29.07.10

Pero Don José Fernando, no es ésa la verdad católica

Quaestio Quodlibetalis XXV.D. José Fernando Rey Ballesteros escribió ayer un artículo muy interesante sobre los Pastores y los fieles, titulado “No toquéis a mis ungidos”. Sensatamente, D. José Fernando está preocupado por la desobediencia generalizada hacia el magisterio y quiere remediarla. Su tesis fundamental es que no se debe criticar nunca públicamente a sacerdotes ni obispos: “Aún en el caso de que un pastor hubiese pecado gravemente o hubiese errado en materia fundamental, sólo su superior, en uso de su autoridad, puede juzgarlo y reprenderlo pública o privadamente, edificando así al resto del rebaño”.

Es, ciertamente, una tesis bienintencionada y, como decía, intenta responder a una situación actual en la que la autoridad eclesial está muy debilitada. Sin embargo, no es eso lo que enseñan ni la Escritura, ni el Magisterio, ni la Tradición ni el sentido común. Vamos a ir examinando poco a poco la cuestión y las razones que da D. José Fernando.

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28.07.10

Historias para no dormir

Advierto que, por increíble que parezca, lo siguiente es una historia real. La he traducido de un artículo aparecido en el Toronto Star, un periódico canadiense generalista.

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«La iglesia anglicana de St. Peter tiene fama desde hace mucho de ser un lugar inclusivo. Parece que es tan abierta que no le cierran las puertas a nadie. Ni siquiera a un perro. Así es como un perro con suerte recibió la comunión de la mujer Párroco provisional, la Reverenda Marguerite Rea, durante una celebración litúrgica por la mañana del último domingo de junio.

Según los asistentes a la celebración en esta iglesia histórica del número 188 de la calle Carlton, en el centro de Toronto, fue un gesto espontáneo, que buscaba conseguir que tanto el perro como su amo, se sintieran acogidos, ya que era la primera vez que iban a esta iglesia. Sin embargo, al menos un feligrés consideró que este hecho era una vulneración de las normas y reglamentos de la Iglesia Anglicana. Presentó una queja ante la mujer sacerdote y ante la Diócesis Anglicana de Toronto sobre el incidente y, desde entonces, ha abandonado la iglesia.

“Respondí al feligrés que la política de la Iglesia Anglicana es no dar la comunión a animales”, afirmó el obispo Patrick Yu, encargado de la zona de York-Scarborough y responsable de la iglesia de St. Peter, que recibió la queja a primeros de julio. “Entiendo que la gente se sienta ofendida. Es algo extraño y escandaloso y nunca había oído que sucediese antes”. “Creo que la reverenda se dejó llevar por lo que creo que es un gesto de bienvenida equivocado”. Intentamos ponernos en contacto con Reverenda Rea repetidas veces, pero no quiso comentar este asunto. “Está avergonzada”, afirmó Yu.

Sin embargo, otros feligreses dicen que esa forma de actuar no intentaba ser polémica. Peggy Needham, sacristán adjunta, estaba sentada cerca de los primeros bancos cuando se le dio una hostia al perro. Era la primera vez que Needham había visto al hombre y a su perro en la iglesia. Le habían invitado a la celebración después de un incidente durante el cual la policía le estuvo interrogando cuando estaba sentado pacíficamente en las gradas de la iglesia, a primeras horas de una mañana durante el fin de semana del G20. Enfadado por esa experiencia, llamó a la puerta de la iglesia para quejarse. Le invitaron a acudir a la iglesia y lo hizo, trayendo a su perro consigo.

Cuando llegó el momento de la comunión, el hombre fue a recibir el pan y el vino, con su perro. “Estoy seguro de que fue una sorpresa para Marguerite, como para todos nosotros”, afirmó Needham. “Pero a nadie le pareció que fuera algo importante, porque no era nada importante”.

Según la información recibida por Yu, el hombre pidió a la reverenda que diera una hostia al perro. Pero Needham afirma que no recuerda que el hombre pidiera algo así. Dice que, más bien, fue la Reverenda Rea la que, instintivamente, se agachó y colocó la hostia en la inquieta lengua del perro. “Creo que fue una reacción natural: ahí estaba el perro, mirando hacia arriba, y ella estaba dando las hostias a la gente y, simplemente, le dio una al perro”, afirmó Needham. “Cualquiera podría haberlo hecho. No es que esté intentado iniciar una revolución”.

Días después, la iglesia y la diócesis recibieron una queja de un parroquiano, que consideraba que la iglesia había ofendido al ritual sagrado. El pan y el vino representan el cuerpo y la sangre de Jesucristo y sólo deben entregarse a los bautizados. El obispo Yu afirmó que, cuando habló con la Reverenda Rea, ella se disculpó por lo que había hecho y dijo que no lo volvería a hacer. “A no ser que haya nueva información de que está dando la comunión a animales, el asunto está cerrado… Después de todo, estamos en el negocio del perdón y las reparaciones”, dijo.

Needham afirmó que la iglesia siempre ha estado abierta para los animales y que, una vez al año, tiene una celebración para bendecir animales domésticos. Por eso, el incidente apenas despertó la atención de los feligreses, excepto uno de ellos. “En su correo electrónico, el argumento de esa persona era que a Cristo no le habría gustado”, señaló Needham, “pero, en mi opinión, a Cristo le habría parecido estupendo. Fue un gesto de humanidad. E hizo sonreír a todo el mundo”.»

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La verdad, no sé qué es lo peor de todo esto. ¿El señor que va a la celebración con su perro sin que nadie le diga que eso no es adecuado? ¿La “reverenda” para quien, obviamente, la comunión no significa absolutamente nada? ¿Todos los feligreses menos uno, a los que ni siquiera sorprende la cosa? ¿El hecho de que el sacrilegio parezca ser lo menos importante de la historia? ¿La sacristana que cree que a Cristo le habría parecido “estupendo” porque hizo sonreír a todo el mundo? ¿El obispo que no da la menor importancia al asunto? ¿El inclusivismo puesto en el lugar de Dios y de la fe?

Sólo hay dos cosas buenas en la historia. En primer lugar, que el pan y vino de la reverenda no eran más que eso, pan y vino. No comete un sacrilegio quien quiere, sino quien puede. En segundo lugar, que estas historias para no dormir, frecuentísimas en la Comunión Anglicana, son un acicate para que los anglo-católicos salgan cuanto antes de ese marasmo de confusión doctrinal y moral en que se ha convertido el anglicanismo.

27.07.10

¿Qué piensan los lectores de La Caverna?

La sección de InfoCatólica titulada La Caverna ya lleva más de un mes de andadura y he pensado que sería una buena idea preguntar a los lectores qué les parece esta nueva sección, qué cosas les gustan, qué echan de menos en ella, qué cosas sobran, etc.

Como ya sabrán (espero) muchos lectores, La Caverna es una sección colectiva, con formato blog, redactada por los miembros del Consejo de Redacción de InfoCatólica, con algún colaborador externo ocasional. Ya que InfoCatólica pretende ser un medio de información serio, pensamos que sería bueno equilibrar esa seriedad con algo de humor. Por supuesto, ya disponemos para ello de las estupendas viñetas de E.O., pero creemos que nunca hay demasiadas sonrisas. Así pues, nos lanzamos a crear una sección esencialmente humorística, aunque intentando mantener un buen criterio cristiano.

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26.07.10

Un ginecólogo abortista sin pelos en la lengua

Incluyo unos párrafos, comentados en rojo por mí, de una entrevista a un ginecólogo abortista que ha aparecido en El Mercantil Valenciano y me ha parecido extraordinariaemente interesante. Este ginecólogo, Pere Enguix, es militantemente abortista y, como tal, dice las grandes barbaridades que se podrían esperar, confundiendo liberación de la mujer con el aborto y la conciencia moral con hacer lo que a cada uno le dé la gana.

Parece, sin embargo, que es también un hombre sin pelos en la lengua y, por ello, reconoce muchas de las cosas que oculta el pensamiento políticamente correcto. Como me parecen muy significativas, las señalo en negrita. Ojalá todos los antiabortistas se atrevieran a ser tan claros como este hombre.

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23.07.10

Autobuses patéticos

Siempre he tenido simpatía por los perdedores. Mi tendencia es a ponerme de parte de los diversos legitimistas europeos, los últimos de Filipinas, el Sur en la guerra de Secesión norteamericana o los emperadores en China. Cuando leo el relato de una batalla, no puedo evitar desear irracionalmente que gane quien sé que fue derrotado. Las causas más o menos perdidas tienen un aire de romanticismo que las hace especialmente atractivas, al margen de sus otras cualidades o falta de ellas.

Creo, sin embargo, que hay que distinguir esas románticas causas perdidas de la mera estupidez. Si, como sucede en la película Los hombres que miraban fijamente a las cabras, me empeño en que puedo atravesar paredes con la fuerza de la mente y me dedico a darme cabezazos periódicamente contra ellas, no soy un romántico, sino un necio y, en casos extremos, un suicida.

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