InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Vita brevis - Libros

2.03.20

Oraciones cotidianas que vuelven el mundo del revés

Una de las consecuencias más sutiles del pecado original es nuestra tendencia a despreciar las cosas pequeñas y cotidianas como si no tuvieran importancia y a desear volublemente lo espectacular, lo grandioso y lo nuevo. A Dios, en cambio, le gusta lo pequeño: basta leer los Evangelios para darse cuenta de ello.

Teniendo en cuenta esa predilección de Dios por lo humilde, es triste que apenas prestemos atención a uno de los tesoros más humildes y a la vez más valiosos que nos ha entregado la Iglesia: las pequeñas oraciones tradicionales de todos los días. A menudo, esas oraciones son las que han transmitido la fe concreta y real de generación en generación, al paso de los siglos. Nuestra relación concreta y cotidiana con Dios se basa en gran parte en ellas.

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10.02.20

Si el sábado 15 pasan por Segovia…

Visiten la Dama de las Catedrales, admiren el acueducto (sin olvidar un avemaría a la Virgen del Carmen que lo preside) y disfruten del magnífico Alcázar de Alfonso X el Sabio y los Reyes Católicos, con su sobrecogedora leyenda de la pobre aya que dejó caer al infantito al vacío y, desesperada, se lanzó tras él.

No, no he cambiado el tema del blog al turismo. Lo digo porque la belleza, cualquier belleza, ya sea de una catedral, de un acueducto bimilenario o de una brizna de hierba, tiende de por sí a llevarnos hacia Dios. Esto sucede por dos razones. La primera es que la contemplación de algo hermoso suscita en nosotros la humildad y el agradecimiento, por encontrarnos ante una hermosura que nosotros no hemos creado, sino que recibimos como un don. Esta actitud natural es análoga a la actitud sobrenatural de la fe y, por ello, la contemplación de lo bello es una de las mejores formas de praeparatio fidei, de preparación para la fe. Todo lo bello es nuestro aliado.

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1.07.19

Una catequesis dirigida al corazón

(Infocatólica) El P. Francisco Javier Carrión Armero, nacido en Cornellá de Llobregat, Barcelona, es sacerdote de la congregación de los Legionarios de Cristo y gran estudioso y conocedor de los entresijos de la filología y de las letras. Además, Don Francisco Javier, que, como dice en su blog El olivo viejo, “ejerce el doloroso y, a la vez, gozoso oficio de la poesía”, es uno de los poetas participantes en el libro 400 poemas para explicar la fe, de Yolanda Obregón.

- Escribe usted poemas de todo tipo: tanto verso libre como otras poesías con rima tradicional. ¿Está pasada de moda la poesía con métrica y rima o tiene algo que aportar?

Efectivamente, he escrito poemas según la métrica tradicional y también me he expresado en verso libre. Sin embargo, tengo más poemas del primer tipo y los estimo más.

Como todo lo clásico, el metro y la rima tradicional permanecen, no han pasado de moda. Lo que ocurre es que nuestra sociedad ha perdido el gusto por un plato tan exquisito y difícil de preparar. Es evidente que se necesita una educación literaria para saborear este tipo de versos. El metro tradicional y la rima no pasarán de moda siempre y cuando haya poetas dispuestos a mantener viva esa tradición. Creo que la poesía tradicional es el auténtico campo de ejercicio del poeta. Para escribir con métrica tradicional tienes un campo de acción limitado al metro y a la rima. El metro tiene sus propias reglas y tienes que respetarlas; esto te obliga a limar el escrito, a agudizar el ingenio, a encontrar la palabra exacta. También significa dejarte llevar por la cadencia de los acentos y las rimas. Creo que la poesía es sobre todo ritmo, repetición, música, a fin de cuentas. El poeta se une así a otros ritmos y repeticiones plasmados en la creación: las estaciones, el día y la noche, la vida y la muerte, etc.

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19.06.19

Todo cuanto nos rodea está preñado de misterio

(InfoCatólica) José Alberto Ferrari es un conocido poeta argentino cuyos versos, profundamente católicos, atesoran la ingenuidad de la infancia y la mirada limpia de los niños, que permite ver a Dios, como se refleja en su último libro, Elogio de la niñez. Es también uno de los autores participantes en el libro 400 poemas para explicar la fe, de Yolanda Obregón, recientemente publicado por la Editorial Vita Brevis.

- Profesor de historia, máster en dirección de empresas, cuatro hijos… ¿y tiene tiempo para escribir poesía?

Es lo que uno más quisiera… pero demasiado tirano es el tiempo cronológico. La verdad es que no resulta fácil encontrar momentos para la creación, y eso que uno con las migajas se conforma. Sin embargo, algo corre a nuestro favor: tú ya sabes que la poesía pende de la inspiración y no se escribe tanto por obligación cuanto por necesidad. Y es tal la necesidad, que no cesa hasta haberse manifestado —bien o mal— aquello que vislumbró el ojo interior. De modo que el tiempo, sea como fuere, aparece.

- Escribir poesía conlleva tener pocos lectores, pero si además es poesía expresamente católica, parece la receta perfecta para no tener éxito en el mercado actual. ¿Ser poeta es el equivalente literario del voto de pobreza de las órdenes religiosas?

¡Claro, tienes razón! Un mundo que ha desterrado la Verdad y el Bien —o no los conoce, o los persigue— se torna incapaz de buscar, percibir y manifestar Belleza. Yo te diría que si la poesía es buena —digamos evocadora, significativa, capaz de elevar el alma—, aún sin ser expresamente católica, ya tiene serios motivos para el fracaso.

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1.04.19

“En tiempos de feísmo, la belleza es una urgencia”

(InfoCatólica) Décadas como profesora y catequista han convencido a Yolanda Obregón de que una educación y una catequesis dedicadas a entretener a los niños solo sirven para perder el tiempo y para crear adultos ignorantes y que abandonan la fe.

Decidida a mostrar que las cosas se pueden hacer mejor, acaba de publicar en la editorial Vita Brevis el libro “400 poemas para explicar la fe. Selección de poesía religiosa para la catequesis”. En él se ponen a disposición de educadores y padres cientos de poemas religiosos de todas las épocas, que pueden usarse para transmitir la fe a niños y jóvenes.

- Usted es profesora desde hace más de treinta años. ¿Han ido cambiando los niños en los últimos tiempos?

Desgraciadamente, sí. He llegado a dar clase a chicos y chicas que podrían ser los hijos de mis primeros alumnos. En lo que a la fe se refiere, muchos niños pertenecen ya a la tercera generación de apostasía, así que no han recibido ninguna formación religiosa. Y sin embargo, a algunos les llevan a catequesis. Suelen ser los mismos que, al domingo siguiente a su primera comunión, ya no vuelven a la iglesia nunca más. Cuando se los conoce en catequesis, con ocho años, una tiene la impresión de estar viéndolos demasiado tarde. Así que a los doce, cuando se incorporan a la Secundaria, hay demasiados niños rotos y eso es determinante para su aprendizaje, aunque algunos padres no quieran verlo.

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