¿Qué entendemos por espiritualidad? (Notas de espiritualidad litúrgica - II)
La palabra “espiritualidad” se ha hecho corriente en el lenguaje cristiano, con significados complementarios: vida de perfección cristiana, tendencia al misticismo, vida espiritual… Espiritualidad es el modo peculiar de concebir y realizar el ideal de la vida cristiana.
De aquí nacen los diversos matices en la teología y las diversas actitudes del alma respecto a Dios: los distintos caminos espirituales o distintas espiritualidades. A lo que hay que sumar los distintos temperamentos personales tan diversos: como san Jerónimo y san Benito, san Francisco de Asís y san Ignacio de Loyola, etc… Se generan así distintos estilos de santidad que generan tantas espiritualidades como aplicaciones concretas del ideal cristiano, siempre en el seno de la Iglesia.
Muchas de estas espiritualidades tienen detrás Órdenes religiosas que las viven y que las difunden para los demás. Así las corrientes de espiritualidad en la santa Iglesia: cada una con sus rasgos, prestando atención a unos puntos más que a otros, con sus matices a la hora de ordenar el conjunto.

Vamos a iniciar un recorrido, a lo largo de una serie de artículos, sobre la espiritualidad litúrgica, tan necesaria, y que es urgente educar en ella. A veces nos quedamos en controversias sobre la liturgia, su reforma, sus rúbricas, lo ceremonial…, sin llegar a ahondar en su espíritu y esencia. Y esto debe nutrir las almas. Buscamos a veces más el morbo en estas cuestiones en un blog y otro, que en penetrar en las esencias.
Cuando tanto hablamos de belleza y de la “via pulchritudinis", debemos darnos cuenta de que la realidad que hoy se impone es el feísmo, las cosas utilitarias, o “la vía del mal gusto". Es una estética reinante fea, que va unida al rechazo a la Verdad y al Bien. Lo que es Bello en sí mismo sí va unido a la Verdad y al Bien.
Para unirse al “corazón” de la Misa (Cf CAT 1352), la gran Plegaria o anáfora, es bueno conocerla en su estructura, en las partes fundamentales que tiene, la trabazón interna que posee, para no despistarse o aburrirse ante su extensión al ser proclamada.





