La Gloria en paracaídas (El Reino) –6– Que lo que no es bueno se troque en mejor porque Dios está aquí.
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
La Gloria en paracaídas (El Reino) –6– Que lo que no es bueno se troque en mejor porque Dios está aquí.
“Entra en ellos y abre un agujero de gracia en la cáscara de la carne para que los mediopobres o mediomansos se desnuden a la siembra en sí del Edén. Pisa la cabeza de la serpiente y haz Paraíso del amor; que el sudor brote en Creación; el dolor de tener hijos encanto de cosecha; la seguridad de la muerte, en cita de salvación; y todo el mundo se haga voz acompasada en la sonora palpitación de tu pecho, que se agita entre nosotros” (Mesa redonda con Dios, 216)
Seguimos con este texto perteneciente al capítulo “Dios al volante” en el que el Todopoderoso está más cerca de sus hijos que nunca porque cae, digamos, como dice el título de esto, “en paracaídas”.
Pues bien, casi estamos a punto de terminar ese apartado y ahora, ahora mismo y sin perder tiempo alguno, el Beato de Linares (Jaén, España) pone, por así decirlo, toda la carne en el asador. El caso es que la carne que pone es la de los hijos de Dios…
Sabe muy Lolo que las Bienaventuranzas que proclamó en su día el Hijo de Dios y que deberían servirnos de medida para llevar una vida acorde con la Voluntad de Dios… en fin, como que no las hemos asimilado del Todo. Por eso habla de “medipobres o “mediomansos” porque, en realidad, no parece que queramos ser pobres del todo o mansos del todo porque eso, seguramente, iría contra nuestros egoístas intereses.
El caso es que decir eso es decir mucho: primero, que no parece que se nos pegue al corazón lo dicho por Cristo; luego, que aún tenemos que recorrer mucho camino espiritual para ser considerados, como toca y como ha de ser, hijos de Dios en el sentido que eso ha de tener y, claro, tiene si es que…
De todas formas, reconocer que somos lo que somos no hace que Lolo quiera dejarnos echar a perder. Todo lo contrario es la verdad: le platica a Dios de cómo somos pero, sabiendo eso, le pide por nosotros. Y es que tiene un ansia inmensa de bien para cada uno de sus hermanos los hombres.
Quiere Lolo que la Gracia de Dios esté en nosotros, esté, por tanto, con nosotros. Y le pide al Creador que, pese a nuestra necedad nos procure tal Gracia y nos demos cuenta de eso, de que Dios está con nosotros.
Y el mal quiere Manuel Lozano Garrido que sea aniquilado. Por eso habla de pisar la cabeza de la serpiente (en recordatorio de lo que se nos dice de eso en la Biblia) Entonces, el Amor, así, con mayúsculas, se apoderará de nuestra vida y todo irá a más y a mejor. Y así irán las cosas, según nos dice Lolo:
- Que el trabajo del hombre forme parte efectiva de la Creación de Dios y que así sea considerado,
- Que sepamos que el crecer de la especie humana es obligación divina y necesidad propia de la misma,
- Que sepamos que la muerte no es final sino, en todo caso, el principio de lo que “puede” ser gozo eterno.
Todo esto, en realidad, no es que lo quiera Lolo para sí, digamos, de forma egoísta sino que, conociendo cómo era este buen y santo hombre, lo anhela para todo ser humano (“todo el mundo”, dice) Y es que pretende, voluntad ésta más que benévola, que tal conjunto de personas palpiten en el pecho de Dios pues bien sabe que ahí están ya y, por ende, que ya se agita en nosotros, así dicho, para que nadie se lleve a engaño.
Eleuterio Fernández Guzmán
Llama Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.