InfoCatólica / Liturgia, fuente y culmen / Categoría: Espiritualidad litúrgica

29.02.24

La liturgia da unidad a la vida (Notas de espiritualidad litúrgica - XXIX)

La liturgia es la fuente y el elemento que da unidad a toda la vida cristiana y convierte nuestra existencia en una liturgia viva, en un culto espiritual en lo cotidiano.

La liturgia nos da vigor, acrecentando la vida sobrenatural en nosotros mediante las virtudes teologales. Dios ahí está actuando en nosotros.

Sin Cristo, nada podemos hacer (cf. Jn 15,5); es Cristo quien nos santifica, quien nos edifica, quien nos incorpora al Templo espiritual como piedras vivas; es Él quien nos da crecimiento a la medida de su plenitud (cf. Ef 4,13), dándonos madurez. Él va conduciéndonos, guiándonos, y nos convierte en discípulos suyos más perfectos por medio de la liturgia. Por medio de ella gustamos más las insondables riquezas del misterio de Cristo. ¡Qué delicia!, y a la vez, ¡qué grande es, entonces, la vida litúrgica!

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4.02.24

La liturgia crea espiritualidad (Notas de espiritualidad litúrgica - XXVIII)

Cristo glorioso, el Señor, Sumo y eterno Sacerdote, actúa realmente mediante la liturgia. El contacto con Cristo se realiza a través de las acciones sacramentales de la Iglesia que prolongan la santísima Humanidad de Cristo, “instrumento de nuestra salvación” (SC 5).

Este es el fundamento de la liturgia, su esencia. Y de ahí, de lo teológico, se deriva lo espiritual, la espiritualidad litúrgica, con los elementos que la conforman y constituyen, de modo muy concreto, práctico, accesible.

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19.11.23

La vida litúrgica como espiritualidad (Notas de espiritualidad litúrgica - XXVII)

Cathopic - Misal

¿Cómo se forja esta espiritualidad litúrgica? ¿Y cuáles son sus elementos constitutivos?

La espiritualidad litúrgica es un estilo de vida cristiana que configura con Cristo, que une con Cristo, a raíz del dato sacramental: el bautismo y la confirmación que nos inserta en Cristo, haciéndonos imagen suya, agraciados por la inhabitación del Espíritu Santo en nuestras almas. Es decir, su base o principio sacramental es el bautismo y la confirmación:

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4.10.23

Espiritualidad indispensable: ¡la liturgia! (Notas de espiritualidad litúrgica - XXVI)

Hay que reconocer que la liturgia como tal, con toda su riqueza, sus textos meditados, etc., no ha estado presente en muchas escuelas de espiritualidad o espiritualidades, y sin embargo éstas a lo largo de la historia también han dado un fruto grande de santidad y de vida cristiana. Pero les faltaba la liturgia como fuente espiritual buscando caminos más subjetivos de oración, métodos y grados de intimidad, de meditación y contemplación. Lo litúrgico se reducía a lo ceremonial, a oír misa, confesar y el Oficio divino como carga, munus, officium que cumplir, pero sin entenderlo del todo.

Es, al mismo tiempo innegable, que la liturgia es el fundamento de toda espiritualidad cristiana porque ésta se basa -¡no puede ser de otro modo!- en la vida sacramental, en los sacramentos recibidos cuya gracia nos va regenerando. La vida sacramental impregna la vida entera de la Iglesia.

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24.09.23

La espiritualidad litúrgica en la vida cristiana (Notas de espiritualidad litúrgica - XXV)

Cuando se conoce la naturaleza de la liturgia, se descubre y se experimenta que existe como consecuencia una espiritualidad litúrgica, es decir, se vive la liturgia como fuente de vida espiritual.

Muchas veces se ha ignorado esta espiritualidad litúrgica, se ha desconocido su eficacia y su riqueza, porque se entendía mal qué es la liturgia y aún queda mucho de esa mentalidad como una rémora. Se consideraba la liturgia como una forma exterior del culto a Dios o un conjunto de ceremonias regladas por la jerarquía y así no hay forma de que aparezca como vida espiritual. Aún hoy muchos siguen pensando así y actuando así.

El movimiento litúrgico a lo largo del siglo XX y el Magisterio de la Iglesia han ido profundizando en la liturgia como «fuente indispensable del verdadero espíritu cristiano» (S. Pío X) o como «ejercicio del Sacerdocio del Cristo total, Cabeza y miembros» (Pío XII, Mediator Dei, n. 29).

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