13.06.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - 3 -Unas buenas causas para el selfie

 

 

 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

 

No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

3 -Unas buenas causas para el selfie

 

Ante una Madre como es la Virgen María, que un hijo suyo quiera estar muy cerca de ella no debería ser novedad ni nada por el estilo. Es normal que eso pase. 

Sin embargo, no por eso vamos a dejar la cosa así… como si no tuviesen importancia las causas por las cuales nosotros ansiamos esto. Y es que de nada serviría una fe que se sustentase sobre el sólo sentimiento y movimiento sentimental del corazón que, como sabemos, es muy volandero y cambiante. Y no. Nosotros sabemos qué es lo que, para nosotros, tiene importancia y sobre lo que queremos sustentar este instrumento tan de hoy como es el selfie pero enraizado en una fe que tiene forma, sustancia y doctrina. 

Pues bien, hay mucho sobre lo que hacer eso. No podemos decir, entonces, que no tengamos asideros espirituales que, basados en la Madre de Dios, insten a nuestro corazón a querer y ansiar vernos tan cerca de María. 

Desde que el Hijo de Dios, casi a punto de morir, dijera a su discípulo Juan que ahí tenía a su Madre (cf. Jn 19, 27) y aquel la acogiera en su corazón y en su casa, lo que hemos tenido nosotros, sus hijos espirituales, es mucho que agradecer, mucho por lo que querer estar como ahora estamos. 

Ahí radica, para empezar, la primera causa por la cual veneramos a la Virgen María y por la cual queremos selfiarnos (valga esta palabra). Pero hay más, como no podemos dejar de decir.

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12.06.18

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- Recuento de beneficios – 8-Lo que debemos ansiar si es Dios quien lo quiere

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Durante unas semanas, si Dios quiere, vamos a dedicar el comentario de los textos de Lolo a un apartado particular del libro citado arriba de título “Recuento de beneficios” donde hace indicación de los beneficios de la relación del Beato con el Todopoderoso.

Recuento de beneficios – 8-Lo que debemos ansiar si es Dios quien lo quiere

 

“El de la Vocación Personal, definida y desarrollada, este regusto de entrar en los límites de la creación divina.”

 

Querer ser no es lo mismo que ser. Y es que, en materia de fe católica, una cosa es lo que decimos que somos, otra lo que somos y otra, muy distinta, lo que podríamos ser.

No se trata, esto, de un trabalenguas sino de una forma de manifestar que la fe que nos sostiene tiene muchas formas de manifestarse. Y el Beato Manuel Lozano Garrido nos muestra, aquí mismo, lo que supone el querer ser.

Habla Lolo de la vocación personal. Y es que la fe propia de cada cual es, por eso mismo, muy personal, muy íntima y, por tanto, relacionada directamente con el corazón que, si es de piedra, puede sufrir mucho y si es de carne, puede dar más que mucho.

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10.06.18

La Palabra del Domingo - 10 de junio de 2018

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Mc 3, 20-35

 

20 Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que podían comer. 21 Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: ‘Está fuera de sí.’ 22 Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: ‘Está poseído por Beelzebul’ y ‘por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.’ 23 El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: ‘¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. 25 Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. 26 Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. 27 Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. 28 Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. 29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.’ 30 Es que decían: ‘Está poseído por un espíritu inmundo.’ 31 Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar. 32 Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.’ 33 El les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’ 34 Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Estos son mi madre y mis hermanos. 35 Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.’

COMENTARIO

 

¿Quién es Quién aquí?

 

Que hubiera muchos que querían acusar al Hijo de Dios de lo peor que se pudiera acusar a alguien no extraña a nadie que conozca las circunstancias de la vida de Jesucristo.

Cuando Cristo vuelve a Nazaret era lógico que muchos acudieran a escuchar lo que tenía que decir un vecino suyo que se había convertido en un Maestro de importancia. Por eso nos dice el texto de Evangelio de San Marcos que había una muchedumbre y que se aglomeraba “otra vez”. Y es que cada vez que acudía a donde había vivido muchos años, la gente quería saber de Él.

Sin embargo, la acusación que le lanzan es más que terrible. Y es que si a alguien le dicen, a la cara, que actúa por orden de Satanás y eso puede suponer su detención y eso se dice en una sociedad tan religiosa como era la judía… en fin, que es hasta posible que alguien se lleve, como poco, una buena bofetada. 

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9.06.18

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Seguir, simplemente, a Cristo

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia? “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

 

Seguir, simplemente, a Cristo

 

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Y Jesús dijo… (Mc 2, 14)

 

Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: ‘Sígueme’. Él se levantó y le siguió.”

 

El Hijo de Dios sabía muy bien que su misión no podía quedar como la que hace alguien que, sí, está muy bien y hasta puede parecer fructífera, pero queda ahí, sin continuación.

El caso es que, como sabemos, tuvo que escoger entre los que conocía, a los iban a continuar con su labor de anunciar la Buena Noticia relacionada con Reino de Dios pero, también, con la salvación eterna.

Escoge, pues, a sus más cercanos. Y lo mismo hace con quien ahora trae el Evangelio de San Marcos y que no es otro que Leví, más conocido como Mateo.

Casi podemos estar seguros de que Mateo vivía (o llevaba) una vida plácida. Y con esto queremos decir que era recaudador de impuestos y eso, tanto hoy día como entonces, suponía obtener pingües beneficios a costa del pagador. Sin embargo, según acaba esto, debía revolverse algo en su corazón cuando actúa de la forma que actúa.

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8.06.18

Serie “De Ramos a Resurrección” - La intención de los buenos

De-ramos-a-resurrección

En las próximas semanas, con la ayuda de Dios y el permiso de la editorial, vamos a traer al blog el libro escrito por el que esto escribe de título “De Ramos a Resurrección”. Semana a semana vamos a ir reproduciendo los apartados a los que hace referencia el Índice que es, a saber:

Introducción                                        

I. Antes de todo                                           

 El Mal que acecha                                  

 Hay grados entre los perseguidores          

 Quien lo conoce todo bien sabe               

II. El principio del fin                          

 Un júbilo muy esperado                                       

 Los testigos del Bueno                           

 Inoculando el veneno del Mal                         

III. El aviso de Cristo                           

 Los que buscan al Maestro                      

 El cómo de la vida eterna                              

 Dios se dirige a quien ama                      

 Los que no entienden están en las tinieblas      

 Lo que ha de pasar                                 

Incredulidad de los hombres                    

El peligro de caminar en las tinieblas         

       Cuando no se reconoce la luz                   

       Los ánimos que da Cristo                  

       Aún hay tiempo de creer en Cristo            

IV. Una cena conformante y conformadora 

 El ejemplo más natural y santo a seguir          

 El aliado del Mal                                    

 Las mansiones de Cristo                                

 Sobre viñas y frutos                               

 El principal mandato de Cristo                         

       Sobre el amor como Ley                          

       El mandato principal                         

Elegidos por Dios                                    

Que demos fruto es un mandato divino            

El odio del mundo                                   

El otro Paráclito                                      

Santa Misa                                             

La presencia real de Cristo en la Eucaristía        

El valor sacrificial de la Santa Misa                   

El Cuerpo y la Sangre de Cristo                 

La institución del sacerdocio                     

V. La urdimbre del Mal                         

VI. Cuando se cumple lo escrito                 

En el Huerto de los Olivos                              

La voluntad de Dios                                        

Dormidos por la tentación                        

Entregar al Hijo del hombre                            

       Jesús sabía lo que Judas iba a cumplir       

       La terrible tristeza del Maestro                  

El prendimiento de Jesús                                

       Yo soy                                            

       El arrebato de Pedro y el convencimiento   

       de Cristo

Idas y venidas de una condena ilegal e injusta  

Fin de un calvario                                   

Un final muy esperado por Cristo              

En cumplimiento de la Sagrada Escritura

        La verdad de Pilatos                        

        Lanza, sangre y agua                      

 Los que permanecen ante la Cruz                   

       Hasta el último momento                  

       Cuando María se convirtió en Madre          

       de todos

 La intención de los buenos                      

       Los que saben la Verdad  y la sirven          

VII. Cuando Cristo venció a la muerte        

El primer día de una nueva creación                 

El ansia de Pedro y Juan                          

A quien mucho se le perdonó, mucho amó        

 

VIII. Sobre la glorificación

 La glorificación de Dios                            

 

Cuando el Hijo glorifica al Padre                       

Sobre los frutos y la gloria de Dios                  

La eternidad de la gloria de Dios                      

 

La glorificación de Cristo                                

 

Primera Palabra                                             

Segunda Palabra                                           

Tercera Palabra                                             

Cuarta Palabra                                               

Quinta Palabra                                        

Sexta Palabra                                         

Séptima Palabra                                     

 

Conclusión                                          

 

 El libro ha sido publicado por la Editorial Bendita María. A tener en cuenta es que los gastos de envío son gratuitos.

  

“De Ramos a Resurrección” - La intención de los buenos

 

Los que saben la Verdad y la sirven

Como es más que conocido, Jesús no tuvo mucho éxito en su predicación entre muchas personas de las altas esferas religiosas de Israel. Es decir, muchos de los que ocupaban altos cargos religiosos lo miraban con mucho recelo. esos, además, eran los que habían urdido la persecución del maestro de Galilea. Sin embargo, por mucho que pueda pensarse que Jesús fue perseguido por haberse enfrentado a los poderosos de su tiempo, es más cierto que lo fue por haber metido el dedo en el ojo espiritual de tales personas y por haber sostenido la Verdad cuando la misma había sido tergiversada en interés, precisamente, de fariseos y otros personajes por el estilo.

Pues bien, no todos eran igual o pensaban de igual forma. Había algunos, que son mencionados en las Sagradas Escrituras, que se habían dado cuenta de que Jesús era, en efecto, el mesías que tanto llevaban esperando no sólo los poderosos (judíos, se entiende) de su tiempo sino, exactamente, todos y cada uno de los miembros del pueblo elegido por Dios. De tales personas (que no serían las únicas, seguramente) a una ya la hemos nombrado: claudia Prócula, esposa del Gobernador Pilato. Ella, sin embargo, aparte de haber tratado de que Jesús no fuera condenado por su esposo (cf. Mt 27, 19 donde llama “justo” a Jesús) nada más sabemos aunque es ciertamente posible que fuera discípula de Cristo o, al menos, lo tuviera por un hombre de fe a tener en cuenta.

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7.06.18

El rincón del hermano Rafael - "Saber esperar" - Una gran verdad

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

Una gran verdad

 

“Todo es impedimento para no gozarte”

 

Son pocas palabras pero dicen mucho acerca de la fe de quien las dice que, en este caso, es nuestro hermano Rafael.

No podemos negar que, a lo largo de los tiempos (desde que Cristo fundó la Iglesia luego llamada católica), son muchas las situaciones por las que han pasado los discípulos del Hijo de Dios; muchas, también, las circunstancias que han podido definir la concepción de la fe que se ha ido teniendo y, lo que es más importante, la relación que se ha tenido con Dios y con Jesucristo, Mesías y hermano nuestro.

Yendo al quid de la cuestión, de las palabras del hermano Rafael aquí traídas, podemos echarnos las manos a la cabeza si nos damos cuenta que las palabras de las que hablamos fueron escritas en los años 30 ¡del siglo XX!

Pero, ¿a qué tanta exclamación? Pues nos explicamos.

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6.06.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - La cercanía de María

 

 

 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

 

No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

2- La cercanía de María

  

Para que esta especial fotografía salga lo mejor posible no podemos estar alejados de aquella mujer, nuestra Madre, sino, al contrario, muy cerca. Más bien debemos estar, como resulta ser el selfie, pegados cara con cara y, hablando de lo espiritual, corazón con corazón.

Que la Madre de Dios quiere a sus hijos lo más cerca posible es doctrina nuestra y aceptada por todo aquel que se quiera considerar hijo del Padre y, por eso mismo, de su santísima Madre. Y es que no es fácil entender que a quien considera hijo suyo quiera tenerlo muy alejado de sí. Y eso, pues, pasa con la Virgen María y con nosotros, sus hijos.

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5.06.18

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- Regalos de Dios – Recuento de beneficios –

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Durante unas semanas, si Dios quiere, vamos a dedicar el comentario de los textos de Lolo a un apartado particular del libro citado arriba de título “Recuento de beneficios” donde hace indicación de los beneficios de la relación del Beato con el Todopoderoso.

Recuento de beneficios – 7-Lo que podemos ansiar

 

“El de la Inquietud Espiritual, ese saboreo nuevo del perfil gracioso de las cosas, el placer infinito de las figuras bellas que se nos dan a poseer con limitación.”

 

Lo que podemos ansiar, si hablamos de lo espiritual, también es algo que Dios nos entrega como don que podemos aprovechar en beneficio, también espiritual, nuestro.

El Beato Manuel Lozano Garrido, que, dadas las circunstancias físicas por las que pasó, pudo gozar mucho de un tal don dado por su Creador y el nuestro, nos pone sobre la pista de lo que puede suponer eso.

A tal respecto, la inquietud supone que inclinamos el ánimo hacia una determinada realidad; también que podemos mostrar cierto desasosiego o, en fin, que puede llegar a conmocionarnos lo que nos pasa. Y hablamos, por supuesto, de todo lo que supone nuestra alma, nuestro espíritu.

Podríamos preguntarnos, antes de seguir, si es necesario dar gracias a Dios por un beneficio como es lo que Lolo llama “Inquietud Espiritual”. Y sí, es bien cierto que debemos dar las gracias porque la misma nos viene la mar de bien para no quedarnos anclados en un tiempo pasado, en una vaciedad del alma y, en fin, en una forma de ser de la que no se podría predicar que es propia de un discípulo de Cristo.

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3.06.18

La Palabra del Domingo - 3 de junio de 2018

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Mc 14, 12-16. 22-26

“12 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: ‘¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?’ 13    Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: ‘Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle 14 y allí donde entre, decid al dueño de la casa: ‘El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?’ 15 El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para  nosotros.’ 16 Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua. 22 Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: ‘Tomad, este es mi cuerpo.’ 23 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. 24     Y les dijo: ‘Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. 25 Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.’ 26 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.”

 

COMENTARIO

El principio de la salvación eterna

  

Esta no fue la primera Pascua que Jesús celebró con sus discípulos ya que en tres años de predicación, por fuerza tuvo que celebrar otras. Fue, al contrario, la última en la que llevó a cabo el ritual judío. Pero con algunos sustanciales cambios. 

Sin embargo, y por eso, esa Pascua tiene algo de especial, no por ser la última sino por lo que pasó en ella, por lo que significó.

Jesús, en la primera parte de este texto envía a algunos de sus discípulos a buscar sala donde celebrar la noche pascual. Ellos siguen las instrucciones que les da (y que son proféticas como puede verse), encontrando el lugar que les había dicho.

Esto, sin embargo, no es lo más importante, pues Marcos, o más bien, lo que dice Jesús, nos revela, ya, que algo va a cambiar. Y esto lo digo por lo que sigue: Jesús les dice que encontrarán una sala preparada y dispuesta, son sus palabras exactas. Pero también dice otra cosa: haced allí preparativos para nosotros. En este “para nosotros” radica el inicio del gran cambio que va a producirse tras los hechos que acaecerán en esa última cena terrestre. Si la sala, ese lugar donde iban a cenar ya estaba preparada, ¿qué sentido tiene que Jesús les diga que hagan esos otros preparativos? Yo creo que se refiere a que el Mesías conocía lo que iba a hacer y, por eso, en ese conocimiento, el cambio en el sentido de la cena le impelió a dar instrucciones en ese sentido. Lo hecho hasta ese entonces tiene que ser cambiado, por eso han de preparar “para nosotros” (para ellos) la sala.

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2.06.18

Serie “Al hio de la Biblia- Y Jesús dijo…” – La fe; otra vez la fe

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia? “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

 

La fe, otra vez la fe

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Y Jesús dijo… (Mc  10, 51-52)

 

“Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘¿Qué quieres que te haga?’ El ciego le dijo: ‘Rabunní, ¡que vea!’

Jesús le dijo: ‘Vete, tu fe te ha salvado’. Y al instante, recobró la vista y la seguía por el camino.”

 

En este corto texto del Evangelio de San Marcos se muestra a la perfección la confianza que tiene el Hijo de Dios en el poder que su Padre le entregó al ser enviado al mundo. Y, claro, es toda y más que toda. 

Esto lo decimos por lo siguiente: cuando alguien cree que puede ser capaz de hacer algo, a lo mejor, dice que es capaz de hacerlo. Siempre le puede quedar la duda de si, en verdad, será capaz de hacerlo pero, al menos, intentará llevar a cabo lo que se le pide. Sin embargo, eso no pasa en el caso de Jesucristo. 

El Hijo de Dios, cuando aquel hombre aquejado de ceguera se le dirige no dice, por ejemplo, “voy a intentar hacer lo que me pides”. No. Cristo le pregunta al hombre ciego que qué es lo que quiere que le haga. 

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