23.01.21

La Palabra para el Domingo 24 de enero de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 24 sino sábado, 23 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Mc 1, 14-20

 

14 Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: 15 ‘El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.’ 16 Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran  pescadores. 17 Jesús les dijo: ‘Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.’ 18 Al instante, dejando las redes, le siguieron. 19 Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca  arreglando las redes; 20   y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.”

  

COMENTARIO

Seguir a Jesucristo sin dudarlo siquiera 

 

Juan, como sabemos, anunció que Jesucristo era el Cordero de Dios. Entonces, aquellos que no querían que nada cambiase, lo capturan y encarcelan porque era demasiado peligroso para sus egoístas intereses. De la prisión ya no saldría sino dando testimonio de su martirio. Había sido testigo cualificado del amor de Dios y ejemplo a seguir por todos aquellos que quieren ser fieles a su Padre del Cielo. 

Pero el Bautista ya había cumplido la voluntad del que le envió. Entonces, el Hijo de Dios comienza su labor de proclamación de la Buena Noticia. 

¿Cuál era?: el Reino de Dios ha llegado como anticipación del que lo es definitivo; con Él se cumple el designio de Dios, ya está aquí la plenitud de los tiempos y todo lo que debía pasar. Pasó cuando el Creador quiso que pasara. 

Jesús se dedica a proponer la posibilidad de aceptar su mensaje porque ese mensaje proviene de Dios, porque eso que dice sale de la misma boca de Abbá. Y no lo hace obligando: Dios ha dado libertad a sus hijos y eso lo sabe más que bien quien la ha aceptado en su vida. 

Jesús no propone las cosas de cualquier forma. No: primero pide conversión y luego, sólo luego, creer en la Buena Nueva. Esa conversión, es decir, ese venir a ser otra cosa distinta de lo que se era, resulta primordial ante lo que se propone. Él pide creer después de haber transformado el corazón de piedra y no aceptar antes de modificar o cambiar ese que no es músculo sólo sino residencia y templo del Espíritu Santo.  Y no dice, taxativamente, que el Reino de Dios ya está aquí sino que está cerca. Con esto entendemos que quiere decir que estamos en camino de ese Reino y  que, cuanto hagamos ahora, con esa conversión, ha de servirnos para entender la vida del Mesías y su comportamiento entre aquellos otros nosotros de los primeros tiempos. 

Y si ese tiempo ya se ha cumplido, aceptar ese hecho incontrovertible, sólo puede ser causa de bienestar espiritual y de crecimiento interior, de ese interior de donde podemos ver las cosas de Dios y desde donde podemos ser capaces de vislumbrar la naturaleza de ese hombre nuevo que ya no puede escanciar su hacer en aquel odre viejo de su estado anterior a la conversión. 

Y caminando, porque a Dios se llega pisando la tierra en la que vivimos y siendo conscientes de nuestra propia situación, recorre el mar de Galilea conocedor de la necesidad de hacerse con la compañía de aquellos que, voluntariamente, quisieran seguirlo; buscaba una primera comunidad; anhelaba, ya, la unión de lo que estaba separado del Padre Eterno. 

Jesús era conocedor que, entre los próximos, los más cercanos a él, encontraría a los que buscaba. No debía ir muy lejos. Y allí estaban Simón y Andrés, hermanos y pescadores. 

Podemos preguntarnos por qué el Mesías buscó, y encontró, a los que serían sus Apóstoles, entre personas sencillas y no recurrió, como pudiera parecer lógico para según que corazones, a los que detentaban el poder religioso, sabedor como era de que estos tenían un conocimiento de la Ley mejor que estos no formados trabajadores del mar. 

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21.01.21

J.R.R. Tolkien - Entre Bloemfontein y Bournemouth - Capítulo 4: Tolkien universitario

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Después de volver de su viaje a Europa, a Tolkien le correspondía dar comienzo al curso universitario para el que tanto se había preparado. Corría el año 1911 y nuestro autor tenía todo un mundo por delante para el que tanto había estudiado y luchado y en el que se iba a entregar como mejor sabía hacer: trabajando.

John empieza la universidad. Podemos decir que le pudo haber ido bastante mal si en el Exeter College (donde ingresó formalmente el 17 de octubre de 1911), que era el College donde le había correspondido estudiar, hubieran seguido las costumbres, digamos características y generales, de la Universidad de Oxford.

Esto último lo decimos porque, en aquel tiempo, la gran mayoría de alumnos que allí estudiaban pertenecían a la clase alta de la sociedad y ya podemos imaginar lo que tendrían que soportar los que hubieran acudido a sus aulas mediando una beca, como era el caso de Tolkien.

De todas formas, en el Exeter no se acostumbraba a ser tan esnob y el clasismo no era el que se podía vivir (y sufrir) en otros lugares de aquella Universidad inglesa.

John Garth publica Tolkien at Exeter College – El Anillo Único

Tolkien, por eso mismo, se integra muy bien en el College que, en aquel tiempo, no era considerada una facultad de las más prestigiosas lo cual, por cierto, le vino más que bien al que sería autor de “El Señor de los Anillos” por lo dicho arriba de su falta de forma de ser “sui generis” estilo Oxford…

Dada su jovial naturaleza, pronto hace buenos amigos y pronto empieza a frecuentar clubes sociales y académicos (como la Sociedad Stapeldon) donde pasa a formar parte de círculos debate y se integra en el Club de Ensayo. Y, como, además, juega al rugby y lo hace bastante bien, pronto se granjea buenas amistades, como decimos arriba. Y tal es así la cosa que acaba formando parte de un círculo de nombre “Apolausticks” que viene a querer decir algo así como “aquellos que se entregan a la autocomplacencia” que tanto le debía recordar a aquel T.C.B.S (Club de Té y Sociedad Barroviana) del que formara parte cuando acudía a la King Edward’s School.

El caso es que bien podemos decir que aquel lugar fue un verdadero hogar para John.

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19.01.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- Anhelo poético

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

Anhelo poético

 

“Cristo, raíz de los hombres que nacieron

para ser árboles

de inteligencia: hazte savia de aquel arco iris

de un título que empezó a forjarse

entre las nubes de unas aulas

y ahora luce en un despacho

para que yo sea técnico de corazones

y superdotado de generosidad,

que es lo que cuenta

a la hora de la última liquidación”

(Mesa redonda con Dios, p. 65)

 

Antes que nada, debemos reconocer que el texto que hemos traído hoy aquí no es, en realidad, uno que tenga forma poética sino que el mismo, en su original forma es pura prosa como lo es el libro mismo de “Mesa redonda con Dios”. Sin embargo, nos hemos tomado la pequeña licencia, dada la forma de decir las cosas que tiene aquí el Beato Lolo, de transformarlo y ponerlo así, como aquí aparece pues, en realidad, y como titulamos, todo eso es un verdadero anhelo poético.

Como ya hemos dicho otras veces, este libro nos muestra situaciones propias, digamos, de personas comunes, ordinarias, en sus vidas comunes y ordinarias pero que son capaces de mirar a Dios y contemplarlo en sus existencias. Y en este caso trátase la cosa de alguien que trabaja en una oficina y, lo mismo que otro día dijimos que no le gustaría nada de nada, a tal personas, dar de lado a Dios y ponerlo por encima de sus cosas comunes y ordinarias, ahora, con este texto, nos muestra una voluntad, espiritualmente, bien sana.

De todas formas, bien podemos pensar que esto mismo se lo aplica Lolo así mismo y, por ende, nosotros debemos hacer otro tanto o, al menos, procurar hacerlo.

Es bien cierto que el ser humano nace para ser árbol que tiene sus raíces, debe tenerlas, en la Roca que es Cristo; también lo hacemos, como consecuencia de eso, para dar fruto el más pequeño del cual no es, precisamente, la inteligencia. Don de Dios ha de ser puesta en funcionamiento en bien del prójimo además, claro, de en bien de uno mismo.

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16.01.21

La Palabra para el Domingo - 17 de enero de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 17 sino sábado, 16 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

Jn 1, 35-42

 

35 Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. 36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el Cordero de Dios’. 37 Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. 38. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscáis?’. Ellos le respondieron: ‘Rabbi’ – que quiere decir ‘Maestro’ - ‘¿dónde vives?’. 39 Les respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron aquel día. Era más o menos la hora décima.

 

40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías’, que quiere decir Cristo. 42 Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir ‘Piedra’.

 

  

COMENTARIO

 

Quien tenía que venir

 

Quien lea el texto del evangelista Juan se dará cuenta que a Juan, el Bautista, se le había comunicado cuál era la finalidad de su labor y qué, sobre todo, tenía que anunciar. 

Cuando da testimonio es porque es testigo de la venida del Mesías. Él, a lo mejor el único que así aprecia tal cosa, ve al Espíritu Santo bajar sobre Jesús cuando sale de las aguas del Jordán tras el bautizo. Fue, con toda seguridad, una gracia de Dios otorgada a quien se le había dicho lo que tenía que hacer y lo había hecho. 

Había pasado un día desde que Jesús se acercó al Bautista para que le limpiara las impurezas que su alma podía tener. Bien sabemos que eso debía ser, sobre todo, para dar ejemplo, porque es bien cierto que el Hijo de Dios no tenía pecado ni podía tenerlo. Tenía, sin embargo, que cumplir la misión que le había sido encargado (“para eso he salido” diría en una ocasión) que no era otra que hacer cumplir la Ley de Dios y la conversión del corazón era uno de sus principales motivos de vida. 

Volviendo a lo dicho arriba, cuando Juan comunica, a los que le oyen, que se le había dicho lo que tenía que pasar es porque es fiel a la voluntad de Dios y que, aunque no sintiese fuerzas espirituales para desatar las sandalias a Jesús, hizo lo que tenía que hacer. 

Pero lo que más nos ha de importar es lo que dice Juan de Jesús. Dice que es el “Cordero de Dios” y, además, que “quita el pecado del mundo”. 

Como Cordero de Dios llevaría una vida mansa que, al final, determinaría una muerte también mansa; como perdonador de los pecados tenía tal facultad donada por Dios de limpiar el alma de tales manchas. 

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14.01.21

Entre Bloemfontein y Bournemouth - Excursus: Mabel, Sierva de Dios, Tolkien

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Es cierto que esta serie está dedicada, por decirlo así, a la vida del autor de las obras inmortales que todos conocemos. Sin embargo, creemos que vale la pena hacer un Excursus y detenernos a hablar de su madre, a la sazón, Mabel Tolkien.

Por otra parte, debemos agradecer al lector que se hace denominar “Tulkas" que haya sugerido, una vez más, un tema relacionado con nuestro autor porque, aunque nuestro amigo lector tenía intención de referirse (como dice en otro comentario a otro artículo sobre Tolkien) a la familia protestante poco misericordiosa a la que pertenecía Mabel, lo bien cierto es que la sugerencia sobre este tema nos ha venido la mar de bien para ahondar, aunque sea un poco, en una persona como fue la progenitora de Ronald.

Aunque es cierto que la madre de J.R.R. Tolkien no ha sido denominada, digamos oficialmente, “Sierva” de Dios”, lo bien cierto es que, si miramos su vida se comportó como tal y bien puede estar formando parte de las huestes de almas que en el Cielo están allí por lo que, en el fondo de sus vidas, hicieron y llevaron a cabo.

Ejemplo de su ser y de su estar es el propio autor de El Hobbit o El Señor de los Anillos.

El caso es que, como podemos imaginar, convertirse al catolicismo en la época en la que se convirtió Mabel Tolkien junto a sus dos hijos no era cosa fácil. Y es que si lo que se podía esperar era la marginación por parte de su familia (que no lo era) fue, exactamente, lo que sucedió pues pronto olvidaron aquello que dijo Cristo acerca de proteger al “huérfano y a la viuda” que, no sólo en tiempos del Maestro, pueden ser objeto de la asechanza de la pobreza y la miseria.

Datos curiosos de J. R. R. Tolkien, a 46 años de su muerte | La Verdad  Noticias

Podemos decir que quedó totalmente aislada en el mundo, sin marido y con dos hijos por sacar adelante, por criar. Sin embargo, eso no la arredró ni hizo que escondiera su fe sino que la inculcó a Ronald y a Hilary de tal forma que bien podemos decir que el catolicismo del autor de nuestras tan amada sobras lo era por convicción absoluta y no, digamos, por simple bautismo (como, por desgracia, tantas veces pasa), convicción que, dadas el lugar donde vivía, la Inglaterra protestante, tuvo que mantener con un vigor más que notable que, como sabemos, quedó reflejado en sus obras.

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12.01.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro”- No dar de lado a Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

 

No dar de lado a Dios

 

“¡Ay, Señor, qué triste balance sería el de una nómina con sobresueldos, manojillos de chóferes, televisores y felpudos, pero contigo escabulléndote en otro mundo! Mira, me da tanta angustia que ya mismo me quito los lápices y la cartera del chaleco para echar contigo un rato en el que sólo sea un hombre de rodillas sin matemáticas en las sienes, corazón de fuego que vive, sufre y ama.” (“Mesa redonda con Dios”, p. 63)

 

Como pasa muchas veces en este libro, “Mesa redonda con Dios”, el Beato Manuel Lozano Garrido, a saber, Lolo, pone en boca de personajes lo que en el fondo de su corazón hay. Ahora se trata de alguien que trabaja en una oficina y que ve cómo es posible esconder, ciertamente, a Dios, detrás del ajetreo diario…

Alguien podría decir, leyendo esto, que no tiene importancia el trabajo o que la dedicación diaria que se hace, al fin y al cabo, en beneficio de uno mismo pero también del prójimo, no debiera ser tenida en cuenta. Y no es así la cosa; precisamente, no es así.

Creemos que Lolo aplica muy bien aquí eso de que no se puede servir a dos señores a la vez. Y es que siendo uno de ellos, el Señor, Dios mismo, en fin… como que no puede ser. Y deberíamos saber, cada momento, Quien importa aquí sin, claro descuidar lo otro pero saber y saber bien lo que debemos tener en cuenta.

Habla Lolo aquí de un “balance” o, lo que es lo mismo, como una especie de cuenta de resultados en la que interviene, por un lado, nuestro quehacer diario y, por otro, Dios mismo, en nuestra contemplación y adoración.

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9.01.21

La Palabra para el Domingo - 10 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 10 sino sábado, 9 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

 

Mc 1, 7-11

 

“7 Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’

9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. 11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: ‘Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.’”

 

  

COMENTARIO

 

Presentación al mundo

 

Hacía muchos siglos que el pueblo judío esperaba la llegada del Mesías; mucho tiempo en el que, orando y pidiendo, reclamaban a Dios el cumplimiento de su promesa de enviar a un Salvador. Y Juan estaba allí. 

El Bautista ya había sido elegido por Dios para ser el último profeta de la Antigua Alianza y en eso se encontraba, bautizando, cuando los que asistían a esa sanación del alma en el agua del Jordán, río bendecido por el Creador, necesitaban conocer si él, Juan, el hijo de Isabel y Zacarías, era el que ellos esperaban. 

Pero Juan fija su atención en la especie de bautizo que él ofrece y el que ofrecerá, pues no es obligación para nadie, Jesús, el Mesías que, por otra parte, no es él, como trata de hacerles comprender a aquellos que están, quizá, cegados por los signos que hace pero, sobre todo, por lo que dice a quienes demandan auxilio espiritual. 

El bautizo de Juan, el que antecede al Cristo, es de agua. Con él se perdonan los pecados. No es que los perdone Juan sino que él es instrumento de ese perdón. Algo muy distinto de lo que hará Jesús, luego, en su vida pública. Esa inmersión, que proporciona a aquellos que la reciben un espíritu perdonado, les hace más fuertes ante las asechanzas del maligno, pero eso no les proporciona la vida eterna pues para eso tendrá que venir el Mesías, para cargar con los pecados de todos y él, Juan, no era esa persona, Dios, tan esperada. 

Por eso el que viene es más fuerte que Juan. Pero su fuerza no es una fuerza física (como muchos querían que fuera el Mesías) sino una fuerza espiritual. Por el bautismo con fuego, con el que quema, de verdad y para siempre el pecado del mundo lo ha de traer Aquel que todos esperan. Y ese no es él, Juan. 

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7.01.21

J.R.R. Tolkien – Ventana a la Tierra Media – Un buen regalo de Reyes: 2 años de Tolkien, padre.

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Parece mentira que el tiempo pase así de deprisa y que, sí, ya hayan pasado dos años desde que el que esto escribe diera comienzo la aventura inesperada de escribir sobre Tolkien, padre por decirlo en lenguaje propio de la cosa literaria de la que aquí se trata con mayor o menor acierto. 

Ciertamente, hace un año se hizo aquí otro tanto. Entonces, sin embargo, habían pasado sólo doce (¡doce!) meses desde que en enero del año 2019 (y muchos más desde que se fundara la Tierra Media) y también nos parecía extraño que se hubiera podido estirar tanto el hilo que une el corazón de quien esto escribe y el autor de nuestras obras favoritas (les ofrecemos el favor gozoso de que lo sean), preferidas (las tenemos por encima de otras) o, en fin, puestas ahí por aquel profesor de Oxford (aunque no sólo lo fuera de aquella afamada Universidad, claro está, pero ya nos entendemos…) que, no sabiendo ni cómo salió de su subconsciente aquello sobre un Hobbit que vivía, nada más y nada menos, que en un agujero aunque no fuera uno cualquiera sino, precisamente, ¡Un agujero Hobbit!, con todo lo que eso implica de buen vivir… 

Es verdad, tenemos entendido, que al propio J.R.R le gustaba considerarse un Hobbit. Y no sabemos si era por haber sido el personaje sobre el que escribió para que sus hijos se fueran a dormir con el corazón bien lleno de aventuras y por eso se le hizo más cercano aún que los demás personajes o, quizá, porque anhelaba (seguramente soñaba por ser algo inalcanzable) la forma de vivir, la existencia en sí, de aquellos medianos que habían vivido siglos sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor o mayor lejanía aún. 

Fantásticos mapas de la Tierra Media en alta resolución y en español – El  Anillo Único

Pero, para nosotros, en esta Tierra nuestra (que no es Media, seguro, por desgracia) han pasado ya 24 meses desde que dimos el pistoletazo de salida o, mejor, desde que tiramos la primera flecha en forma de letras que tenía como destino el corazón de los lectores que, con más paciencia que Gandalf ante las trapacerías de los primos de Frodo, han seguido semana a semana lo que aquí, humildemente, hemos dicho por escrito. 

Gracias a Dios, el carcaj no se nos ha vaciado sino que, incomprensiblemente para quien esto escribe (seguramente producto de su ignorancia) las flechas van apareciendo dentro de él como si cayeran del Cielo o, como poco, de las Tierras Imperecederas donde nos podemos imaginar a algún que otro Elfo hacendoso elaborándolas para que nunca se acaben las historias y los cuentos sean siempre contados en cualquier sala preparada a tal efecto donde los niños, y los no tan niños, sueñan con lo que pudieran haber sido si en otros tiempos hubieran vivido. 

Por cierto, hace bien poco alguien muy allegado a quien esto escribe, dada mi insistencia con los temas de Tolkien, con sus libros y todo lo que le rodea, díjome que le gustaría leerse El Señor de los Anillos, pues aún no lo había hecho… 

Y el que esto escribe pensó (y si no lo pensó entonces lo piensa ahora) que era una gran fortuna la de llevarse a los ojos y al corazón semejante obra magna por primera vez cuando aún no ha amanecido en Hobbiton y cuando aún los caminos están por andar, la escarcha por pisar, las montañas por subir y los destinos por cumplirse. Pues al resto de lectores ya avezados en tal lectura lo que nos provoca la misma, otra y otra vez, es el ansia de querer encontrar a los personajes y descubrirles facetas nuevas y, si eso es posible, levantar las copas para brindar con hidromiel por el resultado venturoso de alguna aventura cumplida o, también, pensando en lo que ha de venir con un por si acaso…

J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien –  Gracias, J.R.R.

Y, dígase lo que se quiera decir a tal respecto, eso causa no poca emoción e, incluso, provoca alguna que otra lágrima pues si los Enanos, con su más brava rudeza, son capaces de mostrar un corazón tierno, no se nos va a quitar a nosotros un derecho tan legítimo… 

¡Gracias, pues, amigo Tolkien, por estos dos años, y que vengan muchos más!

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

6.01.21

Santa y gozosa Epifanía: algo así debió ser

P. Fornos: Epifanía es buscar quien nos conduce a la vida - Vatican News

Es cierto que Dios pudo haber hecho las cosas de otra forma pero, visto lo visto cómo fue la cosa, estuvo más que bien que las cosas pasaran como pasaron y, bueno, no de otra forma. Además, es lo que hay y no lo vamos a cambiar por mucho que pretendan tergiversar las cosas quien quiera hacer eso.

Nosotros, en todo caso, lo que sí podemos hacer es, sabiendo que pasó lo que pasó, sacarle la mayor punta espiritual al episodio aquel de los Magos venidos de lejos y de todo lo que pasó alrededor del Niño, Dios hecho hombre, Emmanuel a más señas.

Allí tenemos a la Sagrada Familia, en aquel habitáculo propio para pastores que van de paso y quieren dejar sus bestias en algún sitio, a resguardo, al menos, de la lluvia y del frío. Y sí, seguramente podría haber sido más grandilocuente la cosa y haber ido a nacer el Hijo de Dios, al menos, en alguna posada, casa particular o, en fin, en cualquier sitio que tuviera un techo construido por el hombre. Sin embargo, tuvo que venir al mundo el Mesías en un lugar hecho por Dios… en una cueva, portal o cómo queramos llamar al sitio aquel.

De todas formas, quería el Padre del Cielo (que para eso es Todopoderoso) que su Hijo viniera al mundo, de padres pobres, en lugar pobre para no ser más que ellos y es que, aunque en verdad lo fuera, se les iba a someter como bien dice la Escritura Santa después de aquello del Templo y de la pérdida del zagal durante tres, ¡tres!, días. Y así sería, desde entonces hasta que, por obediencia, se dejó matar en una Cruz perdonando.

El significativo papel de los pastores en el Portal de Belén durante la  Adoración al Niño Jesús - Religión - COPE

Para eso, de todas formas, aún quedaba mucho. Ahora podemos imaginar la escena: en primer plano, Jesús, María y José; detrás, las bestias que allí andaban ocupando aquel lugar o, al menos, el buey porque podemos pensar que la mula ya la llevaban ellos desde Nazaret; en frente, aquellos que fueron privilegiados por Dios con un aviso más que oportuno o, lo que es lo mismo, los pastores que dejaron a buen recaudo al ganado para ir donde el Ángel les había dicho… no fuera a pensar Dios que no hacían caso a un enviado Suyo. Allí estaban, seguro que llevando algún presente como, por ejemplo, leche para el recién nacido, algún que otro ropaje hecho de lana para proteger de frío a la criatura que, según había oído, era más que importante. En fin… dando lo mejor que tenían y, seguro, hasta entonando alguna que otra cancioncilla que viniera bien al acontecimiento y que bien podríamos tener como los primeros villancicos de la historia pues de todo, por muy bueno que sea ahora, siempre ha tenido su principio… para ser ha debido ser antes, podríamos decir.

Ciertamente, allí estaba aquel Niño, que era Dios mismo. Y se presentaba al mundo como iba a estar en el mundo y que no era de otra forma que pobremente, ante los pobres.

Pero, entonces, aunque no sabemos si fue de forma simultánea o poco después (por tradición creemos que sí), llegan allí unos señores montados en cabalgaduras propias de aquella y de otras más lejanas. Vienen ataviados con ricas ropas y portan presentes, digamos regalos. El caso es que, a pesar de aparentar ser poderosos se postran ante el Niño no sin el asombro de los pastores y de todos los allí presentes y dejan ante sus pequeños pies, como ofrenda, oro, incienso y mirra y entonces ya nadie de los allí presentes duda acerca de su poder en el mundo.

La Virgen María, San José y el Niño Jesús. | Christmas poems, Holy family,  Jesus

Ante aquellos Magos, y Reyes, a saber, se presenta el mundo el Hijo de Dios que es lo mismo que hacerlo ante los poderosos del orbe. Y lo hace, podemos imaginar, con las muchas sonrisas propias de alguien que acaba de venir al mundo.

Cuando Jesucristo se presenta, y recordamos que hoy es un día así, como para presentarse otra vez Cristo a nosotros y a nuestro corazón, lo hace porque quiere estar presente en el mismo y porque nos ama tanto que no quiere alejarse nunca de sus hermanos los hombres que Dios le entregó para que fueran suyos y no perdió, como luego diría a ninguno salvo al hijo de la perdición, de cuyo nombre no queremos acordarnos porque afearía mucho el momento.

Dios se presenta al mundo y, sí, es un Niño indefenso, como cualquiera lo es al nacer. Sin embargo, la semilla del poder del Todopoderoso y Creador también se presentó al mundo entonces. Y eso lo mostraría luego, más tarde, cuando llegó el momento pero ahora, en aquel ahora de entonces, los allí presentes no vieron a un niño que, por pudor (como se dice de la vida de algunos santos con ánimo, en exceso, laudatorio) no quería mamar para vivir sino que tendría hambre como cualquiera la tiene cuando sale del seno materno. Lo que pasa es que el alimento que le dio su Madre estaba lleno de gracia, como ella, y por eso salió el Niño como salió: así, como Dios manda, por decirlo pronto.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Debía presentarse al mundo y se presentó en toda su majestad y humildad.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.   

2.01.21

La Palabra para el Domingo – Sábado, 2 de enero de 2020

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Como es obvio, hoy no es domingo 3 sino sábado, 2 de enero de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.  

 

 

Jn 1, 1-18

 

1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella estaba en el principio con Dios.  3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. 7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no  la conoció. 11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de él y clama: ‘Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.’ 16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

 

COMENTARIO

 

En el Principio

 

Este texto del evangelio de San Juan es crucial o, mejor, cardinal. Lo es porque nos llega al corazón donde siembra la Verdad. En ella podemos vernos y podemos crecer. A cambio nos pide que la recibamos y no hagamos como aquellos que, viniendo al mundo la Luz, la Palabra, miraron para otro lado e hicieron como sus padres hicieron con otros profetas: despreciaron el mensaje que Dios les llevaba y, de paso, acabaron con sus vidas.

San Juan, en este maravilloso texto, nos habla de la historia de la salvación en estado puro.

La Palabra, el Hijo, estaba frente a Dios en actitud de diálogo. Mientras, en aquel Principio, el Espíritu Santo sobrevolaba las aguas. Y es que el evangelista más  joven de los que fueron toma el relato del Génesis para completar aquello entonces escrito por el amanuense inspirado por la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Y lo hace de forma esplendorosa y, para nosotros, bien gozosa.

La Palabra, que era, que es, Luz, vino al mundo. Fue enviada por Dios para que iluminara la vida de aquellos que el Creador había puesto sobre la faz de la Tierra. Y lo hizo porque sabía que se estaban precipitando hacia el abismo sin darse cuenta y, lo que es peor, aprobando un comportamiento tan alejado de la voluntad del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!) 

El evangelista nos habla de otro Juan al que bien que conocemos. El Precursor, enviado por Dios para que diera noticia de Quien tenía que venir al mundo.  Y, siendo cierto que muchos no lo recibieron otros sí aceptaron el mensaje que traía al mundo. E introdujo a Jesús bautizándolo.

Pero este texto es muy importante, además de por lo ya dicho, por algo en concreto. Nos dice que los que creen en el Enviado de Dios se convierten en hijos de Dios.

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