¿Qué hay de bueno en el posconcilio?
Hace algunos días, se discutió en el blog de Fray Nelson un tema interesantísimo, al hilo de una referencia a Romano Amerio: ¿Ha habido algo bueno para la Iglesia en la época posterior al Concilio Vaticano II?
En vez de lanzarme a responder a esta pregunta, he buscado una voz más autorizada que la mía: la del Card. Ratzinger, hace 25 años, en el libro-entrevista “Informe sobre la fe”. El ahora Papa señalaba entonces tres puntos, que, a mi juicio, son fundamentales. En primer lugar, reconoce que el posconcilio ha sido y sigue siendo una época muy difícil para la Iglesia, pero la interpreta como una época de purificación. Los católicos hemos podido ver, en las últimas décadas, que la fe es más preciosa que el oro, porque la falta de fe lleva directamente a una sociedad confusa y capaz de las mayores barbaridades.
En segundo lugar, señala una cosa que no se suele tener en cuenta: que todo Concilio, para dar frutos, tiene que ser puesto en práctica y no solamente por los obispos, sino por los fieles. Es decir, los verdaderos frutos de un Concilio tienen que plasmarse en santidad de los cristianos. ¿Hay santos entre los educados después del Concilio?
Finalmente, como uno de los frutos de la época posterior al Vaticano II, señala la aparición no programada ni planificada de los nuevos grupos y movimientos católicos. Es decir, la acción del Espíritu Santo que lleva a la Iglesia a Cristo de formas siempre nuevas. Como hombre sensato, el Card. Ratzinger no ocultaba que los movimientos, como todo lo que está vivo, dan lugar a dificultades, pero defiende claramente su profunda catolicidad.
Quid vobis videtur?