Mater et Magistra se adhiere al juramento antimodernista
Como tantos otros en la blogosfera, me uno a la iniciativa de Bruno Ramos de prestar el juramento antimodernista, como católico y como articulista en un portal católico. No de otra manera ha querido funcionar Mater et Magistra desde su inicio, pero bueno es hacer un recordatorio explícito. Gracias, Bruno.
“Yo, Luis I. Amorós, como católico seglar y responsable de la bitácora Mater et Magistra, abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.
En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.
En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.
En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.
En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, siempre con el mismo sentido y la misma interpretación. Por esto rechazo absolutamente la suposición herética de la evolución de los dogmas, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el depósito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.
En quinto lugar: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades del subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la voluntad moralmente informada, sino que es un verdadero asentimiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Señor. Más aún, con la debida reverencia, me someto y adhiero con todo mi corazón a las condenaciones, declaraciones y todas las prescripciones contenidas en la encíclica Pascendi y en el decreto Lamentabili, especialmente aquellas concernientes a lo que se conoce como la historia de los dogmas.
Rechazo asimismo el error de aquellos que dicen que la fe sostenida por la Iglesia contradice a la historia, y que los dogmas católicos, en el sentido en que ahora se entienden, son irreconciliables con una visión más realista de los orígenes de la religión cristiana.
Condeno y rechazo la opinión de aquellos que dicen que un cristiano bien educado asume una doble personalidad, la de un creyente y al mismo tiempo la de un historiador, como si fuera permisible para una historiador sostener cosas que contradigan la fe del creyente, o establecer premisas las cuales, provisto que no haya una negación directa de los dogmas, llevarían a la conclusión de que los dogmas son o bien falsos, o bien dudosos.
Repruebo también el método de juzgar e interpretar la Sagrada Escritura que, apartándose de la tradición de la Iglesia, la analogía de la fe, y las normas de la Sede Apostólica, abraza los errores de los racionalistas y licenciosamiente y sin prudencia abrazan la crítica textual como la única y suprema norma.
Rechazo también la opinión de aquellos que sostienen que un profesor enseñando o escribiendo acerca de una materia histórico-teológica debiera primero poner a un costado cualquier opinión preconcebida acerca del origen sobrenatural de la tradición católica o acerca de la promesa divina de preservar por siempre toda la verdad revelada; y de que deberían interpretar los escritos de cada uno de los Padres solamente por medio de principios científicos, excluyendo toda autoridad sagrada, y con la misma libertad de juicio que es común en la investigación de todos los documentos históricos ordinarios.
Declaro estar completamente opuesto al error de los modernistas que sostienen que no hay nada divino en la sagrada tradición; o, lo que es mucho peor, decir que la hay, pero en un sentido panteísta, con el resultado de que no quedaría nada más que este simple hecho- uno a ser puesto a la par con los hechos ordinarios de la historia, a saber, el hecho de que un grupo de hombres por su propia labor, capacidad y talento han continuado durante las edades subsecuentes una escuela comenzada por Cristo y sus apóstoles.
Prometo que he de sostener todos estos artículos fiel, entera y sinceramente, y que he de guardarlos inviolados, sin desviarme de ellos en la enseñanza o en ninguna otra manera de escrito o de palabra. Esto prometo, esto juro, así me ayude Dios, y estos santos Evangelios".
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33 comentarios
Se puede luchar contra todo lo anterior igualmente sin necesidad de ningún juramento de por medio, y menos un juramento en su versión anterior al Concilio Vaticano II. No me está gustando un pelo.
Y francamente, pienso que con el Credo es suficiente. En todo caso, me quedo con la Profesión de fe.
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_1998_professio-fidei_sp.html
Un cordial saludo.
Je, je.
No tienes por qué prestar ningún juramento, por supuesto.
Además, lo de "juramento" es lo de menos (ese nombre se debe simplemente a que es un texto creado en origen para asegurar que los que iban a desempeñar un cargo oficial en la Iglesia no enseñaran barbaridades). Lo importante es el contenido, que rechaza algunos errores que siguen siendo muy comunes hoy.
Por ejemplo, he oído multitud de veces decir que Cristo no fundó la Iglesia, que los milagros son cosas de gente inculta del pasado que se lo creía todo, que la fe contradice a la historia, que la Iglesia es algo puramente humano, que la fe es irracional, etc. Y todo ello se lo he oído a católicos, algunos de los cuales ni siquiera eran conscientes de que estaban diciendo lo contrario de lo que enseña la Iglesia. Creían que lo que decían era "lo normal".
De hecho, el texto no es más que una explicación de algunas partes del Credo, así que va incluido (implícitamente) en cualquier profesión de fe.
Saludos.
Estoy de acuerdo con el contenido, pero aunque lo entrecomilles, para mí un juramento es algo muy, muy serio.
Y por otra parte, debido a los "rifi rafes" entre el Papa y los Lefes, prefiero adherirme a la profesión de fe posterior al Concilio Vaticano II, que en el fondo dice lo mismo, pero es como una muestra de lealtad hacia Benedicto XVI. No quisiera que la adhesión a la fórmula preconciliar, pudiera ser utilizada por algunos para crecerse. No sé si me explico...En pocas palabras, el fondo sí, la forma no.
Un cordial saludo.
http://www.mscperu.org/biblioteca/1magisterio/1PauloVI/CredoDePabloVI.htm
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_1998_professio-fidei_sp.html
Un cordial saludo.
Como podrás leer, la única frase que lleva la palabra "jurar" es el título, en el texto no se menciona solamente dice frases como "abrazo y recibo firmemente", "recibo sinceramente", "rechazo", etc., lo cual todos hacemos a diario al adherirnos a Cristo tanto en el Credo como en la renovación de las promesas bautismales, etc.
Comprendo tu preocupación pero no es tanto un juramento sino una adhesión. Así lo he comprendido y por lo mismo no encuentro problema en ello.
Tras leer el juramento, hallé que no decía nada que yo no creyera sinceramente como cierto anteriormente. El hacerlo público y bajo juramento no me supone ningún salto cualitativo, pues en mi corazón siempre he adherido plenamente y ante Dios todas las verdades que la Iglesia enseña. Y me hace dichoso repetirlas poniendo por testigo a los Santos Evangelios.
El Credo y la profesión de fe no contradicen lo que afirma el juramento, sino que lo complementan, igual que el CVII y los concilios anteriores. Eso es Tradición Eclesial.
Naturalmente que los laicos no estamos obligados a prestarlo como estaban antiguamente los presbíteros y profesores de teología. No obstante, aparte de mi deseo personal, esta pequeña bitácora no deja de ser un modesto y personal lugar de apologética, así que bueno esta decir explícitamente lo que ya se hallaba implícitamente.
No me preocupa la reacción de lefebvrianos o antilefebvrianos, sino la sustancia de lo que un texto afirma. Analizo con mi inteligencia lo que en este juramento se expresa, lo medito en mi corazón y lo consulto con mi conciencia. Y lo adhiero con total y plena confianza. Eso es todo.
Un fuerte abrazo.
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Creo, también, con fe firme, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal.
Acepto y retengo firmemente, asimismo, todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas por la Iglesia de modo definitivo.
Me adhiero, además, con religioso obsequio de voluntad y entendimiento a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo."
A mi lo que me preocupa en todo caso, no es la reacción de unos y otros; lo que me peocupa es el uso interesado y perverso que tanto los unos como los otros puedan hacer de ello en beneficio de sus intereses. Por ello me parece una gran idea la que has tenido de poner a renglón seguido el Símbolo de la Fe de Juan Pablo II; creo que es la manera más adecuada de adelantarse y desbaratar cualquier uso que tanto los unos como los otros quieran hacer del hecho de haberse adherido al juramento, y además se deja claro que no existe ruptura en el Magisterio, en la Tradición, entre lo anterior y el momento presente. En ese caso, yo también me adhiero, pero siempre y cuando aparezcan los dos juntos (por si las moscas).
Un fuerte abrazo.
Como ya le he señalado a Luis, me adhiero siempre y cuando aparezcan ambas declaraciones. Y sí, Maricruz, es un juramento, pero de jurar, juro ambas, no solo la primera.
Un cordial saludo.
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-Vale aquí sí, en primer lugar por los milagros y las profecías, que denunciaran al Profeta.
-Pronto tendréis uno. Milagro y profeta sí.
- Ambos estos "como argumentos externos de revelación divina" están fielmente anunciados para estos días
-Uno como primero en milagro que denunciará al otro como segundo en profeta: Y otro como segundo en profeta que denunciará al primero como milagro.
-A ver quién y cómo se adherirá ya sea al profeta como al milagro; ya sea al milagro como al profeta.
-Y quién dirá que es cosa de la naturalerza
"Tras leer el juramento, hallé que no decía nada que yo no creyera sinceramente como cierto anteriormente. El... Analizo con mi inteligencia lo que en este juramento se expresa, lo medito en mi corazón y lo consulto con mi conciencia. Y lo adhiero con total y plena confianza. Eso es todo".
Exactamente lo mismo que hice yo.
El Concilio Vaticano en su constitución DEI VERBUM en 1965 aporta nuevas perspectivas: en efecto la Biblia puede contener errores pero ninguno afecta a la verdad de la Escritura. Todas las afirmaciones de las Sagradas Escrituras dicen siempre la verdad, eso sí, en lo referente a nuestra salvación. En 1993 la Pontificia Comisión Bíblica publica el quinto y último gran documento "La interpretación de la Biblia en la Iglesia" en el que rechaza la lectura literalista o fundamentalista de la Biblia.El documento concluye con palabras muy duras para esta manera de leer la Biblia, ya que ignora o niega los problemas que el texto bíblico presenta el lengua hebrea,aramea o griega, omitiendo relecturas de ciertos pasajes. Esta forma de hacerlo invita tácitamente a una forma de suicidio del pensamiento.
Benedicto XVI acaba de publicar "Verbum Domini" el documento más importante desde el Vaticano II, una exhortación apostólica que recoge el Sínodo del 2008 y PROMUEVE UNA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA COMPLETA INTEGRANDO FE Y CIENCIA . En la fe se capta el valor científico. Hay que evitar el dualismo, no analizarlo sólo con los cánones de la filología ni con los de la teología, sino ambas. Es un documento en continuidad con los anteriores. La Biblia responde a los problemas de la persona de nuestros dias y ADVIERTE DEL PELIGRO DE INTERPRETACIONES EXTREMISTAS que usan sólo pequeños textos. Recuerda que la religión no puede justificar la intolerancia y que jamás se puede usar la violencia en nombre de Dios. No faltan indicaciones prácticas, sugiere que todas las familias tengan una Biblia en casa, que la lean y recen con ella."
En su segundo mensaje hace usted una especie de falacia del hombre de paja, atacando la interpretación literalista de las Sagradas Escrituras. El juramento antimodernista no defiende la literalidad absoluta de las Escrituras, ni prohíbe su estudio e interpretación, siempre que se hagan a la luz de la Tradición de los padres de la Iglesia y de los concilios y documentos magisteriales. Lo que hace es salvaguardar la esencia de los dogmas enseñados como ciertos desde las primeras comunidades hasta el último de los concilios (veracidad de milagros y profecías, autoridad teológica de la Santa Sede, ortodoxia de la enseñanza de los padres de la Iglesia, condena del ciencismo y de la segregación del Cristo histórico del Cristo de la fe). Y nada de lo que han dicho posteriormente los papas contradice esa definición.
Explícitamente afirma:
"Rechazo asimismo el error de aquellos que dicen que la fe sostenida por la Iglesia contradice a la historia, y que los dogmas católicos, en el sentido en que ahora se entienden, son irreconciliables con una visión más realista de los orígenes de la religión cristiana".
Con todo respeto, creo Miguel que usted (por sus comentarios en el artículo que antecede a este) es un buen ejemplo de porqué este juramento o la profesión de fe son tan importantes para un estudio y enseñanza sanas de la doctrina católica.
En cuanto a los dogmas, se da por hecho que la mayor parte de los católicos hacemos un "obsequio racional de la razón" y una profesión formal de Fe. No es muy grande el obsequio ya que muchos dogmas son misterios por lo que huelga toda reflexión acerca de ellos y otros son irrelevantes en esta época hasta el punto de que sería ridículo dedicarles algún tiempo.
Desde el momento en que los libros sagrados son exclusivamente religiosos ( minimalismo, Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman - "La biblia desenterrada" ) no los criticaré como libros de geografía o de historia. Resulta instructivo consultar a los estudiosos de la autoría material de la Biblia, la profundidad que han alcanzado, y percibir cómo Dios escribe recto con líneas torcidas. No contradigo a quienes afirman que hubo profetas y milagros, pero yo, como persona que percibe y opina no tengo constancia de que haya habido milagro ni profecía alguna en toda la historia de la humanidad. Me refiero a mi experiencia personal que me ha enseñado que en determinadas épocas era una creencia tan común que era imposible pasar sin ellas.
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LA
San Agustín y Santo Tomás afirmaban, y con ellos la Iglesia, que incluso el primer acto de fe era Gracia de Dios, y no mérito o esfuerzo intelectual del hombre. No obstante, el deseo de hallar a Dios se halla inscrito en el corazón de todo hombre, por lo que es fácil suponer que en un momento u otro de la vida a todo ser humano se le ofrece el don o gracia (del latin gratia, gratuito) de la fe (CVII, Gaudium et spes 19 AAS 58). La aceptación o no, y su desarrollo maduro dependen en no poco de cada persona, pues el hombre es fundamentalmente libre. Y también la fe, como cualquier otra gracia sobrenatural, puede ser pedida a Dios en la oración ("Señor, auméntanos la fe").
Este auxilio sobrenatural también se puede solicitar para adherir a los dogmas. Por ejemplo, en fiar (confiar, del latin fides, la misma raíz que fe) de la palabra de los que fueron testigos de las profecías y los milagros. Aunque yo tampoco he presenciado esas profecías antiguas o milagros (antiguos y contemporáneos), me siento muy dichoso de someter mi humilde e imperfecto intelecto a la enseñanza de veinte concilios generales y más de cien papas asistidos por el Espíritu Santo. Eso es lo que me parece más lógico.
La adhesión es personal no parapetado tras ella.
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LA
Estimado Norberto, creo que es evidente tanto por el contexto como porque explícitamente lo digo en el primer párrafo, que Mater et Magistra hace alusión al título de esta bitácora, responsabilidad mía, y no a la encíclica.
Por otra parte, una encíclica no puede adherirse a nada. Ni yo (como es lógico) puedo representar a tal documento.
Si lo que quieres es advertir acerca del peligro de usar el nombre de esta carta del beato Juan XXIII como parapeto para publicar o proponer cosas alejadas del Magisterio (objeción que no me habías hecho en los dos años que lleva funcionando este blog) te diré que el nombre de esta bitácora no guarda relación directa con esa encíclica, que trata de asuntos que normalmente no se comentan aquí (sobre todo, la cuestión social y económica desde un punto de vista cristiano).
El título de "Madre y Maestra" aplicado a la Iglesia no es tampoco original de esa encíclica, y es reconocimiento muy antiguo, como señala el Catecismo de la Iglesia Católica en su artículo 3 (capítulo tercero), epígrafes 2030 a 2051, empleando precisamente ese término.
Tampoco creo que estés diciendo que el juramento antimodernista, magisterio también él, se oponga de algún modo a la doctrina que la Iglesia ha enseñado a lo largo de los siglos. Ningún documento conciliar o papal ha afirmado tal cosa jamás.
Por último, te ruego de corazón que examines lo que el juramento afirma y condena, y lo valores olvidándote de circunstancias externas, banderías contemporáneas o aspectos puramente coyunturales, pensando si los católicos de dentro de tres siglos (D.m) podrían estar de acuerdo, o no, con lo que ese juramento propone.
Por supuesto, si tienes objeciones internas a lo que este enseña, estaré encantado de comentarlas contigo para tratar de buscar la luz entre ambos.
Un cordial abrazo en Cristo.
Primero, creo que el celibato puede ser opcional en los sacerdotes.
Segundo, creo que las mujeres pueden acceder al sacerdocio.
Tercero, creo que se tiene que revisar la doctrina de la Iglesia sobre la comunión a los divorciados vueltos a juntar.
Cuarto, creo que es necesaria la COLEGIALIDAD EPISCOPAL PARA EL GOBIERNO DE LA IGLESIA y no EL CENTRALISMO ROMANO.
Creo que muchas cosas del JURAMENTE ANTIMODERNISTA ES UNA COACCIÓN A LA CONCIENCIA DE QUIENES OBLIGATORIAMENTE LO TIENEN QUE HACER.
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LA
Precisamente la libertad de conciencia permite que usted pueda decir esto. La misma libertad de conciencia me hace adherir (que no acatar) este juramento. Voluntariamente, libremente.
No obstante, la comunidad apostólica no puede regirse por lo que a cada uno le parezca conveniente, sino no sería comunidad libre, sino caos y anarquía; la ruptura en miles de capillitas, como le ocurrió al protestantismo. En la Iglesia católica quién enseña es Cristo y quienes interpretan son los Apóstoles, iluminados por el Espíritu Santo.
Son unos pilotos para la nave mucho mejores que yo.
Por cierto, que precisamente uno de los errores del modernismo es primar una "democratización" y "adaptación personal" de las enseñanzas, en la que cada uno se construye un cristianismo a la carta: tomo de aquí lo que me parece, y de allá otro tanto, y rechazo lo que no me parece bien. Como si la comunidad apostólica fuese supermercado de la espiritualidad y la moral, y no asamblea de creyentes.
Cuando uno mira la historia de los primeros discípulos, en el libro de los Hechos, se da cuenta de que no se reunían continuamente para decir cada uno lo que le parecía que había que dejar o tomar de las enseñanzas de Cristo o del catecismo: oraban y hacían la fracción del pan, conservaron sin discusión la organización apostólica y el primado de Pedro; si había dudas, los apóstoles se reunían y decidían una actitud, y los demás la seguían llenos de confianza en ellos. Y, sobre todo, dedicaban su vida plenamente a vivir la Palabra de Cristo y a predicarla.
Tal vez deberíamos dedicarnos más a ello en este mundo que apostata a pasos agigantados, entregado a la negación de Dios, en vez de discutir cada uno con nuestra opinión particular, todos y cada uno de los mandamientos de la Iglesia.
A propósito, en el ciber-espacio las mayúsculas equivalen a gritar. Le ruego que no escriba mayúsculas.
Correspondiendo a tus atentas palabras, que agradezco en fondo y - sobre todo - forma, no tengo nada nuevo que decir al respecto.
Si el juramento, de obligado cumplimiento por parte de los destinatarios mencionados, ha sido sustituido, no veo la necesidad de volver a lo cancelado.
Es todo. gracias de nuevo.
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LA
De nada, Norberto. Me parece muy bien y respeto tu opinión.
Un abrazo en Cristo.
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LA
Gracias, Norberto. Yo rezaré también por ti.
Eso por no decir que en materia política y social infocatólca es claramente.... modernista. Toma castáña.
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LA
¿Por qué?
La voz de Ana_MS por un lado y de Norberto, por otro, han sido aquí la voz de la razón.
No hay que ir hacia atrás en el tiempo. Ya tenemos los catecismos, las encíclicas, los libros de religión que estén debidamente aprobados etc. Y los profesores y catequistas se tendrán que comprometer -sin necesidad de jurar nada- simplemente a enseñar la doctrina católica, y si no es comprensible que se les diga que no sirven para dar esa catequesis y se les destituya, igual que el profesor de matemáticas que en vez de matemáticas enseñe a tocar la gaita, le dirán que eso no puede ser.
«Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: `Sí, sí' `no, no': que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
Muchas gracias por tu amabilidad constante en la conversación. La cita de Mateo es bien conocida, y sin embargo, la Iglesia ha empleado diversas fórmulas de juramento a lo largo de su historia. Por otra parte, a nadie sugiero yo que se obligue a prestar juramento, sino que lo hago libremente y a modo personal. Por así decirlo "es un asunto entre Dios y yo". Si el día del Juicio me tiene que reprender por ello, lo aceptaré con ánimo pleno de confianza en su misericordia.
Adherirse al juramento antimodernista no es "ir hacia atrás en el tiempo". No más que repudiar públicamente el maniqueísmo, el arrianismo o el calvinismo. Más aún, en nuestra Iglesia actual, es precisamente el modernismo la herejía más arraigada, inclusive entre algunos docentes. Por consiguiente, lo considero más actual que nunca.
Es curiosa la reacción tan negativa de tantos buenísimos católicos, muy razonables en otros aspectos. Sinceramente creo que está motivada por el miedo y, sin ánimo de ofender, por una cierta carencia de formación. Porque en realidad, esos buenísimos y ortodoxos católicos, comparten la misma interpretación que lefebvrianos y modernistas: que el CVII y los gobiernos papales posteriores han supuesto una ruptura con el magisterio anterior (como el que podría representar este juramento), que los vuelve excluyentes.
Yo no creo así. Creo firmemente en la hermenéutica de la continuidad, y el papa piensa lo mismo que yo. Por eso no temo adherirme al juramento anti-modernista (horror para un modernista) y a la profesión de fe actual (horror para un lefebvriano). Yo no hallo contradicción, no veo obstáculo, no encuentro el problema. Otros tal vez sí... si lo hacen desde presupuestos que no están conforme con la ortodoxia católica.
Sí, asun, ya sé que no es necesario jurar esto para ser un buen maestro, ya sé que no es necesario que exista un juramento como este para que la autoridad eclesiástica vigile la autenticidad de la enseñanza cristiana en escuelas y facultades. Tampoco he propuesto que se vuelva a implantar. Simplemente, ¿lo que propone este juramento es bueno? sí. ¿La enseñanza que rechaza este juramento sigue condenada por el magisterio de la Iglesia? Indudablemente, sí. Entonces ¿cuál es el problema?
Empiezo a pensar que todo este asunto del juramento, y las reacciones tan encendidas resulta molesto porque, al explicitar de forma tan evidente ciertos errores no poco comunes en nuestra catequesis general a los sacerdotes y fieles, se está poniendo de relieve que en algunos (o muchos) casos no se ha actuado todo lo diligentemente que era preciso.
Tal vez esté sacando a la luz un problema que muchos preferían que se hallase tapado. ¿Por qué? quiero creer que por interés, o tal vez por miedo.
Mi único interés es proclamar la palabra de Cristo sin desviarme una pulgada a la derecha ni una pulgada a la izquierda. Mi único miedo, perder mi alma y poder contribuir, por debilidad o falta de formación, a que se pierdan las de otros.
Un abrazo.
"En cada profesión de fe, la Iglesia verifica las diferentes etapas que ha recorrido en su camino hacia el encuentro definitivo con el Señor. Ningún contenido ha sido superado con el pasar del tiempo; en cambio, todo se convierte en patrimonio insustituible por medio del cual la fe de siempre, de todos, vivida en todas partes, contempla la acción perenne del Espíritu de Cristo resucitado que acompaña y vivifica su Iglesia hasta conducirla a la plenitud de la verdad".
Vale Luis, pero corresponde a una etapa determinada, una de las muchas por las que el Espíritu Santo lleva a la Iglesia hacia la Verdad. Por lo tanto, el Espíritu hace que la Iglesia paulatinamente se perfeccione, y si bien los contenidos de la anterior no se han superado y forman parte del patrimonio de la Iglesia, sí hace que se perfeccionen, limando aristas, quitando la cizaña y salvando el trigo (que no es poco).
Y ya que es el Espíritu el que lleva a la Iglesia a una mayor perfección, pues mejor el último que el de primeros de siglo, que por esa misma lógica, es bastante más imperfecto. Si Bruno hubiera tenido la ocurrencia de adherirse al juramento del Concilio de Nicea o de Trento, pues yo hubiera dicho mismo.
Un cordial saludo.
En todo caso, añadiría que como el ideal es Jesucristo, prefiero ir en la línea de su palabra -como vivimos en un mundo imperfecto hay que jurar lo imprescindible, pero no hacerlo sin necesidad.
Y sobre todo, el magisterio de la Iglesia es cierto que no cambia en lo esencial, pero para eso se ve forzado a cambiar el lenguaje y a veces los detalles del comportamiento.
Si nos fijamos, el llamado concilio de Jerusalén llegó a unas conclusiones que no se quedaban en la tradición anterior, sino que con el mismo espíritu avanzaban para hacer posible la inculturación, de modo que los involucionistas tuvieron que escuchar a Pablo. Pero lo cierto es que con el tiempo también fueron más allá de las soluciones que aportó el concilio. Se jugaban cuestiones de fe y de moral y sin necesidad de retractarse, de lo que había sido lo adecuado en su momento, sin embargo, siguieron evolucionando iluminados por el Espíritu.
Yo sí que tengo plena confianza en que el Espíritu guía a la Iglesia, y estoy convencida de que estáis siendo "más papistas que el Papa", con toda vuestra buena voluntad de ser fieles a la verdad, pero con el peligro de ejercer de compañeros de viaje de los "judaizantes", no sólo frente a Pablo, sino también frente a Pedro, yendo sin querer un poco en la línea lefebvrista, aunque en vuestro caso desde el respeto absoluto al magisterio.
Pero es un camino el del juramento "anti" que no me parece el de Jesús. Tanto arrancar cizaña puede llevar a arrancar trigo.
Paz y bien
Creo que estamos de acuerdo en lo sustancial. Es obvio que mientras tu no consideras necesario añadir nada a la profesión de fe porque en ella va implícita la condena a los errores del modernismo, yo opino que no viene nada mal recordarlo en estos tiempos. Supongo que son dos puntos de vista legítimos. Como dicen que afirmaba san Agustín: "en lo secundario libertad, en todo caridad". Un cordial saludo.
asun:
Es interesante que cites al concilio de Jerusalén. Su contenido es, de facto, anti-judaizante, aunque es cierto que no lo dice explícitamente. La Iglesia actualmente sigue rechazando las prácticas judaizantes. ¿Por qué no hay un juramento antijudaizante para los maestros de doctrina? Pues porque, salvo cuatro gatos raros en Israel, ese no es un problema actual en nuestra comunidad.
A mi juicio, el modernismo en la Iglesia actual no sólo no ha desaparecido, sino que cada vez es más fuerte. Lo son los presupuestos contra los que advierte ese juramento, y contra los efectos ya han advertido los documentos conciliares y postconciliares. Ahora se le llama "progresismo" (en Europa) o "liberalismo" (en Estados Unidos), pero son los hijos del modernismo, el cual a su vez no es sino una derivada del racionalismo. En resumen, la negación de toda trascendencia sensible, de lo sobrenatural como fenómeno, de la acción externa sobre la fe y la religión, reducida un "sentimentalismo religioso innato y subjetivo". Detrás no está sino el agnosticismo.
Cuando leemos y vemos errores, inconcreciones o incluso manifiestas herejías en los Küng, Boff, Torres Queirgua, Masiá, etc, no estamos viendo sino los frutos de aquel modernismo condenado hace más de 100 años. No es algo "pasado de moda", o "anticuado". Es un peligro bien presente, y que ha llevado a confusión a millones de fieles.
Es decir, que la comparación real sería que los judaizantes (o sea, el modernismo, pues tan herejía es como la judaización) sería ahora más fuerte en la Iglesia, pero no queremos sacar a pasear las conclusiones de ese "concilio de Jerusalén" que sería el juramento (y toda la doctrina que lo sustenta) porque, en este caso, están redactadas de modo "anti".
El juramento antimodernista no es "involucionista", porque la doctrina de la Iglesia no "evoluciona" o "involuciona" al modo que entiende hoy en día el mundo. Pueden cambiar las formas o el lenguaje, nunca la enseñanza.
Si no he entendido mal tus palabras (y por favor, corrígeme si me equivoco) es el tono condenatorio y "anti", lo que te hace preferir la profesión de fe actual o cualquier fórmula postconciliar al juramento antimodernista. Y a considerarlo, no "superado", pero sí inoportuno, por haber sido silenciado por los documentos papales posteriores (no condenado o recusado, en eso ambos estamos de acuerdo).
Si es así, no tengo nada que reprocharte, porque sobre gustos nada hay escrito. Sí pienso que la Iglesia, Madre y Maestra, siempre ha empleado la predicación positiva, la dulzura y paciencia, el anhelo amoroso de buscar a Dios como plenitud de vida terrena y ultraterrena; pero también la amonestación, la reconvención, e incluso la condena, para que el rebaño no se viese seducido al camino del mal.
Emplea la condena el propio Jesucristo ("Ay de vosotros..."), san Juan Bautista, las cartas apostólica (es muy duro el tono de Santiago contra los ricos egoístas o el de san Juan contra los gnósticos nicolaítas); la propia Didajé, el primer catecismo, de uso común en las comunidades apostólicas del siglo I en Siria, cuyo manuscrito más antiguo es del año 100, ya realiza la catequesis a base de mostrar "los dos caminos": el camino del bien, que lleva a la vida eterna, y el camino del mal, para el que se emplean términos muy duros.
A mi parecer, tan nefasto para la fe de la comunidad puede ser emplearse únicamente en condenar lo malo, como no querer nunca advertir claramente de cuáles son los caminos del error, por miedo a parecer duro o poco "evangélico". El Buen pastor a veces también hace marchar a la oveja descarriada por el camino correcto indicándole con claridad cuál es el camino bueno y cuál el malo. Eso, y no otra cosa, representa el báculo episcopal.
En resumen, creo asun que, como le digo a Ana_MS, estamos de acuerdo en lo sustancial, y las diferencias en lo accidental no son importantes. Creo más bien que tantos buenos amigos, como Norberto o tú, le dais una importancia que no tiene. No hay que tener miedo del "qué dirá" el mundo, sino de si complace a Dios o no.
En un tema opinable, cada uno debe actuar en conciencia. Así lo he hecho yo.
Paz y bien.
El Vaticano II enseña que hay que atender a los géneros literarios para una recta interpretación de la Sagrada Escritura. Pero nunca dijo que la biblia "contiene errores".Con respecto al Documento de la Pontificia Comisión Bíblica, es orientador la introducción que hace al mismo el Beato Juan Pablo II.
Que tiene más "peso Magisterial"¿El documento de una comisión de Teólogos privados?¿El escrito de un Papa, para orientar dicho documento?
Dios es el autor de la Biblia, valiéndose de escritores inspirados. Por lo tanto no puede contener errores.
Que la Sagrada Escritura contiene errores suena muy "modernoso".
Perdón, si me salí del tema, pero me llamó la atención esa afirmación.
Estoy a favor del juramento antimodernista.
En el pasado los herejes tenían mas hombría.
Ahora son más tímidos,pero más dañinos.
Por otra parte¿Desde cuando la conciencia está por sobre el Magisterio?
Tenía entendido que es la conciencia quien debe ser iluminada por el Magisterio.
Pues si, en lo que es realmente importante estamos de acuerdo y en lo que has señalado, pues al 100%:
"A mi parecer, tan nefasto para la fe de la comunidad puede ser emplearse únicamente en condenar lo malo, como no querer nunca advertir claramente de cuáles son los caminos del error, por miedo a parecer duro o poco "evangélico". El Buen pastor a veces también hace marchar a la oveja descarriada por el camino correcto indicándole con claridad cuál es el camino bueno y cuál el malo".
Creo que eso es exactamente lo que se tiene que hacer; ni un extremo, ni el otro, que también en mi opinón es lo que ha pasado (y muy frecuentemente continua pasando; no se pone freno a los abusos -hablo de los obispos- y eso tampoco puede ser). Además, pienso que esa es la línea de Benedicto XVI.
Un cordial saludo.
Pero te hago una observación: los sospechosos de herejía no eran los que Pablo llama judaizantes, sino Pablo.
El concilio de Jerusalén no hizo ninguna declaración contra los conservadores que Pablo llama judaizantes, sino que llegó a unos acuerdos sobre diferenciar entre los judeocristianos -que sí cumplían las normas judías y los cristianos procedentes de la gentilidad que no necesitaban hacerse judíos para ser cristianos, ni circuncidarse, sino que bastaba con que cumplieran las leyes noéticas.
Después Pablo fue más lejos de los límites impuestos, y si no fuera así, no sólo seguiríamos con la circuncisión obligatoria, sino que no podríamos comer ningún tipo de embutido.
Por supuesto que estoy de acuerdo en que a veces hay que decir palabras duras para cortar los excesos, pero no se puede ir uno al extremo contrario y dedicarse a "cortar cizaña", con el riesgo de cortar el trigo.
El postmodernismo tiene cosas más preocupantes que esas que aparecen indicadas en ese antiguo juramento "antimodernista". Aunque me parece perfecto que lo hagan todos los que se sienten más tranquilos haciéndolo.
Después de esta parrafada a lo mejor te parece que no coincidimos tanto, pero sigo pensando que en todo lo esencial coincidimos y que soy católica al cien por cien, aunque siempre me negaré a hacer ese juramento -sin revisar siquiera el contenido, porque me chirría el concepto mismo.
Gracias por tu amabilidad y un saludo en Cristo
Asun
Modernismo que niega dogmas instituidos por el mismo Cristo. Modernismo que seduce e incita a conformarse con el Mundo y sus idolatrías, a dejar de predicar la palabra de Cristo. Modernismo que se enseña y predica en seminarios y ambones.
Modernismo que ha infectado la comunidad apostólica desde hace ya muchos años, primero silenciosamente, y que ahora que se ve fuerte, empieza a rezumar y manifestarse abiertamente.
La raíz de la Iglesia es Cristo, y jamás el gusano del modernismo podrá acabar con ella, pero hay tantas ramas laicales, tantas ramas clericales, tantas ramas religiosas de este árbol de la mostaza que están infectadas... ¿Qué frutos darán tales ramas? Frutos de perdición y de muerte.
Señor, envía con fuerza tu espíritu a la Iglesia. No abandones a tu rebaño a los lobos, ahora que tantos pastores hacen parte con los lobos. Ten piedad de tus fieles.
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