Lo más importante

Mi hijo menor, el cuatroañero, sabe apreciar el silencio, una habilidad que bastantes nonagenarios se mueren sin haber conseguido aprender. Cuando vamos en coche, a menudo está callado durante mucho tiempo, pensando en sus cosas, hasta que, repentinamente, dice algo que permite vislumbrar sus elucubraciones.
El otro día, yendo por la mañana hacia el colegio, preguntó, sin ningún tipo de introducción: “Mamá, ¿a que ir al colegio no es lo más importante?”.
A pesar de lo temprano de la hora, mi esposa ni siquiera pestañeó. El pequeñajo ya nos tiene acostumbrados a las preguntas más curiosas, desde las relativas al concepto de infinito (que a él le fascinan y que mi mujer directamente suele responder con “eso se lo preguntas a tu padre”) hasta temas bastante más complejos (el otro día preguntó con total seriedad: “Mamá, ¿por qué papá se casó contigo?”, quizá intuyendo que la pregunta complementaria, sobre por qué ella se casó conmigo, superaba la limitada capacidad de la razón humana).


En la Iglesia estamos en tiempo de crisis, de problemas y de lucha. Como diría San Esteban, cuando las cosas se ponen difíciles, hay que mirar al cielo. Ante todo para rezar, como es lógico, pero también para contemplar la Verdad, el Bien, la Belleza que reconfortan el corazón y reavivan la esperanza. Creo pues, que el momento oportuno para convocar el Segundo Gran Concurso de Poesía Espada de Doble Filo. El anterior se celebró hace nueve años y, como es sabido, solo los grandes acontecimientos de fama transcontinental tienen una periodicidad novenaria.
Preveo que algunos lectores no estarán de acuerdo, pero me gustaría señalar que, a mi juicio, las críticas “católicas” que se hacen contra Halloween son bastante (por no decir totalmente) exageradas. Todos los años por estas fechas, hay quien critica la fiesta norteamericana, tachándola de pagana, anticristiana o incluso demoniaca. Otros, con muy buena intención que Dios premiará sin duda, buscan “alternativas cristianas” a Halloween, como “Holywins”, que es una simple copia de la primera pero con trajes de santos.
Una lectora, Manoletina, me pide que dedique un artículo a la juventud, con ocasión del Sínodo sobre ese tema. Como no tengo tiempo estos días para hacerlo, he pensado publicar este viejo poema, que aparece en



