Mirada crística a la Plegaria eucarística (celebrarla mejor - II)
En la Última Cena, Cristo tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos. Estos cuatro momentos son reproducidos en la celebración eucarística de la Misa, revestidos de solemnidad y oraciones y gestos. Dice el Misal, recordando esas cuatro acciones del Señor:
“La Iglesia ha ordenado toda la celebración de la Liturgia Eucarística con estas partes que responde a las palabras y a las acciones de Cristo, a saber:
1) En la preparación de los dones se llevan al altar el pan y el vino con agua, es decir, los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos
2) En la Plegaria Eucaristía se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo
3) Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aunque sean muchos, reciben de un único pan el Cuerpo, y de un único cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo como los Apóstoles lo recibieron de las manos del mismo Cristo” (IGMR 72).
Con la Plegaria eucarística, la Iglesia con sus propias palabras, pronuncia la bendición dando gracias como hizo su Señor al instituir el Sacramento.