la de Gabriel había sido la del amor. Y eso era lo que él le aportaba a Dios que era, a su entender, lo que le convenía al Padre…
Y esto vendría a ser como decir que Dios prefiere el Amor aunque, a veces, utilice la vara porque es bueno pero también es justo y eso requiere ciertos castigos. Eso no lo podemos negar porque siempre ha sido, y es, así.
Aquí, pues, vale el Amor de Dios y todo lo que eso significa y puede llegar a ser.
FIN DEL EXCURSUS
16.12.18
La Palabra del domingo - 16 de diciembre de 2018
Lucas 3, 10-18
Tercer domingo de Adviento
“En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: —‘¿Entonces, qué hacemos?’ Él contestó: —‘El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo’.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
—‘Maestro, ¿qué hacemos nosotros?’ Él les contestó: —‘No exijáis más de lo establecido.’ Unos militares le preguntaron: —‘¿Qué hacemos nosotros?’
Él les contestó: —‘No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.’ El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: —‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.’
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.”
MEDITACIÓN
El anuncio que hace el Bautista
Como el Mal nunca descansa y como culminación de las maldades de Herodes, tetrarca de Galilea, éste, ante la acusación de Juan, hijo de Zacarías y de Isabel, sobre su ilícito matrimonio con Herodías, manda que lo prendan y sea encarcelado. Y lo hace porque, seguramente, no quería que u “honestidad” se viera comprometida por aquel hombre pobre y vestido con piel de camello que predicaba en el desierto.
Juan, antes de este terrible momento, como decimos, predica. Su predicación, continuación de su presentación al mundo, a su siglo, con ese “enderezad sus sendas” (se refiere a las del Señor) y la dura acusación a los hipócritas, a los que llama raza de víboras (Lc 3,7) tiene un sentido, que en este texto del evangelista médico de Pablo, doble, porque dos cosas nos quiere decir.
15.12.18
Camino a Nochebuena y Navidad – Personajes de Adviento: María, siempre María
Camino a Nochebuena y Navidad – Personajes de Adviento: María, siempre María
A lo largo de los días que llevamos de Adviento (la mitad, más o menos…) la Madre de Dios ha aparecido en muchos momentos de los pasos que estamos dando. Y eso se debe a que, como es fácil de imaginar, tiene una importancia algo más que vital en este, como suele decirse, episodio de la historia de la salvación.
Cualquiera podría decir, a este respecto, que podría haber sido otra joven la escogida por Dios para que fuera su Madre. Sin embargo, si nos atenemos a lo que entonces sucedió, no fue otra sino aquella que era hija de Ana y de Joaquín y tampoco fue otra joven la que dijo sí a lo que le decía aquel Ángel, de nombre Gabriel, que tan ocupado andaba por aquellos días.
A este respecto tanto tradicionalmente como litúrgicamente se ha dedicado el último domingo de Adviento, el 4º, a la persona que, dando su sí ante Gabriel, supo manifestar una humildad y un amor digno de su propia causa.
No extraña que así se haga porque, ciertamente, a las puertas de recordar el nacimiento del Hijo de Dios, que la Madre del Creador sea a quien se dedique el recuerdo, entra dentro del más puro sentimiento humano.
14.12.18
Camino a Nochebuena y Navidad – Recapitulemos: en mitad de Adviento, más o menos
Camino a Nochebuena y Navidad – Recapitulemos: en mitad de Adviento, más o menos
A día de hoy estamos, más o menos, a mitad del tiempo de Adviento. Y eso requiere una pausa, un descanso para ver el qué y/o el cómo o, en fin, para encontrar bien el camino si lo hemos perdido por cualquier causa.
Cuando decimos “más o menos” no lo hacemos por hacer alguna gracia o por resultar ocurrentes. No. Lo decimos porque es posible que nos hayamos pasado de largo o, al contrario, que no hayamos llegado a la comprensión de lo que supone esto que hacemos. Y nos explicamos porque, como es lógico, aún estamos a tiempo de rectificar lo que tengamos que cambiar…
A lo mejor nos hemos pasado de largo
Sí, es bien cierto que se puede decir que en materia espiritual no se puede dar el caso de que nos pasemos de largo en hacer las cosas bien. Pero sí, se puede y eso tampoco nos hace mucho bien.
En esto pasa como en el entrenamiento deportivo que, al preparar determinada prueba no es bueno, no lo es, pasarse de preparación porque nuestro cuerpo se puede resentir. Y eso mismo nos pasa cuando hablamos de algo tan especial como es nuestra alma.
Tenemos ansia. Es cierto. Tenemos ansia, decimos, porque llegue un tiempo tan gozoso como es la Nochebuena y la Navidad. Damos, como sabemos, determinados pasos hacia tales gloriosos días. Y, sin embargo, debemos dar paso a paso porque, de lo contrario, podemos agobiar en exceso el alma. Y sí, es cierto que eso no nos va a pasar muchas veces porque somos como somos y, al contrario, nos puede pasar lo que, justamente, decimos ahora mismo. Y nadie se extrañe de lo que ahora viene.
A lo mejor no hemos llegado
“Bueno, aún queda mucho para Nochebuena y también mucho para Navidad. Para qué vamos a dar paso a paso, así, tan despacio…”
Tal forma de expresarse no es propia de quien crea una fase o varias haciendo uso de lo que Santa Teresa llamaba la “loca de la casa” refiriéndose a la imaginación. No. Por desgracia para muchos creyentes en Dios Todopoderoso y en su Hijo Jesucristo y, para ceñirnos a lo nuestro, hijos de la Iglesia Católica, tal forma de ver las cosas suele ser demasiado común. Claro, hay excepciones y, a lo mejor, muchas, que hacen las cosas como se deben hacer pero…
Veamos lo que, a este respecto, pasa.
No siempre estamos dispuestos a calibrar cómo está nuestro corazón porque, de lo contrario, veríamos que no está, a lo mejor, demasiado bien… Y aquí olemos renquear y, en esto, aún no hemos llegado a esta mitad del Adviento demasiado bien…
Pero es que tampoco solemos tener en cuenta lo que supone que el Hijo de Dios va a volver a nacer y que eso ha de suponer mucho para nosotros. Y, en realidad, es algo que, por “repetido” lo solemos olvidar. En esto, tampoco, mostramos un acercamiento al Adviento demasiado aceptable…
Sabemos, por otra parte, que Dios quiere de nosotros que seamos capaces de comprender lo que supone el Adviento. Pero, como tantas veces pasa, es posible que no acabemos de tener muy claro esto y, si lo tenemos, no lo llevamos a la práctica. Y, claro, en esto nuestro nivel de pasos dados en el Adviento no es el adecuado…
Pero, en esto, ¿qué es lo que nosotros queremos?
Decimos, siempre al menos lo solemos pensar, que lo tenemos todo más que claro: nosotros queremos llegar a Nochebuena con el alma limpia. Pero no siempre lo conseguimos. Y eso que ya hemos vivimos muchas Nochebuenas y muchas Navidades. Y es bien cierto, entonces, que no damos el nivel espiritual que nos corresponde…
¿Nosotros, por otra parte, ansiamos los bienes espirituales que otros ansiaron? Sí, respondemos. Pero no nos ha de salir, como suele decirse, “gratis” espiritualmente hablando sino que eso requiere que pongamos por nuestra parte, por ejemplo, perseverancia en pedirlos a Dios, intención de quererlos. En fin… que no siempre queremos, en el fondo eso. Y, entonces, en tal caso, tampoco estamos donde debemos estar y, claro, no hemos llegado a esta mitad del Adviento como deberíamos haber llegado.
Y sobre la esperanza. En nosotros ¿siempre está intacta o la solemos perder?
Responder a esta pregunta de forma franca (o, lo que es lo mismo, diciendo toda la verdad aunque nos perjudique…) es esencial en esto. Y es que si está intacta del todo… entonces, iremos por buen camino pero si ha decaído en algo o en mucho entonces… al contrario de lo dicho antes no iremos por el buen camino que nos lleva a la Nochebuena y a la Navidad.
Vemos, de todas formas y con esto apenas dicho, que la cosa no es tan fácil. Bueno, no es fácil para quien quiere entrar por la puerta estrecha porque, para quien quiera hacerlo por la ancha… en tal caso es más que seguro que lo dicho aquí se tenga por cosa de poca importancia cuando, al contrario, es tan importante que de no entenderlo así nuestros pasos estarán algo más que equivocados.
Eso sí. No podemos negar que aún estamos a tiempo de rectificar porque, en todo caso, aún estamos a mitad del Adviento.
Eleuterio Fernández Guzmán
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13.12.18
Camino a Nochebuena y Navidad – Octavo paso – Somos avariciosos espirituales (lo queremos todo)
Camino a Nochebuena y Navidad – Octavo paso – Somos avariciosos espirituales (lo queremos todo)
No podemos negarlo: somos así. Y sí, la avaricia, en este caso, no rompe el saco (porque no es una que lo sea mundana) sino que llena el corazón.
Podemos decir que estos pasos que estamos dando hacia/hasta Nochebuena y Navidad están suponiendo una revisión de nuestras ansias. Y es que queremos que todo quede claramente plasmado en nuestro camino y no quisiéramos equivocarnos lo más mínimo en el que estamos recorriendo.
Debemos, por eso, romper con lo que, tradicionalmente, y como decimos arriba, supone un dicho popular muy conocido.
Sí. Ya sabemos: “La avaricia rompe el saco”.
Cuando alguien habla así quiere decir, como todos sabemos, que alguien (supongamos que nosotros mismos) ansía tanto, tanto, tanto, que siempre acaba perdiendo mucho, mucho, mucho. Y eso, que es un comportamiento puramente mundano, no podemos decir que sea poco común…
En materia espiritual, como tantas veces sucede, pasa justamente lo contrario.
Nosotros, en realidad, en este Adviento lo queremos todo, pero todo, todo y más que todo. Y nos quedamos tan anchos al decir esto, claro está.
El caso es que, a diferencia de las cosas del mundo, aquí, en esto, hay para todos y nunca se agota lo que queremos y ansiamos.
Cristo, bueno, aquel Niño-Dios lo trajo a espuertas y no podemos negar que si aquellos que, entonces, lo vieron no sabían mucho (algunos, muy pocos, 2, sí) de lo que suponían Quien nacía, nosotros, al contrario, estamos al cabo de la calle de eso y de mucho más. Y por eso lo queremos todo.
12.12.18
Camino a Nochebuena y Navidad – Séptimo paso: tener la esperanza como ellos la tuvieron
Camino a Nochebuena y Navidad – Séptimo paso: tener la esperanza como ellos la tuvieron
Esto es, sí, por consideración a nuestra propia realidad espiritual, un paso más que damos hacia Nochebuena y Navidad pero debemos tener en cuenta que es, más bien, el mismo camino que siempre debemos realizar hacia el definitivo Reino de Dios. Y nos referimos a la esperanza que, como virtud teologal que es, ni nunca debemos perderla ni debemos caer, claro está por eso mismo, en lo contrario: la desazón.
Nosotros tenemos el inmenso gozo de contar, a lo largo de la historia de la salvación, con ejemplos elocuentes y más que suficientes como para satisfacer el nivel más alto que queramos poner de espiritualidad esperanzada. Y a ellos nos acogemos porque siempre bien muy bien tener en cuenta lo que se debe tener en cuenta.
No es poca cosa la esperanza. Sustenta la existencia de muchos seres humanos (deberían ser todos) en los malos momentos pero, sobre todo, alienta el ser y la vida de todo aquel que quiera, de verdad, alcanzar la vida eterna. Y es que no hay, además, otra forma para nosotros, hijos de Dios, de ver las cosas del alma. Ni hay ni, sobre todo, podemos buscar sustitutos a la misma.
Unos tuvieron esperanza de que llegara el Mesías; otros, nosotros, y hasta que vuelva, los demás, esperanzados estamos de que, como decimos, retorne al mundo el Hijo de Dios en su Parusía. Y es que ya llegó encarnándose y siendo un buen Hijo en el seno de una más que buena Madre.
Pues bien, nosotros debemos ser, por así decirlo o, mejor, tener el corazón, como aquellos que mantuvieron siempre la esperanza aunque, no podemos negar que, a lo mejor, alguno de ellos pudiera tener alguna duda. Todos no, claro.
11.12.18
Camino a Nochebuena y Navidad – Sexto paso: ansiar las promesas mesiánicas
Camino a Nochebuena y Navidad – Sexto paso: ansiar las promesas mesiánicas
Demos un paso más en este tiempo de Adviento: ansiemos, ansiemos, ansiemos lo que Dios quiere para nosotros.
Suele decirse, a este respecto y porque es verdad, que el Antiguo Testamento no es un libro, digamos, propio del pueblo judío y ya está. No. En realidad, como forma parte de la historia de la salvación del ser humano tiene mucho que ver con el ahora mismo. Y, claro está, tiene que ver mucho con la venida del Mesías a quien el pueblo elegido por Dios estuvo esperando durante muchos siglos (era promesa del Todopoderoso enviarlo).
Decimos estuvo esperando porque ahora, precisamente ahora, en estos días que van desde que el Primer domingo del tiempo de Adviento hasta la Nochebuena y la Navidad, recordamos que sí, que vino el Enviado de Dios y que vuelve a nacer.
En realidad, lo que dejaron escritos muchos autores inspirados por el Espíritu Santo en aquellos antiguos libros no es, sino, la fijación por escrito de que, en efecto, la promesa de Dios iba a cumplirse. Y eso lo vemos, más que bien, en el profeta Isaías cuando describiría a la perfección el sufrimiento del Cordero de Dios.
Eso, claro está, ocurriría mucho más tarde de lo que ahora vamos a celebrar. Pero valga este ejemplo para decir eso tan sabido según lo cual en el Antiguo Testamento está Cristo entre las líneas de tan sagrado y amado texto.
Pues bien, es de esperar que, como eso es así, lo que ansiaba el pueblo escogido por Dios sea, también, esperado por nosotros. Y, por decirlo de una forma que sea fácil de entender ahora, en este tiempo de Adviento, nosotros también debemos ansiar las promesas mesiánicas que no han pasado ni de moda ni de tiempo. Y es que nada de aquellas ansias quedaron ancladas en siglos tan antiguos sino que son realidad tan presente porque, a veces por desgracia, la segunda venida del Hijo de Dios ha necesidad de que ansiemos determinadas realidades aunque, claro está, la necesidad no es por parte de Cristo sino de nosotros mismos.
10.12.18
Camino a Nochebuena y Navidad – Quinto paso: nuestra actitud en Adviento
Camino a Nochebuena y Navidad – Quinto paso: nuestra actitud en Adviento
Damos comienzo, en este lunes del mes de diciembre, el 10, la segunda semana de Adviento. Y hasta ahora hemos ido dando los primeros pasos hacia una noche tan especial como es Nochebuena y a un día no menos importante como es el de Navidad. Todo, digámoslo así, está hecho. Eso lo sabemos. Pero, de todas formas, no por eso vamos a mostrar un corazón, digamos, aburrido o un, como, no querer saber nada de eso. No. Nosotros debemos hacerlo como si fuera, al menos, la segunda Nochebuena porque, como es de imaginar, para la primera no hubo preparación alguna salvo para María, aquella joven que, sabiendo que iba a venir al mundo Alguien muy especial tuvo preparado su corazón.
Nosotros, por ejemplo:
Debemos tener un corazón abierto,
debemos mirar sabiendo Quien viene,
9.12.18
La Palabra del domingo - 9 de diciembre de 2018
Lc 3,1-6
Segundo Domingo de Adviento
“1 En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; 2 en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,4 como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; 5 todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. 6 Y todos verán la salvación de Dios.”
COMENTARIO
Lo que dice el Bautista, Juan
Los datos lo dicen con toda claridad. En un momento determinado de la historia de la humanidad en el imperio romano a una persona muy concreta, un hijo, el hijo, de Zacarías e Isabel, Dios le dirigió la Palabra, Su Palabra. Había llegado el momento de que se manifestase, otra vez, al mundo, el Creador. Y Juan, aquel profeta que vivía el desierto, había sido la persona elegida para que, a través de su labor predicadora, se fuesen allanando los caminos del Señor.
Juan, como sabemos, era pariente muy cercano de Jesús. Primos carnales, para más señas. Y por sus venas corría sangre divina: en el caso de Jesús, por ser María su Madre y en el caso de Juan por haber querido Dios que naciese, de aquella mujer a la que llamaban estéril, el último profeta del Antiguo Testamento.
8.12.18
Camino a Nochebuena y Navidad – Inmaculada María
Camino a Nochebuena y Navidad – Inmaculada María
No hay nada mejor, para terminar esta primera semana del tiempo de Adviento, que hacerlo con una realidad espiritual que es, por misteriosa y grande, muy importante para un fiel católico. Y nos referimos, como sin duda ya se habrá adivinado, a la Inmaculada Concepción de María, María de Dios y Madre nuestra.
¿Qué podríamos decir que no se haya dicho ya acerca de este día, tan gozoso, para quien ama a la Madre de Dios y Madre suya? Pues, seguramente, nada, al menos por quien esto escribe pues hay quien puede hacerlo mucho mejor y, con toda seguridad, con más agudeza espiritual y profundidad de luz para quien se lo lleve al corazón…
En fin. Cada cual hace lo que puede al respecto de lo que, a esto, corresponde.
De todas formas, tampoco por eso podemos quedarnos callados aunque, claro está, otorguemos nuestro favor a todo aquello que se ha dicho y se dice sobre la Madre de Dios y su concepción Inmaculada.
Hoy, sí, es 8 de diciembre.
En este tiempo de Adviento dedicamos un momento (muchos van a ser, seguro) a nuestra Madre María. Y lo hacemos porque, como diría San Josemaría al respecto de otras cosas del alma, nos da la santa gana. Y lo hacemos acerca de que es Inmaculada. Vamos, que no tiene, ni siquiera, la mancha del pecado original.
A muchos el tal pecado pareciera que les resbala y se les escapa del alma. Y hacen como si nada tuviera que ver con ellos sin darse cuenta de que el mismo lo llevan adherido al corazón antes de venir al mundo y que sólo se borra con su bautismo donde se limpia el mismo por la infusión del Espíritu Santo.
Otra vez. Sí. Otra vez se nos infunde el Espíritu Santo porque la primera es cuando somos creados por Dios. Y sí, es cierto que eso no podemos entenderlo ahora (ya lo haremos, ¡Ay!, si vamos al Cielo) pero lo tenemos por verdad porque sólo puede ser así.
Eso no pasó con María, aquella joven que iba a nacer cuando la naturaleza determinara que lo hiciera. Pero antes ya se había obrado el misterio y el milagro. Mucho antes.
Digamos que no vale aquí hablar de tiempo. Es decir, que la Virgen María (sería siempre Virgen pero aún no había nacido) no fue librada del pecado original un día antes o dos días antes, etc. No. Ella fue librada del pecado de Adán y Eva desde la misma Eternidad que es lo mismo que decir que desde siempre.
Aquí, con casi toda seguridad, no puede haber quien pueda decir que eso lo tiene por cierto porque lo entiende. Eso no es posible ni lo será nunca. Y no es ni lo será porque su naturaleza de misterio espera otro mejor momento (mucho mejor será la vida eterna) No. Eso lo tiene por cierto porque tiene fe y confía en que Dios, como dijo aquel, podía hacerlo, quiso hacerlo y lo hizo. Y basta con eso.
No deberíamos, por tanto, darle más vuelta al hecho de que nuestra Madre es Inmaculada. Y es que, además, es muy bueno que así sea.
El caso es que venir al mundo sin mancha es un regalo de Dios, una gracia del Todopoderoso (¿No la llamó Gabriel la “llena de gracia”?) o, en fin, la manifestación explícita del poder de Aquel que pudiendo hacer lo que quiera hacer… ¡va y lo hace! ¿Qué hay de imposible en eso? O es que acaso ¿quién puede lo más no va a poder lo menos?
Dios, que es Todopoderoso, como decimos y podemos ver con cierta facilidad, no iba a querer para sí, por Madre, a quien hubiera nacido con aquel misterium iniquitatis absurdo en que cayeron los primeros nacidos de su Amor y Voluntad. Y como aquello pasó a cada uno de los hombres nacidos desde entonces, era de esperar que pasara lo mismo con quien iba a ser Madre suya y, claro, con quien iba a ser su Hijo, llamado Jesús, el Cristo. Y eso, como es fácil de entender, ni podía ser ni fue.
Hay quien se toma a chufla (a guasa, a risa) lo de que la Madre de Dios sea Inmaculada y, simplemente, no cree en tal posibilidad. Lo que pasa es que cuando algo no se comprende lo mejor es decir (lo más fácil, queremos decir) es hacer mofa y escarnio de lo mismo. Es, digamos, una especie de barrera que nos ponemos ante lo que ignoramos o, simplemente, no comprendemos.
Nosotros, de todas formas, los fieles católicos que formamos parte de la Esposa de Cristo, sabemos que nuestra Madre es Inmaculada y, por tanto, caminamos hacia el nacimiento de su hijo con la naturalidad de quien está seguro de algo y no le da ni miedo ni vergüenza asegurarlo.
Exclamemos, por tanto, nuestro gozo por eso y, sobre todo, porque Dios haya querido hacer lo que ha podido hacer.
Dios, Padre Todopoderoso,
quisiste que tu Madre
al mundo viniera
sin sombra de pecado
y sin mancha de deshonra.
Quisiste, Oh Creador nuestro,
que María, que luego así sería llamada,
pudiese caminar sin tal pesada carga.
Y nosotros, que ahora miramos
al Cielo sabiéndola intercesora
te damos las gracias
por ser Bueno,
por ser Padre
por ser Eterno y, además,
por poder hacer lo que hiciste
y saber, muy bien, hacerlo.
Alabado sea Dios que tiene una Madre sin mancha ni pecado.
Amén.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Eleuterio Fernández Guzmán
Licenciado en Derecho, casado y con dos hijos. Hijo de Dios y hermano en Cristo… en defensa de la fe, sabiendo que en esta labor, a veces ingrata pero siempre fructífera, no estoy solo sino, al contrario, acompañado de muy buenas compañías.
Mi correo electrónico, para quien quiera hacerme llegar una queja, alguna noticia, etc. es [email protected]
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