Remedios para una sociedad adolescente
He leído varias noticias que me han hecho pensar, al considerarlas en conjunto. Por un lado, el cura malagueño que ha sido reelegido después de cuatro años ejerciendo como alcalde. En segundo lugar, la peor suerte que ha sufrido el cura asturiano que dejó el sacerdocio para presentarse a las elecciones y apenas ha conseguido votos. En tercer lugar, el enésimo ataque al celibato sacerdotal y la petición de que los ex-curas casados puedan ejercer el sacerdocio. Después, el inminente referéndum para introducir el divorcio en Malta (uno de los tres países del mundo que aún no lo admiten). Finalmente, un ataque a las familias numerosas en una triste viñeta de Religión Digital.
A veces, las cosas que por separado no parecen tener sentido, unidas revelan algo importante. Como las piezas de un rompecabezas que, una por una, no dicen nada, pero bien colocadas unas con otras forman una imagen. ¿Qué tiene en común todo eso que he mencionado? A mi juicio, el horror por el compromiso permanente. La angustia por el hecho de que elegir algo significa renunciar a otras cosas. El deseo de que las acciones no tengan consecuencias y de poder hacer lo que a uno le dé la gana sin que nadie se atreva a decirle lo que tiene que hacer. Es decir, en una palabra: adolescencia.