Locus iste sanctus est, in quo orat sacerdos

El pater Iraburu está tratando en su siempre interesante blog, Reforma o Apostasía, las causas que han originado un debilitamiento de la autoridad apostólica.

Una de ellas, según el reverendo José María Iraburu, se encuentra en el influjo protestante. Escribe lo siguiente:

2.– El influjo protestante, como es sabido, es hoy muy fuerte en el campo católico. Los sacerdotes, más que sacerdotes son pastores. No hay, propiamente, sacerdocio cristiano; ni la Misa es un sacrificio, sino una cena. Por eso en ella la liturgia de la Palabra es muy larga, y la liturgia sacrificial mínima. Aversión a la ley eclesiástica –una judaización del Evangelio–. Apertura al nuevo «matrimonio» de divorciados. Aceptación de la anticoncepción. Secularización laica de la figura del sacerdote y del religioso. Los teólogos por encima de los Obispos –bueno, y cualquier cristiano: libre examen–. Los Obispos no son sucesores sacramentales de los apóstoles. Derecho de cada cristiano a disentir en conciencia de la doctrina o disciplina de la Iglesia. Etc.

Hoy, la forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia celebra la dedicación de las Basílicas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, es decir San Pedro del Vaticano y San Pablo Extramuros. Es fiesta de tercera clase.

La misa de este día se la conoce como Misa Terríbilis, ya que el canto de entrada - de una belleza majestuosa - se abre con las palabras de Jacob ante la visión de Betel: Terríbilis est locus iste: hic domus Dei est, et porta caeli: et vocábitur aula Dei; ¡Cuán temible es este sitio! Ésta es la casa de Dios y la puerta del cielo; se la llamará la morada de Dios (Gen 28,17).

En la hora de Sexta del Breviario Romano, se reza un bellísimo y potente, doctrinalmente hablando, responsorio con su verso correspondiente. Dicen así:

R.br. Locus iste sanctus est, in quo orat sacerdos.
R. Locus iste sanctus est, in quo orat sacerdos.
V. Pro delictis et peccatis populi.
R. In quo orat sacerdos.
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Locus iste sanctus est, in quo orat sacerdos.


V. Haec est domus Domini firmiter aedificata.
R. Bene fundata est supra firmam petram.

La traducción diría aproximadamente así:

Este lugar es santo, en el que reza el sacerdote. (…)
Para el perdón de los delitos y pecados del pueblo. (…)

Esta es la casa del Señor edificada firmemente.
Está bien fundada sobre la piedra estable.

El responsorio y el versículo pertenecen al Común de la dedicación de las Iglesias. De estas breves oraciones se podría hablar mucho (el delito y pecados del pueblo, la casa del Señor fírmemente edificada, etc), pero quisiera poner la lupa sobre lo que se dice del sacerdote. Del sacerdote se destaca que él es el que ora para el perdón de los delitos y pecados del pueblo. Cristo se ofreció como víctima propiciatoria para salvarnos, de la misma manera el sacerdote, actuando in persona Christi, expía y repara: él reza para el perdón de los pecados del pueblo.

¿Y por qué puede hacer esto el sacerdote y no los fieles? Porque hay una difierencia ontológica entre el sacerdocio universal de los fieles y el sacerdocio ministerial de los que reciben el sacramento del Orden. No hay una diferencia funcional, sino esencial y ontológica.

El Concilio Vaticano II lo expresa claramente cuando dice:

El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico se ordena el uno para el otro, aunque cada cual participa de forma peculiar del sacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial no solo gradual. Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, modela y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo: los fieles, en cambio, en virtud del sacerdocio real, participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante (LG 10).

El sacerdote es el que ora por los delitos y pecados del pueblo, porque como dice el Papa Pío XII en Mediator Dei:

El divino Redentor quiso también que la vida sacerdotal iniciada por El en su cuerpo mortal con sus plegarias y su sacrificio, no cesase en el transcurso de los siglos en su Cuerpo místico, que es la Iglesia; y por esto instituyó un sacerdocio visible, para ofrecer en todas partes la oblación pura, a fin de que todos los hombres, del Oriente al Occidente, libres del pecado, sirviesen espontánea y voluntariamente a Dios, por deber de conciencia (MD 4)

De la misma manera:

(…) el Divino Redentor ha establecido su Reino sobre los fundamentos del Orden sagrado, que es un reflejo de la Jerarquía celestial.

Sólo a los Apóstoles y a aquellos que, después de ellos, han recibido de sus sucesores la imposición de las manos, les está conferida la potestad sacerdotal, en virtud de la cual, al mismo tiempo que representan a Cristo ante el pueblo que les ha sido confiado, representan también al pueblo ante Dios.

Este Sacerdocio no es transmitido ni por herencia ni por descendencia carnal, ni resulta por emanación de la comunidad cristiana o por diputación popular. Antes de representar al pueblo cerca de Dios, el Sacerdote representa al Divino Redentor, y como Jesucristo es la Cabeza de aquel cuerpo del que los cristianos son miembros, representa también a Dios cerca de su pueblo. La potestad que le ha sido conferida no tiene, por tanto, nada de humano en su naturaleza; es sobrenatural y viene de Dios: «Como me envió mi Padre, así os envío Yo…» (Juan, 20, 21). «El que a vosotros oye, a Mí me oye…» (Luc. 10, 16). «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, se salvará» (Marc. 16, 15-16). (MD 54 – 55)

y en la Eucaristía:

Idéntico, pues, es el Sacerdote, Jesucristo, cuya Sagrada Persona está representada por su ministro. Este, en virtud de la consagración sacerdotal recibida, se asimila al Sumo Sacerdote y tiene el poder de obrar en virtud y en la persona del mismo Cristo; por esto, con su acción sacerdotal, en cierto modo; «presta a Cristo su lengua; le ofrece su mano» (MD 84).

Esta preciosa oración condensa una gran parte de la doctrina sobre el sacerdocio. Con la reforma de la Liturgia de las Horas, la misma se perdió del Común de la Dedicación de las Iglesias. Precisamente cuando más arreciaban los ataques contra el sacerdocio, queriendo difuminar la diferencia entre el sacerdocio ministerial y el universal de los fieles, convirtiendo por otra parte al sacerdote en un funcionario, dependiente además de la comunidad.

Lex orandi, lex credendi, la ley de la oración es la ley de la fe. Las modificaciones en la oración dejaron el camino expedito a los rupturistas, a los que quieren una nueva Iglesia. De la misma manera, el Papa Benedicto XVI, con su Motu Proprio Summorum Pontificum, pretende la reforma de la Iglesia, precisamente de la misma manera, a través de la oración.

El Motu Proprio no sólo permite la utilización del Misal, sino también del Breviario y con él, todas estas bellas oraciones, de hondo contenido teológico.

Toda una reforma la que está haciendo S.S. Benedicto XVI.

5 comentarios

  
P Nicolás
Terrible es el trono de tu Santa Gloria, tabenáculo doinde se manifiesta tu poder, ara del Sacrificio santísimo en el que está el Cordero degollado y donde desciende el fuego del Espíritu Santo que hace que todo arda sin consumirse.

Hay algo que hay que tener muy encuenta y es el espacio sagrado donde se celebran los Santos Misterios.

El Sacerdote al entrar por la puerta del Iconostasio, se postra rostro en tierra tres veces ante el Altar. En el Santuario, espacio detrás del iconostasio, sólo puede entrar el sacerdote y el diácono. Los acólitos mientras no son requeridos sus servicios permanecen en el diaconicón, la sacristía. Nadie, ni tan siquiera el sacerdote puede pasar por delante del altar si no es porque está celebrando. Ha de rodearlo siempre.

En las Iglesias, no todos pueden entrar el nave mientras se celebra la Liturgia. Aquellos que cumplen un canon de penitencia quedan en el nartex y no pueden besar los iconos ni recibir el pan bendito.

En la Iglesia Católica también sucedía lo mismo. Sólo el sacerdote podía subir las gradas del altar que estaba separado de la nabe por una barandilla que nadie traspasaba, porque el presbiterio era el lugar de los presbíteros el " Locus iste sanctus est. In quo orat sacerdos pro delictis et peccatis populi"

Ahora el presbiterio se ve convertido muchas veces es un lugar de paso al que sube todo el mundo, que si a cojerse las manos en el Padrenuestro, que si moniciones, que si preces, que si la paz, que si los novios...

Si pudieramos ver con los ojso del alma lo que sucede en ese terrible y vivificante sacrificio que en la Eucaristía, nos descalzaríamos como Moisés en el Sinaí ante la presencia majestuosa de nuestro Dios.


19/11/09 12:18 AM
  
P Nicolás
perdón: léase "nave"
19/11/09 12:20 AM
  
Tulkas
Padre Nicolás:

Aunque la tradición Ortodoxa y la preconciliar son maravillosas y expresivas no es menos cierto que no es adecuado alegar contra ciertas prácticas sólo sus deformaciones.

Es decir: la mujer que padecía hemorragias se acercó a Jesús y le tocó el manto, por no decir nada de la otra que le dijo ¡Viva la madre que te parió!, la que le ungió con un pringoso perfume, los que le descolgaron de la cruz... o esa hermosa tradición que se atribuye a san Ireneo y de san Ireneo a san Policarpo y de san Policarpo a Juan hijo de Zebedeo de cómo Jesús cuando se levantaba pr la noche a orar y sus discípulos estaban dormidos, los tapaba.
19/11/09 12:42 PM
  
Isaac García Expósito
Tulkas: ¿preconciliar?
19/11/09 3:44 PM
  
Tulkas
Sí.

O quizá no porque yo estoy harto de ver iglesias históricas con el altar en el medio precisamente dispuesto así para quela comunidad creyente se localizara a su alrededor durante el Sacrificio. Esas iglesias suelen ser, por supuesto de los siglos XVI-1950.
19/11/09 3:52 PM

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