El caballo de Troya: Todos somos Iglesia
Quaestio Quodlibetalis XXI. El otro día, hablábamos de eslóganes ateos y hoy vamos a hablar de un eslogan cristiano. Bueno, más bien un eslogan no muy católico, pero que se oye con cierta frecuencia. Me refiero a la máxima “Todos somos Iglesia”, que ya he leído varias veces en algunos comentarios, bienintencionados pero a mi juicio gravemente erróneos, de este blog.
Su utilización varía, pero, en general, suele utilizarse como una forma de diluir la enseñanza y la práctica de la Iglesia. Por ejemplo, ante el hecho de que la Iglesia siempre ha enseñado que el divorcio es inmoral, se responde que seguro que había gente que no estaba de acuerdo. Por lo tanto, como “todos somos Iglesia”, no es verdad que la Iglesia enseñara eso, sino sólo que parte de la Iglesia enseñaba eso. Con ello se consigue, en la práctica, una legitimación o excusa para no tener que aceptar ninguna doctrina que a uno no le guste o con la que no esté de acuerdo. De hecho, existe un grupo llamado “Somos Iglesia” que utiliza esta táctica, con diversas variantes, para defender, entre otras cosas, el sacerdocio de la mujer, la determinación democrática de la doctrina de la Iglesia, la abolición del celibato sacerdotal, etc.

En los últimos días, he recibido varios correos electrónicos de esos que intentan timarte a través de internet. Incluyo uno al final, porque resulta muy divertido. Los correos originales estaban en inglés y, claramente, han sido traducidos con algún traductor automático. Y, por cierto, deben de ser timadores con muy poca habilidad, porque, en los dos últimos días, he recibido tres veces la misma carta, firmada por tres “viudas” diferentes: Janet Morgan, Elisabeth Williams y Emily Cherry.
Hace algunos días, se hizo referencia en el blog al Orden de las Vírgenes. Como la mayoría de los católicos no sabe qué es el Ordo Virginum, me ha parecido una buena idea hablar de él. He pedido a una lectora que me envíe algo de información sobre el tema.
Hoy quiero invitar a los lectores a pensar un poco. Pero no como respuesta a razonamientos rigurosos y profundos, porque eso, por desgracia, se lleva muy poco actualmente (con honrosas excepciones, claro, como los lectores de este blog). Pasaron ya los tiempos, más sabios que los nuestros, en los que una disputa entre Arrio y Atanasio, San Bernardo y Abelardo, Newman y Kingsley o Chesterton y Shaw electrizaba a la opinión pública y era seguida con tanto o más interés que una guerra o una crisis económica.
El rito hispano o mozárabe no es más que la antigua liturgia que se celebraba en la Hispania romana y visigótica, antes de la conquista musulmana. Esta liturgia casi desapareció en España en el siglo XI, cuando el rito romano se extendió por la península. Paradójicamente, se conservó en la zona de dominación árabe, ya que los cristianos sometidos que vivían en ella apenas tenían comunicación con los de la España cristiana.









