9.07.15

El secreto de Ecuador

Por obra de la superficialidad de los medios de comunicación, tendemos a quedarnos con lo chocante e incluso lo grotesco y a olvidar lo importante. Por eso mismo, me temo que la parte de este viaje del Papa Francisco a tierras americanas que quedará en la memoria de muchos será la lamentable escena de Evo Morales entregándole un crucifijo hecho con una hoz y un martillo.

Yo prefiero quedarme con otra cosa, porque, la verdad, cuando la leí se me alegró el día y me parece algo muchísimo más importante. El Papa, hablando en Ecuador, mencionó que le habían impresionado favorablemente los ecuatorianos por su piedad y religiosidad. Y dijo cuál era el “secreto” de esa diferencia para bien que encontraba en Ecuador:

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7.07.15

Propuesta para el Sínodo (III): el matrimonio para toda la vida

Durante el último año, en las conversaciones relativas al Sínodo sobre la familia, se han presentado diversas propuestas “pastorales” que afectan de lleno a la indisolubilidad del matrimonio. Así, hemos visto a algunos Padres sinodales y a otros obispos proponer indisolubilidades disolubles, caminos penitenciales que terminan en la aceptación del pecado por el que se hace penitencia, segundas uniones civiles “tan indisolubles como las primeras”, la invención de nuevas prerrogativas papales para disolver lo indisoluble, una vuelta a la ley mosaica, adulterios que son un “acercamiento a Dios” y el acceso a la comunión de aquellos cuya vida contradice gravemente la ley de Dios.

Todas estas propuestas incluyen referencias a “mantener la indisolubilidad”, al menos en teoría, así como diferentes eufemismos para no usar la palabra divorcio, pero creo que es importante que no nos engañemos. Por mucho que se quiera evadir la cuestión principal, la lógica no miente. O el matrimonio es para toda la vida o no lo es. Tertium non datur, no existe una tercera opción. Si se introduce la posibilidad del divorcio en la Iglesia, desaparece el matrimonio indisoluble, porque ambas cosas son contradictorias entre sí.

A veces se presenta la introducción del divorcio como misericordia para los que quieren divorciarse, pero nadie parece acordarse de tener misericordia con los demás, porque es algo que no sólo nos afecta, sino que es un ataque despiadado contra nuestros matrimonios. Si el divorcio se aceptase en la Iglesia, aunque fuera por la puerta de atrás, inmediatamente nuestros matrimonios dejarían de ser indisolubles y para toda la vida. No hablo del matrimonio “en general”, si es que eso existe, hablo de mi matrimonio concreto, del de mis padres, del de mis hermanos y del de todos los católicos que estamos casados. Me quitarían, nos quitarían, algo que es más precioso que el oro (cf. 1P 1,7).

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24.06.15

¿De Montserrat al cielo?

Más vale un día en tus atrios que mil fuera de ellos, canta el salmista. Al contrario que Santa María de Betania, que eligió la mejor parte “y no le será quitada", la Hna. Forcades de Montserrat elige la peor parte y la Iglesia, con tristeza, la dejará en su obstinación. El veneno del pelagianismo destruye necesariamente la contemplación del claustro. Me temo que, además, las lentejas están quemadas. 

22.06.15

Propuesta para el Sínodo (II): predicar la verdad

La Iglesia tiene como misión predicar la verdad: Id pues y enseñad a todas las gentes (cf. Mt 18,29). Si este encargo del mismo Cristo no se cumple, no sirve para nada el Sínodo, ni tiene sentido la Iglesia, ni merece la pena que yo escriba y los lectores lean este artículo. Proclamemos la verdad, enseñemos la verdad, disfrutemos de la verdad, no luchemos contra la verdad. El gran peligro del Sínodo es avergonzarse de la verdad, porque es el gran peligro de los católicos hoy. Nada hay peor que eso, puesto que avergonzarse de la verdad es lo mismo que avergonzarse de Cristo.

Digo esto tan básico porque, cuando iba a celebrarse el Sínodo extraordinario del año pasado, me llamó la atención un pobre obispo, ¡Dios le perdone!, que dijo algo así como “no estamos aquí para volver a repetir lo mismo”. Es una de esas frases escalofriantes que uno lee dos veces, para comprobar que ha leído bien y que realmente provienen de los labios de un obispo católico. Como diría San Pablo, sin embargo, oportet haereses esse (cf. 1Co 11,19), que podríamos traducir libremente así: conviene que haya quien diga barbaridades para que quede claro que son barbaridades y haya ocasión de reafirmar la verdad contraria.

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15.06.15

Polémicas matrimoniales (XXV): el cardenal Kasper no quiere contrariar al mundo

Hace unos días, el cardenal Kasper participó en una reunión del llamado “Cenáculo de los amigos del Papa Francisco” en el Centro Russia Ecumenica de Borgho Pio, en Roma. Se trata de un grupo que se reúne de vez en cuando para hablar de temas de actualidad y de doctrina católica y en el que, a pesar de su nombre, se mezclan afirmaciones ortodoxas con el rechazo de diversas enseñanzas de la Iglesia y del Papa sobre temas polémicos para el mundo de hoy.

En esta última reunión del “cenáculo", el cardenal alemán realizó una afirmación que me ha parecido fascinante. En su opinión, “no podemos conducir una guerra ideológica, dado que no podemos ganar. Los otros tienen a disposición gigantescos medios económicos y tienen también de su lado los medios de comunicación”. Por lo tanto, debemos “desarmar nuestro lenguaje”, buscando acercarnos al mundo secularizado.

Esas declaraciones, a mi entender, son muy reveladoras y permiten comprender mucho mejor todas estas polémicas matrimoniales que nos han ocupado e n los últimos meses. En efecto, traslucen un claro pelagianismo como trasfondo de las reformas propuestas para el próximo Sínodo de los obispos. Sabiendo esto, uno se explica la llamativa casualidad de que todas esas reformas propuestas por el Cardenal y sus adláteres estén en la dirección de hacer lo que es grato a los ojos del mundo y eliminar u ocultar lo que le escandaliza.

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