15.03.09

El valor de 83 años

Hoy por ser domingo, voy a tratar un tema nada polémico. Gracias al comentario de un lector, descubrí el otro día un blog católico estupendo en español. Por cierto, escrito en un cuidado castellano que raramente se encuentra hoy en día. Es un blog muy interesante, con artículos breves y sustanciosos.

Según tengo entendido, el autor, D. Roque Pérez, ha empezado a escribir el blog con 83 años. Para que luego hablen de eutanasia y pongan a la juventud como valor supremo. No conozco la vida de D. Roque (más allá del hecho de que fue jesuita, que es lo que cuenta en el blog), pero estoy convencido de que Dios no dejará sin recompensa que dedique sus 83 años a hablar de Dios y de las cosas que verdaderamente importan.

Recojo dos breves artículos de este blog, llamado Miscelánea religiosa, para abrir boca y se animen y acudan por sí mismos. Como verán, tienen un contenido bastante cuaresmal.

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14.03.09

El blog X.

Supongo que muchos de los lectores habrán leído ya la carta del Papa a la totalidad de los 567 obispos que hay en el mundo. Me permito señalarles un pequeño párrafo interesante que puede pasar inadvertido:

Me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente el problema. De ello saco la lección de que, en el futuro, en la Santa Sede deberemos prestar más atención a esta fuente de noticias.

Como sé que más vale un buen cotilleo que cinco principios metafísicos, les voy a contar uno bien jugoso. Tengo entendido que el Papa, al escribir esas líneas no estaba hablando en general, sino que pensaba en varios espacios virtuales concretos que se han convertido en sus preferidos en los últimos meses y que constituyen una de las fuentes que ha utilizado para algunos párrafos de sus tres encíclicas.

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13.03.09

¿Tiene algún sentido no comer carne los viernes de Cuaresma?

abstinencia en cuaresma

De los cinco mandamientos de la Iglesia, el que habla de “ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”, es probablemente el más desconocido, despreciado e ignorado de todos. Dudo que una encuesta en España entre restaurantes, cafeterías, mercados o servicios de comida a domicilio revelase una gran diferencia entre el consumo de carne los viernes de cuaresma y el resto del año. Hace un par de años, fui de convivencias con la parroquia durante la Cuaresma a una casa regentada por religiosos y, el viernes, nos pusieron para comer muslitos de pollo.

¿Por qué sucede esto? Generalmente, cuando una norma o un mandamiento son olvidados o despreciados de forma casi universal, se debe a una de dos causas: o bien se trata de una norma obsoleta, que ya no tiene sentido en el tiempo actual, o bien sucede exactamente lo contrario, la norma pone el dedo donde más duele y, por eso, se evita. Creo que conviene que intentemos discernir a cuál de los dos casos corresponde la abstinencia de carne los viernes de Cuaresma.

A mi juicio, el problema fundamental que impide comprender adecuadamente este tema ya existía en tiempos de San Pablo: es la obsesión con la ley. Si lo importante de esto para nosotros es, ante todo, cumplir o no cumplir un precepto, no entenderemos nada. Si sólo se trata de marcar con una crucecita otra obligación cumplida, para que podamos estar tranquilos, estamos engañándonos a nosotros mismos.

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11.03.09

Creo por unos caramelos de colores

Signos de la fe (XIII). Cuando era pequeño, iba a veces con mi madre a una tienda de caramelos cerca de mi casa, que ya no existe. Era una tienda de ésas en las que los dulces se venden a granel y el cliente los va metiendo en bolsitas que luego se pesan al terminar. Como a todos los niños, me encantaba esa tienda. De hecho, recuerdo los caramelos de entonces como mucho más coloridos que los caramelos de ahora, con una luz especial que da a las cosas la ilusión.

Estando en la tienda mientras mi madre compraba, yo, de vez en cuando, tomaba un caramelo y me lo comía, sin pagarlo. No recuerdo que me hubiera planteado siquiera que eso pudiera estar mal o bien. De hecho, no me escondía al hacerlo, hasta el punto de que, inocentemente, debí de mencionarlo un día en mi casa. Como es lógico, mi madre, al oírlo, me regañó y me hizo ver que eso era robar y estaba mal.

En vez de darme un azote o castigarme, mi madre decidió que yo debía ir a la tienda a dar algo de dinero por lo que había cogido y a disculparme por ello. Pasé una vergüenza horrible. Memoricé lo que tenía que decir (todavía lo recuerdo, después de tantos años) y, cuando llegué a la tienda, lo solté de carrerilla y mirando al suelo, mientras la dependienta apenas podía contener la risa. Dejé mis monedillas en el mostrador y me marché corriendo.

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9.03.09

Camino de Gaza (II): dos relatos

Dos lectores, victoria y Cristhian, me han enviado sus relatos de ocasiones en las que han podido compartir su fe. Uno de ellos es muy breve y el otro más largo, pero creo que ambos son muy interesantes.

La historia de victoria me confirma algo que ya he mencionado algunas veces: a menudo, las personas necesitadas que piden dinero están deseando que uno hable con ellos. Ver que le importan a alguien es aún más importante que conseguir ese dinero que puede que necesiten desesperadamente. Si les damos dinero, haremos bien, pero si además les tratamos como seres humanos y les anunciamos el Evangelio, estaremos ofreciendo algo que no se puede comprar.

En el relato de Cristhian, me ha gustado ver algo muy importante en el contexto de las discusiones de estos días sobre creer en Dios: el anuncio del Evangelio transforma la vida de las personas y eso es algo que se puede experimentar, que salta a la vista. Quien lo ha visto o lo ha probado en sus propias carnes, sabe que Dios ha actuado. El comienzo del relato ya lo había incluido Cristhian en los comentarios de un post anterior, pero he querido incluirlo para que la historia esté completa.

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