6.09.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Estamos de aniversario triste y alegre a la vez

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Hoy es un día triste y alegre, a la vez.

 

En realidad, aunque hoy sea 6 de septiembre, y sea el día viernes, lo bien cierto es que nos referimos al día 2 de septiembre y no de este año sino de 1973. Era, además, domingo.

Nadie que sepa algo de nuestro autor, el profesor J.R.R. Tolkien desconoce que fue en aquel día cuando dejó este mundo aquel que había creado uno tan especial que hay quien no se quiere ir ni marchar nunca del mismo.

En este día, en 1973, J.R.R. Tolkien, autor de las novelas de fantasía El Hobbit y El Señor de los Anillos de los Anillos. Muere a la edad de 81 años en Bournemouth, Inglaterra.”

Eso se puede leer o, en todo caso, algo parecido, se puede leer, decimos, en muchos lugares donde quien quiera informarse sobre la vida y milagros del profesor de Oxford y más que conocido autor, pueda dirigirse. Y sí, es cierto, un domingo (era domingo aquel día) John Ronald Reuel Tolkien, más conocido como J.R.R. Tolkien o, simplemente, Tolkien, pasó, sin duda alguna, a mejor vida.

Alguien dirá que sostener, eso, que pasó a mejor vida, habría que verlo. Pero, como nosotros sabemos que nuestro autor era creyente católico de fe más que probada (también en su obra) estamos más que seguros que tenía más que claro que, al morir, iba a pasar a mejor vida. Y no sólo porque a lo largo de su existencia en el mundo pasó por muy malos momentos sino porque, es más que cierto, que la otra vida (no siendo el Infierno el lugar destinado a ir tras la muerte y no creemos sea el caso de John R.) es mucho mejor que esta.

Esto lo decimos porque, sin duda alguna, hoy día o, mejor, el pasado 2 del presente mes de septiembre, es o era un día triste y alegre a la vez.

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4.09.19

Un amigo de Lolo – Lolo, libro a libro - Cristo siempre presente

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Cristo siempre presente

“Cada minuto, en el hombre que cobra los billetes del tranvía, en el que repara desperfectos de hojalata, en el que completa un ensayo de laboratorio, Cristo palpita al compás de sus mismas arterias, lo mismo si ha liquidado sus cuentas negativas que si tiene en el cerebro un turbión de resquemores y venganzas.” (El sillón de ruedas, p. 106)

 

Palpita al compás de las arterias del hombre.

Esta expresión, que el Beato Manuel Lozano Garrido escribe en su obra “El sillón de ruedas”, nos muestra a la perfección, el sentido y conocimiento que nuestro hermano en la fe tiene de su relación con Jesucristo o, en general, de la misma con el ser humano en general, con cada uno de ellos.

Es bien cierto que Lolo sólo hace referencia a determinadas labores o, por decirlo así, a algunos trabajos pero podemos entender que se refiere a todos los existentes porque el Hijo de Dios no hace distinción de uno o de otro: todos somos hermanos suyos; todos somos hijos suyos.

Pues bien, independientemente de la persona y de la labor que desempeñe en la vida, en su vida, no es poco cierto que lo que nos dice el Beato de Linares (Jaén, España) tiene que ver con nuestra existencia y la que lleva, con nosotros, el Hijo de Dios.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos y según las palabras de Lolo, que nuestro hermano Cristo no es que esté más o menos cerca de nosotros sino que está “en” nosotros mismos. Y eso lo tenemos por cosa de fe porque sabemos que somos templo del Espíritu Santo y que, por tanto, allí donde está la Tercera Persona de la Santísima Trinidad está, también, la Segunda y, claro, la Primera. Pero aquí hablamos, ahora, de Quien se entregó por sus hermanos los hombres por los que dio su Cuerpo y su Sangre.

Y sí, Cristo está en nosotros y, por tanto, como se nos dice aquí, “palpita” con nosotros. Y como palpita con nosotros, es cierto y verdad que lo que nos pasa, no sólo nos pasa a nosotros sino que afecta (entendamos esto) a Jesucristo.

Pero hay más. Y es que el Beato Manuel Lozano Garrido, ofrece dos posibilidades en las que se puede encontrar el hombre creyente y conocedor.

Por una parte, puede tratarse de quien ha dejado este mundo pero, al parecer, no ha llegado a su Juicio Particular con el alma limpia. Pues ahí está también su hermano Cristo para echarle una mano.

Pero, por otra parte, es posible que, en vida, aún en este mundo, caminando, viviendo y existiendo en él, haya quien tenga un corazón (Lolo dice un cerebro…) en el que muchas malas acciones contra sí se hayan guardado y haya, eso, un resquemor e, incluso, un ansia de venganza. Y eso no puede ser nada bueno para nosotros y, tampoco, para nuestro corazón y alma.

Lo bien cierto es que Cristo, Jesucristo, está siempre presente en nuestra realidad y existencia y sólo reconociendo eso podemos caminar hacia el definitivo Reino de Dios con seguridad y gozo. Sólo así.

 

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

1.09.19

La Palabra del domingo – 1 de septiembre de 2019

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Lc 14, 1.7-14

“1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando.

7 Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: 8 ‘Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, 9 y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. 10 Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba.’ Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. 11 Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado’. 12 Dijo también al que le había invitado: ‘Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. 13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; 14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos’”.

  

COMENTARIO

Saber lo que, verdaderamente, importa

 

Sabido es que había grupos sociales en el tiempo del Hijo de Dios que, ante su mensaje y actos no estaban a su favor. Cada vez, por tanto, que podían, procuraban hacerle caer en trampas espirituales para ponerlo en evidencia. Por eso San Lucas nos dice en este texto de su Evangelio que los fariseos “le estaban espiando”.

Sobre la actitud que mostraron muchos fariseos (y otros) habría que decir que aquello que diría Jesucristo acerca de que no “sabían lo que hacían” lo podemos poner en reserva. Y es que los que eran considerados “sabios” dentro del pueblo judío tenían muchos conocimientos acerca de sus Sagradas Escrituras y no podían ignorar que lo que decía y hacía aquel Maestro que enseñaba con autoridad no era de su especial gusto. Y sabían que, para ellos, era muy peligroso que el pueblo lo siguiera más de la cuenta.

Y lo espían.

Esta forma de actuar supone bastante cobardía porque otras veces le hacían frente y le preguntaban. Pero había otras veces que, simplemente, miraban qué hacía y se emboscaban en sus cosas para, al fin y al cabo, pillarlo en un renuncio.

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30.08.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Microrrelatos (III)

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Como es bueno ser perseverante en lo que consideramos bueno y mejor, estamos aquí de nuevo para aportar una nueva serie de microrrelatos después de que, como es fácil deducir del número del título del artículo, lo hayamos hecho en dos ocasiones. Y es que la cosa da para esto y para mucho más. 

De nuevo, rogamos sepan disculpar los amables lectores los fallos que pudiera haber en ellos porque, al fin y al cabo, cada cual da lo que puede y sabe…

 

  • Estaban destinados a amarse. Ellos, hombre y medio elfa, siempre supieron que los tiempos habían cambiado y que su amor era ejemplo, posibilidad, cambio.

 

  • Aragorn, de entre las flechas que recibió a lo largo de su vida una de ellas acertó en su corazón y le arrebató el alma. Y Arwen, como Elfa, tenía un buen arco.

 

  • Elrond sabía que la tatarabuela de su hija Arwen, Tinúviel, había tenido un amor parecido. Y no pudo decir no aunque lo intentó… como padre.

 

  • Imaginamos las palabras de amor que salieron de los labios de Aragorn y de Arwen. Ambos venían de tiempos antiguos y su amor era cauce de encuentro.

 

  • Undómiel tuvo que decidir entre una vida casi eterna y una humana y mortal. Y pudo el amor… como debe ser en los buenos finales.

 

  • Les costó mucho llegar a la casa de Elrond pero, en Imladris, gustaron de los muchos bienes élficos. Más de uno no habría salido de allí nunca…

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28.08.19

Un amigo de Lolo – Lolo, libro a libro - “Comprender la esencia de nuestra fe”

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Comprender la esencia de nuestra fe

 

“El Creador necesitaba una rehabilitación a su altura y ¡qué fácil!: su Hijo tomaba cuerpo de arcilla, afanaba un capital de méritos y, a la hora de pasar la cuenta, hacía valer su condición de Dios. Desde el mero ángulo jurídico, la justicia volvía por sus fueros con una argumentación que brillada por lo impecable.” (El sillón de ruedas, p. 104)

 

Aquí había ya culpabilidad de parte del ser humano.

Esto de arriba lo decimos porque el Beato Manuel Lozano Garrido habla, leamos bien, de “rehabilitación”. Y eso ha de querer decir, a la fuerza ha de querer decir, que había algo que rehabilitar.

¿Qué era eso que debía ser restaurado o, como se diría hoy día, reseteado?

Cualquiera puede adivinar que se refiere Lolo al comportamiento del pueblo elegido por Dios. Y es que, a lo largo de los siglos, había mostrado y demostrado que su fidelidad al Todopoderoso era manifiestamente mejorable.

Sí. La relación del creyente con Quien lo había creado y mantenía en el mundo, al parecer, se había roto. Debía, pues, restablecerse para que el devenir del mundo no tuviera como fin la fosa de la que tanto habla el salmista.

Nos dice el Beato de Linares (Jaén, España) que las cosas no podían hacerse de cualquier manera. Y es que como Dios había creado todo lo existente, no podía ser que la corrección de lo mal hecho se hiciera de una forma vulgar. No. Todo, como nos dice nuestro hermano en la fe, debía hacerse según era Quien todo lo había hecho: a lo grande.

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25.08.19

La Palabra del Domingo - 25 de agosto de 2019

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Lc 13, 22-30

“22 Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. 23 Uno le dijo: ‘Señor, ¿son pocos los que se salvan?’ Él les dijo: 24 ‘Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y

no podrán. 25 ‘Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Y os responderá: ‘No sé de dónde sois.” 26 Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’; 27 y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!” 28 ‘Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. 29 Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. 30 ‘Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos’”.

 

COMENTARIO

Sobre puertas para entrar en el Cielo

 

El Hijo de Dios nos pide hacer un esfuerzo porque lo mejor no puede ser fácil.

En realidad, todo esto tiene que ver con la Voluntad de Dios de tener cabe sí a sus hijos, a su semejanza, creada a su imagen. Y, claro, la cosa no puede ser como coser y cantar…

Podemos decir que Jesucristo, que conoce más que bien el corazón de muchos de sus contemporáneos, no duda en decir la verdad, toda la verdad, sobre lo que es alcanzar el definitivo Reino de Dios.

Salvarse. Eso es lo que el ser humano quiere desde que conoce y sabe que existe un Creador que todo lo creó y mantiene. Y la salvación eterna es, por tanto, el destino anhelado por todo aquel que no esté ciego o no ame su propia existencia.

Sí, salvarse es más que importante. Pero eso no se consigue de cualquier manera como si fuera, en definitiva, algo de poca importancia.

Es cierto que, como decimos, todo hijo de Dios quiere entrar en el Cielo. Es una aspiración legítima pero no siempre está al alcance todo aquel que quiere conseguirlo.

El Hijo de Dios sabe muy bien que todo ser humano no va a acabar salvado. Y lo sabe porque es más que cierto que no todo el mundo, que crea, actúa de igual forma.

Hay quien cree que por ser hijo de Dios va a tener asegurada su entrada en el Cielo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, para que eso sea posible, hay que entrar por la puerta estrecha que es la que hace que el creyente en Dios Todopoderoso se sacrifique, dé de sí todo lo que pueda y, en fin, se olvide la forma de ser que, por antigua y desfasada, no anda muy cercana al corazón de Dios.

¿Dónde va el alma que no es aceptada en el Cielo?

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23.08.19

J.RR. Tolkien – Ventana a la Tierra Media – Historia de un Anillo Único

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En efecto, cuando hablamos de algo así como de un Anillo, escrito con mayúscula, y lo hacemos en el marco (como suele decirse) de una obra como El Señor de los Anillos, no hace falta mucho esfuerzo para saber a qué nos queremos referir.

Claro está que el Anillo, llamado Único (porque lo es, sin duda alguna) no aparece sólo en tal obra literaria de J.R.R. Tolkien sino que recorre, como si se tratase de una asignatura transversal, la obra más conocida de tal autor, de nuestro profesor. Y nos referimos, claro está, tanto a El Silmarillion como a El Hobbit.

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21.08.19

Un amigo de Lolo – De cielo o fango

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

De Cielo o fango

 

“Si contando con la fatalidad de la culpa fue amasada nuestra arcilla, sólo a una línea de espera puede llevarnos ese rastrear de nuestra mezcolanza de cielo y fango. Sobre el traspiés deprimente, por encima de nuestro golosear de materia, Dios se sienta en la encrucijada del camino y un buen día, rendidos y sudorosos, lo vemos y nos damos cuenta de que tiene algo hermoso sobre la palma y que, a la par, nos sonríe invitándonos a la aceptación.” (El sillón de ruedas, p. 103)

 

Es más que cierto que el Beato Manuel Lozano Garrido sabe llegar a la cima de la espiritualidad con pocas palabras. En verdad, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que su santidad ya la ganó en vida. Y eso se demuestra con las palabras aquí traídas hoy mismo.

Hoy mismo es bueno saber qué somos. Pero también es más que bueno, mejor aún, saber a qué podemos llegar, a qué debemos aspirar y, sobre todo, saber que Dios quiere eso para nosotros.

Nosotros, como hijos del Todopoderoso que somos, estamos a un paso de lo mejor pero, también, estamos al mismo paso de lo peor.

Lo peor de todo esto es que nosotros, que sabemos lo que se suele llamar “las generales de la ley” de Dios (o sea, lo que está establecido como bueno y mejor para sus hijos) no tenemos muy en cuenta eso sino que aspiramos a lo mejor sin dar lo que a nosotros nos corresponde dar.

Dar, así dicho, no es sencillo. Bueno, seguramente es sencillo pero muchas veces acaba imperando en nuestra vida el barro o, mejor (como dice Lolo) el fango que somos.

Somos eso, fango. Y eso ha de querer decir que la mayoría de las veces acaba imponiéndose en nuestra vida lo que nunca debería imponerse. Y entonces nos alejamos de Dios porque nos conviene, eso creemos, lo que es mundano y, en exceso, humano.

Humano es lo nuestro, sí. Sin embargo, como llevamos en el corazón el Espíritu Santo que se nos ha imbuido en nuestra concepción, podemos decir que el Cielo lo llevamos dentro aunque muchas veces lo olvidemos.

Olvidemos o no aquello que somos, lo bien cierto es que, como dice el Beato de Linares (Jaén, España) Dios siempre nos está esperando. Y en tal encrucijada del camino (o, lo que es lo mismo, nos acaece un momento de decisión importante para nuestra vida) nos mira con Amor y nos ofrece la posibilidad de acercarnos a su Persona y a su Corazón.

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18.08.19

La Palabra del domingo - 18 de agosto de 2019

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Lc 12, 49-53

 

“Dijo Jesús a sus discípulos: ‘He venido al mundo a prender fuego a la tierra; ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Desde ahora estarán cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra’”

COMENTARIO

Fuego purificador

 

Ciertamente, no son pocas las veces en las que el Hijo de Dios pareciera que gusta de hacer sufrir a sus hermanos los hombres. Sin embargo, lo que en realidad pasa es que hay muchas cosas que no queremos escuchar porque creemos no nos convienen.

Aquel hombre, que había nacido en Belén porque estaba escrito que allí iba a hacer, tenía una misión que cumplir. Y sabemos, bien que lo sabemos, que la misma ni era fácil ni tampoco iba a ser entendida todos. Ya sabemos cómo acabó la cosa…

De todas formas, aquel hombre, decimos, tenía que hacer algo y lo iba a hacer por mucho que hubiera quien se opusiera a lo que debía hacer.

Hacer, lo que se dice hacer, era bien sencilla aquella misión: advertir.

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16.08.19

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Dos mundos, dos realidades

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Cualquiera que haya leído la obra del profesor de Oxford sabe que tenía claras preferencias por determinadas realidades y que, por tanto, no las tenía por otras. Es decir, que era, en tal aspecto, claro y contundente y así se mostraba en aquello que dejó escrito y que solemos resumir en El Hobbit y El Señor de los Anillos. De todas formas, de hilar fino y atrevernos con otras obras suyas, es bien cierto y verdad que pasa lo mismo aunque, de todas formas, en las obras aquí citadas no hay duda alguna sobre lo que queremos decir.

En el blog ya hemos escrito sobre el Bien y el Mal porque es un tema muy a tener en cuenta. Y es que nos muestra que el autor de estos libros sabía muy bien a qué atenerse en tal aspecto y bien que lo refleja en las muchas páginas de sus obras. Pero ahora, como decimos, no vamos a hablar de eso sino de lo que, en general, es el “ambiente” físico de la obra de Tolkien padre.

En realidad, lo que decimos que es el “ambiente físico” de lo que nos dejó escrito este perseverante y eficaz profesor dice mucho de su forma de ser y, en fin, de lo que es, al fin y al cabo, una cosa y la otra.

Vamos a establecer, por decirlo así, dos realidades bien diversas: aquella que supone lo bueno y mejor y… la otra, lo malo y peor. Y, aunque se nos pueda tildar de superficiales es bien cierto que las cosas son como son y así están escritas por alguien con mucha más sabiduría que quien esto garabatea. Y a ello nos atenemos.

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