13.11.17

Respuesta al P. Fortea sobre Amoris Laetitia

Hace unos días, D. José Antonio Fortea, benemérito sacerdote, eximio exorcista y estupendo escritor, tuvo la amabilidad de acercarse por este blog y comentar un artículo de mi autoría sobre la famosa Correctio filialis, que un grupo de teólogos han presentado al Papa con el objeto de corregir las desviaciones que consideran que se están produciendo en la comprensión de la moral.

Me sentí honrado por su atención e inmediatamente me puse a la tarea de contestar a su comentario, pero, por la longitud de la respuesta, he preferido convertirla en un artículo completo, porque el tema es interesante y lo merece. Espero que se me perdonará si en algún momento me expreso de forma demasiado brusca. Nada más lejos de mi intención, por supuesto, que atacar al P. Fortea, pero precisamente por el aprecio que le tengo me tomo muy en serio sus argumentos y me he esforzado por analizarlos con cuidado, aunque eso suponga atreverme a corregirlos en algunos casos.

Como siempre, mis respuestas van en rojo.

Leer más... »

2.11.17

Sobre la Correctio filialis

Varios lectores me han preguntado sobre la Correctio filialis (corrección filial) que un grupo de teólogos y otros católicos enviaron al Papa en agosto y que, al no recibir respuesta, se hizo pública a finales de septiembre. Como es un tema importante, me ha parecido oportuno traerlo al blog, con la esperanza de que contrastar las distintas opiniones nos permita profundizar en él para, dentro de lo posible, no equivocarnos.

A mi entender, conviene distinguir, dentro de este asunto de la Correctio, tres cuestiones de naturaleza muy diferente. La primera se refiere a si las alegaciones planteadas por la Corrección son objetivamente ciertas. La segunda cuestión consiste en si los redactores y firmantes de la Correctio tienen derecho a hacer una corrección de este tipo. La tercera corresponde a la conveniencia o inconveniencia de firmar esa corrección. Es decir, dos cuestiones de hecho y otra prudencial.

A mi juicio, la respuesta a la primera pregunta cada vez está más clara. Hasta donde puedo ver, las afirmaciones que hace la corrección son sustancialmente ciertas y se refieren a cuestiones de la máxima gravedad.

Leer más... »

24.10.17

La reforma luterana, en realidad, fue una revolución (Card. Müller)

Se ve que el Cardenal Müller ahora tiene más tiempo, liberado ya de la carga de trabajo que suponía su puesto como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Haciendo buen uso de ese tiempo libre, acaba de publicar un artículo en la Nuova Bussola Quotidiana, que he traducido porque me ha parecido magnífico por su claridad. Aborda de frente y sin miedo lo que los norteamericanos llaman el “elefante en la habitación”. Es decir, aquello que claramente está ahí y todo el mundo puede ver pero nadie menciona por miedo a lo que vayan a decir los demás.

En este caso, el elefante en la Iglesia consiste en que Lutero, lejos de ser un “testigo del Evangelio” (como dijo un malhadado documento vaticano), se afanó por destruir la fe católica sobre los sacramentos y la Iglesia (además de sobre la Tradición, la propia Escritura, la gracia, la libertad, la moral, la escatología y un larguísimo etcétera).

En el contexto actual de negación de lo obvio cuando es políticamente incorrecto, las claras palabras del cardenal son, sin duda, de agradecer. Palabras, por otro lado, que constituyen una respuesta a Mons. Nunzio Galantino, Secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, quien afirmó la semana pasada que la reforma luterana había sido un “acontecimiento del Espíritu Santo”. Para el Card. Müller, en cambio, la reforma protestante “se produjo contra el Espíritu Santo".

Leer más... »

20.10.17

No hay edad demasiado temprana ni demasiado tardía

“No sea el joven remiso en buscar la sabiduría, ni el viejo se canse de hacerlo. Pues no hay edad demasiado temprana ni demasiado tardía para la salud del alma. Decir que aún no ha llegado el momento de estudiar la filosofía o que ya pasó y quedó atrás es como decir que aún no ha llegado la hora de ser feliz o que ese tiempo se ha acabado.

Busquen, pues, la sabiduría tanto el viejo como el joven. El primero, para que en su vejez rejuvenezca al contacto con el bien, recordando con agrado el pasado, y el segundo, para que en su juventud esté tranquilo, como un anciano que no tiene miedo a lo que ha de venir”.

Epicuro, Carta a Meneceo

Leer más... »

17.10.17

Observaciones al artículo de D. Francisco José Delgado sobre la pena de muerte

Me alegra que D. Francisco José, en su excelente blog Más duro que el pedernal, haya emprendido la labor de explicar teológicamente la pena de muerte. Por la amplitud del tema, yo me había limitado a mostrar con citas en un artículo reciente que la Tradición católica, así como la Escritura y el Magisterio, no consideraban la pena de muerte intrínsecamente mala. Sin embargo, no basta mostrar esa postura tradicional, sino que también hay que explicarla, como ha hecho él.

Me han gustado especialmente en el artículo la importancia de excluir razonamientos basados en que el fin justifica los medios, la necesidad de no caer en sentimentalismos y la clara diferenciación entre la cuestión doctrinal de si la pena de muerte es o no intrínsecamente mala y la cuestión prudencial de si en un momento determinado y unas circunstancias precisas es conveniente utilizarla, que en principio puede recibir una respuesta diferente en épocas distintas. Son aspectos esenciales para entender bien la postura católica en este ámbito y, aunque en muchos ambientes no resulten populares y políticamente correctos, es necesario recalcarlos.

Hay otros aspectos del razonamiento del artículo, en cambio, que no terminan de convencerme del todo y creo que conviene señalarlos, para que podamos profundizar más en la cuestión, que es lo que todos queremos. En particular, parece decir D. Francisco José que la pena de muerte es: a) únicamente legítima defensa, b) no se trata del castigo proporcionado a un delito grave, c) excluye el valor expiatorio, d) no debe usarse como factor disuasorio para otros delincuentes y e) constituye un caso de doble efecto, porque cualquier acto cuyo objeto moral sea matar a un ser humano es intrínsecamente malo. Incluso aunque yo hubiera entendido mal su pensamiento, creo que no vendrá mal discutir estas cosas, para mayor claridad.

Leer más... »